El rol de Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be en el nue­vo orden multipolar

En medio del reaco­mo­do glo­bal en desa­rro­llo Amé­ri­ca Lati­na está ante la opor­tu­ni­dad de tras­cen­der al «lugar secun­da­rio en los asun­tos inter­na­cio­na­les» del cual algu­nos teó­ri­cos han habla­do res­pec­to a su posi­ción en el modo como se orga­ni­zan las rela­cio­nes globales.

La lla­ma­da «diplo­ma­cia de las vacu­nas» que se vivió duran­te la pan­de­mia glo­bal fue una demos­tra­ción de cómo la región —o sub­con­ti­nen­te— es sus­cep­ti­ble a la dispu­ta glo­bal que dina­mi­za el men­cio­na­do reaco­mo­do. Los paí­ses lati­no­ame­ri­ca­nos se vie­ron movi­li­za­dos en torno a la ven­ta o dona­ción de dichos fár­ma­cos, algu­nos con­tra­tos como los de la trans­na­cio­nal Pfi­zer deno­ta­ron el inte­rés pura­men­te extrac­ti­vo de paí­ses como Esta­dos Uni­dos, y el apo­yo de Chi­na y Rusia se vio faci­li­ta­do o tras­tor­na­do según dis­po­si­ción de las éli­tes polí­ti­cas de turno.

En dicho caso el dato rele­van­te fue que, en gene­ral, las ten­den­cias ideo­ló­gi­cas de los gobier­nos no fue el fac­tor que deter­mi­nó si acep­ta­ban o no el acce­so a las vacu­nas, equi­pos o insu­mos para enfren­tar la emer­gen­cia sanitaria.

Tiem­pos de inter­de­pen­den­cia y giros

Lo que sí que­da cla­ro es que, a dife­ren­cia de hace 50 años, la face­ta eco­nó­mi­ca y comer­cial de la glo­ba­li­za­ción repre­sen­ta el modo en que esta ha gene­ra­do inter­de­pen­den­cia entre los Esta­dos. Es así como cada acción, por ejem­plo, sea diplo­má­ti­ca, béli­ca o de inter­ven­ción por par­te de Esta­dos Uni­dos, gene­ra un «efec­to mari­po­sa» y hace mayo­res los cos­tos de cada con­flic­to. Esa inter­re­la­ción ha gene­ra­do una com­ple­ji­dad de varia­bles a tomar en cuen­ta por par­te de los cen­tros de poder glo­bal antes de cada movimiento.

Hoy en día Amé­ri­ca Lati­na es un sub­con­ti­nen­te que aún vive bajo el radio de influen­cia geo­po­lí­ti­ca y eco­nó­mi­ca de las gran­des poten­cias. La mayo­ría de las eco­no­mías son depen­dien­tes de las expor­ta­cio­nes hacia Esta­dos Uni­dos, Asia y Euro­pa y esto tie­ne un com­po­nen­te his­tó­ri­co impor­tan­te que expe­ri­men­tó su pun­to de infle­xión lue­go de que paí­ses como Argen­ti­na y Bra­sil bus­ca­ran pasar de gra­do hacia la indus­tria­li­za­ción en la segun­da mitad del siglo XX.

Ade­más de que estos pasos gene­ra­ron recha­zo por par­te de Esta­dos Uni­dos, la rela­ción con dicha poten­cia se tra­du­jo en ofen­si­vas espe­cu­la­ti­vas de su capi­tal finan­cie­ro dis­fra­za­das de «com­ple­men­ta­rie­dad eco­nó­mi­ca» y «pro­gra­mas de ajus­te» que se ace­le­ra­ron lue­go del fin de la Unión Sovié­ti­ca. Así se des­man­te­ló la infra­es­truc­tu­ra indus­trial y aumen­tó la voca­ción extrac­ti­vis­ta y ren­tis­ta de las eco­no­mías regio­na­les, vol­ca­das enton­ces a pro­fun­di­zar la expor­ta­ción de mate­rias pri­mas como motor de sus economías.

En los últi­mos vein­te años esta diná­mi­ca ha cam­bia­do debi­do a varios factores:

  • El entra­ma­do de cri­sis de la eco­no­mía glo­bal ha men­gua­do la influen­cia de Esta­dos Uni­dos y su capa­ci­dad para diri­gir los des­ti­nos eco­nó­mi­cos de la región.
  • Hitos como el recha­zo en 2005 de los paí­ses sud­ame­ri­ca­nos al Área de Libre Comer­cio de las Amé­ri­cas (ALCA), impul­sa­do por Hugo Chá­vez, Lula da Sil­va, Evo Mora­les y Nés­tor Kirchner.
  • Esta­dos Uni­dos se dis­tan­ció de Amé­ri­ca Lati­na al reorien­tar sus intere­ses geo­po­lí­ti­cos hacia Asia Occi­den­tal (Medio Orien­te). El des­gas­te de las ope­ra­cio­nes béli­cas en aque­lla región des­es­ta­bi­li­zó sus finan­zas y for­ta­le­ció el lide­raz­go de pro­ce­sos polí­ti­cos emer­gen­tes en Vene­zue­la, Boli­via, Ecua­dor, Argen­ti­na y Brasil.
  • El ascen­so de la pre­sen­cia de Chi­na, cuyo cre­ci­mien­to sos­te­ni­do, cré­di­tos e inver­sio­nes se tra­du­je­ron en impor­ta­cio­nes des­de la región. Ello hizo que la usual extor­sión por deu­da de par­te de Esta­dos Uni­dos fue­ra decayendo.
  • Los nego­cios con Chi­na han care­ci­do del mar­ca­do ses­go ideo­ló­gi­co acos­tum­bra­do por Esta­dos Uni­dos y Euro­pa. Un caso es el de Bra­sil, cuyo prin­ci­pal socio comer­cial es Chi­na y lo ha con­ver­ti­do en fuen­te cla­ve de recur­sos mine­ra­les, petró­leo y soya para ese mer­ca­do. Pero tam­bién Chi­le, cuyos gobier­nos no han sido míni­ma­men­te adver­sos a Washing­ton pero es una fuen­te impor­tan­te de abas­te­ci­mien­to de pro­duc­tos bási­cos al país asiá­ti­co, en espe­cial alimentos.

¿Equi­dis­tan­cia entre dos potencias?

La región está expues­ta a ser arras­tra­da por el orden glo­bal emer­gen­te que se estruc­tu­ra esen­cial­men­te en torno a la riva­li­dad entre Esta­dos Uni­dos y Chi­na, y a pro­yec­tar­se en una Euro­pa que pier­de a dia­rio su auto­no­mía estra­té­gi­ca. Dicha riva­li­dad entre ambas gran­des poten­cias ocu­pa cada vez más otros espa­cios que inclu­yen, pero tras­cien­den, al comer­cio. Qui­zás los más crí­ti­cos sean:

  • El sec­tor tec­no­ló­gi­co. En el que pre­va­le­cen dispu­tas por el cono­ci­mien­to mate­ria­li­za­das en gue­rra ciber­tec­no­ló­gi­ca, acu­sa­cio­nes de espio­na­je y con­flic­tos por patentes.
  • Las infra­es­truc­tu­ras. Riva­li­dad entre la Ini­cia­ti­va de la Fran­ja y la Ruta vs. Buil­ding Back a Bet­ter World de Biden (o el Make Ame­ri­ca Great Again de Trump) que se mate­ria­li­za en con­trol de las cade­nas de sumi­nis­tros a tra­vés de puer­tos y vías terrestres.

En el libro El ‘no ali­nea­mien­to acti­vo’ y Amé­ri­ca Lati­na en el orden glo­bal, Juan Gabriel Tokatlian men­cio­na reali­da­des que com­pli­can la natu­ra­le­za del orden glo­bal emer­gen­te, como la irrup­ción del Sur Glo­bal o el resur­gi­mien­to de una Rusia dis­rup­ti­va. En este esce­na­rio seña­la que «la región coexis­te con una super­po­ten­cia en rela­ti­vo decli­ve, lo que podría lle­var a la aper­tu­ra de posi­bles már­ge­nes de manio­bra para una rela­ti­va autonomía».

Estu­dio­sos del fenó­meno hablan del esta­ble­ci­mien­to de una «diplo­ma­cia equi­dis­tan­te» fren­te a las gran­des poten­cias, lo que debe­ría ofre­cer opor­tu­ni­da­des de auto­no­mía a los Esta­dos del con­ti­nen­te. Sin embar­go, posi­cio­nes como las de Washing­ton no pare­cen garan­ti­zar que haya espa­cio para esa toma de dis­tan­cia. El caos de su esta­bi­li­dad inter­na y el decli­ve de su influen­cia extor­si­va glo­bal agu­di­zan las con­tra­dic­cio­nes, al tiem­po que tam­bién aumen­ta la nece­si­dad deses­pe­ra­da de res­ta­ble­cer la hege­mo­nía perdida.

El rol multipolar

La depen­den­cia exclu­si­va de los intere­ses oli­gár­qui­cos del Nor­te Glo­bal no solo se expre­só en rela­cio­nes eco­nó­mi­cas, finan­cie­ras y comer­cia­les sino en la extre­ma­ción de ope­ra­cio­nes de cam­bio de régi­men ins­tru­men­ta­das des­de Esta­dos Uni­dos y Euro­pa. Son muchos los pro­ce­sos polí­ti­cos que han sufri­do trans­for­ma­cio­nes a par­tir de la nue­va for­ma de poder blan­do que se movi­li­za des­de esas potencias.

Mien­tras algu­nos sec­to­res polí­ti­cos de izquier­da, ahu­yen­ta­dos por la cruel ofen­si­va con­tra Vene­zue­la, se adhi­rie­ron a las impo­si­cio­nes de Washing­ton, otros con deter­mi­na­do sen­ti­do de sobe­ra­nía se vie­ron en la nece­si­dad de modi­fi­car la tra­di­cio­nal divi­sión inter­na­cio­nal del tra­ba­jo que había sub­su­mi­do a los paí­ses de la región a un lugar peri­fé­ri­co de la eco­no­mía mun­dial capi­ta­lis­ta. No se tra­tó de una nove­dad sino de una exi­gen­cia de los tiem­pos históricos.

La mul­ti­po­la­ri­dad se ha plan­tea­do como alter­na­ti­va ante la deca­den­te uni­po­la­ri­dad lide­ra­da por Esta­dos Uni­dos y, aún hoy, sigue vigen­te la pre­gun­ta res­pec­to al papel que juga­ría Amé­ri­ca Lati­na en el nue­vo orden. Una res­pues­ta de carác­ter ins­ti­tu­cio­nal está en las expe­rien­cias orga­ni­za­ti­vas como el Mer­ca­do Común del Sur (Mer­co­sur), cuya fun­ción es bási­ca­men­te comer­cial, pero tam­bién en la Comu­ni­dad Andi­na de Nacio­nes (CAN) o la Alian­za Boli­va­ria­na para los Pue­blos de Nues­tra Amé­ri­ca-Tra­ta­do de Comer­cio de los Pue­blos (ALBA-TCP). La más impor­tan­te es la Comu­ni­dad de Esta­dos Lati­no­ame­ri­ca­nos y Cari­be­ños (Celac), como espa­cio mul­ti­la­te­ral o blo­que que ha bus­ca­do gene­rar el sufi­cien­te peso polí­ti­co en la región; tam­bién la Unión de Nacio­nes Sur­ame­ri­ca­nas (Una­sur) por aglu­ti­nar la mayo­ría de los paí­ses lati­no­ame­ri­ca­nos y con­tar con tra­ta­dos excep­cio­na­les en el mar­co de la inte­gra­ción regional.

Algu­nos estu­dios han cen­tra­do el aná­li­sis en que la mul­ti­po­la­ri­dad no se iden­ti­fi­ca con un mul­ti­la­te­ra­lis­mo de signo glo­bal, es decir, no se tra­ta solo de ins­ti­tu­cio­nes. Des­de hace tiem­po se uti­li­za el con­cep­to de «mul­ti­po­la­ri­dad com­ple­ja», que alu­de a una dis­tri­bu­ción múl­ti­ple del poder entre diver­sos suje­tos, sean o no Esta­dos, den­tro de un con­tex­to de inter­de­pen­den­cia, dado que todos ellos se nece­si­tan mutuamente.

En este sen­ti­do, hablar de Amé­ri­ca Lati­na como un polo den­tro de la com­ple­ji­dad requie­re ana­li­zar los fac­to­res que bus­can recon­fi­gu­rar el rol de los Esta­dos y los que bus­can des­con­fi­gu­rar­los, entre ellos las ONG y su pro­lon­ga­ción sis­té­mi­ca, el mul­tis­ta­kehol­der, que sir­ven de estan­dar­tes de la doc­tri­na neo­li­be­ral y, por ende, de la vie­ja divi­sión internacional.

A la cabe­za de estos pro­ce­sos están Bra­sil, Argen­ti­na, Méxi­co y Vene­zue­la como cen­tros de poder, no solo por sus pro­ce­sos polí­ti­cos sino por el sig­ni­fi­ca­do de sus eco­no­mías en la región. Para cons­ti­tuir un polo de poder den­tro de la con­fi­gu­ra­ción glo­bal emer­gen­te este cuar­te­to ten­dría que pre­gun­tar­se has­ta por la noción de desa­rro­llo que sur­gió de la con­cep­ción colo­nial del Nor­te Glo­bal. De esta mane­ra no se repe­ti­rían las rutas falli­das que han gene­ra­do par­te del colap­so al que lle­va la actual cri­sis civilizatoria.

Los pro­yec­tos de cada Esta­do han per­ma­ne­ci­do subor­di­na­dos a un sis­te­ma eco­nó­mi­co mun­dial que crea rique­za para pocos, fue­ra y den­tro de sus fron­te­ras, pero tam­bién empo­bre­ce a la mayo­ría de sus pobla­do­res y dete­rio­ra las con­di­cio­nes para la vida que ofre­ce la naturaleza.

Jun­to a los nue­vos pro­ce­sos de inte­gra­ción siguen sur­gien­do meca­nis­mos de coin­ci­den­cia y coexis­ten­cia geo­po­lí­ti­ca que per­mi­ten hablar por la región en foros inter­na­cio­na­les o en nego­cia­cio­nes con otros paí­ses o blo­ques regio­na­les. Qui­zás la pre­gun­ta sobre el nue­vo rol esté en la amplia­ción de blo­ques de carác­ter con­tra­he­ge­mó­ni­co que pue­dan hacer fren­te a la uni­po­la­ri­dad esta­dou­ni­den­se mani­fies­ta en el G7; uno de ellos son los Brics.

Está por ver­se si ini­cia­ti­vas como esa harían siner­gia o cho­ca­rían con mul­ti­la­te­ra­lis­mos de alcan­ce regio­nal como la Celac. Ello res­pon­de­ría tam­bién a la pre­gun­ta acer­ca de si la mul­ti­po­la­ri­dad más que redu­cir la com­pe­ten­cia entre regio­nes la incrementaría.

A comien­zos del actual siglo se vie­ron luces de cómo avan­zar hacia la inte­gra­ción y la uni­dad regio­nal, se bus­có prio­ri­zar la coope­ra­ción fren­te a la com­pe­ten­cia y se exclu­yó la influen­cia de Esta­dos Uni­dos —y su polí­ti­ca exte­rior inje­ren­cis­ta— sobre las ins­ti­tu­cio­nes polí­ti­cas latinoamericanas.

Sin embar­go, el even­tual fra­ca­so o inac­ción de esos orga­nis­mos tra­jo con­se­cuen­cias para la diná­mi­ca regio­nal, y Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be se han vis­to frag­men­ta­das e inde­ci­sas como blo­que para con­fron­tar la reali­dad mul­ti­po­lar, a des­pe­cho de algu­nos acuer­dos fir­ma­dos con las poten­cias emer­gen­tes de Asia de mane­ra bila­te­ral por algu­nos paí­ses cla­ves del continente.

La can­ti­dad con­si­de­ra­ble de recur­sos y capa­ci­dad tra­ba­ja­do­ra en la región deben ser con­si­de­ra­das como ele­men­to estra­té­gi­co con vis­tas a que sur­gie­ra una ini­cia­ti­va, al menos comer­cial, que enca­mi­na­ra la polí­ti­ca con­ti­nen­tal hacia otras vías no con­di­cio­na­das por los intere­ses esta­dou­ni­den­ses. Mien­tras los pro­pios gober­nan­tes no com­pren­dan la dimen­sión de las rela­cio­nes depen­dien­tes y sub­de­sa­rro­lla­das de las eco­no­mías lati­no­ame­ri­ca­nas y cari­be­ñas, es poco pro­ba­ble que se pue­dan apro­ve­char las ren­di­jas que el momen­to mul­ti­po­lar está dan­do en aras de la cons­truc­ción de otro mode­lo de rela­cio­nes internacionales.

Redac­ción Razo­nes de Cuba

12 de mayo de 2023

Fuen­te: http://​razo​nes​de​cu​ba​.cu/​e​l​-​r​o​l​-​d​e​-​a​m​e​r​i​c​a​-​l​a​t​i​n​a​-​y​-​e​l​-​c​a​r​i​b​e​-​e​n​-​e​l​-​n​u​e​v​o​-​o​r​d​e​n​-​m​u​l​t​i​p​o​l​ar/

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *