A diez años de su crea­ción ¿quién recuer­da el Muro de apartheid israe­lí?- Palestinalibre

El Muro en el check­point de Qalan­di­ya (entra­da nor­te a Jeru­sa­lén) duran­te Rama­dán (Acti­ves­tills).

“A fines de 2002 me encon­tré mar­chan­do por las calles de A‑Ram, un pue­blo pales­tino cer­ca de Jeru­sa­lén. La pro­tes­ta era con­tra los pla­nes de cons­truir un muro en el cora­zón del pue­blo; cuan­do los acti­vis­tas loca­les me mos­tra­ron el plano del tra­za­do, yo inge­nua­men­te pen­sé que debía haber un error. Miran­do alre­de­dor veía un pue­blo como cual­quier otro, con casas, comer­cios, ofi­ci­nas y escue­las a ambos lados de la calle prin­ci­pal. ¿Cómo podía ser que un muro fue­ra a cons­truir­se en medio de ellas y cor­tar al pue­blo por la mitad? (…) Diez años des­pués, un muro de cemen­to de 8 metros de altu­ra divi­de a A‑Ram en dos. Cami­nan­do a lo lar­go del muro –por la mis­ma calle prin­ci­pal- aho­ra sólo se pue­de ver la mitad de las casas, de los comer­cios, de las ofi­ci­nas y escue­las que se veía antes. El pue­blo, al igual que las vidas de sus miles de habi­tan­tes, que­dó par­ti­do en dos”. (Hag­gai Matar, acti­vis­ta israe­lí). (1)

El Muro cer­ca de Al-Walla­jah. Jeru­sa­lén al fon­do (Oren Ziv, Activestills)

Obje­ti­vo: “La mayor can­ti­dad de terri­to­rio pales­tino posi­ble, con la menor can­ti­dad de pobla­ción pales­ti­na posible”

Hace exac­ta­men­te diez años Israel comen­zó a cons­truir una barre­ra de sepa­ra­ción (2)entre su terri­to­rio y los terri­to­rios pales­ti­nos que ocu­pa. El argu­men­to esgri­mi­do fue –como siem­pre- la segu­ri­dad. No pare­cía difí­cil jus­ti­fi­car esa deci­sión ante el mun­do: 2002 fue el año más cruen­to de la segun­da Inti­fa­da, que había empe­za­do con mani­fes­ta­cio­nes masi­vas repri­mi­das san­gui­na­ria­men­te por Israel y con­ti­nuó con una esca­la­da de aten­ta­dos sui­ci­das palestinos.

Tie­rras de Budrus roba­das por la cer­ca elec­tró­ni­ca; detrás, Tel Aviv (Ruth Edmonds)

Sin embar­go, los datos cru­dos del Muro per­mi­ten fácil­men­te infe­rir cuál era la ver­da­de­ra inten­ción detrás de la ini­cia­ti­va: la ane­xión y frag­men­ta­ción del terri­to­rio pales­tino, que ‑al igual que la cons­truc­ción de colo­nias judías- bus­ca crear hechos con­su­ma­dos y hacer impo­si­ble la exis­ten­cia de un esta­do pales­tino soberano.

En efec­to, 85% del Muro está cons­trui­do den­tro del terri­to­rio de Cis­jor­da­nia, y sólo 15% sigue la Línea Ver­de (fron­te­ra reco­no­ci­da des­de el armis­ti­cio de 1949 que des­po­jó a los pales­ti­nos del 78% de su terri­to­rio). Su sinuo­sa y arbi­tra­ria ruta, que tie­ne más del doble de exten­sión que la Línea Ver­de, está tra­za­da para dejar del lado israe­lí los prin­ci­pa­les blo­ques de colo­nias judías (ile­ga­les según el Dere­cho Inter­na­cio­nal). Cuan­do esté ter­mi­na­do, no sólo habrá frag­men­ta­do aun más el terri­to­rio pales­tino (ya redu­ci­do a ban­tus­ta­nes): tam­bién habrá par­ti­do a Cis­jor­da­nia en dos mita­des a la altu­ra de Jerusalén.

La ciu­dad de Qal­qi­li­ya total­men­te rodea­da por el Muro. Com­pa­rar la Línea Ver­de con la ruta del Muro (en rojo). En azul, los blo­ques de colo­nias judías arbi­tra­ria­men­te ‘del lado israe­lí’ (B’Tselem).

Des­de que Ariel Sha­ron anun­ció la cons­truc­ción del Muro, su ruta ofi­cial ha sido cam­bia­da o su cons­truc­ción dete­ni­da en dis­tin­tos perío­dos. En ambos casos, debi­do a la con­tro­ver­sia den­tro de Israel sobre cuán­ta por­ción de terri­to­rio pales­tino se debía ane­xar, o a que las deman­das judi­cia­les de las comu­ni­da­des afec­ta­das lle­va­ron a la Cor­te Supre­ma de Israel a fre­nar la cons­truc­ción mien­tras estu­dia­ba los recla­mos. En casos excep­cio­na­les (los más emble­má­ti­cos: Budrus y Bil’in, por la inclau­di­ca­ble lucha de sus habi­tan­tes) la Cor­te orde­nó que la ruta del Muro fue­ra cam­bia­da para devol­ver­le a las comu­ni­da­des pales­ti­nas una por­ción (nun­ca la tota­li­dad) de la tie­rra robada.

¿Segu­ri­dad o anexión?

El Muro y su ruta tam­bién fue­ron moti­vo de deba­te entre los dis­tin­tos gru­pos de inte­rés en Israel: los colo­nos más extre­mis­tas se opo­nían a su cons­truc­ción por­que sig­ni­fi­ca­ba poner un freno a sus ambi­cio­nes de expan­sión ili­mi­ta­da hacia el terri­to­rio pales­tino. Otros gru­pos vin­cu­la­dos al esta­men­to mili­tar afir­man que al no cons­truir el Muro sobre la Línea Ver­de Israel ha pues­to en peli­gro la segu­ri­dad de sus habi­tan­tes y de las fuer­zas encar­ga­das de cus­to­diar­lo, por prio­ri­zar los intere­ses de un gru­po espe­cí­fi­co (los colo­nos) en detri­men­to de la segu­ri­dad general.

Uno de los pun­tos don­de el Muro se inte­rrum­pe abrup­ta­men­te (Oren Ziv, Activestills).

Es que siguien­do la ruta del Muro uno se encuen­tra con varios luga­res don­de la cons­truc­ción se inte­rrum­pe abrup­ta­men­te y el pasa­je hacia el lado israe­lí es rela­ti­va­men­te fácil. Las razo­nes por las que esos tra­mos no están ter­mi­na­dos son varia­das y en algu­nos casos des­co­no­ci­das: por fal­ta de finan­cia­mien­to, por­que pen­de una reso­lu­ción judi­cial que podría cues­tio­nar su ruta, o por­que la resis­ten­cia pales­ti­na es muy fuer­te y ha atraí­do la aten­ción y con­de­na internacional.

El Muro se con­vier­te en cer­ca elec­tró­ni­ca en algu­nos pun­tos (Oren Ziv, Activestills)

Algu­nos ana­lis­tas afir­man que a Israel no le con­vie­ne con­cluir la cons­truc­ción del Muro, por la mis­ma razón por la que aún no ha defi­ni­do sus fron­te­ras defi­ni­ti­vas (y por eso no tie­ne una Cons­ti­tu­ción): hacer­lo sig­ni­fi­ca­ría renun­ciar al terri­to­rio al este de él y entre­gar­lo a los pales­ti­nos, cuan­do todo el mun­do sabe que para los gobier­nos israe­líes “la tie­rra de Israel” (Eretz Yis­rael) es indi­vi­si­ble entre el Medi­te­rrá­neo y el Jordán.

Más allá de la inten­ción ane­xio­nis­ta, el argu­men­to de segu­ri­dad es débil en sí mis­mo: es ver­dad que los aten­ta­dos sui­ci­das se redu­je­ron has­ta des­apa­re­cer, pero fun­da­men­tal­men­te por­que hubo una deci­sión polí­ti­ca de la resis­ten­cia pales­ti­na de poner­les fin y ele­gir otras estra­te­gias. De hecho todos los días unos 60.000 pales­ti­nos entran a tra­ba­jar en Israel (sólo la mitad con per­mi­so legal).

Entran­do sin per­mi­so a Jeru­sa­lén en el últi­mo Rama­dán (Acti­ves­tills).

Un ejem­plo recien­te fue el pasa­do mes de Rama­dán: por pri­me­ra vez se libe­ra­li­zó el acce­so a Jeru­sa­lén, y se cal­cu­la que unas 300.000 per­so­nas de Cis­jor­da­nia entra­ron en Israel –y has­ta fue­ron a la pla­ya en Tel Aviv, muchas por pri­me­ra vez en su vida. Inclu­so miles de hom­bres jóve­nes que no obtu­vie­ron per­mi­so igual tre­pa­ron el Muro y entra­ron ile­gal­men­te sin que se regis­tra­ra un solo inci­den­te de vio­len­cia, dan­do la razón a lo que orga­nis­mos de dere­chos huma­nos vie­nen sos­te­nien­do des­de hace años: some­ter a todo un pue­blo al cas­ti­go colec­ti­vo por las accio­nes de un puña­do de per­so­nas es una polí­ti­ca injus­ti­fi­ca­da, inhu­ma­na y racis­ta –ade­más de un cri­men de gue­rra, según el IV Con­ve­nio de Ginebra.

Impac­tos catastróficos

Los datos apor­ta­dos por la Ofi­ci­na para la Coor­di­na­ción de Asun­tos Huma­ni­ta­rios de la ONU (OCHA oPt) sobre los impac­tos del Muro son tan elo­cuen­tes como dramáticos:

Tra­ba­ja­do­res pales­ti­nos en el check­point de Qalan­di­ya (entra­da nor­te a Jeru­sa­lén). Foto: M.Delgado.

- La pobla­ción pales­ti­na de Cis­jor­da­nia no tie­ne acce­so a Jeru­sa­lén. Sólo quie­nes con­si­guen per­mi­sos espe­cia­les pue­den entrar a tra­vés de uno de los 4 check­points que la rodean. Los autos con matrí­cu­la de Cis­jor­da­nia tie­nen prohi­bi­do cir­cu­lar por Jeru­sa­lén; esto inclu­ye a las ambu­lan­cias pales­ti­nas, que al lle­gar al check­point deben tras­la­dar al pacien­te –sin impor­tar su gra­ve­dad- a una ambu­lan­cia israe­lí (si el enfer­mo tie­ne per­mi­so para entrar). Eso expli­ca por qué muchas per­so­nas han muer­to y dece­nas de pales­ti­nas han dado a luz en los check­points israelíes.

- Den­tro de Jeru­sa­lén Este, el Muro ha deja­do ‘fue­ra de la ciu­dad’ a muchos barrios, subur­bios y aldeas del área metro­po­li­ta­na. Las fami­lias que­da­ron sepa­ra­das, y la pobla­ción resi­den­te fue­ra del Muro per­dió el acce­so a sus hos­pi­ta­les, escue­las, uni­ver­si­da­des, mez­qui­tas y cen­tros de la vida eco­nó­mi­ca, social y cul­tu­ral. Estas áreas ago­ni­zan en una tie­rra de nadie, sin ser­vi­cios muni­ci­pa­les ni urba­nos, sin segu­ri­dad ni auto­ri­da­des, y a mer­ced de la cre­cien­te criminalidad.

El Muro en cons­truc­ción, cor­tan­do pue­blos y aldeas por la mitad. En Walla­jah (Oren Ziv, Activestills).

- En Cis­jor­da­nia, las 7.500 per­so­nas que han que­da­do ‘atra­pa­das’ entre el Muro y la Línea Ver­de (en la zona cono­ci­da como “de cos­tu­ra”) nece­si­tan un per­mi­so espe­cial para vivir en sus pro­pios hoga­res, sólo pue­den salir a tra­vés de un check­point, y no pue­den reci­bir visi­tas. Esto ha tras­tor­na­do su acce­so a los luga­res de tra­ba­jo y estu­dio, su vida social y fami­liar, así como la pro­vi­sión de ser­vi­cios a estas comu­ni­da­des (ambu­lan­cias, bom­be­ros, pro­vee­do­res de ali­men­tos y com­bus­ti­ble, etc.). Cuan­do el Muro esté con­clui­do, 23.000 per­so­nas más esta­rán en esa situación.

“Vivi­mos en algo que es par­te cár­cel, par­te infierno. Nues­tra aldea es peque­ña, sólo 500 per­so­nas, y no tie­ne hos­pi­tal ni clí­ni­ca ni escue­la ni comer­cios o fuen­tes de tra­ba­jo, así que todo requie­re cru­zar el check­point. Pero hacer­lo pue­de tomar una hora como míni­mo. Vol­vien­do en auto, tie­nes que vaciar com­ple­ta­men­te tu vehícu­lo, pasar cada míni­mo obje­to a tra­vés de un máqui­na de rayos X; lue­go el auto es revi­sa­do manual­men­te, lue­go un perro lo olfa­tea todo, y lue­go de cual­quier líqui­do que trai­gas (inclu­so agua o acei­te) toman una mues­tra para ana­li­zar en el labo­ra­to­rio. Así es mi regre­so a casa cada día” (Qasab Sha’ur, resi­den­te de A‑Ramadin).

- 150 comu­ni­da­des cuyas tie­rras han que­da­do del otro lado del Muro deben obte­ner per­mi­so “de visi­tan­te” para acce­der a ellas a tra­vés de “por­to­nes agrí­co­las” (con­tro­la­dos por sol­da­dos), que en su mayo­ría abren sólo seis sema­nas al año duran­te la cose­cha de oli­vo, y por un perío­do limi­ta­do de horas al día.

Cam­pe­si­nos de Jay­yus en el checkpoint/​portón agrí­co­la para entrar a su tie­rra (M. Delgado).

- Duran­te la cose­cha de 2011, el 42% de las soli­ci­tu­des de per­mi­so fue­ron recha­za­das, ale­gan­do “razo­nes de segu­ri­dad” o “fal­ta de cone­xión con la tie­rra”. Las cifras de OCHA mues­tran una caí­da sis­te­má­ti­ca de la can­ti­dad de per­mi­sos otor­ga­dos cada año. La Ofi­ci­na de Nacio­nes Uni­das de Regis­tro de Daños (UNRoD) ha reci­bi­do has­ta la fecha más de 26.000 que­jas por daño mate­rial cau­sa­do por la cons­truc­ción del Muro sólo en el nor­te de Cis­jor­da­nia (Hag­gai Matar).

- Como resul­ta­do de estas res­tric­cio­nes, los agri­cul­to­res han teni­do que aban­do­nar la pro­duc­ción más ren­ta­ble y cam­biar a gra­nos de esca­so valor que requie­ren menos cui­da­dos (con las con­si­guien­tes pér­di­das eco­nó­mi­cas). Muchos han teni­do que aban­do­nar total­men­te sus tie­rras, y el esta­do israe­lí se las ha entre­ga­do a las colo­nias judías ‑reve­lan­do así el ver­da­de­ro pro­pó­si­to de esta política.

- El Muro hizo que dece­nas de miles de pales­ti­nos per­die­ran su tra­ba­jo en Israel. Con una eco­no­mía estran­gu­la­da, el alto des­em­pleo les obli­ga aún hoy a bus­car esa opción, ya sea espe­ran­do horas en un check­point a las 4 AM (si tie­nen per­mi­so) o tre­pan­do el Muro clan­des­ti­na­men­te y arries­gan­do ser heri­dos, arres­ta­dos o inclu­so per­der la vida a manos de la poli­cía mili­ta­ri­za­da. (3)

“Aho­ra sólo pode­mos pasar a tra­vés de este cue­llo de bote­lla del check­point. Sig­ni­fi­ca levan­tar­te a las 3, hacer horas de cola en el check­point y espe­rar que sal­ga el sol. Vuel­ves a casa de noche, duer­mes un poco, y otra vez tie­nes que levan­tar­te. Es como ir y vol­ver a una pri­sión cada día, pero no tene­mos opción”. (Tra­ba­ja­dor pales­tino de Qalqiliya).

Check­point para cru­zar a Israel des­de Tul­ka­rem (Foto M.Delgado).

“Para noso­tros ir a tra­ba­jar es como ir a la gue­rra. Tie­nes que pre­pa­rar­te para ser heri­do, ase­si­na­do o arres­ta­do. Cuan­do sali­mos de casa deci­mos adiós a nues­tros hijos por­que no sabe­mos si vol­ve­re­mos. No hay tra­ba­jo en Cis­jor­da­nia. Yo ten­go que man­te­ner a mis sie­te hijos, mi espo­sa y mi madre. Tra­ba­ja­mos para Israel, cons­trui­mos sus casas. Lo úni­co que espe­ro es que mis hijos ten­gan un futu­ro mejor que el mío”. (Nidal Kawas­ba, 31 años, tra­ba­ja ile­gal en Israel des­de los 15).

Con­de­na inter­na­cio­nal y resis­ten­cia local

En 2004 ‑a pedi­do de la Asam­blea Gene­ral de la ONU- la Cor­te Inter­na­cio­nal de Jus­ti­cia de La Haya emi­tió una opi­nión con­sul­ti­va lapi­da­ria sobre el Muro: afir­mó cate­gó­ri­ca­men­te que –si bien Israel tie­ne dere­cho a pro­te­ger su fron­te­ra- la ruta vio­la el IV Con­ve­nio de Gine­bra, e Israel debe des­man­te­lar el Muro cons­trui­do sobre terri­to­rio pales­tino; y lla­mó a todos los esta­dos de la ONU a tomar medi­das efec­ti­vas para obli­gar­lo a res­pe­tar el dere­cho inter­na­cio­nal. Has­ta hoy Israel recha­za este jui­cio, al igual que muchas otras reso­lu­cio­nes de la ONU.

Mani­fes­ta­ción de muje­res con­tra el Muro en Ni’lin (Acti­ves­tills).

La resis­ten­cia pales­ti­na comen­zó al mis­mo tiem­po que la cons­truc­ción del Muro. Las aldeas que vie­ron cómo de la noche a la maña­na su vida coti­dia­na iba a ser tras­tor­na­da empe­za­ron a mani­fes­tar pací­fi­ca­men­te para sal­var sus oli­vos y sus tie­rras, reci­bien­do el apo­yo de acti­vis­tas israe­líes e inter­na­cio­na­les. Aho­ra se arti­cu­lan en el Comi­té de coor­di­na­ción de la lucha popu­lar y man­tie­nen la resis­ten­cia des­ar­ma­da pese a la bru­tal repre­sión del ejér­ci­to: cien­tos han sido ase­si­na­dos, heri­dos o arres­ta­dos, dece­nas de oli­vos fue­ron incen­dia­dos y de ani­ma­les muer­tos por el gas lacri­mó­geno y la muni­ción israelí.

Gas lacri­mó­geno en el cie­lo de Bil’in duran­te una pro­tes­ta sema­nal (Acti­ves­tills).

La aldea de Wala­jah lucha des­de 2007 con mani­fes­ta­cio­nes sema­na­les, actos cul­tu­ra­les y artís­ti­cos, accio­nes judi­cia­les e inter­na­cio­na­les para fre­nar el Muro en cons­truc­ción que, cuan­do esté con­clui­do, habrá ence­rra­do a la aldea por los cua­tro cos­ta­dos, des­co­nec­tán­do­la de sus tie­rras, de su capi­tal Belén y de los pue­blos veci­nos. Ade­más de ais­lar a Wala­jah, el Muro atra­ve­sa­rá los terre­nos del monas­te­rio de Cre­mi­san (en Beit Jala), dejan­do a los mon­jes sepa­ra­dos de las mon­jas que viven en el monas­te­rio vecino. En ambos casos, la ruta ha sido tra­za­da para favo­re­cer la expan­sión de las colo­nias judías Gilo y Har Gilo.

La comu­ni­dad cris­tia­na de Beit Jala cele­bra misa como pro­tes­ta en las tie­rras de Cre­mi­san, ame­na­za­das por el Muro. Detrás, la colo­nia Har Gilo en expan­sión (Foto: M.Delgado).

“Nadie está exi­gien­do a Israel que rin­da cuen­tas por sus actos; tie­ne total apo­yo de los super­po­de­res, y mien­tras lo ten­ga segui­rá ade­lan­te con sus crí­me­nes. Pero estoy segu­ra que un día esto va a cam­biar. Pue­de que lle­ve 10 o 15 años, pero las cosas van a cam­biar; y cuan­do ocu­rra, Israel pro­ba­ble­men­te no ten­drá que vér­se­las sólo con los pales­ti­nos, sino con todo el mun­do ára­be. Yo espe­ro real­men­te que los israe­líes entien­dan esto aho­ra y encon­tre­mos una solu­ción que no nos lle­ve a matar­nos unos a otros. Pero no los veo tra­tan­do de cam­biar ese des­tino…” (Shi­rin Al-Araj, líder social de Walajah).

Has­ta aho­ra la lucha pales­ti­na logró que el terri­to­rio ane­xa­do por el Muro sea un 9% (en lugar del 17% pre­vis­to); y lo que es más impor­tan­te: lla­mó la aten­ción inter­na­cio­nal sobre la inhu­ma­ni­dad del pro­yec­to israe­lí. Según los pales­ti­nos, uno de sus prin­ci­pa­les logros ha sido “Mos­trar­le al mun­do que no somos los terro­ris­tas, sino las víc­ti­mas del terror” (Moha­med Kha­tib, diri­gen­te de Bil’in). Aun así, Israel y sus pode­ro­sos alia­dos han hecho oídos sor­dos al cla­mor pales­tino, al man­da­to de la CIJ y a la con­de­na de la socie­dad civil internacional.

Más allá del Muro de Apartheid

Shi­rin Al-Araj en la pro­tes­ta sema­nal de Walla­jah (R.R. Beiler).

Sien­do el sím­bo­lo más fuer­te de la ocu­pa­ción de Pales­ti­na, el Muro no pue­de ser ana­li­za­do sin el sis­te­ma aso­cia­do de per­mi­sos y los 500 check­points y otras for­mas de encie­rro y frag­men­ta­ción (sin olvi­dar el blo­queo a Gaza); todo lo cual cons­ti­tu­ye un pro­yec­to per­ver­so des­ti­na­do a impe­dir el movi­mien­to de lxs pales­tinxs den­tro de su terri­to­rio, a des­co­nec­tar­les de sus cen­tros urba­nos (sobre todo de su capi­tal, Jeru­sa­lén Este) y a des­po­jar­les de más y más tie­rras para cons­truir colo­nias judías, con el fin últi­mo de hacer invia­ble un esta­do pales­tino. En resu­men, son las for­mas moder­nas de la lim­pie­za étni­ca de Palestina.

Cada vez más inte­lec­tua­les, diri­gen­tes polí­ti­cos y acti­vis­tas socia­les coin­ci­den en que la ‘solu­ción’ de dos esta­dos (pro­pues­ta por la ONU en 1947 e implí­ci­ta en los Acuer­dos de Oslo) ha deja­do de ser una opción váli­da y es nece­sa­rio mover­se hacia otro para­dig­ma: el de un solo esta­do demo­crá­ti­co y secu­lar no sio­nis­ta en toda la Pales­ti­na his­tó­ri­ca, con igual­dad ple­na de dere­chos para todxs sus habi­tan­tes ‑cual­quie­ra sea su ads­crip­ción étni­ca, polí­ti­ca o reli­gio­sa. (4)En los hechos lo que exis­te hoy es un solo esta­do que gobier­na des­de el Medi­te­rrá­neo al Jor­dán impo­nien­do dos sis­te­mas lega­les, jurí­di­cos y polí­ti­cos dife­ren­tes sobre dos gru­pos dis­tin­tos de pobla­ción: Israel es una demo­cra­cia para quie­nes tie­nen nacio­na­li­dad judía, y un régi­men de apartheid para la pobla­ción árabe.

Pro­tes­ta sema­nal en Bil’in. Detrás del Muro, la colo­nia judía de Modi’in Illit (Moham­med Vasin).

Esta es pre­ci­sa­men­te la tram­pa en que el esta­do sio­nis­ta se encuen­tra actual­men­te: como dicen sus crí­ti­cos den­tro y fue­ra del país, ha sido el mis­mo Israel, con sus polí­ti­cas de ocu­pa­ción y colo­ni­za­ción, el que ha mata­do el pro­yec­to de dos esta­dos sepa­ra­dos, y aho­ra se enfren­ta a un dile­ma crí­ti­co: demo­cra­ti­zar­se real­men­te (ter­mi­nan­do con los pri­vi­le­gios exclu­yen­tes del esta­do judío) o pro­fun­di­zar el régi­men de apartheid que hoy impo­ne a la pobla­ción pales­ti­na a ambos lados de la Línea Ver­de. (5)

Los más pesi­mis­tas con­si­de­ran que para Israel el dile­ma se resuel­ve con la opción más cómo­da: man­te­ner el sta­tus quo (acom­pa­ña­do, como siem­pre, de la retó­ri­ca hue­ca sobre su volun­tad de “nego­ciar la paz”), en la medi­da que –al menos has­ta aho­ra- ni la resis­ten­cia pales­ti­na ni la pre­sión inter­na­cio­nal han sido sufi­cien­te­men­te fuer­tes para hacer­le pagar un cos­to polí­ti­co por sus acciones.

En Bil’in usan los millo­nes de car­tu­chos de gas y las gra­na­das del ejér­ci­to para cons­truir sím­bo­los de resis­ten­cia pací­fi­ca (H. Matar)

Los opti­mis­tas, en cam­bio, afir­man que el régi­men actual es insos­te­ni­ble, y que se equi­vo­ca quien crea que en el siglo XXI un esta­do pue­de gober­nar inde­fi­ni­da­men­te un terri­to­rio some­tien­do a la mitad de su pobla­ción a un régi­men de dis­cri­mi­na­ción ins­ti­tu­cio­na­li­za­da, opre­sión bru­tal y total nega­ción de dere­chos; más tem­prano que tar­de el esta­lli­do será incon­tro­la­ble –sobre todo en la región más ines­ta­ble y cam­bian­te del mundo.

Es posi­ble que los pri­me­ros ten­gan razón en el cor­to pla­zo, y los segun­dos en el lar­go. Lo cier­to es que la con­cien­cia mun­dial sobre la ile­gi­ti­mi­dad del apartheid israe­lí cre­ce día a día, jun­to con los éxi­tos impre­sio­nan­tes del tam­bién cre­cien­te movi­mien­to de boi­cot, desin­ver­sión y san­cio­nes (BDS) para aca­bar con él. El fan­tas­ma de Sudá­fri­ca está siem­pre pre­sen­te, y en una pers­pec­ti­va his­tó­ri­ca no es difí­cil ima­gi­nar cuál será el des­en­la­ce. Es cues­tión de tiem­po; y el pales­tino ha pro­ba­do ser el pue­blo más pacien­te y resi­lien­te del mundo.

Graf­fit­ti sobre el Muro en Belén (Anne Paq, Activestills)

Notas:

(1) Hag­gai Matar, The Wall Pro­ject, en +972 Maga­zi­ne . Los tes­ti­mo­nios en este artícu­lo tam­bién son de esta fuen­te (tra­duc­ción mía del inglés).

(2) La barre­ra de sepa­ra­ción es un muro de cemen­to alre­de­dor de las ciu­da­des y pue­blos pales­ti­nos, y una cer­ca (con moni­to­reo elec­tró­ni­co, zan­jas a ambos lados del camino, alam­bra­do de púas, cáma­ras de vigi­lan­cia, patru­lla­je mili­tar y con perros) en las zonas no urba­nas. Para sim­pli­fi­car, aquí lla­ma­re­mos “Muro” a ambas for­mas de la barrera.

(3) El docu­men­tal “Nine to five” (2009) del direc­tor israe­lí Daniel Gal mues­tra las penu­rias que enfren­tan los tra­ba­ja­do­res pales­ti­nos que cru­zan el Muro clan­des­ti­na­men­te para tra­ba­jar en Israel.

(4) Aun­que no es tema de este artícu­lo, con­vie­ne acla­rar que las crí­ti­cas al para­dig­ma de ‘dos esta­dos’ no se basan úni­ca­men­te en un argu­men­to de tipo prag­má­ti­co (la invia­bi­li­dad), el cual impli­ca­ría admi­tir que Israel ganó con su polí­ti­ca de hechos con­su­ma­dos; el argu­men­to de fon­do es que admi­tir un esta­do pales­tino con “las fron­te­ras de 1967”implicaría dejar­le a este pue­blo sólo un 22% de su terri­to­rio ori­gi­nal, no resol­ve­ría la situa­ción del millón y medio que vive den­tro de Israel y, sobre todo, haría impo­si­ble el retorno de lxs 5 – 6 millo­nes de refu­giadxs (la gran mayo­ría del pue­blo palestino).

(5) Ver mi artícu­lo “Hacien­do visi­ble el apartheid israelí”.

Más imá­ge­nes:

Un album de fotos sobre el Muro: http://​www​.flickr​.com/​p​h​o​t​o​s​/​a​c​t​i​v​e​s​t​i​l​l​s​/​s​e​t​s​/​7​2​1​5​7​6​2​9​3​9​7​6​4​4​5​64/

En este video de B’Tselem, la orga­ni­za­ción israe­lí de dere­chos huma­nos, se narra la his­to­ria de Dha­ri­fa Sha­reb y su fami­lia, de Jay­yus. Aun­que actual­men­te la situa­ción ha cam­bia­do para ella, el caso sigue sien­do ilus­tra­ti­vo de la reali­dad que toda­vía viven cien­tos de fami­lias pales­ti­nas que que­da­ron atra­pa­das ‘del lado equi­vo­ca­do del Muro’ (entre el Muro y la Línea Verde).

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