Encu­bri­do­res de la tor­tu­ra- Xabier Makazaga

«Te han cogi­do por la noche inde­fen­so, te han lle­va­do sin que nadie lo sepa». Así empe­za­ba la tan­tas veces repe­ti­da can­ción La Tor­tu­ra, de La Polla Records. Una can­ción que habla­ba de «bañe­ra y elec­tro­dos, las hos­tias, la bol­sa en la cabe­za…», y ter­mi­na­ba advir­tien­do que «si lo denun­cias, serás denun­cia­do por calumniador».

Es lo que reco­men­da­ba hacer el famo­so plan ZEN y así lo han hecho en múl­ti­ples oca­sio­nes, pre­sen­tan­do que­re­llas no sólo con­tra las per­so­nas que han denun­cia­do tor­tu­ras sino tam­bién con­tra quie­nes han difun­di­do dichas denun­cias; en espe­cial, con­tra los abo­ga­dos de los denun­cian­tes, con lo que envían un men­sa­je bien cla­ro: denun­ciar tor­tu­ras pue­de resul­tar muy caro… has­ta para los abogados.

A raíz de esas que­re­llas, hace cua­tro años juz­ga­ron al abo­ga­do Aiert Larrar­te, por dar a cono­cer en una rue­da de pren­sa la denun­cia de tor­tu­ras de un dete­ni­do por la Guar­dia Civil. Resul­tó absuel­to. Sin embar­go, Alfon­so Zenon, que hizo poco des­pués, en otro caso de tor­tu­ras, lo mis­mo que había hecho Larrar­te, aca­ba de ser condenado.

Zenon no hizo sino reite­rar la denun­cia de sus defen­di­dos, nue­ve dete­ni­dos por la Ertzain­tza a fina­les de enero del 2010 en Onda­rroa y sus alre­de­do­res. Lo hizo en una rue­da de pren­sa, don­de res­pon­sa­bi­li­zó de las tor­tu­ras al enton­ces Con­se­je­ro del Inte­rior Rodol­fo Ares. Éste se que­re­lló con­tra el abo­ga­do, al que acu­só de men­tir «de una mane­ra des­ca­ra­da», y se ini­ció un pro­ce­so por calumnias.
En el jui­cio, Ares vol­vió a afir­mar que las denun­cias de tor­tu­ras de los dete­ni­dos eran com­ple­ta­men­te fal­sas. Así lo recal­có, pero no fue capaz de expli­car por qué, enton­ces, su Depar­ta­men­to se negó a mos­trar al Arar­te­ko las gra­ba­cio­nes de los dete­ni­dos inco­mu­ni­ca­dos que, según Inte­rior, pro­ba­ban la fal­se­dad de las denuncias.

Cuan­do pusie­ron esas gra­ba­cio­nes como prue­ba feha­cien­te de que los dete­ni­dos no habían sido mal­tra­ta­dos, lo hicie­ron sin duda pen­san­do que nin­gu­na ins­tan­cia judi­cial las soli­ci­ta­ría, por­que nun­ca lo habían hecho has­ta enton­ces. Se equi­vo­ca­ron de plano. Las soli­ci­tó no sólo el Arar­te­ko sino tam­bién una juez de ins­truc­ción de Duran­go y, tan­to en un caso como en el otro, no pudie­ron ofre­cer sino vanas excu­sas para no mostrarlas.

El pri­me­ro en soli­ci­tar­las fue el Arar­te­ko, que dic­tó una dura reso­lu­ción al res­pec­to, denun­cian­do que le nega­ron el visio­na­do de las gra­ba­cio­nes sin razón váli­da algu­na. Más tar­de, vol­vió a soli­ci­tar las gra­ba­cio­nes y enton­ces le dije­ron que «se había sobre­pa­sa­do ya el pla­zo míni­mo de con­ser­va­ción [de tres meses] y el mate­rial gra­ba­do había sido destruido».

Aho­ra bien, en su Infor­me del año 2006, el Arar­te­ko reco­gió una res­pues­ta del Depar­ta­men­to de Inte­rior según la cual, «cuan­do exis­te sos­pe­cha, que­ja o denun­cia», los ertzai­nas rea­li­za­ban una copia de las gra­ba­cio­nes, «que se con­ser­va mien­tras dura la inves­ti­ga­ción corres­pon­dien­te». Por lo tan­to, en el caso de los nue­ve dete­ni­dos de Onda­rroa y sus alre­de­do­res debe­rían haber hecho una copia, por­que sobra­ban las razo­nes para ello: denun­cias de los dete­ni­dos y su abo­ga­do, que­re­lla de Ares, inves­ti­ga­ción del Ararteko…

Ade­más, en su Infor­me del año 2010, este últi­mo recor­dó que en oca­sio­nes ante­rio­res le habían dicho que «las copias de las gra­ba­cio­nes se alma­ce­nan sin tiem­po lími­te», y su equi­po había visio­na­do unas sin nin­gu­na impor­tan­cia guar­da­das duran­te lar­go tiem­po. Por eso, denun­ció que le pare­cía «espe­cial­men­te preo­cu­pan­te» que, en el caso men­cio­na­do, se hubie­sen des­trui­do sin tener en cuen­ta «nues­tro inte­rés explí­ci­to y reite­ra­do en cono­cer el con­te­ni­do de las gra­ba­cio­nes y la pro­pia per­vi­ven­cia de los pro­ce­di­mien­tos pena­les deri­va­dos de las detenciones».

Alfon­so Zenon tam­bién pidió reite­ra­da­men­te que mos­tra­ran dichas gra­ba­cio­nes, y varios orga­nis­mos popu­la­res hicie­ron otro tan­to, insis­tien­do en que así se podría com­pro­bar si las denun­cias de tor­tu­ras eran fal­sas o ver­da­de­ras. En esos casos, ni se dig­na­ron en contestar.

A quien sí tuvie­ron que res­pon­der fue a la juez de Duran­go que soli­ci­tó las gra­ba­cio­nes de una de las dete­ni­das, Urtza Alkor­ta, pro­ta­go­nis­ta el año pasa­do de una espec­ta­cu­lar acción. Cen­te­na­res de per­so­nas for­ma­ron una mura­lla huma­na en un puen­te de Onda­rroa e impi­die­ron duran­te cin­co días que Urtza vol­vie­se a ser dete­ni­da por la Ertzaintza.

A la juez de Duran­go le res­pon­die­ron que no exis­tían esas gra­ba­cio­nes que deman­da­ba y ésta, sin pedir expli­ca­ción algu­na al res­pec­to, se limi­tó a trans­fe­rir el caso a otro juz­ga­do. Al final, como de cos­tum­bre, aca­bó archi­va­do. Otro tan­to suce­dió con el res­to de denun­cias de tor­tu­ras. No pros­pe­ró ni una sola de ellas.

Nóte­se que a nin­gún otro juez le pare­ció en abso­lu­to nece­sa­rio pedir a la Ertzain­tza aque­llas gra­ba­cio­nes que adu­je­ron pro­ba­ban la fal­se­dad de las denun­cias. Y mucho menos pidie­ron expli­ca­cio­nes sobre su más que sos­pe­cho­so borra­do. La (in)Justicia espa­ño­la que­dó así, una vez más, en suma evidencia.
Mien­tras tan­to, la que­re­lla pre­sen­ta­da por Rodo­fo Ares con­tra Alfon­so Zenon no sólo no fue archi­va­da, como las denun­cias de tor­tu­ras, sino que ha ter­mi­na­do en una con­de­na con­tra el abo­ga­do. He ahí otro reve­la­dor ejem­plo de cómo actúa la (in)Justicia espa­ño­la ante la tor­tu­ra. Per­si­gue a quie­nes denun­cian la prác­ti­ca de la tor­tu­ra, no a quie­nes la per­pe­tran y a sus encu­bri­do­res, con lo que se con­vier­te a su vez en encu­bri­do­ra de la tortura.

¡¿Has­ta cuándo?!

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