Blo­queo y genocidio

Este 2 de noviem­bre, por tri­gé­si­mo pri­me­ra oca­sión con­se­cu­ti­va, el mun­do aca­ba de recha­zar masi­va­men­te el blo­queo de Esta­dos Uni­dos con­tra Cuba. Con 187 votos a favor, dos en con­tra (Esta­dos Uni­dos e «Israel») y una abs­ten­ción (Ucra­nia), el resul­ta­do demues­tra el aplas­tan­te con­sen­so inter­na­cio­nal sobre el carác­ter ile­gí­ti­mo e injus­ti­fi­ca­do de ese con­jun­to de medi­das que los cuba­nos lla­ma­mos blo­queo y la polí­ti­ca esta­dou­ni­den­se cla­si­fi­ca bajo el eufe­mis­mo de embargo.

Y mien­tras los cuba­nos que ama­mos a nues­tra isla cele­brá­ba­mos la vic­to­ria, la san­grien­ta ofen­si­va israe­lí con­ti­núa desa­rro­llán­do­se en Gaza. Hoy el Minis­te­rio de Salud de la Fran­ja dio un nue­vo par­te de las víc­ti­mas que se ha cobra­do la agre­sión israe­lí: más de 9 mil muer­tos, de ellos tres mil 760 niños y dos mil 326 muje­res y más de 32 mil heri­dos. Hos­pi­ta­les al bor­de del colap­so y un blo­queo total de todos los pro­duc­tos bási­cos.

Ambas noti­cias, vis­tas de con­jun­to, pue­den ser úti­les para refle­xio­nar sobre el geno­ci­dio y el capi­ta­lis­mo contemporáneo.

En sus más de seis déca­das de apli­ca­ción, el blo­queo con­tra Cuba ha bus­ca­do dete­rio­rar la eco­no­mía cuba­na y sus capa­ci­da­des de repro­duc­ción, de modo que se afec­te la cali­dad de vida del pue­blo cubano y se pro­vo­que el ham­bre y la deses­pe­ra­ción extre­ma a la cual apun­ta­ba el famo­so memo­rán­dum de 1960 de Les­ter Mallory, enton­ces sub­se­cre­ta­rio adjun­to del Depar­ta­men­to de Esta­do nor­te­ame­ri­cano. El obje­ti­vo es cana­li­zar con fines polí­ti­cos este des­con­ten­to y des­truir en la con­cien­cia de la pobla­ción cuba­na el socia­lis­mo como alter­na­ti­va via­ble para el desa­rro­llo de la nación, en los mar­cos de un pro­yec­to de sobe­ra­nía y jus­ti­cia social.

La lógi­ca ins­tru­men­tal geno­ci­da evi­den­cia­da en el docu­men­to de Mallory conec­ta con la con­cep­ción que ha pre­do­mi­na­do en las éli­tes del capi­ta­lis­mo trans­na­cio­na­li­za­do del siglo XX. El mun­do emer­gi­do lue­go de la II Gue­rra Mun­dial es el resul­ta­do de un con­sen­so entre las poten­cias ven­ce­do­ras, con­sen­so del cual la Unión Sovié­ti­ca sería rápi­da­men­te excluí­da, pasan­do a con­fi­gu­rar ese «otro» terri­ble de la Gue­rra Fría, cuya mal­dad intrín­se­ca y mane­jos per­ver­sos expli­can y jus­ti­fi­can todos los actos de un Occi­den­te y de su hege­món, los Esta­dos Uni­dos, auto­per­ci­bi­dos como los defen­so­res de valo­res universales.

Toda la arqui­tec­tu­ra finan­cie­ra, mili­tar y polí­ti­ca de esa segun­da post­gue­rra, al igual que el mun­do colo­nial edi­fi­ca­do por la cul­ta Euro­pa, des­can­sa sobre el pre­do­mi­nio y los intere­ses de unas éli­tes para las cuá­les, en la peor lec­tu­ra posi­ble de Maquia­ve­lo, el fin jus­ti­fi­ca cual­quier medio. Emer­ge ade­más en un mun­do don­de la racio­na­li­dad del capi­tal ya es com­ple­ta­men­te hege­mó­ni­ca o está en pro­ce­so de ser­lo. La fría racio­na­li­dad del cálcu­lo eco­nó­mi­co, el retorno de las uti­li­da­des y la tasa cre­cien­te de ganancia.

Esa lógi­ca, ves­ti­da de un dis­cur­so de desa­rro­llo y pre­sen­ta­da como civi­li­za­ción, al vol­car­se sobre los indi­vi­duos y pue­blos, conec­ta con la lógi­ca pre­ca­pi­ta­lis­ta de pre­sen­tar empre­sas des­car­na­da­men­te comer­cia­les, como empre­sas civi­li­za­to­rias o sal­va­do­ras. Es una lógi­ca que aspi­ra a la domi­na­ción total y para la cual no hay otro mode­lo de orga­ni­za­ción social que aquel san­ti­fi­ca­do y defen­di­do por ella. Es una visión uní­vo­ca de las socie­da­des huma­nas, don­de toda éti­ca y todo valor se doblan a con­ve­nien­cia, siguien­do los prís­ti­nos intere­ses del capital.

Para esta lógi­ca no exis­te otra posi­bi­li­dad de desa­rro­llo que no sea la capi­ta­lis­ta. El sis­te­ma eco­nó­mi­co es un fin en sí mis­mo, y los pue­blos están suje­tos a esa úni­ca vía, so pena de cas­ti­gar vio­len­ta­men­te al que se atre­va a ejer­cer el menor acto de auto­de­ter­mi­na­ción. Por eso el hege­món esta­dou­ni­den­se cas­ti­ga bru­tal­men­te a Cuba y Vene­zue­la, acu­sán­do­las de dic­ta­du­ras anti­de­mo­crá­ti­cas, mien­tras algu­nos de sus alia­dos geo­po­lí­ti­cos son, nada más y nada menos, que monar­quías. Por eso repi­ten has­ta la sacie­dad que Israel es «la úni­ca demo­cra­cia de Orien­te Medio», mien­tras tien­den un man­to de silen­cio mediá­ti­co y polí­ti­co sobre el carác­ter geno­ci­da y racis­ta del esta­do israelí.

Por­que para esta lógi­ca el geno­ci­dio solo es exe­cra­ble cuan­do se ejer­ce sobre deter­mi­na­dos pue­blos y en deter­mi­na­das con­di­cio­nes. Aún más, para esta lógi­ca el geno­ci­dio es una herra­mien­ta más, dis­po­ni­ble y útil, en el pro­ce­so de cons­truc­ción y con­so­li­da­ción de su hegemonía.

La ver­sión más des­car­na­da del carác­ter geno­ci­da de esta lógi­ca, en el siglo XX, la ofre­ce sin dudas la Ale­ma­nia nazi. Su racis­mo «cien­tí­fi­ca­men­te» sus­ten­ta­do, que daba el dere­cho a la raza supe­rior de dis­po­ner por todos los medios a su alcan­ce de los «sub­hu­ma­nos», dota al gran geno­ci­dio de la Segun­da Gue­rra Mun­dial, pero en espe­cí­fi­co al geno­ci­dio judío, de un carác­ter sin pre­ce­den­tes en la historia.

Por pri­me­ra vez un esta­do moderno ponía todos los ade­lan­tos cien­tí­fi­cos y tec­no­ló­gi­cos en fun­ción de des­truir a un pue­blo o con­jun­to de pue­blos. Y toda su inte­lli­gen­tsia en fun­ción de jus­ti­fi­car y dotar de raí­ces his­tó­ri­cas, socio­ló­gi­cas y polí­ti­cas lo que no era más que racis­mo y supre­ma­cis­mo. Aun­que el colo­nia­lis­mo euro­peo había teni­do san­grien­tos ensa­yos gene­ra­les de esta bar­ba­rie, nun­ca había esca­la­do has­ta tales dimensiones.

El geno­ci­dio es par­te de la natu­ra­le­za del capi­ta­lis­mo actual. Por esa razón el esta­do de «Israel» ha podi­do actuar como una maqui­na­ria impe­ria­lis­ta y etno­ci­da sin que nin­guno de los gran­des pode­res occi­den­ta­les actúe deci­di­da­men­te para con­te­ner­lo, al con­tra­rio, ha reci­bi­do apo­yo total del hege­món y de la Unión Euro­pea, su vagón de cola.

(Aquí con­ven­dría apun­tar que ser enemi­go del Esta­do de «Israel» no impli­ca para nada ser anti­se­mi­ta. El Esta­do de «Israel» es un arma­tos­te polí­ti­co-mili­tar pues­to al ser­vi­cio de una agen­da impe­ria­lis­ta, supre­ma­cis­ta y racis­ta, que no duda en cali­fi­car a los pales­ti­nos de «ani­ma­les», con el fin de jus­ti­fi­car su exter­mi­nio. El pue­blo judío y la cul­tu­ra judía son mucho más amplios, ricos y diver­sos que ese arma­tos­te, al igual que el pue­blo ale­mán y la cul­tu­ra ale­ma­na son mucho más que el arma­tos­te esta­tal nazi.)

Por eso, a pesar del con­tun­den­te apo­yo de la comu­ni­dad inter­na­cio­nal, el repre­sen­tan­te de EE.UU. pudo este dos de diciem­bre, con total san­gre fría, negar la exis­ten­cia del blo­queo a Cuba y jus­ti­fi­car las medi­das toma­das por su gobierno como medi­das en fun­ción de los mejo­res intere­ses del pue­blo cubano. Un pue­blo que, por no ir más lejos, ha vis­to como en medio de la cri­sis mun­dial y en el mar­co de la pan­de­mia y post pan­de­mia de la covid-19, lejos de ali­viar se recru­de­cie­ron las san­cio­nes en su con­tra. San­cio­nes que afec­tan a todos los sec­to­res, aun­que el dis­cur­so ofi­cial nor­te­ame­ri­cano repi­ta que no afec­tan a la socie­dad civil, sino sola­men­te al gobierno.

Cuán­tas vidas se han per­di­do, se pier­den o están en ries­go de per­der­se por estas medi­das? La cuen­ta es muy difí­cil de sacar, pues a las víc­ti­mas direc­tas se suman las cola­te­ra­les, y el des­ga­rra­mien­to que las muy difí­ci­les con­di­cio­nes coti­dia­nas impo­nen a indi­vi­duos y fami­lias. Eso no figu­ra en nin­gu­na esta­dís­ti­ca. Es el cos­to silen­cio­so de los geno­ci­dios, el que más hon­do cala y es más difí­cil de estimar.

El geno­ci­dio no es solo el exter­mi­nio direc­to por las armas. Es tam­bién la des­truc­ción de la cali­dad de vida, de las con­di­cio­nes mate­ria­les de vida de una pobla­ción. Es el empo­bre­ci­mien­to pre­me­di­ta­do, la asfi­xia eco­nó­mi­ca y la per­se­cu­ción de todas las vías por las cuá­les una peque­ña eco­no­mía pue­de inten­tar reproducirse.

El deba­te sobre el blo­queo a Cuba, moti­va­do por la vic­to­ria de este dos de noviem­bre, solo gana su pleno sen­ti­do, reite­ro, vis­to des­de una ópti­ca mayor, que inclu­ye tam­bién lo que está ocu­rrien­do en Pales­ti­na y otras regio­nes del mun­do. Debe ser un deba­te des­de la posi­ción de enfren­ta­mien­to crí­ti­co a un orden inter­na­cio­nal supues­ta­men­te basa­do en nor­mas, pero regi­do en la prác­ti­ca por una fría racio­na­li­dad ins­tru­men­tal. Con­tra una comu­ni­dad inter­na­cio­nal cuyos orga­nis­mos poco pue­den hacer más allá de la denun­cia, tibia en algu­nos casos, enfá­ti­ca en otros, pero siem­pre igno­ra­da por el hege­món, sus alia­dos y sus intere­ses. Des­de el com­ba­te per­ma­nen­te al geno­ci­dio como prác­ti­ca habi­tual del capi­ta­lis­mo. Tan­to el geno­ci­dio bru­tal del laca­yo israe­lí con­tra el pue­blo pales­tino, como las medi­das, san­cio­nes y blo­queos pen­sa­dos para ren­dir a los pue­blos por ham­bre y nece­si­dad, el eco­ci­dio sos­te­ni­do a las bases de la vida en el pla­ne­ta, la masa­cre coti­dia­na del ham­bre y las enfer­me­da­des curables.

Esta­mos ante un mun­do enfer­mo. El geno­ci­dio es uno de sus sín­to­mas. Vuel­ve, como un letar­go, el vie­jo apun­te de Grams­ci de que lo nue­vo no aca­ba de nacer y lo vie­jo no aca­ba de morir, y en ese momen­to sur­gen los monstruos.

José Ernes­to Nováez Guerrero

3 de noviem­bre de 2023

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