Cómo Esta­dos Uni­dos for­mó una izquier­da a su medida

Con el fin de opo­ner­se a la Unión Sovié­ti­ca, al socia­lis­mo y al comu­nis­mo, el Gobierno de Esta­dos Uni­dos recu­rrió en gran medi­da a armas ideo­ló­gi­cas encu­bier­tas, finan­cian­do una izquier­da «salu­da­ble» para el res­guar­do de los intere­ses del capi­ta­lis­mo en el mundo.

Un tema bien docu­men­ta­do que hace poco fue toca­do por el perio­dis­ta Ben­ja­mim Nor­ton con el fin de resal­tar que la inter­ven­ción de Washing­ton ha sido una cues­tión cla­ve en las divi­sio­nes de la izquier­da occi­den­tal, lo que ha cau­sa­do que gru­pos supues­ta­men­te afi­lia­dos a las ideas pri­mi­ge­nias del socia­lis­mo se opon­gan al anti­im­pe­ria­lis­mo o, de for­ma abier­ta, apo­yen las polí­ti­cas imperiales.

Acu­dir y finan­ciar a la «izquier­da no comunista»

En la pri­me­ra mitad del siglo XX, des­pués de las dos gue­rras mun­dia­les y tras hacer­se evi­den­te el éxi­to de la Revo­lu­ción Rusa y los logros de la cons­truc­ción del socia­lis­mo en la Unión Sovié­ti­ca, muchos inte­lec­tua­les esta­dou­ni­den­ses y euro­peos se incli­na­ron hacia las teo­rías socia­lis­tas y el comu­nis­mo de Marx, Engels, Lenin y Sta­lin, y la influen­cia del libe­ra­lis­mo de dere­cha fue dis­mi­nu­yen­do. Esta situa­ción cau­só alar­ma en los gru­pos de poder en los paí­ses occi­den­ta­les que diri­gían el rum­bo del capi­ta­lis­mo, espe­cial­men­te en Esta­dos Unidos.

Cul­mi­na­da la Segun­da Gue­rra Mun­dial, la vis­ta fue pues­ta en el comu­nis­mo como el enemi­go núme­ro uno de Occi­den­te e ini­ció la Gue­rra Fría. El Gobierno esta­dou­ni­den­se y las agen­cias de inte­li­gen­cia com­pren­die­ron que la mejor for­ma de com­ba­tir a los comu­nis­tas era reclu­tan­do a per­so­nas des­con­ten­tas con el pro­yec­to, pero que siguie­ran pro­fe­san­do afi­ni­dad con los idea­les de izquier­da. Esto per­mi­tía dar la ima­gen de que la opo­si­ción al comu­nis­mo no solo era expre­sa­da por reaccionarios.

La estra­te­gia de apo­yar­se en «izquier­dis­tas no comu­nis­tas» se trans­for­mó en un recur­so fun­da­men­tal de las ope­ra­cio­nes polí­ti­cas anti­co­mu­nis­tas de la segun­da mitad del siglo XX.

Todos los cami­nos con­du­cen al Gobierno estadounidense

Ben Nor­ton men­cio­na casos pun­tua­les y de mucha influen­cia que resul­ta­ron de las ope­ra­cio­nes encu­bier­tas de Washing­ton para per­ju­di­car el desa­rro­llo de un blo­que que enfren­ta­ra al capi­ta­lis­mo. Entre ellos esta­ba Her­bert Mar­cu­se, un inte­lec­tual fran­cés que se ganó el títu­lo de «padrino de la nue­va izquier­da», una que no era ame­na­za para las cor­po­ra­cio­nes y sus pla­nes a nivel internacional.

La razón por la que Mar­cu­se se hizo famo­so fue por­que tra­ba­ja­ba para la Ofi­ci­na de Ser­vi­cios Estra­té­gi­cos (OSS, sus siglas en inglés), que es la orga­ni­za­ción que pre­ce­dió a la CIA. Ori­gi­nal­men­te, el autor fue con­tra­ta­do por los ser­vi­cios de inte­li­gen­cia esta­dou­ni­den­ses para inves­ti­gar sobre el nazis­mo en Ale­ma­nia, pero des­pués de la Segun­da Gue­rra Mun­dial con­ti­nuó tra­ba­jan­do para ellos en inves­ti­ga­cio­nes con­tra la Unión Sovié­ti­ca. De acuer­do a la inves­ti­ga­ción de Nor­ton, sus «crí­ti­cas» hacia las polí­ti­cas sovié­ti­cas fue­ron finan­cia­das por el Gobierno esta­dou­ni­den­se. De hecho, uno de los libros más cono­ci­dos de Mar­cu­se, Soviet Mar­xism, estu­vo basa­do en una inves­ti­ga­ción finan­cia­da por la OSS y el Depar­ta­men­to de Estado.

Nor­ton tam­bién men­cio­na a Carl Gersh­man como otra de las figu­ras que expo­nen la inter­ven­ción del Gobierno esta­dou­ni­den­se en las divi­sio­nes de la izquier­da occi­den­tal. Gersh­man fue líder del Social Demo­crats, USA (SDUSA), un par­ti­do que nació de la sepa­ra­ción del Par­ti­do Socia­lis­ta de Amé­ri­ca (SPA), y des­pués estu­vo a car­go de la pre­si­den­cia de la NED des­de su fun­da­ción has­ta 2021.

La gue­rra cul­tu­ral y algu­nos de sus productos

Entre el 25 y 29 de abril de 1966,The New York Times publi­có una serie de artícu­los reve­lan­do que, duran­te más de 15 años, la CIA había finan­cia­do dece­nas de revis­tas cul­tu­ra­les en todo el mun­do, crean­do una pode­ro­sa red de influen­cia sobre la izquier­da. En el cen­tro de este tra­ba­jo esta­ba el lla­ma­do Con­gre­so por la Liber­tad de la Cul­tu­ra (CCF, sus siglas en inglés), fun­da­do en 1950.

El sis­te­ma crea­do por la CIA le per­mi­tió finan­ciar un gran núme­ro de pro­yec­tos encu­bier­tos. En su apo­geo, el Con­gre­so por la Liber­tad de la Cul­tu­ra tenía bases en 35 paí­ses, todas las capi­ta­les euro­peas, así como en Japón, Amé­ri­ca Lati­na, India, Aus­tra­lia, Fili­pi­nas, entre otros.

En su libro La CIA y la gue­rra fría cul­tu­ral (1999), la his­to­ria­do­ra bri­tá­ni­ca Fran­ces Sto­nor Saun­ders seña­la que «hubo muy pocos escri­to­res, poe­tas, artis­tas, his­to­ria­do­res, aca­dé­mi­cos o crí­ti­cos en la Euro­pa de la pos­gue­rra cuyos nom­bres no estu­vie­ran rela­cio­na­dos de algu­na mane­ra con esta empre­sa secreta».

La «gue­rra cul­tu­ral» des­ata­da por la CIA tenía un obje­ti­vo a gran esca­la: ale­jar a los inte­lec­tua­les euro­peos de la sim­pa­tía por la Unión Sovié­ti­ca e impo­ner los valo­res cul­tu­ra­les esta­dou­ni­den­ses en el mun­do. Los prin­ci­pa­les teó­ri­cos de este movi­mien­to, James Burnham e Irving Kris­tol, tra­ba­ja­ron des­pués en la con­for­ma­ción del neo­co­ser­va­du­ris­mo, ver­tien­te polí­ti­ca en la que se apo­yan los polí­ti­cos esta­dou­ni­den­ses que pro­pug­nan la gue­rra para la solu­ción de los con­flic­tos inter­na­cio­na­les, basa­do en la ideo­lo­gía supre­ma­cis­ta de que Esta­dos Uni­dos es una «nación indispensable».

Al foro fun­da­cio­nal del Con­gre­so, cele­bra­do en Ber­lín Occi­den­tal en 1950, asis­tie­ron los prin­ci­pa­les escri­to­res, filó­so­fos, crí­ti­cos e his­to­ria­do­res de Occi­den­te en la épo­ca pos­te­rior a las gue­rras mun­dia­les: Karl Jas­pers, John Dewey, Ber­trand Rus­sell, Bene­det­to Cro­ce y Arthur Schle­sin­ger Jr., por men­cio­nar algunos.

La efi­caz labor del CCF en la crea­ción y el patro­ci­nio de revis­tas lite­ra­rias y polí­ti­cas pres­ti­gio­sas con­vir­tió a la CIA en un actor cla­ve en la for­ma­ción ideo­ló­gi­ca de la gen­te. Entre ellas se encon­tra­ban The New Lea­der (EE.UU.), Par­ti­san Review (EE.UU.), Paris Review (Fran­cia), Der Monat (Ale­ma­nia), Mun­do Nue­vo (Lati­noa­mé­ri­ca) y muchas otras publi­ca­cio­nes que se con­si­de­ra­ban pun­tos de refe­ren­cia de opi­nión y crí­ti­ca de la izquier­da occidental.

En el pre­sen­te, las mis­mas per­so­nas polí­ti­cas y el mis­mo ori­gen dine­ra­rio uti­li­zan exac­ta­men­te los mis­mos méto­dos para lograr resul­ta­dos simi­la­res en la pro­mo­ción de una izquier­da útil, ya sea en el aspec­to inter­na­cio­nal, con inte­lec­tua­les que con­ve­nien­te­men­te se vuel­ven «anti­gue­rra» cuan­do se tra­ta de la ope­ra­ción de des­na­zi­fi­ca­ción lle­va­da a cabo por Rusia en Ucra­nia y seña­la de «auto­ri­ta­ris­mo» a Chi­na cuan­do esta toma medi­das para pro­te­ger­se en medio de pro­ba­das ame­na­zas de armas bio­ló­gi­cas; o a nivel de la región lati­no­ame­ri­ca­na, con gru­pos «des­ilu­sio­na­dos» de Gobier­nos en paí­ses como Cuba, Nica­ra­gua y Vene­zue­la, que ter­mi­nan cola­bo­ran­do, sabién­do­lo o no, con el impe­ria­lis­mo lide­ra­do por Esta­dos Unidos.

Sin embar­go, el com­po­nen­te ideo­ló­gi­co es el que ha pre­va­le­ci­do en el tiem­po, cuan­do el dine­ro no es nece­sa­rio para com­prar con­cien­cias. Es noto­rio, como el caso de la izquier­da espa­ño­la, que no hace fal­ta des­em­bol­sar gran­des can­ti­da­des de dine­ro para poner a inte­lec­tua­les y crea­do­res a la orden de la agen­da OTAN. Pues tam­bién la bana­li­dad y la ato­mi­za­ción inte­lec­tual en el cam­po de las ideas, la for­ma­ción y la infor­ma­ción, así como las ope­ra­cio­nes psi­co­ló­gi­cas a gran esca­la, han dado en el blan­co de las posi­cio­nes de muchos que jus­ti­fi­can la volun­tad anglo­im­pe­rial por sobre la for­ma­ción de un mun­do mul­ti­po­lar y la dignidad.

Misión Ver­dad

27 de abril de 2022

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