Incidente aéreo en el mar Negro
El 5 de marzo, las Fuerzas Aéreas francesas llevaron a cabo una patrulla de vigilancia aérea en el mar Negro, frente a las costas del espacio aéreo ruso.
De momento, nada inusual. Desde hace más de dos años, los sitios especializados en el seguimiento de la actividad aérea internacional (civil y militar) informan diariamente del despliegue de aviones de la OTAN cerca de las fronteras terrestres y marítimas de Rusia en misiones de inteligencia de señales (ROEM/SIGINT) o de fotografía/imagen (ROIM/IMINT).
Por ejemplo, la captura de pantalla del sitio web FlightRadar24 del 6 de marzo muestra varias aeronaves (aviones o drones) de la OTAN (US Air Force, Royal Air Force y Aeronautica Miltare) desplegadas sobre el mar Negro o cerca de las fronteras meridionales de Ucrania (Moldavia, Transnistria).
Sorprendentemente, sin embargo, el seguimiento de la actividad aérea durante el día del 5 de marzo no reveló ningún avión francés en la zona. Sin embargo, Francia sí confirmó que había desplegado un avión de vigilancia aérea AWACS E‑3F sobre el mar Negro, acompañado de 2 Rafale. Esta misión, confirmada por una fuente militar francesa a la AFP, se llevó a cabo de acuerdo con la navegación prevista en el espacio aéreo internacional, y París ha asegurado que no hubo incidentes.
Sin embargo, el vuelo de este AWACS francés no pudo ser rastreado a través de los sitios especializados que utilizan los datos emitidos por los transpondedores. Para los especialistas en seguimiento de la actividad aérea, esta «ausencia» de aviones franceses significa que volaban con su transpondedor ADS‑B apagado, lo que es bastante inusual y puede incluso considerarse en el contexto actual como una forma de provocación.
De hecho, desde el inicio de la crisis ucraniana, la gran mayoría de los vuelos de inteligencia electrónica occidentales se han realizado con el transpondedor encendido para evitar malentendidos y señalar su presencia a los rusos y a las autoridades de aviación civil. Se trata de una clara medida de desconflicción. Solo los drones Global Hawk apagan a veces sus transpondedores, pero vuelan muy alto (entre 50.000 y 60.000 pies), no van armados y no representan un peligro para el tráfico aéreo. Del mismo modo, los aviones de combate que operan como parte de los ejercicios de la OTAN sobre los Estados bálticos muy rara vez encienden sus transpondedores.
Sin embargo, las demás naciones que participan en el apoyo a Ucrania se cuidan muy a menudo de no apagar sus transpondedores, como atestiguaron el 5 de marzo los vuelos de un RC-135 Rivet Joint de la USAF y un P‑8A Poseidon de la US Navy en una misión en la región del mar Negro (véase la captura de pantalla más abajo). Ambas aeronaves tenían sus transpondedores encendidos.
Por lo tanto, hay que suponer que Francia tomó deliberadamente la decisión de cortar los transpondedores, a pesar de que la patrulla de la Fuerza Aérea francesa estaba rozando el espacio aéreo ruso. Tal decisión parece inapropiada, por no decir otra cosa, y fue percibida –con razón, hay que admitirlo– como una provocación por los rusos.
«El 5 de marzo de 2024, los recursos rusos de control del espacio aéreo sobre el mar Negro detectaron tres objetivos aéreos que volaban hacia la frontera de la Federación Rusa», declaró el Ministerio de Defensa ruso. En respuesta, mientras «un avión de detección y control por radar de largo alcance (AWACS) y dos cazas polivalentes Rafale C de las fuerzas aéreas francesas» se disponían a sobrevolar las aguas territoriales rusas, un caza Su-27 despegó «para impedir la violación de la frontera de la Federación Rusa», informó la agencia Interfax. Al acercarse el caza ruso, los aviones franceses «abandonaron el espacio aéreo sobre el mar Negro y no se produjo ninguna violación de la frontera de la Federación Rusa», asegura Moscú.
Este episodio también fue objeto de numerosos comentarios al otro lado del Atlántico, aunque los medios de comunicación franceses y europeos informaron poco al respecto. De hecho, esta actitud no gustó nada a los estadounidenses, que no consideran útil echar más leña al fuego, sobre todo porque ocurrió en pleno Supermartes y todo el mundo en Washington estaba polarizado sobre las primarias. Esto dio lugar a varias declaraciones especialmente vehementes contra Macron por parte de comentaristas de canales de televisión estadounidenses, que se preguntaban qué mosa le había picado al presidente francés para ordenar un vuelo militar, con los transpondedores apagados, cerca de las fronteras de Rusia1. Semejante acción no hace sino agravar las tensiones y podría haber desembocado en un incidente entre potencias nucleares.
Las arriesgadas iniciativas del Elíseo, cuestionadas por todos los aliados de la OTAN
Desgraciadamente, este acontecimiento se inscribe en lo que parece ser una «estrategia de tensión» mantenida por el presidente francés, que desde hace varias semanas reclama una reacción firme frente a Rusia, cuya amenaza exagera, porque el ejército ucraniano se encuentra en una situación extremadamente difícil tras sus recientes reveses (fracaso de la contraofensiva, pérdida de Adiivka) y su escasez de municiones de artillería, así como por el bloqueo de la ayuda estadounidense y el creciente desinterés del Congreso por esta guerra.
En lugar de proponer una salida negociada a la crisis, el presidente del Elíseo parece querer asumir el papel de «líder de Occidente» contra Moscú. De hecho, desde mediados de febrero, ha hecho una serie de declaraciones atronadoras en apoyo de Ucrania y posturas cada vez más hostiles hacia Rusia.
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El 16 de febrero, durante la visita de Zelensky a París, Macron firmó un acuerdo de defensa especialmente vinculante con Ucrania2.
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El 26 de febrero, al término de una reunión internacional en París en apoyo de Kiev, Macron pidió a Occidente que «pasara a la acción» contra Moscú y no descartó el envío de tropas a Ucrania. Sus declaraciones provocaron indignación en Francia, en Europa y al otro lado del Atlántico.
Al día siguiente, el presidente del Senado expresó sus objeciones a la posibilidad de enviar tropas a Ucrania, señalando que esta cuestión debía ser debatida en el Parlamento, como estipula la Constitución, y que solo podía tomarse en coordinación con los aliados.
Pero fueron sobre todo los socios internacionales de Francia los que expresaron su más enérgica desaprobación. Todos los europeos se desmarcaron de las declaraciones del Presidente francés, denunciando su «manía de dar golpes diplomáticos». Por cierto, Olaf Scholz reveló la presencia de tropas francesas –pero también británicas– en el teatro de operaciones para garantizar el despliegue de los sistemas de armamento entregados a Kiev, algo a lo que Berlín se niega.
Además de Alemania, Reino Unido, Polonia, Italia, España, República Checa, Eslovaquia, Suecia y Finlandia han rechazado los comentarios de Emmanuel Macron y han rechazado la idea de enviar tropas a Ucrania, considerándola una «enorme escalada».
El secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, también dejó claro que «no hay planes para tropas terrestres de la OTAN en Ucrania», mientras que la portavoz del Consejo de Seguridad Nacional, Adrienne Watson, señaló que «el presidente Biden ha dejado claro que Estados Unidos no enviará tropas para luchar en Ucrania». Por último, el portavoz del Secretario General de las Naciones Unidas, Stéphane Dujarric, pidió a Estados Unidos que se abstuviera de toda retórica provocadora susceptible de provocar una escalada del conflicto en Ucrania, lo que tendría como efecto avivar las llamas de una guerra que ya es terriblemente mortífera.
Por su parte, el Kremlin ha advertido de que el envío de tropas a Ucrania por parte de los miembros europeos de la OTAN provocaría un conflicto «ineludible» entre Rusia y la Alianza Atlántica.
A pesar de las críticas y el rechazo a sus iniciativas por parte de todos sus aliados y socios, el presidente francés no ha cambiado su línea de conducta, agravando las tensiones.
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El 5 de marzo, durante su visita a Praga, dirigiéndose a los franceses residentes en la República Checa, Emmanuel Macron pidió a los aliados de Europa «no ser cobardes» frente a Rusia en el marco del conflicto de Ucrania.
Ante estas nuevas declaraciones, el ministro de Defensa alemán reaccionó inmediatamente declarando: «Los comentarios de Emmanuel Macron no ayudan a resolver la situación en Ucrania». Y el almirante estadounidense John Kirby, coordinador de comunicación estratégica del Consejo de Seguridad Nacional, reiteró una vez más que las tropas estadounidenses no participarían en los combates en Ucrania.
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Ese mismo día, como hemos visto, París decidió enviar un AWACS y dos Rafale, con sus transpondedores apagados, a las inmediaciones del espacio aéreo ruso.
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El 6 de marzo, el ministro francés de Asuntos Exteriores anunció en LCI que Francia seguiría apoyando a Kiev y precisó que la presencia de tropas occidentales en territorio ucraniano podría ser esencial para prestar cierto tipo de apoyo, en particular para la retirada de minas y el entrenamiento de unidades ucranianas… ¡al tiempo que afirmaba confusamente que París no cruzaría la frontera para participar en el conflicto ucraniano!
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Finalmente, el 7 de marzo, tras recibir al presidente de Moldavia en el Palacio del Elíseo, Macron anunció la firma de un acuerdo de defensa entre ambos países y la próxima apertura de una misión permanente de defensa en Chisinau, antes del posible envío de un contingente francés al país.
En consecuencia, la exasperación con París es cada vez más evidente en el Kremlin, al igual que en el seno de la OTAN. El 7 de marzo, Dmitri Medvédev, vicepresidente del Consejo de Seguridad ruso, declaró que Moscú ya no tenía una «línea roja» hacia Francia debido a su creciente implicación en el conflicto ucraniano; y Sergei Naryshkin, jefe del servicio de inteligencia exterior ruso (SVR), afirmó que el presidente francés se estaba volviendo cada vez más peligroso3. Nuestro país se encuentra ahora muy claramente designado por Moscú como Estado antagonista.
¿Qué gana Francia con esa política? Qué pretende Emmanuel Macron con sus declaraciones intempestivas y provocadoras, que sabemos –dado el tamaño de las fuerzas armadas francesas– que difícilmente pueden tener continuidad? ¿Iniciar una guerra? ¿Asegurarse el liderazgo en Europa? O desviar la atención de los enormes y crecientes problemas internos (agricultores, déficit presupuestario, crisis económica, elecciones europeas, etc.).
Algunas lenguas maliciosas sugieren que el endurecimiento del conflicto es la única forma que tiene de asegurar su supervivencia política hasta el final del quinquenio, permitiéndole continuar con su demencial política del «cueste lo que cueste» –y, por tanto, profundizar la deuda francesa– repartiendo dinero a cualquier precio con tal de evitar un estallido social. Si así fuera, habría que decir que no estaría más que copiando la práctica estadounidense de crear crisis internacionales para resolver problemas internos…
Éric Denécé
Note d’actualité n°635 /mars 2024
- No descartamos la hipótesis de que esta decisión pudiera haber sido tomada por los pilotos habida cuenta de la naturaleza de la misión que se les había confiado.
- Es cierto que solo se trata de un «acuerdo» y no de un «tratado», que debería haberse sometido a aprobación parlamentaria. Por tanto, puede denunciarse fácilmente.
- https://www.reuters.com/world/europe/russian-spy-chief-calls-macrons-comments-about-nato-soldiers-ukraine-dangerous-2024 – 03-05/