Cono­cien­do al Marx des­co­no­ci­do. Sobre la impor­tan­cia de Comu­ni­dad, nacio­na­lis­mos y capital

¿Pue­de ayu­dar­nos el «Cua­derno Kova­levsky» a des­cu­brir cómo ha lle­ga­do el tra­ba­jo asa­la­ria­do a ser una con­di­ción nece­sa­ria en el capi­ta­lis­mo, tenien­do en cuen­ta que el sala­rio es muy recien­te en la his­to­ria? ¿Qué nos pue­den ense­ñar pro­ce­sos tan leja­nos y dife­ren­tes en el espa­cio y en el tiem­po? ¿Y si fue­ran pro­ce­sos más «cer­ca­nos» de lo sos­pe­cha­do en el sen­ti­do de que aquí mis­mo, en Eus­kal Herria, pero tam­bién en otras zonas de Euro­pa, exis­tie­ron y lue­go coexis­tie­ron con el feu­da­lis­mo modos de pro­duc­ción pare­ci­dos a los que plan­tea Marx des­de, al menos, 1853 por no retro­ce­der has­ta 1842 – 1843? ¿Más aún, de ser cier­ta esta tesis, cómo han influi­do posi­bles res­tos de las rela­cio­nes sobre­vi­vien­tes de iden­ti­dad comu­nal, con sus lími­tes y con­tra­dic­cio­nes, en la lucha de libe­ra­ción nacio­nal de cla­se den­tro mis­mo de Euro­pa y de las nacio­nes opri­mi­das por el Esta­do espa­ñol? No son pre­gun­tas apo­lí­ti­cas y neu­tra­les en el sen­ti­do webe­riano de sepa­rar los jui­cios de hecho de los jui­cios de valor. Son pre­gun­tas que tie­nen una direc­ta car­ga polí­ti­ca revo­lu­cio­na­ria, como se verá. 

Pero antes de entrar al estu­dio del «Cua­derno» tene­mos que ubi­car­los en los avan­ces no solo teó­ri­cos de Marx y Engels, sino tam­bién en los socio­po­lí­ti­cos. Sabe­mos que en el mar­xis­mo es impo­si­ble sepa­rar la teo­ría de la polí­ti­ca prác­ti­ca, pero aho­ra nos per­mi­ti­mos la gra­ta hete­ro­do­xia de, muy bre­ve­men­te, pre­sen­tar los avan­ces en la pers­pec­ti­va polí­ti­ca revo­lu­cio­na­ria que ambos ami­gos rea­li­za­ban mien­tras, a la vez, enri­que­cían su con­cep­ción teó­ri­ca e histórica.

Con 24 años de edad teo­ri­zó la defen­sa radi­cal del dere­cho con­sue­tu­di­na­rio, del dere­cho de los pue­blos a poseer o a recu­pe­rar a cual­quier pre­cio las tie­rras comu­na­les que le habían sido arre­ba­tas por la vio­len­cia, dedi­can­do su vida pos­te­rior a inte­grar ese dere­cho pre­ca­pi­ta­lis­ta en la lucha comu­nis­ta1: para vivir, el pue­blo tenía dere­cho a «robar» leña de los bos­ques que habían sido comu­na­les, pro­te­gi­dos por leyes con­sue­tu­di­na­rias, leyes que defen­día el dere­cho de pose­sión popu­lar y nega­ban el dere­cho de pro­pie­dad pri­va­da. En 1848, él y su com­pa­ñe­ra Jenny ven­die­ron la heren­cia fami­liar de ella para com­prar armas para la revo­lu­ción, arrui­nán­do­se, mien­tras que Engels, alias «el gene­ral», diri­gía la gue­rra en las barricadas.

En 1857 – 1958 Marx da una defi­ni­ción del len­gua­je que nos ayu­da a enten­der bas­tan­tes cau­sas de sus luchas con­tra la opre­sión: «El len­gua­je mis­mo es tan pro­duc­to de una comu­ni­dad como, en otro sen­ti­do, lo es la exis­ten­cia de la comu­ni­dad mis­ma. Es, por así decir­lo, el ser comu­nal que habla por sí mis­mo»2. La expro­pia­ción de los bie­nes comu­nes es uno de los ejes de El Capi­tal en 1867 y reedi­cio­nes pos­te­rio­res, otro es su admi­ra­ción por las resis­ten­cias de los pue­blos a ese ava­sa­lla­mien­to, inclui­dos las de gran­des impe­rios como Chi­na e India3, y otro es esta afir­ma­ción: «Ni la socie­dad en su con­jun­to, ni la nación ni todas las socie­da­des que coexis­ten en un momen­to dado, son pro­pie­ta­rias de la tie­rra. Son, sim­ple­men­te, sus posee­do­ras, sus usu­fruc­tua­rias, lla­ma­das a usar­las como boni patres fami­lias y a trans­mi­tir­la mejo­ra­da a las futu­ras socie­da­des»4. Vemos la dife­ren­cia entre «pro­pie­dad» bur­gue­sa y «pose­sión» huma­na a la que vol­ve­re­mos al poco.

No pode­mos exten­der­nos aho­ra en su idea de que ni Polo­nia ni Irlan­da serían ver­da­de­ra­men­te libres mien­tras no hicie­ran una radi­cal refor­ma agra­ria que aca­ba­se con el poder de la alian­za entre la cla­se terra­te­nien­te y las poten­cias ocu­pan­tes, así como, sobre todo en Irlan­da, ins­tau­ra­se una polí­ti­ca eco­nó­mi­ca pro­pia que le garan­ti­za­se la inde­pen­den­cia eco­nó­mi­ca fren­te a la pode­ro­sa Ingla­te­rra. Otra vez nos encon­tra­mos ante la sepa­ra­ción entre la nación tra­ba­ja­do­ra inde­pen­dien­te y la nación bur­gue­sa depen­dien­te de bur­gue­sías extran­je­ras más fuer­tes. Desa­rro­llan­do esta lógi­ca, en 1872 expli­có que el dere­cho natu­ral es el «dere­cho» impues­to por la vio­len­cia del capi­tal que jus­ti­fi­ca que la tie­rra públi­ca haya sido con­ver­ti­da en pro­pie­dad bur­gue­sa, y añadió:

Si la con­quis­ta ha crea­do el dere­cho natu­ral para una mino­ría, a la mayo­ría no le que­da más que reu­nir sufi­cien­tes fuer­zas para tener el dere­cho natu­ral de recon­quis­tar lo que se le ha qui­ta­do […] dejan­do de lado los pre­ten­di­dos «dere­chos» de pro­pie­dad […] harán cada día más que la nacio­na­li­za­ción de la tie­rra sea una «nece­si­dad social» con­tra la que resul­ta­rán sin efec­to todos los razo­na­mien­tos acer­ca de los dere­chos de pro­pie­dad5.

En La gue­rra civil en Fran­cia, escri­ta en 1871, deta­lló con suma pre­ci­sión el gran y varia­do poten­cial de la Comu­na de París, de sus prác­ti­cas coope­ra­ti­vas, de sus medi­das socia­les, de lo que aho­ra se deno­mi­na hori­zon­ta­li­dad en la toma de deci­sio­nes, de su pue­blo en armas, etc. En 1875, Engels le dijo a A. Bebel que lo más correc­to era hablar de Comu­na y no de Esta­do6. Marx expu­so níti­da­men­te a Sor­ge en octu­bre de 1877, que «esta vez la revo­lu­ción empe­za­rá en Orien­te, que ha sido has­ta aho­ra for­ta­le­za inex­pug­na­ble y ejér­ci­to de reser­va de la con­tra­rre­vo­lu­ción»7. Para no exce­der­nos en citas, recu­rri­mos a la opi­nión de R. Levrero:

Supie­ron des­cu­brir correc­ta­men­te el sig­ni­fi­ca­do del pro­gre­si­vo des­pla­za­mien­to del núcleo del movi­mien­to socia­lis­ta revo­lu­cio­na­rio del cen­tro hacia la peri­fe­ria del mun­do capi­ta­lis­ta: no solo no se opu­sie­ron, en nom­bren de algu­na ideo­lo­gía obre­ris­ta, a dicho desa­rro­llo, sino que, al con­tra­rio, supie­ron indi­car a la tota­li­dad del movi­mien­to los pro­fun­dos moti­vos —el desa­rro­llo des­igual y la cri­sis del capi­ta­lis­mo— que pre­si­dían esa his­tó­ri­ca evo­lu­ción. […] Marx y Engels reco­no­cie­ron abier­ta­men­te y teo­ri­za­ron que el desa­rro­llo del movi­mien­to revo­lu­cio­na­rio seña­la­ba la ten­den­cia de que «el cam­po» ase­dia­ba las «ciu­da­des» del capi­ta­lis­mo. Dedu­cían de esta ten­den­cia la cer­te­za de la cri­sis del capi­ta­lis­mo y la ineluc­ta­bi­li­dad de la revo­lu­ción socia­lis­ta. Los hechos pos­te­rio­res a 1917 han con­fir­ma­do ple­na­men­te su pre­vi­sión cien­tí­fi­ca8.

Esta y no otra, no la euro­cén­tri­ca, era la pers­pec­ti­va estra­té­gi­ca revo­lu­cio­na­ria que encua­dra­ba e ilu­mi­na­ba polí­ti­ca­men­te la ela­bo­ra­ción que ana­li­za­mos en el nivel teó­ri­co con­cre­to tal cual se plas­mó en el«Cuaderno», pero tam­bién en la corres­pon­den­cia con Vera Zasu­lich. Por tan­to, y antes de seguir con los avan­ces teó­ri­co-polí­ti­cos de Marx y Engels des­de el «Cua­derno» de 1879 has­ta la mitad de la déca­da de 1880, debe­mos dete­ner­nos un poco en el pro­pio «Cua­derno Kova­levsky». Para seguir con el orden del libro, empe­ce­mos leyen­do a Nés­tor Kohan que insis­te en que el «Cua­derno» reafir­man el cam­bio de para­dig­ma en Marx, pero advir­tién­do­nos que:

Su cam­bio de para­dig­ma no abar­ca solo sus posi­cio­na­mien­tos polí­ti­cos —como el aban­dono de todo «cos­mo­po­li­tis­mo» en fun­ción de la defen­sa de la inde­pen­den­cia nacio­nal de Polo­nia e Irlan­da, el aná­li­sis crí­ti­co del estre­cho víncu­lo entre domi­na­ción de cla­se y etnia en la gue­rra civil esta­dou­ni­den­se, sus sim­pa­tías anti­co­lo­nia­lis­tas explí­ci­tas a favor de los levan­ta­mien­tos chi­nos e indios y la resis­ten­cia de Beni­to Juá­rez en Méxi­co fren­te a las inva­sio­nes euro­peas o su entu­sias­mo por la lucha insur­gen­te de los narod­ni­ki con­tra la auto­cra­cia zaris­ta y en defen­sa de la comu­na rural rusa— sino que, al mis­mo tiem­po, recon­fi­gu­ra la matriz cen­tral de su con­cep­ción mate­ria­lis­ta y mul­ti­li­neal de la his­to­ria y la mira­da de con­jun­to de su teo­ría crí­ti­ca de la moder­ni­dad capi­ta­lis­ta occi­den­tal9.

Este cam­bio pro­ce­sual de para­dig­ma, según N. Kohan, lle­ga en 1879 a plas­mar­se en cin­co pun­tos que noso­tros resu­mi­mos de la for­ma siguiente:

1) Euro­pa no es el cen­tro del mun­do. 2) Inda­ga qué exis­tía antes de las comu­ni­da­des ori­gi­na­rias tal cual se pre­sen­ta­ban enton­ces. 3) No prio­ri­za tan­to el valor de las gran­des obras de aque­llas comu­ni­da­des, como sus rela­cio­nes de super­vi­ven­cia comu­ni­ta­ria y las múl­ti­ples for­mas que adquie­re la pro­pie­dad comu­nal estruc­tu­ra­da a par­tir del paren­tes­co y del lina­je. 4) Inves­ti­ga la coexis­ten­cia de diver­sos tipos de rela­cio­nes socia­les comu­ni­ta­rias inclu­so en el capi­ta­lis­mo de 1879 – 1881, estu­dian­do por qué los pue­blos con rela­cio­nes comu­na­les resis­tían tan­to a los ata­ques colo­nia­lis­tas, vien­do el efec­to disol­ven­te de las vio­len­cias, ser­vi­dum­bres y saqueos del colo­nia­lis­mo sobre «las aso­cia­cio­nes comu­ni­ta­rias de paren­tes­co». 5) Demues­tra que el feu­da­lis­mo fue solo una for­ma espe­cí­fi­ca euro­pea10. Como sín­te­sis, N. Kohan sos­tie­ne que entre 1853 y 1879 «se pue­de obser­var y com­pren­der un com­ple­to cam­bio de para­dig­ma»11.

Gar­cía Line­ra por su par­te, indi­ca que entre 1857 – 1858 y el «Cua­derno Kova­levsky» de 1879, Marx apren­dió a dife­ren­ciar dos tér­mi­nos que se usan indis­tin­ta­men­te —«pro­pie­dad» y «pose­sión» — : mien­tras que el de «pro­pie­dad» sí podía usar­se en Euro­pa y en socie­da­des con pro­pie­dad pri­va­da, no suce­día lo mis­mo en las socie­da­des con pro­pie­dad colec­ti­va. En las pri­me­ras, la «pro­pie­dad» pue­de ser ven­di­da —alie­na­da, según Marx — , pero en las segun­das, con pro­pie­dad colec­ti­va, es impo­si­ble la ven­ta de lo que no exis­te, la pro­pie­dad pri­va­da. Por eso «Marx pre­fe­ri­rá hablar de la comu­ni­dad como “due­ña” de las tie­rras y de los indi­vi­duos tra­ba­ja­do­res como “posee­do­res” de ella». Tam­bién recha­za­ba la exis­ten­cia del feu­da­lis­mo en la India y Amé­ri­ca Lati­na12.

Para los deba­tes en las izquier­das actua­les sobre cómo recu­pe­rar los bie­nes y ser­vi­cios públi­cos, sobre cómo expli­car peda­gó­gi­ca­men­te las impo­ten­cias del neo-refor­mis­mo key­ne­siano y social­de­mó­cra­ta, etc., es deci­si­va esta tajan­te sepa­ra­ción rea­li­za­da por Marx entre «pro­pie­dad» y «pose­sión». Uno de los pro­ble­mas más agu­dos que el desa­rro­llo del capi­ta­lis­mo en los Andes y en Boli­via crea­ba a las comu­nas, a los ayllus, era pre­ci­sa­men­te man­te­ner a sal­vo la dife­ren­cia entre la «pose­sión» o «tenen­cia» de las tie­rras comu­na­les de los ayllus y el impa­ra­ble avan­ce de la «pro­pie­dad»13 diri­gi­da por la bur­gue­sía y por las eli­tes corrup­tas indí­ge­nas pro­te­gi­das por el Esta­do y sus leyes.

Gar­cía Line­ra pro­si­gue dicien­do que Marx tiene:

[…] una con­cep­ción del desa­rro­llo his­tó­ri­co que difie­re anta­gó­ni­ca­men­te de los esque­mas linea­lis­tas, esque­má­ti­cos y en oca­sio­nes con ras­gos racis­tas, con que repre­sen­tan­tes de la Segun­da Inter­na­cio­nal carac­te­ri­za­ron el desa­rro­llo el desa­rro­llo his­tó­ri­co y que lue­go fue­ron con­ti­nua­dos por Sta­lin en su famo­so tex­to Mate­ria­lis­mo dia­léc­ti­co, mate­ria­lis­mo his­tó­ri­co y por todos los manua­les de «divul­ga­ción» mar­xis­ta. Según estos, la his­to­ria cono­ce cin­co modos de pro­duc­ción pro­gre­si­vos que todos los pue­blos habrían teni­do que atra­ve­sar inva­ria­ble­men­te: comu­ni­dad pri­mi­ti­va, escla­vis­mo, feu­da­lis­mo, capi­ta­lis­mo y socia­lis­mo. Dia­me­tral­men­te opues­to a este esque­ma­tis­mo vul­gar y fal­so, el pen­sa­mien­to revo­lu­cio­na­rio de Marx avan­zó un cam­bio en la com­pren­sión de que la his­to­ria social había avan­za­do a par­tir de un pun­to común ini­cial, la comu­ni­dad arcai­ca, por múl­ti­ples vías de desa­rro­llo dis­tin­tas de un pue­blo a otro, de un con­ti­nen­te a otro14.

Sobre esta base, Marx pudo defen­der teó­ri­ca­men­te la exis­ten­cia de nada menos que «cua­tro cami­nos dis­tin­tos de trans­for­ma­ción y desa­rro­llo de la anti­gua comu­ni­dad ori­gi­nal: la comu­ni­dad esla­va, la comu­ni­dad ger­má­ni­ca, la comu­ni­dad asiá­ti­ca o perua­na —que lue­go dio lugar al con­cep­to de modo de pro­duc­ción asiá­ti­co— y la comu­ni­dad anti­gua, de don­de sur­gió la socie­dad escla­vis­ta euro­pea»15.

A la altu­ra del cono­ci­mien­to actual ya no es posi­ble defen­der el meca­ni­cis­mo deter­mi­nis­ta del dog­ma­tis­mo de los úni­cos y obli­ga­dos cin­co modos de pro­duc­ción habi­dos en todo el mun­do. R.A. Pad­gug fue uno de tan­tos inves­ti­ga­do­res que sos­tie­nen lo mis­mo: «Marx des­cri­bió varios tipos gene­ra­les de socie­dad comu­nal que for­ma­ron los esta­dios fina­les del mun­do tri­bal, basa­do en el paren­tes­co y la tran­si­ción a la civi­li­za­ción, basa­da en las cla­ses y el Esta­do. El modo “asiá­ti­co”, el “esla­vó­ni­co”, el anti­guo y el “ger­má­ni­co” repre­sen­tan los tipos prin­ci­pa­les con su desa­rro­llo espe­cí­fi­co cada uno de ellos, sus varia­cio­nes y sus arti­cu­la­cio­nes inter­nas»16. Para la déca­da de 1980 el dog­ma­tis­mo esta­li­nis­ta tuvo que ceder ante los argu­men­tos de inves­ti­ga­do­res sovié­ti­cos como V. Masson:

Los estu­dio­sos ya han seña­la­do reite­ra­das veces que cata­lo­gan entre los focos de las civi­li­za­cio­nes más anti­guas, sur­gi­das inde­pen­dien­te­men­te (de lo cual es tes­ti­mo­nio la espe­ci­fi­ci­dad cul­tu­ral de cada una, inclui­do el sis­te­ma de escri­tu­ra), a Sumer, Egip­to, Harap­pa, la Chi­na de la dinas­tía Yin, la Gre­cia cre­ten­se-micé­ni­ca, el gru­po de civi­li­za­cio­nes meso­ame­ri­ca­nas y las civi­li­za­cio­nes anti­guas del Perú […] Los sis­te­mas agrí­co­las de alta pro­duc­ti­vi­dad que tenían las pri­me­ras civi­li­za­cio­nes, pese a todas las dife­ren­cias loca­les natu­ra­les, exi­gían, por regla gene­ral, en tra­ba­jo en común. En Meso­po­ta­mia y en Perú se encau­za­ba la irri­ga­ción y a crear un sis­te­ma de cana­les; en Egip­to, a los tra­ba­jos de mejo­ra­mien­to del sue­lo; en Chi­na, a los esfuer­zos colec­ti­vos para ini­cia­ti­vas hidro­téc­ni­cas, para com­ba­tir las inun­da­cio­nes, que ame­na­za­ban las mie­ses en los terre­nos fér­ti­les inme­dia­tos al Hoang-Ho17.

Cen­trán­do­nos en Nues­tra­mé­ri­ca, a la que Marx pres­tó mucha aten­ción en su «Cua­derno», y dan­do por supues­to que son cono­ci­das las ideas de C. Mariá­te­gui al res­pec­to, acu­di­mos a S. Gue­rra Vila­boy que sostiene:

Este sis­te­ma socio­eco­nó­mi­co y polí­ti­co, que des­can­sa­ba en la explo­ta­ción de toda la comu­ni­dad por la cas­ta domi­nan­te, se pare­ce mucho al tipo de socie­dad que Karl Marx des­cri­bió para la India y Chi­na anti­guas con el nom­bre de «modo de pro­duc­ción asiá­ti­co» o escla­vi­tud gene­ra­li­za­da —otros auto­res lo han deno­mi­na­do «des­pó­ti­co-tri­bu­ta­rio» — , un régi­men de tran­si­ción de la comu­ni­dad pri­mi­ti­va a la socie­dad de cla­ses en el cual coexis­ten for­mas arcai­cas de orga­ni­za­ción comu­ni­ta­ria —ayllú entre los incas y cal­pu­lli para los azte­cas — , con un esta­do jerar­qui­za­do domi­na­do por una teo­cra­cia que exi­ge tri­bu­tos y pres­ta­cio­nes per­so­na­les (mita entre los incas y cua­te­quil entre los azte­cas)18.

Acer­cán­do­nos ya al pre­sen­te, J. Ferrei­ra pro­fun­di­za en múl­ti­ples face­tas el pro­ble­ma que esta­mos ana­li­zan­do, de las que solo pode­mos refe­rir­nos a cua­tro. La pri­me­ra es la tre­men­da simi­li­tud entre la comu­na rusa, obs­chi­na, y el ayllu andino: «Tan­to la comu­na rusa como las comu­ni­da­des andi­nas se han carac­te­ri­za­do por sos­te­ner un régi­men de pro­pie­dad colec­ti­va de la tie­rra y un apro­ve­cha­mien­to indi­vi­dual de los fru­tos del tra­ba­jo. Ambos han goza­do de con­tem­po­ra­nei­dad con el sis­te­ma capi­ta­lis­ta e inclu­so la comu­na andi­na se ha man­te­ni­do has­ta bien entra­do el siglo XX»19. El autor par­te de esta simi­li­tud y del hecho de que el ayllu haya resis­ti­do tan­to para ofre­cer­nos la segun­da apor­ta­ción: Marx acer­tó en 1881 —como com­pro­ba­re­mos— al adver­tir que el futu­ro de la obs­chi­na depen­día de la lucha de cla­ses, del triun­fo socia­lis­ta, y del mis­mo modo suce­de­rá con el ayllu andino20, que ya está sufrien­do un cán­cer de «corrup­ción de las eli­tes»21 que las admi­nis­tran. Y la tercera:

Par­tien­do por ejem­plo de las for­mas de orga­ni­za­ción del tra­ba­jo y de pro­pie­dad del sue­lo de las cul­tu­ras andi­nas, pode­mos com­pren­der el sig­ni­fi­ca­do y la impor­tan­cia social de deter­mi­na­das prác­ti­cas cul­tu­ra­les hoy cono­ci­das como «reci­pro­ci­dad andi­na», así como pode­mos enten­der tam­bién los inten­tos de res­ta­ble­cer una reci­pro­ci­dad con la natu­ra­le­za y el mun­do cir­cun­dan­te a tra­vés de deter­mi­na­das prác­ti­cas ritua­les y mági­cas […] una prác­ti­ca o sím­bo­lo que per­dió sig­ni­fi­ca­ción eco­nó­mi­ca, pue­de sin embar­go tener algu­na fun­ción en la cohe­sión de un deter­mi­na­do gru­po humano, y por tan­to sobre­vi­vir o ser refun­cio­na­li­za­do en fun­ción de la nue­va estruc­tu­ra eco­nó­mi­ca y social22.

La cuar­ta cita la reser­va­mos para más ade­lan­te; esta ter­ce­ra nos faci­li­ta avan­zar en la vía deja­da abier­ta por Marx y Engels en sus estu­dios sobre la obs­chi­na, sobre la cul­tu­ra arge­li­na y sobre la «demo­cra­cia» del modo de pro­duc­ción ger­má­ni­co. Entre lo escri­to por Marx en 1881 que­re­mos des­ta­car dos car­tas. Una es la que mues­tra su incon­tro­ver­ti­ble con­vic­ción de que la con­quis­ta de dere­chos y liber­ta­des pro­le­ta­rias, es decir, del con­jun­to medi­das socia­les, polí­ti­cas, eco­nó­mi­cas, etc., bási­cas, bue­na par­te de las cua­les aho­ra se deno­mi­na­rían bie­nes comu­nes, solo pue­den con­quis­tar­se pre­sio­nan­do muy dura­men­te a la bur­gue­sía, como se apre­cia en la res­pues­ta a un cono­ci­do que le pre­gun­ta sobre qué polí­ti­ca tie­ne que apli­car un gobierno socialista:

Un gobierno socia­lis­ta no pue­de poner­se a la cabe­za de un país si no exis­ten las con­di­cio­nes nece­sa­rias para que pue­da tomar inme­dia­ta­men­te las medi­das acer­ta­das y asus­tar a la bur­gue­sía lo bas­tan­te para con­quis­tar las pri­me­ras con­di­cio­nes de una vic­to­ria con­se­cuen­te23.

Fijé­mo­nos en que las cur­si­vas son de Marx. Lo hace para remar­car la impor­tan­cia de ate­mo­ri­zar a la bur­gue­sía por­que solo el temor a las leyes de un gobierno socia­lis­ta, apo­ya­do masi­va­men­te por la cla­se obre­ra a la que sir­ve, pue­de obli­gar­le a cum­plir­las y en espe­cial a no orga­ni­zar inten­to­nas gol­pis­tas con­tra­rre­vo­lu­cio­na­rias. En la actua­li­dad, entre esas «medi­das acer­ta­das» des­ta­can todas las refe­ren­tes a expro­piar a la bur­gue­sía las fuer­zas pro­duc­ti­vas fun­da­men­ta­les, des­man­te­lar sus fuer­zas repre­si­vas y crear el ejér­ci­to obre­ro y popu­lar, etc. Esta cer­ti­dum­bre ava­la­da por un estu­dio per­ma­nen­te y crí­ti­co de la his­to­ria, encua­dra la car­ta a su hija Jenny en la que mos­tra­ba su admi­ra­ción por los «héroes» narod­ni­ki —con los que Marx tenía rela­ción casi direc­ta— que eje­cu­ta­ban a zaris­tas y que­rían desa­rro­llar el con­te­ni­do pro­gre­sis­ta de la comu­na rural, y por fin y tras estu­diar con su minu­cio­si­dad habi­tual la his­to­ria rusa, expli­có a Vera Zasu­lich que el desa­rro­llo capi­ta­lis­ta esta­ba des­tru­yen­do des­de den­tro la comu­na cam­pe­si­na al crear una mino­ría más rica que la mayo­ría, ade­más de otras agre­sio­nes del Esta­do, lo que sólo podría dete­ner­se con la revo­lu­ción social:

Si la revo­lu­ción en su tiem­po opor­tuno, si con­cen­tra todas sus fuer­zas para ase­gu­rar el libre desa­rro­llo de la comu­ni­dad rural, esta se eri­gi­rá pron­to en ele­men­to rege­ne­ra­dor de la socie­dad rusa y en ele­men­to de supe­rio­ri­dad sobre los paí­ses sojuz­ga­dos por el régi­men capi­ta­lis­ta24.

¿Cuál era el «ele­men­to rege­ne­ra­dor» y en qué con­sis­tía la «supe­rio­ri­dad» de la comu­na cam­pe­si­na sobre la civi­li­za­ción del capi­tal? Pode­mos ima­gi­nar par­te de la res­pues­ta, en la que nos expla­ya­re­mos en el cuar­to y últi­mo apar­ta­do de este tex­to, recu­rrien­do a otras opi­nio­nes de Marx rea­li­za­das en verano de 1882 en su via­je a Arge­lia, nue­ve meses antes de su muer­te, y que nos la recuer­da N. Kohan: apar­te de admi­rar las for­mas de ves­tir, el por­te natu­ral del «moro más pobre», etc., que supe­ra­ban al más gran­de actor euro­peo, sobre todo «los musul­ma­nes en reali­dad no reco­no­cen subor­di­na­ción; no son suje­tos ni obje­tos admi­nis­tra­ti­vos, no reco­no­cen auto­ri­dad»25.

Otra par­te de la res­pues­ta está en el libro de Engels, de 1884, en don­de, sin mie­dos, lle­ga has­ta el ori­gen de la explo­ta­ción de la mujer y al sur­gi­mien­to de la fami­lia patriar­cal para encon­trar la cau­sa his­tó­ri­ca de la men­ta­li­dad ser­vil y sumi­sa ante la auto­ri­dad. Engels cita a Marx: «La fami­lia moder­na con­tie­ne en ger­men, no solo la escla­vi­tud (ser­vi­tus), sino tam­bién la ser­vi­dum­bre, y des­de el comien­zo mis­mo guar­da rela­ción con las car­gas en la agri­cul­tu­ra. Encie­rra, in minia­tu­re, todos los anta­go­nis­mos que se desa­rro­llan más ade­lan­te en la socie­dad y en su Esta­do»26. Engels, avan­zan­do en el pro­ce­so de esci­sión social, escribe:

Según Táci­to, en todas par­tes exis­tía el con­se­jo de los jefes (prín­ci­pes) que deci­día en los asun­tos menos gra­ves y pre­pa­ra­ba lo más impor­tan­tes para pre­sen­tar­los a la vota­ción de la asam­blea del pue­blo […] Los jefes mili­ta­res eran ele­gi­dos sin aten­der a su ori­gen, úni­ca­men­te según su capa­ci­dad. Tenían esca­so poder y debían influir con el ejem­plo. Táci­to atri­bu­ye expre­sa­men­te el poder dis­ci­pli­na­rio en el ejér­ci­to a los sacer­do­tes. El ver­da­de­ro poder per­te­ne­cía a la asam­blea del pue­blo. El rey o jefe de la tri­bu pre­si­de; el pue­blo deci­de que «no» con mur­mu­llos y que «sí» con acla­ma­cio­nes y hacien­do rui­do con las armas. La asam­blea popu­lar es tam­bién tri­bu­nal de jus­ti­cia; aquí son pre­sen­ta­das las deman­das y resuel­tas las que­re­llas, aquí se dic­ta la pena de muer­te, pero con esta solo se cas­ti­ga la cobar­día, la trai­ción con­tra el pue­blo y los vicios anti­na­tu­ra­les27.

Y en el muy actual capí­tu­lo sobre bar­ba­rie y civi­li­za­ción, escribe:

El esta­dio de la pro­duc­ción de mer­can­cías, con el que comien­za la civi­li­za­ción, se dis­tin­gue des­de el pun­to de vis­ta eco­nó­mi­co por la intro­duc­ción: 1) de la mone­da metá­li­ca, y con ella del capi­tal en dine­ro, del inte­rés y de la usu­ra; 2) de los mer­ca­de­res, como cla­se inter­me­dia­ria entre los pro­duc­to­res; 3) de la pro­pie­dad pri­va­da de la tie­rra y de la hipo­te­ca; y 4) del tra­ba­jo de los escla­vos como for­ma domi­nan­te de la pro­duc­ción. La for­ma de fami­lia que corres­pon­de a la civi­li­za­ción y ven­ce defi­ni­ti­va­men­te con ella es la mono­ga­mia, la supre­ma­cía del hom­bre sobre la mujer, y la fami­lia indi­vi­dual como uni­dad eco­nó­mi­ca de la socie­dad. La fuer­za cohe­si­va de la socie­dad civi­li­za­da la cons­ti­tu­ye el Esta­do que, en todos los perío­dos típi­cos, es exclu­si­va­men­te el Esta­do de la cla­se domi­nan­te y, en todos los casos, una máqui­na esen­cial­men­te des­ti­na­da a repri­mir a la cla­se opri­mi­da y explo­ta­da28.

  1. K. Marx: «Los Deba­tes sobre la Ley acer­ca del Robo de Leña», En Defen­sa de la liber­tad, Los artícu­los de la Gace­ta Rena­na 1842 – 1843, Fer­nan­do Torres Edi­tor, Valen­cia 1983, p. 215.
  2. K. Marx: For­ma­cio­nes eco­nó­mi­cas pre­ca­pi­ta­lis­tas, Talle­res Grá­fi­cos, Madrid 1967, p. 140.
  3. K. Marx: El Capi­tal, FCE, Méxi­co 1973, libro III, p. 322.
  4. K. Marx: Idem., p. 720.
  5. K. Marx: La nacio­na­li­za­ción de la tie­rra, Obras esco­gi­das, Pro­gre­so, Mos­cú 1978, tomo II, pp. 305 – 306.
  6. F. Engels: Car­ta a A. Bebel. 18 – 28 de mar­zo de 1875, Obras esco­gi­das, Pro­gre­so, Mos­cú 1978, tomo III. p. 32.
  7. K. Marx: «Car­ta a Sor­ge», octu­bre de 1877, Corres­pon­den­cia, Car­ta­go, Argen­ti­na, 1973, p. 286.
  8. Rena­to Levre­ro: Nación, metró­po­li y colo­nias en Marx y Engels, Ana­gra­ma, Bar­ce­lo­na 1975, pp. 86 – 87.
  9. Nés­tor Kohan: «El taller de inves­ti­ga­ción de Karl Marx», Comu­ni­dad, nacio­na­lis­mos y capi­tal, op. cit., p. LX.
  10. Nés­tor Kohan: Idem., pp. LXI-LXVI.
  11. Nés­tor Kohan: Idem., p. LXVII.
  12. Álva­ro Gar­cía Line­ra: «Intro­duc­ción», «Cri­ti­ca a List (1844−45)», Comu­ni­dad, nacio­na­lis­mos y capi­tal, op. cit., p. 5.
  13. Javo Ferrei­ra: Comu­ni­dad, indi­ge­nis­mo y mar­xis­mo, Pala­bra Obre­ra, Boli­via, 2010, p. 34.
  14. Álva­ro Gar­cía Line­ra: «Intro­duc­ción», «Cri­ti­ca a List (1844−45)», Comu­ni­dad, nacio­na­lis­mos y capi­tal, op. cit., p. 8.
  15. Álva­ro Gar­cía Line­ra: Idem.
  16. R.A. Pad­gug: «Cla­ses y socie­dad en la Gre­cia clá­si­ca», El mar­xis­mo y los estu­dios clá­si­cos, AA.VV., Akal, Madrid 1981, p. 75.
  17. V. Mas­son: La épo­ca de las pri­me­ras civi­li­za­cio­nes, AC de la URSS, Mos­cú 1987, nº 3, pp. 145 – 147.
  18. Ser­gio Gue­rra Vila­boy: Bre­ve his­to­ria de Amé­ri­ca Lati­na, Cien­cias Socia­les, La Haba­na 2006, p. 19.
  19. Javo Ferrei­ra: Comu­ni­dad, indi­ge­nis­mo y mar­xis­mo, op. cit., p. 72.
  20. Javo Ferrei­ra: Idem., p. 74.
  21. Javo Ferrei­ra: Idem., p. 92.
  22. Javo Ferrei­ra: Idem., pp. 119 – 120.
  23. K. Marx: «Car­ta a Dome­la Nieu­wenhuy de 22 de febre­ro de 1881», La insu­rrec­ción arma­da, Boltxe libu­ruak, Bil­bao 2013, p. 36.
  24. K. Marx: Pro­yec­to de res­pues­ta a la car­ta de Vera Zasu­lich, Obras esco­gi­das, Pro­gre­so, Mos­cú 1978, tomo III, p. 170.
  25. Nés­tor Kohan: «El taller de inves­ti­ga­ción de Karl Marx», Comu­ni­dad, nacio­na­lis­mos y capi­tal, op. cit., p. LX.
  26. F. Engels: El ori­gen de la fami­lia, la pro­pie­dad pri­va­da y el Esta­do, Obras esco­gi­das, Pro­gre­so, Mos­cú 1978, tomo III, pp. 246 – 247.
  27. F. Engels: Idem., pp. 321 – 322.
  28. F. Engels: Idem., p. 350.

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