Pales­ti­na. ‘No quie­ro for­mar par­te de la opre­sión del pue­blo pales­tino’: Deser­cio­nes de con­cien­cia en el Ejér­ci­to israelí

Resu­men Medio Orien­te, 09 de diciem­bre de 2021.

Algu­nos jóve­nes renun­cian a ingre­sar en el ser­vi­cio mili­tar obli­ga­to­rio como par­te de su acti­vis­mo en con­tra de la ocu­pa­ción de los terri­to­rios pales­ti­nos ocu­pa­dos. «No esta­mos allí para mejo­rar la ocu­pa­ción por­que no hay for­ma de hacer­lo, es moral­men­te inde­fen­di­ble», denun­cia Ori Giva­ti, de Brea­king the Silence

«No quie­ro for­mar par­te de la opre­sión del pue­blo pales­tino». Shahar Perets tuvo cla­ro que ella no que­ría ser la cau­sa de nin­gún dolor cuan­do cono­ció a un gru­po de jóve­nes pales­ti­nos duran­te un cam­pa­men­to de verano. «Enten­dí mejor su sufri­mien­to al escu­char sus his­to­rias per­so­na­les», expli­ca esta joven israe­lí. «Por eso, deci­dí no alis­tar­me en el Ejér­ci­to«, recuer­da. Aho­ra su nega­ti­va la ha obli­ga­do a entrar en pri­sión cua­tro veces. Como obje­to­ra de con­cien­cia, Shahar ha pasa­do 61 días de sus tem­pra­nos 19 años entre rejas.

Al cum­plir la mayo­ría de edad, todo israe­lí está obli­ga­do a incor­po­rar­se a las Fuer­zas de Defen­sa de Israel (FDI). Los hom­bres pasan tres años en el Ejér­ci­to y las muje­res, dos. La inca­pa­ci­dad físi­ca o men­tal y la obje­ción reli­gio­sa pue­den ser cau­sas de exen­ción del ser­vi­cio mili­tar. Muchos jóve­nes acce­den a decla­rar algu­na enfer­me­dad psí­qui­ca para evi­tar esos años for­za­dos. Otros se unen a una yeshi­vá, una escue­la judía orto­do­xa, como alter­na­ti­va. Las per­so­nas pales­ti­nas con ciu­da­da­nía israe­lí, el 20% de la pobla­ción, no tie­nen la obli­ga­ción de alistarse.

Pero Shahar recha­zó todos estos ata­jos. Ella que­ría que las con­se­cuen­cias de su deci­sión fue­ran públi­cas y lle­var este espi­no­so asun­to a la pales­tra. «Es un tema muy com­pli­ca­do en Israel, el Ejér­ci­to no es algo a menos­pre­ciar o a cri­ti­car», cuen­ta des­de su casa, tres días antes de vol­ver a ingre­sar en pri­sión. No se dis­cu­te en las sobre­me­sas ni en las aulas. Ni mucho menos en el hemi­ci­clo. «Tie­nes que con­se­guir recur­sos fue­ra de Israel para obte­ner infor­ma­ción; tú mis­mo debes tomar la ini­cia­ti­va para cues­tio­nár­te­lo», añade.

«Segu­ra­men­te me enfren­te a pro­ble­mas en el futu­ro para con­se­guir un tra­ba­jo», dice. Y es que Shahar ha dado don­de más due­le. Des­de su crea­ción, el Ejér­ci­to es uno de los pila­res de la iden­ti­dad israe­lí. «Las FDI en la socie­dad israe­lí lo son todo; cuan­do era niño mi fami­lia ya esta­ba hablan­do de qué haría cuan­do estu­vie­ra en el Ejér­ci­to», reme­mo­ra Ori Giva­ti, direc­tor de pro­mo­ción de cau­sas de Brea­king the Silen­ce. Esta orga­ni­za­ción reco­ge tes­ti­mo­nios de más de 1.300 sol­da­dos que tras ser­vir en filas, quie­ren expo­ner la ver­dad sobre sus accio­nes como par­te de la lucha con­tra la ocu­pa­ción en los terri­to­rios palestinos.

Con­cien­cia colectiva

Con 18 años, los meses de ser­vi­cio se con­vier­ten en una par­te cla­ve en el cre­ci­mien­to de estos jóve­nes. Se cons­tru­yen amis­ta­des de por vida. Se des­cu­bre un nue­vo mun­do. La socie­dad israe­lí valo­ra esta con­cien­cia colec­ti­va y el sen­ti­mien­to de soli­da­ri­dad hacia el pro­pio gru­po. «Siem­pre se nos dijo que somos un país peque­ño rodea­do por enemi­gos, que nece­si­ta­mos pro­te­ger­nos», apun­ta Perets. Esta obje­to­ra de con­cien­cia for­ma par­te de la red Mesar­vot – Refu­ser Soli­da­rity Net­work (Mesar­vot – RSN) que bus­ca dar apo­yo a los que toman esta deci­sión en Israel.

«Mien­tras cre­ce­mos, lo úni­co que sabe­mos es que es nece­sa­rio tener este tipo de con­trol sobre los pales­ti­nos por­que nues­tra segu­ri­dad siem­pre está ame­na­za­da, pero cuan­do vas sobre el terreno, te das cuen­ta que nues­tro tra­ba­jo con­sis­te en pre­ser­var el apartheid«, denun­cia Aya­la Olier, la coor­di­na­do­ra de soli­da­ri­dad inter­na­cio­nal de Mesar­vot – RSN. En 2002, la Cor­te Supre­ma legis­ló la con­ce­sión de exen­cio­nes del ser­vi­cio mili­tar por paci­fis­mo, pero dis­tin­guió entre la opo­si­ción a la gue­rra en gene­ral y la «obje­ción de con­cien­cia selec­ti­va». Esta podría «debi­li­tar los lazos que nos unen como nación».

Duran­te más de 50 años, jóve­nes como Shahar han dicho no a la ocu­pa­ción con sus pro­pios cuer­pos. Aun­que se des­co­no­ce el núme­ro esti­ma­do, la obje­to­ra de 19 años no es la úni­ca que está en la cár­cel. El com­pro­mi­so con el Ejér­ci­to se alar­ga has­ta los 40 años como reser­vis­tas que pue­den ser movi­li­za­dos has­ta el fren­te en caso de con­flic­to. «La ocu­pa­ción es un sis­te­ma, es una orden que nos da el Gobierno», seña­la Giva­ti. «Cuan­do ser­ví como sol­da­do en los terri­to­rios ocu­pa­dos, ni siquie­ra sabía que había una ley mili­tar», añade.

«Matar ára­bes»

Una con­ver­sa­ción a las puer­tas de Gaza cam­bió a Ori. En el 2012, esta­ba espe­ran­do para entrar en un tan­que a la Fran­ja cuan­do escu­chó a unos reser­vis­tas mayo­res que él. «Habla­ban de lo ansio­sos que esta­ban por entrar a Gaza y matar ára­bes», narra. «Enton­ces empe­cé a pre­gun­tar­me qué hago aquí y comen­cé a pen­sar en mi vida, qué ha pro­vo­ca­do en mi crian­za en Israel que quie­ra entrar en un tan­que a la Fran­ja», se cues­tio­na aún. Aho­ra tra­ba­ja con su voz para narrar lo que vie­ron sus ojos cuan­do era par­te de la ocupación.

Inva­dir casas de madru­ga­da, dete­ner ciu­da­da­nos en los ‘check­points‘, par­ti­ci­par en gue­rras o vigi­lar a la pobla­ción pales­ti­na son par­te de algu­nas de las fun­cio­nes de los sol­da­dos israe­lís. «No esta­mos allí para mejo­rar la ocu­pa­ción por­que no hay for­ma de mejo­rar­la, es moral­men­te inde­fen­di­ble», insis­te Giva­ti. Duran­te su ser­vi­cio mili­tar, cono­cen a pales­ti­nos por pri­me­ra vez. «Es muy inten­cio­nal que los israe­lís no se reúnan con los pales­ti­nos; si la edu­ca­ción inclu­ye­ra las voces de los pales­ti­nos, cam­bia­ría total­men­te la situa­ción», reco­no­ce Shahar.

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Pero la reali­dad sobre el terreno está muy lejos del cam­bio. «Nues­tro Gobierno está avan­zan­do en la ane­xión de fac­to de Cis­jor­da­nia aun­que no sea legal», expli­ca Giva­ti. Cono­ce­dor de pri­me­ra mano de la ocu­pa­ción, man­tie­ne la espe­ran­za. «Es impor­tan­te que coexis­ta­mos con el pue­blo pales­tino ya que toda ocu­pa­ción en la his­to­ria se ha aca­ba­do y está ter­mi­na­rá tam­bién», con­clu­ye. Shahar aún no ve el momen­to de que esto ocu­rra. «Es muy difí­cil pen­sar en el futu­ro des­de la cár­cel», reconoce.

Fuen­te: www​.elpe​rio​di​co​.com

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