Argen­ti­na. Polí­ti­ca, cul­tu­ra y vio­len­cia de los años 60 y 70

Por Mar­ce­lo Lan­gie­ri, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 3 de diciem­bre de 2021. 

“La cul­tu­ra juve­nil en una épo­ca juve­ni­lis­ta ima­gi­nó y muchas veces reali­zó una hui­da gozo­sa del mun­do tec­no­crá­ti­co hacia paraí­sos natu­ra­les y arti­fi­cia­les. He aquí enton­ces las al menos cua­tro almas que habi­ta­rían el perío­do: el alma Bec­kett, del sin­sen­ti­do, el alma Ken­nedy de la Alian­za para el Pro­gre­so, el alma Len­non del flo­wer power y el alma Che Gue­va­ra de la rebel­día revo­lu­cio­na­ria.” Oscar Terán

Para com­pren­der los años 60 y 70 resul­ta indis­pen­sa­ble ana­li­zar los acon­te­ci­mien­tos que le die­ron lugar, en par­ti­cu­lar al pro­ce­so que se abre a par­tir del vio­len­to derro­ca­mien­to del pero­nis­mo en 1955. Intere­sa en estas líneas revi­sar las mira­das que se gene­ra­ron sobre este fenó­meno y que lo cons­ti­tu­ye­ron como un pro­ble­ma polí­ti­co de pri­mer orden. Estas inter­pre­ta­cio­nes res­pon­den a dis­tin­tas ten­den­cias, tan­to des­de aden­tro del pero­nis­mo como des­de la izquier­da no pero­nis­ta e inclu­si­ve la anti­pe­ro­nis­ta y tie­nen una coin­ci­den­cia en cuan­to a su influen­cia sobre la épo­ca en cuestión. 

De mane­ra espe­cial nos refe­ri­re­mos al pro­ce­so gene­ra­do en los sec­to­res inte­lec­tua­les de dichos espa­cios, que son los auto­res de una relec­tu­ra del pero­nis­mo, cues­tión que tie­ne fuer­tes impli­can­cias en la reali­dad nacional.

Esa relec­tu­ra del pero­nis­mo con­tras­ta­ba con las mira­das de los sec­to­res con­ser­va­do­res, libe­ra­les y socia­lis­tas, del Par­ti­do Socia­lis­ta, entre otros, que enten­dían al pero­nis­mo como un fenó­meno acci­den­tal y pasa­je­ro, y que de lo que se tra­ta­ba era de ter­mi­nar con éste para vol­ver a la “nor­ma­li­dad” polí­ti­ca. Esta pos­tu­ra enten­día, más allá de cual­quier con­si­de­ra­ción, que el gol­pe derro­can­do a Perón era el vehícu­lo nece­sa­rio para tal proyecto.

A los efec­tos de nues­tra inter­pre­ta­ción resul­ta muy impor­tan­te seña­lar el ante­ce­den­te inme­dia­to al gol­pe: el bom­bar­deo a la Pla­za de Mayo. Este hecho fue el acto terro­ris­ta de mayor enver­ga­du­ra del que se ten­ga memo­ria en la his­to­ria argen­ti­na. Son un imbo­rra­ble recuer­do para los tes­ti­gos de la épo­ca los vue­los rasan­tes de los avio­nes sobre la ciu­dad y las explo­sio­nes en pleno cen­tro. A veces se pier­de la dimen­sión de la cri­mi­na­li­dad del bom­bar­deo a la ciu­dad. Es difí­cil ima­gi­nar a la dis­tan­cia que mien­tras se esta­ba desa­rro­llan­do nor­mal­men­te la vida de las per­so­nas se bom­bar­dee la ciu­dad. Con este acto béli­co, como enten­der­lo sino, se pone de mani­fies­to la exis­ten­cia de una gue­rra civil lar­va­da que se arras­tra­ba des­de el fon­do de la his­to­ria. Este es un pun­to de par­ti­da fun­da­men­tal para enten­der la Argen­ti­na de la épo­ca y el futu­ro por venir. Este bom­bar­deo pro­du­jo más de 300 muer­tos y miles de heri­dos. Ade­más, cau­só una sen­sa­ción de terror que alcan­zó al con­jun­to de la pobla­ción. Acto segui­do, el 16 de setiem­bre, fue derro­ca­do un gobierno ele­gi­do demo­crá­ti­ca­men­te por el pue­blo argen­tino e ins­tau­ra­da una dic­ta­du­ra. Es curio­sa, y demos­tra­ti­va de los ojos con los que se mira­ban los suce­sos, la resis­ten­cia a carac­te­ri­zar como una dic­ta­du­ra al gobierno sur­gi­do del gol­pe de 1955.

En el pro­ce­so polí­ti­co que se abre a par­tir del gol­pe media­ron elec­cio­nes con pros­crip­cio­nes, que lle­va­ron a Fron­di­zi a la pre­si­den­cia, el no reco­no­ci­mien­to de triun­fos como el de Fra­mi­ni en la Pro­vin­cia de Bue­nos Aires, quien no pudo asu­mir la gober­na­ción debi­do a que la pro­vin­cia fue inter­ve­ni­da por el pre­si­den­te Fron­di­zi, cues­tión que no impe­di­ría el gol­pe de esta­do que lo derro­ca­ría pocos días más tarde.

Con­ti­nuan­do con el pro­ce­so de ins­ti­tu­cio­na­li­za­ción con­di­cio­na­da y tute­la­da por el poder mili­tar se encuen­tra la elec­ción, que nue­va­men­te tuvo pros­crip­to al par­ti­do mayo­ri­ta­rio y que le dio el triun­fo a Illia con el 24 % de los votos. Fren­te al fra­ca­so de un gobierno débil y con una ile­gi­ti­mi­dad de ori­gen, como sali­da pre­ten­di­da­men­te estra­té­gi­ca, se pro­du­ce en 1966 el gol­pe de Onga­nía, aho­ra reco­no­ci­do cla­ra­men­te como una dic­ta­du­ra. Éste anun­cia, en un acto de sober­bia polí­ti­ca difí­cil de supe­rar en un país con una ines­ta­bi­li­dad polí­ti­ca his­tó­ri­ca, que su gobierno tie­ne obje­ti­vos y no pla­zos y que esta­ría 20 años en el poder en un pro­ce­so que iba a tener un tiem­po eco­nó­mi­co, pos­te­rior­men­te un tiem­po social y recién des­pués un tiem­po político. 

Esta era la pers­pec­ti­va que pre­sen­ta­ba el cua­dro polí­ti­co nacio­nal y el hipo­té­ti­co arma­do de un par­ti­do polí­ti­co con­ven­cio­nal ‑que por otra par­te esta­ban prohi­bi­dos, no sólo era invia­ble sino absur­do e incon­du­cen­te, no diga­mos para enfren­tar al régi­men, si no siquie­ra para par­ti­ci­par políticamente. 

El ori­gen de la vio­len­cia revo­lu­cio­na­ria en la Argen­ti­na de esos años es ines­cin­di­ble de estas cir­cuns­tan­cias. El apor­te de los inte­lec­tua­les a la com­pren­sión y difu­sión de esta situa­ción es fun­da­men­tal y no son una excep­ción, sino una corrien­te sig­ni­fi­ca­ti­va, aque­llos inte­lec­tua­les que renun­cian la clá­si­ca “auto­no­mía crí­ti­ca” y asu­men un com­pro­mi­so con­cre­to, teó­ri­co y prác­ti­co, asu­mien­do a la lucha arma­da como méto­do de lucha privilegiado.

La vio­len­cia y opre­sión del régi­men en sus dis­tin­tas eta­pas pro­vo­ca­ron fuer­tes reac­cio­nes y gene­ra­ron res­pues­tas en dis­tin­tos ámbi­tos, una de ellas fue la Resis­ten­cia Pero­nis­ta que desa­rro­lló una vio­len­cia de baja inten­si­dad y de gran exten­sión. Resis­ten­cia heroi­ca, fun­da­cio­nal, pero con gra­dos de dis­per­sión y des­or­ga­ni­za­ción pro­pias de la vio­len­cia de masas. 

A nivel sin­di­cal la radi­ca­li­za­ción del movi­mien­to obre­ro gene­ró nume­ro­sas huel­gas, accio­nes de sabo­ta­je a la pro­duc­ción, toma de esta­ble­ci­mien­tos y fenó­me­nos como la CGT de los Argen­ti­nos en el año 1968. En estos pro­ce­sos sur­gie­ron o se con­so­li­da­ron diri­gen­tes sin­di­ca­les como Ave­lino Fer­nán­dez, Borro, Onga­ro, Tos­co, Ati­lio López, para nom­brar algu­nos de los más des­ta­ca­dos y com­ba­ti­vos. Muchos de ellos, jun­to al con­jun­to del acti­vis­mo sin­di­cal, barrial y estu­dian­til, fue­ron pro­ta­go­nis­tas cen­tra­les de la épo­ca y víc­ti­mas de per­se­cu­cio­nes y encarcelamientos. 

Por otro lado, la Argen­ti­na no era aje­na a un con­tex­to lati­no­ame­ri­cano y mun­dial de insur­gen­cias y rebel­días. Las almas Len­non y Gue­va­ra de la cita de Terán se expan­dían por todo el orbe con poten­cia y fir­me­za, de mane­ra muy espe­cial en la juven­tud. Esta­mos hablan­do de la revo­lu­ción cuba­na, de la gue­rra de Viet­nam, del mayo fran­cés, entre otros a nivel inter­na­cio­nal. Del Cor­do­ba­zo, el Rosa­ria­zo, de la poli­ti­za­ción y radi­ca­li­za­ción juve­nil en barrios, fábri­cas, uni­ver­si­da­des y cole­gios a nivel nacio­nal. Se tra­ta­ba de un pro­ce­so extra­or­di­na­rio de lucha que le da un con­tex­to y que expli­ca en una medi­da muy impor­tan­te los acon­te­ci­mien­tos de la épo­ca: la cons­truc­ción social de refe­ren­tes de las luchas, entre los cua­les cre­ce el pres­ti­gio de las gue­rri­llas y la meto­do­lo­gía de la lucha arma­da como méto­do de enfren­ta­mien­to. La gue­rri­lla tie­ne un cre­ci­mien­to expo­nen­cial en vir­tud del cie­rre de la acti­vi­dad polí­ti­ca legal y de la radi­ca­li­za­ción de la socie­dad, en espe­cial de la juven­tud. Per­so­na­jes como Rodol­fo Walsh en el dia­rio de la CGT de los Argen­ti­nos son un ejem­plo de como un inte­lec­tual, hom­bre de la cul­tu­ra por exce­len­cia, opta por tomar las armas y se hace Mon­to­ne­ro. Es insos­la­ya­ble la exis­ten­cia de un cam­po popu­lar que se recon­fi­gu­ra en cla­ve com­ba­ti­va y que se refe­ren­cia a nivel de masas en el pero­nis­mo. El pero­nis­mo es un gran para­guas que pro­vee una iden­ti­dad, aun­que no de mane­ra exclu­yen­te de otras iden­ti­da­des con­tes­ta­ta­rias, a las luchas tan­to a nivel de masas como de vanguardia. 

El ámbi­to de la cul­tu­ra es uno de los resor­tes fun­da­men­ta­les del pro­ce­so de ela­bo­ra­ción teó­ri­ca de la rebel­día, de mane­ra muy espe­cial en las uni­ver­si­da­des. Y era así por­que allí se encon­tra­ban todas las cosas que exis­tían en la socie­dad argen­ti­na. Una socie­dad que des­per­ta­ba, que plan­tea­ba las rela­cio­nes socia­les de otra mane­ra. La uni­ver­si­dad, y no sólo en Bue­nos Aires, recor­de­mos el rol de los estu­dian­tes en el Cor­do­ba­zo era una ver­da­de­ra fuen­te de crea­ti­vi­dad y de van­guar­dia polí­ti­ca y cultural. 

El cam­po inte­lec­tual duran­te el pri­mer pero­nis­mo estu­vo domi­na­do por figu­ras como Bor­ges, la revis­ta Sur, Vic­to­ria Ocam­po, entre otros, que en el cam­po polí­ti­co eran acom­pa­ña­dos por expre­sio­nes libe­ra­les y socia­lis­tas. Sin embar­go, des­pués del derro­ca­mien­to de Perón este fren­te cul­tu­ral hege­mó­ni­co reco­no­ció frac­tu­ras gra­cias a la polí­ti­ca repre­si­va de la “Revo­lu­ción Liber­ta­do­ra”. Impac­ta­ron de mane­ra espe­cial los fusi­la­mien­tos de José León Suá­rez, que darían lugar a “Ope­ra­ción Masa­cre” de Rodol­fo Walsh. Otros inte­lec­tua­les des­ta­ca­dos, como Ernes­to Sába­to, tam­bién con­tri­bu­ye­ron a la frac­tu­ra del fren­te libe­ral median­te una manio­bra que con­sis­tía en “excul­par “a las masas pero­nis­tas sepa­rán­do­las de su líder. Mar­tí­nez Estra­da se suma­ría a la pro­ble­ma­ti­za­ción de la inter­pre­ta­ción del fenó­meno pero­nis­ta en la mis­ma línea de Sábato. 

Es decir, que un con­jun­to de inte­lec­tua­les del régi­men pro­ble­ma­ti­za­ba la exis­ten­cia de una socie­dad escin­di­da que pre­sen­ta­ba dos argen­ti­nas, don­de el pero­nis­mo juga­ba un rol cen­tral, aun­que denos­ta­sen a la figu­ra de Perón.

El deba­te sobre el pero­nis­mo y la coyun­tu­ra polí­ti­ca dic­ta­to­rial sen­ta­rá las bases para un perío­do mar­ca­do por la ten­sión entre el cam­po inte­lec­tual y el cam­po polí­ti­co y será la base de la pro­gre­si­va radi­ca­li­za­ción polí­ti­ca duran­te los años sesen­ta y pri­me­ros seten­ta. En este mar­co, Juan Car­los Por­tan­tie­ro escri­bi­rá jun­to a Miguel Mur­mis un tra­ba­jo sobre los orí­ge­nes del pero­nis­mo que se trans­for­ma­ría en un tex­to para­dig­má­ti­co de la épo­ca. El tex­to apor­ta­ría a poner en ten­sión el mun­do aca­dé­mi­co con el mun­do polí­ti­co refu­tan­do la inter­pre­ta­ción de la mani­pu­la­ción de la cla­se obre­ra, como la enten­día Gino Ger­ma­ni, y pro­por­cio­nan­do una visión del pero­nis­mo com­pa­ti­ble con los movi­mien­tos de la nue­va izquier­da emergente. 

Con la elec­ción de Héc­tor Cám­po­ra como pre­si­den­te en 1973, la ten­den­cia revo­lu­cio­na­ria del pero­nis­mo ocu­pa­rá luga­res sig­ni­fi­ca­ti­vos den­tro de dis­tin­tas áreas de gobierno y cen­tral­men­te en el mun­do uni­ver­si­ta­rio don­de ya había logra­do un lugar impor­tan­te la obra de Rober­to Carri. Esta es un sím­bo­lo del perío­do que reco­ge el lega­do de lo que John W. Cooke había nom­bra­do como “hecho mal­di­to del país bur­gués”. Cooke es la figu­ra más des­co­llan­te de la izquier­da pero­nis­ta y es reco­no­ci­do uná­ni­me­men­te como el padre del pero­nis­mo revo­lu­cio­na­rio. Con Ali­cia Egu­ren com­ple­men­ta una pare­ja de pero­nis­tas revo­lu­cio­na­rios sin paran­gón en la his­to­ria del peronismo. 

El fenó­meno de radi­ca­li­za­ción polí­ti­ca del mun­do uni­ver­si­ta­rio y de sur­gi­mien­to de una nue­va izquier­da, uno de cuyos ros­tros, y no el menos sig­ni­fi­ca­ti­vo será el pero­nis­mo revo­lu­cio­na­rio, tie­ne como uno de los múl­ti­ples espa­cios ins­ti­tu­cio­na­les de cons­ti­tu­ción al espa­cio polí­ti­co cul­tu­ral universitario.

El cam­po cul­tu­ral y el mun­do uni­ver­si­ta­rio de los pri­me­ros años sesen­ta toda­vía alber­ga­ba en su estruc­tu­ra un espa­cio rele­van­te que podía lla­mar­se “fren­te racio­na­lis­ta” y que la izquier­da clá­si­ca con­si­de­ra­ba la alian­za anti­pe­ro­nis­ta con “el huma­nis­mo bur­gués”. La refle­xión sobre lo social en ese con­tex­to, recu­rría a un escri­tor como Eze­quiel Mar­tí­nez Estra­da, cita­do sin dema­sia­das ten­sio­nes por la revis­ta Sur de Vic­to­ria Ocam­po y Cua­der­nos de Cul­tu­ra, el órgano cul­tu­ral ofi­cial del Par­ti­do Comu­nis­ta Argen­tino. Los men­cio­na­dos cam­bios polí­ti­co cul­tu­ra­les, como la revo­lu­ción cuba­na, el diá­lo­go cató­li­co mar­xis­ta, las luchas de libe­ra­ción de pue­blos del ter­cer mun­do, más el pres­ti­gio que adqui­ría el mar­xis­mo com­ple­ji­za­do en el mun­do euro­peo pro­du­ci­rán cam­bios en esa zona del cam­po cul­tu­ral que apor­ta­rán a la for­mu­la­ción de nue­vas estra­te­gias de lucha don­de la vio­len­cia revo­lu­cio­na­ria tie­ne un lugar privilegiado. 

Una cita memo­ra­ble del esta­do de inquie­tud exis­ten­te remi­te a Mario Ama­deo quien carac­te­ri­zó la eta­pa que se esta­ba cerran­do como aná­lo­ga a una gue­rra per­di­da, tal su carac­te­ri­za­ción, dicien­do que la Argen­ti­na era una socie­dad peli­gro­sa­men­te escin­di­da que alber­ga­ba en sus entra­ñas una gue­rra civil lar­va­da y pron­ta a esta­llar y que esa polí­ti­ca no podía ser otra que la de asi­mi­lar la masa pero­nis­ta “cris­pa­da y resen­ti­da”. La idea del pero­nis­mo como una pesa­di­lla pasa­je­ra se derrum­ba­ba de la mano de los pro­pios inte­lec­tua­les del régimen.

Des­de el cam­po cató­li­co a tra­vés de la revis­ta Cri­te­rio se con­si­de­ra­ba tam­bién que la mar­gi­na­ción del pero­nis­mo infi­cio­na­ba de ile­gi­ti­mi­dad a todo el sis­te­ma polí­ti­co. La noción de masas en dis­po­ni­bi­li­dad de Gino Ger­ma­ni resul­tó un apor­te teó­ri­co para­do­jal que tuvo una vas­ta influen­cia y que puso en el cen­tro de la esce­na a los sec­to­res popu­la­res como acto­res cen­tra­les, más allá de otras con­si­de­ra­cio­nes rea­li­za­das. Esta carac­te­ri­za­ción sir­vió de base a la inter­pre­ta­ción de Por­tan­tie­ro y Mur­mis sobre los orí­ge­nes del pero­nis­mo, la cons­ti­tu­ción de una nue­va cla­se obre­ra y al cabo de una nue­va izquierda.

Para Ger­ma­ni “la tra­ge­dia polí­ti­ca Argen­ti­na resi­dió en el hecho de que la inte­gra­ción polí­ti­ca de las masas se ini­ció bajo el signo del tota­li­ta­ris­mo” enten­dien­do que la gran tarea con­sis­tía en reto­mar esa expe­rien­cia, pero rela­cio­nán­do­la con la prác­ti­ca de la demo­cra­cia y la libertad. 

Se daba así una dis­par inter­pre­ta­ción del fenó­meno pero­nis­ta, mien­tras des­de la revis­ta Sur se enten­día que el pun­to de uni­dad era la opo­si­ción al “tirano” des­de las inci­pien­tes for­ma­cio­nes de la nue­va izquier­da inver­tían el movi­mien­to con­tan­do con apor­tes como los de Jor­ge Abe­lar­do Ramos y Rodol­fo Puig­grós que tem­pra­na­men­te habían roto con la izquier­da clá­si­ca con obras fun­da­men­ta­les para el pro­ce­so de relec­tu­ra del pero­nis­mo y que apor­ta­ban ele­men­tos fun­da­men­ta­les para lo que sería una rup­tu­ra gene­ra­cio­nal. Uno de los méri­tos cen­tra­les de estos inte­lec­tua­les, a los que se les pue­de sumar Artu­ro Jau­ret­che y Her­nán­dez Arre­gui, entre otros, es el seña­la­mien­to de dos argen­ti­nas y la cegue­ra de los inte­lec­tua­les sobre la impor­tan­cia y sig­ni­fi­ca­ción de la cues­tión nacional.

Se reto­ma­ba así el tema de las dos argen­ti­nas y la exis­ten­cia de una falaz his­to­ria ofi­cial que ocul­ta­ba otra ver­da­de­ra. Este es un pun­to que posi­bi­li­ta­rá la arti­cu­la­ción del revi­sio­nis­mo his­tó­ri­co con la cul­tu­ra de la nue­va izquier­da apor­tan­do a la impug­na­ción de la demo­cra­cia libe­ral y de un cos­mo­po­li­tis­mo tam­bién libe­ral que lle­vó a no com­pren­der pro­ce­sos como el yri­go­ye­nis­mo y el peronismo.

Como deci­mos más arri­ba el espí­ri­tu moder­ni­za­dor tuvo una expre­sión noto­ria en el ámbi­to inte­lec­tual de cla­se media den­tro de una cul­tu­ra juve­ni­lis­ta: la uni­ver­si­dad. David Viñas, José Luis Rome­ro, el pro­pio Ger­ma­ni, son figu­ras des­co­llan­tes en ese pro­ce­so. En ese mar­co la socio­lo­gía desem­pe­ñó un papel sig­ni­fi­ca­ti­vo por el modo como modi­fi­có el abor­da­je de los fenó­me­nos nacio­na­les, aquí se des­ta­can tam­bién las cáte­dras nacio­na­les. Pero resul­ta impo­si­ble de com­pren­der el des­plie­gue de estos movi­mien­tos inte­lec­tua­les omi­tien­do la influen­cia tan­to a nivel nacio­nal como lati­no­ame­ri­cano de la revo­lu­ción cubana.

La rea­li­za­ción de una revo­lu­ción en las bar­bas del impe­rio era una demos­tra­ción prác­ti­ca de la via­bi­li­dad de una empre­sa revo­lu­cio­na­ria y de la impor­tan­cia de la par­ti­ci­pa­ción en este pro­ce­so de los sec­to­res inte­lec­tua­les, aban­do­nan­do una clá­si­ca posi­ción como con­cien­cia crí­ti­ca de los pro­ce­sos polí­ti­cos. Estas ideas se hicie­ron reali­dad en la reu­nión de la OLAS en 1967 y en el Con­gre­so Cul­tu­ral de la Haba­na del año siguien­te. La revis­ta de la Casa de las Amé­ri­cas resul­ta­ba ser un foro des­ta­ca­do que reu­nía las mejo­res plu­mas y cabe­zas de la inte­lec­tua­li­dad lati­no­ame­ri­ca­na. Aho­ra los auto­res más con­no­ta­dos no esta­ban en las pági­nas de Sur. Así se suman a la movi­da nue­vos auto­res u otros ya con­sa­gra­dos como Mar­tí­nez Estra­da o Marechal. 

El psi­co­aná­li­sis for­mó par­te de la corrien­te de épo­ca y con­tó con faros difu­so­res como Marie Lan­ger, Enri­que Pichón Rivie­re, Eva Giver­ti y Arnal­do Ras­covsky, entre muchos otros.

Estas líneas pre­ten­den poner de mani­fies­to cómo des­de ámbi­tos de la cul­tu­ra, la inte­lec­tua­li­dad y el arte se acom­pa­ñó y for­mó par­te de un pro­ce­so de radi­ca­li­za­ción polí­ti­ca y de legi­ti­ma­ción de la revo­lu­ción y de la vio­len­cia como for­ma de acción política. 

Como se seña­la más arri­ba, la reva­lo­ri­za­ción del pero­nis­mo fue uno de los ejes fun­da­men­ta­les para la rea­li­za­ción de dicho pro­ce­so. Esa reva­lo­ri­za­ción sig­ni­fi­có asi­mis­mo una rein­ter­pre­ta­ción del pero­nis­mo dan­do lugar a mira­das que lo enten­dían como movi­mien­to de libe­ra­ción nacio­nal enar­bo­lan­do en sus sec­to­res más radi­ca­li­za­dos ban­de­ras socia­lis­tas. El desa­rro­llo de la lucha arma­da es posi­ble, en la mag­ni­tud rea­li­za­da, por los meca­nis­mos de legi­ti­ma­ción desa­rro­lla­dos en la socie­dad argen­ti­na en un con­tex­to de gran movi­li­za­ción y radi­ca­li­za­ción nacio­nal e inter­na­cio­nal. De mane­ra espe­cial a nivel latinoamericano.

Las limi­ta­cio­nes y la pro­pia derro­ta del pro­yec­to revo­lu­cio­na­rio y la des­es­truc­tu­ra­ción del cam­po popu­lar al que asis­ti­mos a pos­te­rio­ri no inva­li­dan las cua­li­da­des de la expe­rien­cia rea­li­za­da, más allá de la mala “diges­tión” rea­li­za­da a pos­te­rio­ri por, inclu­si­ve, muchos pro­ta­go­nis­tas del cam­po inte­lec­tual con expe­rien­cias mili­tan­tes muy significativas.

Fuen­te: Gran­des Alamedas

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