Chá­vez como clave

«Chi­na no atro­pe­lla a nadie, no inva­de a nadie, pero es una gran poten­cia. Estos Uni­dos nació lamen­ta­ble­men­te con voca­ción vio­len­ta, agre­so­ra y Bolí­var lo pre­sin­tió, más bien lo sin­tió y lo pre­vió y dijo: “los Esta­dos Uni­dos de Nor­te­amé­ri­ca pare­cen des­ti­na­dos por la pro­vi­den­cia, para pla­gar la Amé­ri­ca de mise­rias en nom­bre de la libertad”.»

Coman­dan­te Chávez:Pensamiento Petro­le, PDVSA, 2013, p. 277.

Nota: Tex­to para el even­to Gran Encuen­tro Mun­dial por la Vigen­cia del Pen­sa­mien­to Boli­va­riano del Coman­dan­te Hugo Chá­vez en el siglo XXI.

Una de las acep­cio­nes del tér­mino «cla­ve» hace refe­ren­cia a lo fun­da­men­tal, a lo bási­co de algo, de un pro­ce­so, idea o cosa. Otra hace refe­ren­cia a los sig­nos, indi­ca­cio­nes, noti­cias o datos que per­mi­ten acce­der al cono­ci­mien­to y solu­ción de un pro­ble­ma, obs­tácu­lo o difi­cul­tad insu­pe­ra­ble, diría­mos que es la cla­ve del códi­go de acce­so. Hay momen­tos pun­tua­les en la his­to­ria en los que una per­so­na, mejor decir un gru­po redu­ci­do de per­so­nas, con­cen­tran en sí los aspec­tos cen­tra­les, deci­si­vos del anta­go­nis­mo entre opre­so­res y opri­mi­dos. En esos momen­tos, son una de las cla­ves deci­si­vas que, por su luci­dez, mues­tra cómo des­en­tra­ñar el nudo gor­diano que ata todas las cade­nas opre­so­ras suje­tan­do férrea­men­te la explo­ta­ción social.

Se dice que en Fri­gia el nudo crea­do por Gor­dio era tan com­ple­jo que sim­bo­li­za­ba la inex­pug­na­bi­li­dad abso­lu­ta de Per­sia y Orien­te excep­to para quien pudie­ra sol­tar­lo. Todos los inten­tos resul­ta­ban bal­díos, pero Ale­jan­dro Magno no se entre­tu­vo en que­rer sol­tar el nudo gor­diano con los dedos, sino que lo rom­pió de un tajo con su espa­da. Hay varias inter­pre­ta­cio­nes de este mito, pero la más plau­si­ble es la que hace refe­ren­cia al papel cla­ve que jue­ga la acción direc­ta sobre el pro­ble­ma a resol­ver una vez estu­dia­da su difi­cul­tad, en vez de la lar­ga e inú­til mani­pu­la­ción exte­rior, super­fi­cial. Según esto, la cla­ve de la solu­ción fue gol­pear con toda la fuer­za posi­ble en el pun­to débil del nudo, lo que Lenin defi­ni­ría como el esla­bón débil de la cadena.

Nin­gu­na cla­ve se crea de la nada, al esti­lo de una ins­pi­ra­ción tras­cen­den­te, sino que resul­ta de un pro­ce­so men­tal com­ple­jo, ana­lí­ti­co y sin­té­ti­co, depu­ra­dor y crea­ti­vo, de modo que al final, ela­bo­ra­da ya la cla­ve, debe ser some­ti­da al cri­te­rio de la prác­ti­ca para saber si es efec­ti­va o no. Hugo Chá­vez había leí­do minu­cio­sa­men­te el pen­sa­mien­to de Bolí­var, de los Liber­ta­do­res y de muchas corrien­tes eman­ci­pa­do­ras, revo­lu­cio­na­rias, y siem­pre las siguió estu­dian­do a la luz de las nue­vas con­tra­dic­cio­nes, lo que demos­tró en 1982 con la for­ma­ción del Movi­mien­to Boli­va­riano Revo­lu­cio­na­rio 200 (MRB 200). Su for­ma­ción inte­lec­tual juve­nil gra­cias a su ori­gen de cla­se, la base teó­ri­ca, filo­só­fi­ca y éti­ca, más su for­ma­ción mili­tar, le dota­ron de pen­sa­mien­to agu­do, rápi­do, dia­léc­ti­co por exce­len­cia lo que le per­mi­tió com­pren­der qué fuer­zas invi­si­bles esta­ban deba­jo de la muy visi­ble matan­za del Caracazo.

Si excep­tua­mos a los seres inhu­ma­nos, es admi­ti­do que la rebe­lión del Cara­ca­zo de febre­ro de 1989 es una «cla­ve» que ayu­da sobre­ma­ne­ra a enten­der las pro­fun­das fuer­zas libe­ra­do­ras que irrum­pie­ron des­or­de­na­da y heroi­ca­men­te en con­tra de tan­ta bru­ta­li­dad. Millo­nes de per­so­nas que­da­mos ilu­sio­na­da­men­te impac­ta­das por aque­lla masi­va reapa­ri­ción de la lucha de cla­ses en un momen­to de eufo­ria neo­li­be­ral, en el mis­mo año en el que empe­zó a gol­pear el láti­go del Con­sen­so de Washing­ton. Fue el pri­mer esta­lli­do de masas con­tra el neo­li­be­ra­lis­mo. La san­gre de los más de tres mil muer­tos ofi­cia­les y de los heri­dos incal­cu­la­bles regó el sue­lo en el que flo­re­ce­ría la Vene­zue­la insurgente.

La masa­cre ase­si­na demos­tró que el lla­ma­do «fac­tor sub­je­ti­vo», la con­cien­cia orga­ni­za­da como fuer­za mate­rial obje­ti­va diri­gi­da a la toma del poder, era aún débil. Y aquí apa­re­ce en esce­na el pro­ce­so auto­crí­ti­co de for­ma­ción de la cla­ve boli­va­ria­na: era urgen­te lograr que esa sub­je­ti­vi­dad de masas se orga­ni­za­se polí­ti­ca­men­te. Soy de los que pien­so que un paso deci­si­vo en esta direc­ción fue el movi­mien­to polí­ti­co-mili­tar diri­gi­do por Chá­vez en 1992, a pesar de su apa­ren­te fra­ca­so ini­cial. Las lec­cio­nes extraí­das por Chá­vez le lle­va­ron a vol­car­se en la acción polí­ti­ca de masas tras haber demos­tra­do la cre­cien­te debi­li­dad del régi­men. La ace­le­ra­ción y exten­sión de las movi­li­za­cio­nes popu­la­res, que cul­mi­na­ron en la vic­to­ria elec­to­ral de 1999, hubie­ran sido más len­tas y tar­días, o segu­ra­men­te des­tro­za­das, de no haber sido por la crea­ción simul­tá­nea de esa cla­ve boli­va­ria­na des­de antes inclu­so de 1992, 1989, 1982… has­ta lle­gar, ¿por qué no?, a las pri­me­ras rebe­lio­nes popu­la­res con­tra la inva­sión espa­ño­la allá por el siglo XVI.

Y aquí lle­ga­mos a otra acep­ción del tér­mino «cla­ve»: se dice así a la pie­dra que cie­rra el arco o la bóve­da, evi­tan­do que se derrum­be: ¿se pue­de «cerrar» un pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio? El colec­ti­vo nuclea­do por Chá­vez fue la pie­dra que com­ple­tó la bóve­da boli­va­ria­na que, sin embar­go, es inaca­ba­ble por su mis­ma gran­de­za y obje­ti­vo, la liber­tad. Fue, y es, un tra­ba­jo colec­ti­vo per­ma­nen­te en el que Chá­vez tuvo un papel mate­rial incues­tio­na­ble, y tie­ne y ten­drá un papel cen­tral en lo sim­bó­li­co y como refe­ren­te insus­ti­tui­ble. Su ausen­cia físi­ca no ha debi­li­ta­do la fle­xi­ble resis­ten­cia de la bella pero inse­gu­ra arqui­tec­tu­ra boli­va­ria­na sos­te­ni­da sobre las pro­fun­das raí­ces popu­la­res que, como esos edi­fi­cios anti­sís­mi­cos, resis­te has­ta aho­ra todos los ata­ques y que debe­rá con­ti­nuar resistiéndolos.

Tal vez esta sea la acep­ción del tér­mino que más rigor dia­léc­ti­co exi­ge: nada está aca­ba­do y menos en un mun­do en el que el impe­ria­lis­mo pre­ten­de explo­tar­lo todo. Leyen­do los tex­tos de Chá­vez sobre la polí­ti­ca petro­le­ra de la Vene­zue­la boli­va­ria­na, que­da cla­ro que la lucha no ten­drá fin mien­tras per­vi­va el impe­ria­lis­mo. Por tan­to, esa pie­dra cla­ve, esa cons­truc­ción armo­nio­sa pero imper­fec­ta en sí mis­ma, siem­pre debe­rá expan­dir­se, por­que su estan­ca­mien­to, por no hablar de su retro­ce­so, será el ini­cio de su derrum­be. Recor­de­mos al últi­mo y esen­cial Chá­vez: «¡Comu­na o nada!».

Para ir ter­mi­nan­do: «cla­ve» tam­bién es el nom­bre de un ins­tru­men­to musi­cal crea­do por el sin­cre­tis­mo afro-cubano que mar­ca el rit­mo de un movi­mien­to, de un bai­le de esos con los que las gen­tes explo­ta­das, escla­vos, indios, blan­cos empo­bre­ci­dos, mes­ti­zos y crio­llos des­pre­cia­dos…, muje­res rebel­des e insu­mi­sas, com­ba­tían sus sufri­mien­tos, se unían en sus ale­grías y con­fra­ter­ni­za­cio­nes, lo que expli­ca su rápi­da expan­sión en Nues­tra­mé­ri­ca, ade­más de sus cua­li­da­des sonoras.

Hugo Chá­vez es, incues­tio­na­ble­men­te, una de las per­so­nas cla­ves para cono­cer la reali­dad del mun­do en todas las acep­cio­nes del tér­mino «cla­ve», tam­bién en la de la músi­ca rebel­de y sub­ver­si­va de los pue­blos, el arte como crea­ti­vi­dad de las cua­li­da­des huma­nas. El Coman­dan­te insis­tió muchas veces en la impor­tan­cia de la crea­ti­vi­dad del fol­clo­re, del arte y de la cul­tu­ra popu­la­res no sola­men­te en la eman­ci­pa­ción de las cla­ses y de los pue­blos, sino a la vez en res­pues­ta a la gue­rra cul­tu­ral impe­ria­lis­ta, uni­for­ma­do­ra por cuan­to redu­ce la poli­cro­mía crí­ti­ca de la cul­tu­ra huma­na a gris mer­can­cía. Pue­de decir­se que el rit­mo de la revo­lu­ción boli­va­ria­na nos trans­por­ta a la rebel­día de los cima­rro­nes y asil­ves­tra­dos, de las comu­nas libe­ra­das y espar­ci­das en las tie­rras aún no arra­sa­das por la pes­te blan­ca, en don­de el cla­ve, ese ins­tru­men­to sen­ci­llo y sim­ple pero excel­so, refor­za­ba la ale­gría de la libertad.

El lla­ma­do de Chá­vez a la libe­ra­ción cul­tu­ral y artís­ti­ca de los pue­blos tra­ba­ja­do­res ha impac­ta­do deci­si­va­men­te lle­gan­do has­ta nues­tro pre­sen­te. No pue­do con­cluir este bre­ve tex­to sin citar un ejem­plo de ello: Elías Jaua Milano, en 2017, denun­ció la ame­na­za que enton­ces reco­rría el mun­do en un artícu­lo que la edi­to­rial Trin­che­ra reco­gió en el libro titu­la­do Des­po­jan­do el hori­zon­te. Por el camino de Chá­vez (Trin­che­ra, Cara­cas 2018, pp. 227 – 228). Elías escri­bió enton­ces, siguien­do la vere­da de Chá­vez: «Lo mis­mo es en Ucra­nia que en Siria, lo mis­mo es Char­lot­tes­vi­lle, Esta­dos Uni­dos, que en Alta­mi­ra, Vene­zue­la. Una ame­na­za reco­rre el mun­do, las eli­tes mun­dia­les han deci­di­do bata­llar, ya no solo por los recur­sos mate­ria­les de todos los paí­ses, otra vez deli­ran por la impo­si­ción tota­li­ta­ria de su cos­mo­vi­sión cultural».

La sen­da abier­ta por Chá­vez nos per­mi­te com­pren­der en este 2023 las cau­sas de la gue­rra impe­ria­lis­ta para impo­ner su cos­mo­vi­sión cul­tu­ral, no solo su expo­lia­ción eco­nó­mi­ca y ener­gé­ti­ca se agra­va e inten­si­fi­ca a dia­rio. Si en 2017 era una ver­dad ame­na­za­do­ra y alar­man­te que esa gue­rra aplas­ta­ba a la Ucra­nia del Don­bass, a Siria, a Vene­zue­la y a los barrios empo­bre­ci­dos de Esta­dos Uni­dos, aho­ra esa ame­na­za que reco­rre el mun­do pre­ten­de lle­var la gue­rra total más allá de lo mera­men­te físi­co, para hacer­la tam­bién cul­tu­ral y esté­ti­ca, es decir, para impo­ner­nos la horri­ble feal­dad inmo­ral y mate­rial del dólar, con ese hedor que repug­na­ba a Bolí­var y bajo el que quie­ren des­com­po­ner a Nues­tra­mé­ri­ca y al ente­ro mun­do. La his­to­ria está con­fir­man­do la valía de las cla­ves deve­la­das por Chávez.

Iña­ki Gil de San Vicente

Eus­kal Herria, 3 de mar­zo de 2023

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