Colom­bia. Infor­me de la ONU: 28 muer­tes en el Paro Nacio­nal fue­ron pro­du­ci­das por Fuer­za Pública

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 16 de diciem­bre de 2021.

Polí­cias enfren­tan a un mani­fes­tan­te duran­te las pro­tes­tas. Foto­gra­fía Óscar Pérez.

El día 15 de diciem­bre la Ofi­ci­na para los Dere­chos Huma­nos de la ONU en Colom­bia publi­có un repor­te en el que denun­cia las vio­la­cio­nes de dere­chos huma­nos ocu­rri­das duran­te las pro­tes­tas del Paro Nacio­nal de 2021.

En el docu­men­to de 63 pági­nas, deno­mi­na­do “El Paro Nacio­nal 2021: lec­cio­nes apren­di­das para el ejer­ci­cio del dere­cho de reu­nión paci­fi­ca en Colom­bia”, la orga­ni­za­ción inter­na­cio­nal denun­cia la Fuer­za Públi­ca colom­bia­na de haber come­ti­do cri­mi­nes con­tra los mani­fes­tan­tes, no haber impe­di­do el uso de la fuer­za, y haber desa­rro­lla­do accio­nes “incom­pa­ti­bles con el dere­cho de reu­nión pací­fi­ca y otros dere­chos huma­nos”.

Entre las cifras veri­fi­ca­das 28 fue­ron los ase­si­na­tos per­pe­tra­dos por la Fuer­za Pública

La ofi­ci­na reci­bió tes­ti­mo­nios sobre la muer­te de 63 per­so­nas en el mar­co de las pro­tes­tas, de estas has­ta hoy ha veri­fi­ca­do 46 casos. La gran mayo­ría, 44, fue­ron víc­ti­mas civi­les, mien­tras que 2 fue­ron uniformados.

Den­tro de estas 46 muer­tes veri­fi­ca­das el 76% se pro­du­je­ron tras heri­das de bala. En al menos 28 casos quien ase­si­nó habría sido inte­gran­tes de la Fuer­za Públi­ca.

De la infor­ma­ción reco­pi­la­da y ana­li­za­da por la Ofi­ci­na, exis­ten moti­vos razo­na­bles para afir­mar que, de los 46 casos veri­fi­ca­dos, en 28 casos los pre­sun­tos per­pe­tra­do­res habrían sido miem­bros de la fuer­za públi­ca, y que, en al menos 10 de estos casos podrían estar vin­cu­la­dos miem­bros del ESMAD. En dos de los 28 casos, el pre­sun­to per­pe­tra­dor habría sido un fun­cio­na­rio del CTI actuan­do por fue­ra de sus fun­cio­nes. De los 17 casos res­tan­tes veri­fi­ca­dos, en 10 casos los pre­sun­tos per­pe­tra­do­res habrían sido acto­res no esta­ta­les, mien­tras que en ocho casos la Ofi­ci­na no obtu­vo infor­ma­ción sufi­cien­te para iden­ti­fi­car al pre­sun­to per­pe­tra­dor.

Se pro­du­je­ron casos de vio­len­cia injus­ti­fi­ca­da tam­bién con­tra per­so­nas no invo­lu­cra­das en las mani­fes­ta­cio­nes, como tes­ti­mo­nia­do en el documento:

La Ofi­ci­na docu­men­tó casos de uso de armas leta­les por par­te de la poli­cía con­tra mani­fes­tan­tes pací­fi­cos y tran­seún­tes que no esta­ban par­ti­ci­pan­do de las pro­tes­tas. El aná­li­sis de videos rea­li­za­do por la Ofi­ci­na con­fir­mó, por ejem­plo, que el 3 de mayo poli­cías patru­lla­ron en Siloé (Cali) arma­dos con fusi­les y habrían apun­ta­do a mani­fes­tan­tes. Otros casos se deta­llan en la sec­ción de Dere­cho a la Vida.

La ONU en su infor­me denun­cia tam­bién haber reci­bi­do tes­ti­mo­nios de vio­len­cia sexual en con­tra de 60 per­so­nas, 48 muje­res y 12 hom­bres, pre­sun­ta­men­te come­ti­das por miem­bros de la Poli­cía Nacio­nal. Ade­más, dela­ta medi­das ile­ga­les como el uso de la deten­ción arbi­tra­ria “y actos de dis­cri­mi­na­ción y racis­mocon­tra indí­ge­nas y afro­des­cen­dien­tes.

La ONU lla­ma a Colom­bia a con­for­mar­se a los están­da­res internacionales

Juliet­te de Rive­ro, repre­sen­tan­te de la Alta Comi­sio­na­da de las Nacio­nes Uni­das para los Dere­chos Huma­nos, decla­ró que el infor­me tuvo como base de datos más de 600 entre­vis­tas y nume­ro­sas fuen­tes como videos, tes­ti­mo­nios, e inves­ti­ga­cio­nes de Medi­ci­na Legal y la Fis­ca­lía Gene­ral de la Nación.

En la par­te final del docu­men­to la ONU invi­ta al Esta­do colom­biano a con­for­mar­se a los están­da­res inter­na­cio­na­les en mate­ria de res­pe­to de dere­chos huma­nos y a evi­tar el uso de la fuer­za con­tra manifestantes.

Entre sus reco­men­da­cio­nes prin­ci­pa­les, la Ofi­ci­na ins­ta a todas las ins­ti­tu­cio­nes del Esta­do, inclu­yen­do las fuer­zas de segu­ri­dad, a que apli­quen efec­ti­va­men­te los están­da­res inter­na­cio­na­les rela­cio­na­dos con el dere­cho de reu­nión pací­fi­ca, y adop­ten medi­das para crear un entorno favo­ra­ble para el ejer­ci­cio de este dere­cho.

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