¡Yemen. Un pue­blo indo­ma­ble! (I)

En 2015, Yemen, un país des­co­no­ci­do para muchos en Occi­den­te, ini­ció una gue­rra en defen­sa de su sobe­ra­nía que esta­ba sien­do ame­na­za­da por una alian­za inter­ven­cio­nis­ta lide­ra­da por Ara­bia Sau­dí. El pue­blo yeme­ní tuvo que pagar con la vida de casi 400.000 de sus hijos para man­te­ner su inde­pen­den­cia. Muchas per­so­nas se han pre­gun­ta­do cómo ha sido posi­ble que un país con­si­de­ra­do el más pobre de Asia occi­den­tal haya sido capaz de resis­tir y ven­cer a una coa­li­ción for­ma­da por algu­nos de los paí­ses más ricos del planeta.

Aun­que el con­flic­to se ha pro­lon­ga­do por casi una déca­da, pare­ce haber lle­ga­do a una situa­ción que podría lle­var a un posi­ble cese del mis­mo. Si bien se man­tie­ne una situa­ción ten­sa y accio­nes béli­cas de dife­ren­te índo­le, ha habi­do una reduc­ción de las accio­nes mili­ta­res en los últi­mos meses. Ya no es una gue­rra total, pero tam­po­co ha lle­ga­do la paz. Bajo media­ción de Chi­na, Ara­bia Sau­dí e Irán se recon­ci­lia­ron, alla­nan­do el camino para la supera­ción de varios con­flic­tos en el Asia Occi­den­tal y el nor­te de Áfri­ca. Apa­ren­te­men­te, el de Yemen es uno de ellos.

Aho­ra, tras la inva­sión israe­lí a Gaza, Yemen, jun­to al movi­mien­to liba­nés Hez­bo­llah y otras fuer­zas revo­lu­cio­na­rias ára­bes y musul­ma­nas han asu­mi­do un papel acti­vo en soli­da­ri­dad con Pales­ti­na. Una vez más, Yemen ha sor­pren­di­do a todos al tomar deci­sio­nes que no solo tie­nen impac­to local, tam­bién regio­nal y glo­bal. De nue­vo, el mun­do se ha pre­gun­ta­do cómo ha sido posi­ble que ello ocu­rrie­ra. En dos entre­gas, voy a dar a cono­cer algu­nos ele­men­tos que le per­mi­tan a los lec­to­res cono­cer a Yemen, saber de la his­tó­ri­ca lucha y el heroís­mo de su pue­blo a fin de ayu­dar a enten­der el alcan­ce y la dimen­sión de la deci­sión yeme­ní de apo­yar con todos los recur­sos a su alcan­ce la jus­ta lucha del pue­blo palestino.

La repú­bli­ca de Yemen está ubi­ca­da en un lugar estra­té­gi­co del pla­ne­ta, en una región de con­fluen­cia de rutas comer­cia­les que conec­tan Asia, la zona orien­tal de Áfri­ca y el Medi­te­rrá­neo. Su terri­to­rio, situa­do en las cos­tas del mar Ará­bi­go y a las puer­tas del mar Rojo, domi­na el estre­cho de Bab el Man­deb, colo­cán­do­lo en un lugar pri­vi­le­gia­do del glo­bo terrá­queo sobre todo a par­tir del siglo XX cuan­do, por una par­te se des­cu­brie­ron en la región gran­des yaci­mien­tos de ener­gía (petró­leo y gas) y por la otra, al con­si­de­rar el enor­me cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co y desa­rro­llo de Asia Orien­tal que trans­for­ma­ron a Yemen en paso obli­ga­do de la mayor par­te del comer­cio mundial.

Las anti­guas ciu­da­des del terri­to­rio se uni­fi­ca­ron en la anti­güe­dad en el bíbli­co rei­no de Saba. Ya des­de ese momen­to comen­zó la lucha de los habi­tan­tes de la actual super­fi­cie yeme­ní por su libe­ra­ción e inde­pen­den­cia, al tener que enfren­tar al impe­rio romano en el siglo I de nues­tra era. La pode­ro­sa Roma fue derro­ta­da en su inten­to de dominación.

A dife­ren­cia del res­to de la penín­su­la ará­bi­ga, el actual Yemen poseía una vege­ta­ción pro­di­gio­sa que le pro­por­cio­na­ba gran­des rique­zas a su pobla­ción por las gran­des posi­bi­li­da­des de con­su­mo y comer­cio que ofre­cía. Así, se le atri­bu­ye al mate­má­ti­co grie­go Pto­lomeo la deno­mi­na­ción de Yemen como la «Ara­bia feliz».

En el trans­cur­so de la his­to­ria, los yeme­níes tuvie­ron que luchar con him­ya­ri­tas que des­de su reli­gión judía per­si­guie­ron a la mayo­ri­ta­ria pobla­ción cris­tia­na has­ta la inter­ven­ción de los etío­pes en el siglo VI. El isla­mis­mo lle­go a la región duran­te el siglo VII comen­zan­do a con­fi­gu­rar una cul­tu­ra que se sus­ten­ta­ba en la imbri­ca­ción de varia­dos sabe­res que hicie­ron gran­des apor­tes a la humanidad.

No obs­tan­te, duran­te muchos siglos, Yemen se man­tu­vo al mar­gen del desa­rro­llo cul­tu­ral y eco­nó­mi­co que esta­ble­ció el islam. Fue en el siglo XV cuan­do el terri­to­rio del actual Yemen comen­zó a cobrar valor estra­té­gi­co. En su afán de expan­sión comer­cial, los euro­peos ini­cia­ron la domi­na­ción de terri­to­rios a lo lar­go y ancho del pla­ne­ta. Los pri­me­ros euro­peos en lle­gar a la región fue­ron los por­tu­gue­ses que domi­na­ron al país a fin de con­tro­lar la vía marí­ti­ma que les per­mi­tía el comer­cio de espe­cies des­de Asia a Euro­pa a tra­vés del mar Rojo.

En el siglo XVI se ini­ció la con­quis­ta oto­ma­na con la ocu­pa­ción de algu­nos luga­res en la cos­ta del mar Rojo, mien­tras el inte­rior del país y la cos­ta sur per­ma­ne­cie­ron inde­pen­dien­tes, gober­na­dos por un imán. Poco des­pués los ingle­ses hicie­ron su apa­ri­ción en la zona, al ins­ta­lar un pues­to de la Com­pa­ñía de las Indias en el puer­to de Moka en el mar Rojo.

En el siglo XIX los bri­tá­ni­cos expan­die­ron su pre­sen­cia al ocu­par todo el extre­mo sudoc­ci­den­tal ins­ta­lán­do­se en 1839 en Adén, el mejor puer­to de la región al mis­mo tiem­po que en 1872 los tur­cos con­si­guie­ron con­so­li­dar el domi­nio en el inte­rior del país, para lo cual ins­ta­la­ron de fac­to una monar­quía here­di­ta­ria en el nom­bre de un imán local. Esta divi­sión hizo de hecho, que Yemen se par­tie­ra en dos países.

Hacia 1870, con la inau­gu­ra­ción del Canal de Suez y la con­so­li­da­ción del domi­nio tur­co sobre el nor­te de Yemen, Adén adqui­rió nue­va impor­tan­cia para la estra­te­gia glo­bal bri­tá­ni­ca: era la lla­ve del mar Rojo y, por lo tan­to, del nue­vo canal.

A prin­ci­pios del siglo XX, Tur­quía y el Rei­no Uni­do mar­ca­ron una fron­te­ra entre sus terri­to­rios, que pasa­ron a lla­mar­se Yemen del Nor­te y Yemen del Sur, res­pec­ti­va­men­te. En 1934 Ingla­te­rra se ase­gu­ró el con­trol de todo el sur del país, has­ta la fron­te­ra con Omán.

Duran­te la Pri­me­ra Gue­rra Mun­dial, el Imán se alió con el Impe­rio Oto­mano y se man­tu­vo fiel a él has­ta el fin de la gue­rra, cuan­do la derro­ta de los tur­cos, le per­mi­tió a Yemen recu­pe­rar su inde­pen­den­cia en noviem­bre de 1918. No obs­tan­te, Gran Bre­ta­ña, tras reco­no­cer la inde­pen­den­cia de Yemen, con­vir­tió a Adén en un pro­tec­to­ra­do y en 1937 en colo­nia. Una vez más los yeme­níes tuvie­ron que recu­rrir a la lucha arma­da por la inde­pen­den­cia. En 1940 sur­gió el movi­mien­to nacio­na­lis­ta «Yemen Libre» para luchar con­tra el con­trol del país por los ima­nes que se habían alia­do con Gran Bretaña.

La lucha tomó cami­nos sepa­ra­dos en el nor­te y en el sur. En 1962 en el nor­te se creó la Repú­bli­ca Ára­be de Yemen, mien­tras que en el sur, el Fren­te de Libe­ra­ción Nacio­nal, crea­do en 1963, tomó Adén en 1967 y pro­cla­mó la inde­pen­den­cia, ini­cian­do una revo­lu­ción socialista.

Yemen del Sur pasó a lla­mar­se Repú­bli­ca Demo­crá­ti­ca Popu­lar del Yemen, clau­su­ró todas las bases bri­tá­ni­cas en 1969, tomó con­trol de la ban­ca, el comer­cio exte­rior y la indus­tria naval, al mis­mo tiem­po que empren­dió una refor­ma agra­ria. En polí­ti­ca exte­rior, man­tu­vo una estre­cha alian­za con la Unión Sovié­ti­ca. Así mis­mo, pro­mo­vió una abier­ta lucha anti sio­nis­ta y de apo­yo al pue­blo palestino.

En octu­bre de 1978, en un con­gre­so que con­tó con con­si­de­ra­ble apo­yo de la pobla­ción, el Fren­te de Libe­ra­ción Nacio­nal fun­dó el Par­ti­do Socia­lis­ta de Yemen. En diciem­bre se reali­zó la pri­me­ra elec­ción popu­lar des­de la inde­pen­den­cia, para desig­nar a los 111 inte­gran­tes del Con­se­jo Revo­lu­cio­na­rio del Pueblo.

Des­de los pri­me­ros años de su exis­ten­cia, la Repú­bli­ca Demo­crá­ti­ca Popu­lar de Yemen, el país tuvo que enfren­tar la per­ma­nen­te hos­ti­li­dad de Ara­bia Sau­dí que aspi­ra­ba a con­tro­lar par­tes del terri­to­rio, pre­ci­sa­men­te aque­llas en las cua­les se habían des­cu­bier­to yaci­mien­tos de petró­leo. Las ten­sio­nes se agra­va­ron ante la cre­cien­te pre­sen­cia mili­tar esta­dou­ni­den­se en Ara­bia Saudita.

Mien­tras tan­to, en el nor­te, el Fren­te Nacio­nal Demo­crá­ti­co (FND), que agru­pa­ba a todas las fuer­zas pro­gre­sis­tas del país desa­rro­lla­ba la lucha arma­da con­tra Alí Abdu­llah Saleh, que había lle­ga­do al gobierno en 1978. Cuan­do el FND esta­ba a pun­to de tomar el poder, Ara­bia Sau­dí intri­gó para que el con­flic­to se des­via­ra hacia una gue­rra con­tra la Repú­bli­ca Popu­lar Demo­crá­ti­ca de Yemen. La media­ción de algu­nos paí­ses ára­bes pro­pi­cia­ron un alto al fue­go y un acuer­do por el cual se reanu­da­ron las nego­cia­cio­nes para la reuni­fi­ca­ción, sus­pen­di­das des­de 1972.

Final­men­te, el 22 de mayo de 1990, ambas repú­bli­cas se unie­ron for­man­do la Repú­bli­ca del Yemen que esta­ble­ció que la capi­tal polí­ti­ca fue­ra Sana’a (exca­pi­tal de la Repú­bli­ca Ára­be de Yemen) y se desig­nó capi­tal eco­nó­mi­ca a Adén (exca­pi­tal de la Repú­bli­ca Demo­crá­ti­ca Popu­lar del Yemen). En sesión con­jun­ta de las Asam­bleas Legis­la­ti­vas de ambos Esta­dos rea­li­za­da en Adén, se eli­gió un Con­se­jo Pre­si­den­cial diri­gi­do por el gene­ral Alí Abdu­llah Saleh. La uni­fi­ca­ción de Yemen no fue bien vis­ta por Ara­bia Sau­dí por lo que ini­ció una polí­ti­ca de apo­yo a la sece­sión. En mayo de 1994, los sece­sio­nis­tas pro­cla­ma­ron una repú­bli­ca de Yemen en el sur del país, pero fue­ron derro­ta­dos por fuer­zas lea­les al gobierno.

Entre junio y agos­to de 2004 hizo su irrup­ción un movi­mien­to que expre­sa­ba las creen­cias de una rama espe­cí­fi­ca del islam de orien­ta­ción chií: los zai­di­tas, cuyo líder era el clé­ri­go Hus­sein al-Houthi. En honor a él, tras su muer­te en com­ba­te en sep­tiem­bre de ese año, el movi­mien­to asu­mió la deno­mi­na­ción de hutí, huthi o Ansa­ro­lá (par­ti­da­rios de Dios). Aun­que esta corrien­te es expre­sión de una mino­ría en Yemen, su his­to­ria no es recien­te, se remon­ta a media­dos del siglo VIII. El zai­dis­mo se iden­ti­fi­ca por una mayor pre­pa­ra­ción de sus miem­bros y está aso­cia­do a la lucha por la jus­ti­cia y a la defen­sa de la éti­ca musul­ma­na. Esta ideo­lo­gía, suma­da a la posi­ción de mar­gi­na­li­dad a la que se vie­ron some­ti­dos des­pués de per­der el poder en 1962, ven­dría a con­for­mar el sus­tra­to en el que se desa­rro­lla­ría el pen­sa­mien­to hutí a futuro.

La lucha de los hutíes con­tra el gobierno prooc­ci­den­tal y pro sau­dí de Alí Abdu­llah Saleh fue lar­ga y san­grien­ta. Debie­ron acu­dir a las armas en cin­co oca­sio­nes entre 2006 y 2008 en defen­sa de su terri­to­rio en el nor­te del país has­ta que comen­za­ron a ensan­char su base de apo­yo y el espa­cio geo­grá­fi­co bajo su con­trol. En 2009, Saleh inten­tan­do dete­ner a los hutíes, recu­rrió al apo­yo de Ara­bia Saudí.

Para los hutíes, el hecho de que un país como Ara­bia Sau­dí de corrien­te waha­bí, extre­ma­da­men­te con­ser­va­do­ra, estu­vie­ra pre­sen­te y se inmis­cu­ye­ra en los asun­tos del país fue vis­to como una ame­na­za a la sobe­ra­nía de la nación en gene­ral y a la suya como mino­ría en par­ti­cu­lar. A par­tir de ese momen­to, su lucha, que tenía un carác­ter estric­ta­men­te interno, se trans­for­mó en enfren­ta­mien­to con­tra la inter­ven­ción extranjera.

Aun­que en un pri­mer ins­tan­te los com­ba­tien­tes hutíes sufrie­ron duras derro­tas, inclu­yen­do (como se dijo antes) la caí­da de su máxi­mo líder, se fue­ron for­ta­le­cien­do en el tiem­po y a par­tir de 2011, bajo el nue­vo lide­raz­go del her­mano menor de al-Houthi, Abdul Malik, comen­za­ron a pro­pi­nar impor­tan­tes reve­ses al enemi­go. La retó­ri­ca anti­im­pe­ria­lis­ta y anti­sio­nis­ta se for­ti­fi­có al iden­ti­fi­car a Ara­bia Sau­dí como socio eje­cu­tor de los pla­nes de Esta­dos Uni­dos e Israel en la zona.

La mal lla­ma­da «pri­ma­ve­ra ára­be» tuvo espe­cial influen­cia en el cre­ci­mien­to del apo­yo al pen­sa­mien­to hutí en su lucha con­tra el gobierno repre­si­vo de Saleh. En Yemen el movi­mien­to telú­ri­co que agi­tó a par­te impor­tan­te del mun­do ára­be, tuvo una res­pues­ta mucho más orga­ni­za­da que en los paí­ses veci­nos. Ante la fuer­za de las pro­tes­tas, Saleh huyó del país y se refu­gió en Ara­bia Sau­dí sien­do reem­pla­za­do por su vice­pre­si­den­te, Abdo Rabu Man­sur Hadi, que inten­tó poner orden en el país al lle­gar a un acuer­do con fac­cio­nes opo­si­to­ras a Saleh «para cam­biar todo sin cam­biar nada», dejan­do fue­ra al movi­mien­to hutí.

A fina­les de 2014, los hutíes deci­die­ron ini­ciar la ofen­si­va sobre la capi­tal. En este con­tex­to, Sale, sor­pre­si­va­men­te en un inten­to por recu­pe­rar el poder, esta­ble­ció una alian­za con los hutíes para enfren­tar a Hadi. Los hutíes, que no habían apo­ya­do los acuer­dos de paz sus­cri­tos por Hadi, se alia­ron con el que fue­ra su mayor enemi­go para tomar la capi­tal. La Guar­dia Repu­bli­ca­na, fuer­za leal a Saleh, favo­re­ció la entra­da de los hutíes a Sana’a. Hadi huyó a Riad, la capi­tal sau­dí, des­de don­de «diri­ge» los terri­to­rios aún no con­tro­la­dos por Ansa­ro­lá, actuan­do en reali­dad como un títe­re de la monar­quía wahabí.

Ya en el poder, los hutíes for­ma­ron un Comi­té Revo­lu­cio­na­rio para diri­gir el país. Así mis­mo, se vie­ron obli­ga­dos a com­ba­tir simul­tá­nea­men­te con las fuer­zas terro­ris­tas de Al Qae­da y con Ara­bia Sau­dí que los protege.

Saleh con­si­de­ró que los hutíes no habían cum­pli­do los acuer­dos que, según él, sig­ni­fi­ca­ban que debía asu­mir el poder nue­va­men­te y con apo­yo sau­dí, se vol­vió con­tra ellos. Al con­su­mar­se la trai­ción, los hutíes ata­ca­ron la casa de Saleh, ajus­ti­cián­do­lo en la acción.

Des­de Riad, Hadi pidió la inter­ven­ción sau­dí en Yemen. Ante tal soli­ci­tud, la monar­quía sau­dí orga­ni­zó una coa­li­ción de paí­ses suníes para lan­zar en 2015 la ope­ra­ción «Tor­men­ta Deci­si­va», estruc­tu­ra­da a par­tir de ata­ques aéreos sobre los prin­ci­pa­les encla­ves con­tro­la­dos por los hutíes que se sal­da­ría con miles de muertos.

Esa acción fue pre­vis­ta como una ofen­si­va defi­ni­ti­va para hacer­se con el con­trol del país, a fin de lan­zar una segun­da ope­ra­ción deno­mi­na­da «Res­tau­rar la Espe­ran­za» cen­tra­da más en el acer­ca­mien­to diplo­má­ti­co. En reali­dad, la acti­vi­dad béli­ca no cesó en nin­gún momen­to, al con­tra­rio, las accio­nes terres­tres, aéreas y marí­ti­mas de la alian­za se vie­ron refor­za­das por un blo­queo naval que impi­dió la entra­da de ayu­da inter­na­cio­nal, sumien­do al país en la peor cri­sis huma­ni­ta­ria de la his­to­ria has­ta que se des­ata­ron las actua­les accio­nes sio­nis­tas en Gaza, ambas con apo­yo explí­ci­to de Esta­dos Unidos.

Los hutíes hacien­do uso de un amplio mar­gen de manio­bra sus­ten­ta­do en un mayor y mejor cono­ci­mien­to del terreno y esgri­mien­do tác­ti­cas de gue­rra de gue­rri­llas ins­pi­ra­dos, según ellos, en la lucha de libe­ra­ción de Viet­nam y «los movi­mien­tos de resis­ten­cia en Amé­ri­ca Lati­na», demos­tra­ron gran capa­ci­dad para gol­pear a un ejér­ci­to inva­sor sin dis­po­si­ción ni moral de com­ba­te y caren­tes de dis­ci­pli­na y moti­va­ción para la bata­lla. Así mis­mo, la amplia pro­ce­den­cia de los sol­da­dos de la coa­li­ción que ha inclui­do la par­ti­ci­pa­ción de un muy nume­ro­so con­tin­gen­te de mer­ce­na­rios con­tra­ta­dos por empre­sas pri­va­das, han mer­ma­do la capa­ci­dad com­ba­ti­va de la alian­za van­guar­di­za­da por Ara­bia Saudí.

Riad reci­bió con­tun­den­tes gol­pes inclu­so en su pro­pio terri­to­rio, cuan­do las ope­ra­cio­nes com­ba­ti­vas de Ansa­ro­lá se tras­la­da­ron a la pro­fun­di­dad de la geo­gra­fía sau­dí a tra­vés de un avan­za­do sis­te­ma de ata­que a par­tir de dro­nes y misi­les de lar­go alcan­ce que logra­ron lle­gar a cuar­te­les de las fuer­zas arma­das, refi­ne­rías de petró­leo y obras de infra­es­truc­tu­ra crí­ti­ca a dis­tan­cias muy leja­nas de la fron­te­ra común.

Ser­gio Rodrí­guez Gelfenstein

5 de enero de 2024

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