Chi­le. Fabio­la, la com­ba­tien­te del aten­ta­do a Pinochet

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 30 de sep­tiem­bre de 2021.

Repro­du­ci­mos esta entre­vis­ta publi­ca­da en la exce­len­te revis­ta Octu­bre, edi­ta­da en Chi­le. La mis­ma per­mi­te inte­rio­ri­zar a las nue­vas gene­ra­cio­nes de lucha­do­res y lucha­do­ras sobre una pági­na his­tó­ri­ca escri­ta por las y los mili­tan­tes del Fren­te Patrió­ti­co Manuel Rodrí­guez, de ese país: la ope­ra­ción para ajus­ti­ciar al dic­ta­dor Pinochet.

La Ope­ra­ción Siglo XX, el inten­to de tira­ni­ci­dio con­tra Augus­to Pino­chet rea­li­za­do por el Fren­te Patrió­ti­co Manuel Rodrí­guez (FPMR) el 7 de sep­tiem­bre de 1986 en el Cajón del Mai­po, fue sin duda una de las accio­nes más emble­má­ti­cas de la organización. 

El ajus­ti­cia­mien­to de Pino­chet, ade­más de ser una acción con­tra la impu­ni­dad tuvo el obje­ti­vo de ini­ciar el esta­lli­do de la rebe­lión, de la suble­va­ción en todos los terri­to­rios. Fue­ron años de pre­pa­ra­ción y dise­ño, para esco­ger a sus mejo­res cua­dros, entre los cua­les hubo sólo una mujer, hecho que se pue­de com­pren­der por la mira­da pater­na­lis­ta o patriar­cal del rol de las muje­res en las luchas de libe­ra­ción, que per­sis­te en las orga­ni­za­cio­nes revo­lu­cio­na­rias. Cabe con­sig­nar, que el FPMR tuvo gran can­ti­dad de muje­res com­ba­tien­tes, varias pre­pa­ra­das para una misión tan impor­tan­te como ésta, entre ellas estu­vo Fabiola.

– ¿Quién es la mujer cono­ci­da como Fabiola? 

-Exac­ta­men­te eso, una mujer. No hay dico­to­mía entre la com­ba­tien­te, la madre, obre­ra, ami­ga o la aman­te. Todos los roles que una tie­ne en la vida, están defi­ni­dos por nues­tros valo­res, prin­ci­pios, sen­ti­do del humor, etc. Como madre soy exi­gen­te, al igual que lo fui como jefa de gru­po, tal como lo soy en mi trabajo. 

– ¿En qué momen­to y cuál es la moti­va­ción cen­tral de ingre­sar a un des­ta­ca­men­to arma­do como el FPMR? 

-A la deci­sión de ingre­sar a una orga­ni­za­ción, como era el Fren­te (en el con­tex­to his­tó­ri­co que vivía­mos) no se le pue­de asig­nar un momen­to, fue un lar­go pro­ce­so. Los valo­res, bue­nos o malos, se apren­den en la infan­cia. Cre­cer al abri­go de una madre fuer­te, tra­ba­ja­do­ra, deci­di­da, res­pon­sa­ble, exi­gen­te, te mol­dea. Cre­cí cre­yen­do que todas las madres, que todas las muje­res son así y una tam­bién quie­re ser así, pues tu madre es la figu­ra que admi­ras. En la ado­les­cen­cia me per­ca­té que no todas las fami­lias eran como la mía. Las muje­res están redu­ci­das al ámbi­to domés­ti­co, las deci­sio­nes impor­tan­tes no pasan por ellas. 

Simul­tá­nea­men­te, lle­ga el Gol­pe de Esta­do y como dice Allen­de: “…ser joven y no ser revolucionario…es una con­tra­dic­ción has­ta bio­ló­gi­ca”. No por ello dejé de ser feliz, tam­bién fui a fies­tas de “toque a toque”, bai­lé con “Músi­ca Libre”, hice ami­gas y ami­gos mara­vi­llo­sos que con­ser­vo has­ta hoy. Una vez me fume un pito y no le encon­tré nin­gún bri­llo… jajá… sólo me dio ham­bre y pen­sé que si seguía fuman­do ter­mi­na­ría gor­da… soy estruc­tu­ra­da des­de chi­ca, así que aban­do­né “el vicio” y me dedi­que al taba­co. El Gol­pe me cam­bió la vida, como a todas, pero no por­que mi entorno se vie­ra afec­ta­do. En mi fami­lia no hubo dete­ni­dos, tor­tu­ra­dos o des­apa­re­ci­dos… fui afortunada. 

El Gol­pe me impac­tó por la sober­bia de un ejér­ci­to ava­sa­llan­do a un pue­blo des­ar­ma­do. El des­dén, el des­pre­cio por la vida del más débil. El dis­fru­te que sen­tían en esa rela­ción asi­mé­tri­ca, la impron­ta del due­ño de fun­do en su máxi­ma expre­sión. Algu­nos polí­ti­cos de dere­cha y no tan de dere­cha aún me recuer­dan esos tiem­pos. Aun­que yo no tenía nin­gu­na for­ma­ción polí­ti­ca, si era capaz de dife­ren­ciar entre lo correc­to e inco­rrec­to. Las noti­cias de los ase­si­na­tos de los com­pa­ñe­ros del MIR no me fue­ron indi­fe­ren­tes. No com­pren­día el que nadie reac­cio­na­ra ante aque­llo. La lle­ga­da a la Uni­ver­si­dad te amplía el pano­ra­ma del mun­do. En aque­llos años, la uni­ver­si­dad aún era gra­tis por lo que lle­ga­ban hijos de obre­ros y se mez­cla­ban con los hijos de pro­fe­sio­na­les y gen­te acomodada. 

La rique­za de la diver­si­dad es impa­ga­ble y una comien­za a com­pren­der el con­cep­to de “Uni­ver­si­dad”. Allí encon­tré mi nicho, casi sin dar­me cuen­ta. En la uni­ver­si­dad comen­cé a mili­tar en la “Jota” y de ahí a pasar al Fren­te Cero y lue­go al Fren­te, fue muy natu­ral y lógico. 

A tu jui­cio ¿cuál fue el papel de las muje­res al inte­rior del Frente? 

El papel de las muje­res com­ba­tien­tes al inte­rior del Fren­te, creo que fue redu­ci­do. No por inca­pa­ci­dad del géne­ro feme­nino, si no por el machis­mo Página20Revista Octu­bre XXI /​Año 2 /​Núme­ro 7 /​sep­tiem­bre 2021de la épo­ca. Las jefa­tu­ras, cons­ti­tui­das bási­ca­men­te por hom­bres, veían a las muje­res como un apo­yo a la lucha y no en un rol pro­ta­gó­ni­co. Las que logra­mos lle­gar y ascen­der en el ámbi­to com­ba­ti­vo, fue por nues­tra tozu­dez, el negar­nos a roles pasi­vos y en cada acción ren­dir al mil por cien­to. No podías equi­vo­car­te, vaci­lar o mos­trar temor. Recuer­do una anéc­do­ta… A Ceci­lia Mag­ni la cono­cí en abril del ’85. Por esas casua­li­da­des (según yo, des­pués me di cuen­ta que había sido orga­ni­za­do así) coin­ci­di­mos en un bus rum­bo a Con­cep­ción. Cuan­do me bajé en Chi­gua­yan­te esta­ba espe­rán­do­me el jefe de Con­cep­ción y tras mío se baja una fla­ca, alta, bue­na moza y tam­bién lo salu­da con efusión. 

Ceci­lia ya per­te­ne­cía a la Direc­ción del Fren­te y ella iba a la VIII Región a ins­pec­cio­nar la zona, yo iba a hacer­me car­go del gru­po ope­ra­ti­vo espe­cial de la zona. Por casi una sema­na com­par­ti­mos un dor­mi­to­rio en la casa de una ayu­dis­ta del Fren­te, cer­ca de Lagu­na Redon­da. Ceci­lia era muy rela­ja­da y lla­na, la con­ver­sa­ción se dio de for­ma natu­ral, muy flui­da y cóm­pli­ce. Com­par­ti­mos nues­tras his­to­rias de muje­res al inte­rior de esta orga­ni­za­ción, cuán difí­cil era vali­dar­se, ser con­si­de­ra­da para tareas difí­ci­les e impor­tan­tes, enten­día­mos que está­ba­mos abrien­do puer­tas, abrien­do cami­nos para otras muje­res. Una noche, ella me cuen­ta que un com­pa­ñe­ro que ambas cono­cía­mos, un ofi­cial que com­ba­tió en Nica­ra­gua, le pre­gun­tó (obvia­men­te con iro­nía) ‑Tama­ra… y a ti los com­ba­tien­tes te obe­de­cen? – ¡Plop!,…qué decir?,…qué hacer?. Pero tam­bién esta­ba la otra cara de la mone­da, los com­pa­ñe­ros gene­ro­sos que esta­ban dis­pues­tos a com­ba­tir con­ti­go, a dar­te res­pon­sa­bi­li­da­des y exi­gir­te al máxi­mo. A con­fiar en ti y a seguir­te, y que nun­ca sin­tie­ron que éra­mos una ame­na­za para ellos 

– En tu opi­nión ¿ha exis­ti­do un jus­to papel y res­ca­te del rol cum­pli­do por las muje­res rodri­guis­tas? o ¿han sido invi­si­bi­li­za­das por acción u omisión? 

Si, las muje­res del Fren­te han sido invisibilizadas…salvo excep­cio­nes. Sabes, en tér­mi­nos gene­ra­les, el rol de las muje­res se ceñía a ser ayu­dis­ta o cola­bo­ra­do­ra y algu­nas con res­pon­sa­bi­li­da­des en la logís­ti­ca. Aho­ra, el pun­to es la des­va­lo­ri­za­ción de esas tareas. Nin­gu­na ope­ra­ción, por sen­ci­lla que hubie­ra sido, se habría rea­li­za­do sin todos esos peque­ños “deta­lles” que rea­li­za­ron las com­pa­ñe­ras. El tras­la­do de arma­men­to; el pres­tar sus casas para los acuar­te­la­mien­tos; reci­bir y cobi­jar heri­dos; la explo­ra­ción de obje­ti­vos; ser la facha­da de una casa de segu­ri­dad; coci­nar con amor para las y los más de 20 com­ba­tien­tes, los días pre­vios al 7 de sep­tiem­bre y… ade­más, insis­tir por­fia­da­men­te en lle­var­se las ollas. Has­ta hoy, esa es la tóni­ca, sólo hablar de fie­rros y tiros…muy de “macho latino”. Pero eso no es pri­va­ti­vo del Fren­te, se da en los reduc­tos his­tó­ri­cos de hombres. 

A mí me gus­ta esa foto de una com­ba­tien­te nica­ra­güen­se, que mar­cha ama­man­tan­do a su gua­güi­ta y con un fusil al hom­bro. Sien­to que nos refle­ja, somos ver­sá­ti­les, pode­mos tejer a cro­chet un pañi­to de cen­tro, tra­ba­jar y man­te­ner a nues­tras hijas, diri­gir una ope­ra­ción mili­tar y no fan­fa­rro­nea­mos por todo ello. 

– ¿Quién te plan­tea la misión y cómo asu­mes par­ti­ci­par en el aten­ta­do a Pinochet? 

A media­dos de mayo, Ceci­lia Mag­ni me envió al Cajón del Mai­po, no me qui­so decir el obje­ti­vo. Allá, a car­go de la “ama­san­de­ría” esta­ba un vie­jo cono­ci­do y él me acla­ró la misión. Yo sen­tí que esa ope­ra­ción, tar­de o tem­prano, la rea­li­za­ría­mos. La gen­te lo comen­ta­ba en las reunio­nes socia­les, los pobla­do­res hacían apues­tas en las esqui­nas de cuán­do suce­de­ría. Creo que si los mili­cos no lo veían venir…es que eran bien h…, fue como el ajus­ti­cia­mien­to de Guz­mán o de Fuen­tes Morrison. 

– La juven­tud es un fac­tor carac­te­rís­ti­co del gru­po arma­do que par­ti­ci­pó en el aten­ta­do al dic­ta­dor. ¿Qué edad tenías tú y tus com­pa­ñe­ros en esa época? 

Todos éra­mos muy jóve­nes. El menor tenía 17 años… muy joven. Como los que he vis­to en Pla­za Dignidad. 

– A tu jui­cio ¿posee un sig­ni­fi­ca­do espe­cial ser la úni­ca mujer que par­ti­ci­pó direc­ta­men­te en la embos­ca­da al tirano? 

Ser la úni­ca mujer, en aquel momen­to, no me lla­mó la aten­ción, esta­ba acos­tum­bra­da a que fue­ra así. Pero fui la úni­ca, por una deci­sión machis­ta y patriar­cal. Sé que al menos había 2 o 3 com­pa­ñe­ras más que cum­plían con el perfil…y no estoy hablan­do de Ceci­lia Mag­ni, pues yo coin­ci­do con la deci­sión que tomó la Direc­ción Nacio­nal (DN), ya había muchos cua­dros invo­lu­cra­dos direc­ta­men­te en la operación. 

– Nos podrías rela­tar, ¿cómo fue­ron los momen­tos pre­vios a la ope­ra­ción arma­da en sí?

Como sabrán, el 7 de sep­tiem­bre no era la fecha ori­gi­nal para la Ope­ra­ción Siglo XX. Había sido fija­da para el fin de sema­na del 30 ó 31 de agos­to. El fin de sema­na todo esta­ba pre­pa­ra­do, los gru­pos ope­ra­ti­vos (GO) orga­ni­za­dos y desig­na­da su misión. César Buns­ter fue saca­do de la casa y lle­va­do al aero­puer­to rum­bo a Bs​.As., pues ese era el com­pro­mi­so adqui­ri­do con él. Ese fin de sema­na la DN deci­dió que Ceci­lia Mag­ni no par­ti­ci­pa­ría en la acción ope­ra­ti­va y en su reem­pla­zo lle­gó el intro­ver­ti­do Julio Guerra. 

Las bali­zas para los vehícu­los pre­sen­ta­ron un pro­ble­ma, Rami­ro me las pasó para que las arre­gla­ra, fue mi apor­te para la reti­ra­da (se ríe diver­ti­da). La noche del sába­do al domin­go algo suce­dió, murió Jor­ge Ales­san­dri. Pino­chet alte­ró su ruti­na y nues­tro jefe tuvo que hacer gala de su ver­sa­ti­li­dad, en la mar­cha, ela­bo­ró un plan “B”. Este gru­po de com­ba­tien­tes se trans­for­mó en un gru­po de semi­na­ris­tas en un reti­ro espi­ri­tual. Jor­ge y yo regre­sa­mos a la amasandería…y así pasó una sema­na. El vier­nes 5, por la noche, regre­sa­mos a la casa de La Obra y los “semi­na­ris­tas” tam­bién. Para­le­la­men­te, en el pue­bli­to del Cajón del Mai­po, había dos explo­ra­do­ras obser­van­do todos los movi­mien­tos de vehícu­los, en espe­cial la cara­va­na que debía des­cen­der des­de El Melo­co­tón. A eso de las 18:00 horas del día 7, pasó rau­do el moto­ci­clis­ta de avan­za­da, tras él los 4 autos y cerran­do otro moto­ci­clis­ta de reta­guar­dia, esa for­ma­ción tenía un códi­go y ese códi­go fue el que se entre­gó en la lla­ma­da hecha des­de la “Resi­den­cial Inesi­ta” a la casa de La Obra. No sé si aún exis­te esa residencial. 

Creo que para esas com­pa­ñe­ras ha habi­do poco reco­no­ci­mien­to, ellas estu­vie­ron por meses, dis­ci­pli­na­da­men­te explo­ran­do la zona, rigu­ro­sas en la entre­ga de la infor­ma­ción, fue­ron hábi­les mime­ti­zán­do­se entre la pobla­ción y los turis­tas. Sue­na el telé­fono en la casa de La Obra y con­tes­ta Ceci­lia (creo), ahí comen­zó el revue­lo por la casa. Todos nos for­ma­mos en el living. Ernes­to y Ta- mara hicie­ron la aren­ga. Tama­ra puso el cas­set­te con “Las últi­mas pala­bras de Allen­de” musi­ca­li­za­das por Napa­lé, y como nos dice Ernes­to “esta vez no será una san­ción moral ”. Par­ti­mos a nues­tros autos. Al auto que lle­va la casa rodan­te le colo­can un blin­da­je en la puer­ta del cho­fer, la cubier­ta de már­mol de una de las mesas de cen­tro de la casa. Aban­do­na­mos la casa, noso­tros en nues­tros autos a Cues­ta Achu­pa­lla y la camio­ne­ta que lle­va­ba a las otras muje­res de esta ope­ra­ción, Tama­ra y nues­tra mara­vi­llo­sa coci­ne­ra, de la cual recuer­do su nom­bre (nun­ca supe si era su “cha­pa” o su iden­ti­dad legal y por ello man­ten­dré silen­cio) y por supues­to el cho­fer de esa camio­ne­ta, que a últi­ma hora se ente­ró “con la chi­chi­ta que se esta­ba curan­do”, ellos con rum­bo a Santiago. 

– ¿El arma­men­to con el que con­ta­ban, como des­ta­ca­men­to arma­do, esta­ba a la altu­ra de tan com­ple­ja operación? 

El arma­men­to, (hace una pau­sa para reír) todos fue­ra de nor­ma, como diría un buró­cra­ta. Pero hoy pasa lo mis­mo, la Pri­me­ra Línea se defien­de con escu­dos de lata y les tiran pie­dras y ado­qui­nes a las tan­que­tas de los pacos (se que­da pen­sa­ti­va) es tra­gi­có­mi­co y des­pués los pacos se que­jan de que los ata­can (son­ríe iró­ni­ca­men­te). Era arma­men­to vie­jo, de mala cali­dad, en mal esta­do. Defi­ni­ti­va­men­te los M‑16 no son el sue­ño de nin­gún com­ba­tien­te, siem­pre tenían pro­ble­mas, se encas­qui­llan, por eso les agre­ga­ron un adi­ta­men­to late­ral, para destrabarlos. 

Los lan­za­cohe­tes low, eran dese­cha­bles que estu­vie­ron guar­da­dos (en dudo­sas con­di­cio­nes por más de 10 años) por eso el 50% de ellos no fun­cio­nó. Ten­go enten­di­do que era el arma­men­to que deja­ron bota­do los “grin­gos”, cuan­do huye­ron de Viet­nam, en el ’73, creo. Al bajo están­dar del arma­men­to, se debe agre­gar que la mayo­ría de los com­ba­tien­tes, nun­ca habían ope­ra­do arma­men­to indus­trial. Apar­te de los dos com­pa­ñe­ros que habían esta­do en Nica­ra­gua, José Joa­quín Valen­zue­la Levi, jefe de la ope­ra­ción Siglo XX, y un jefe de gru­po, creo que cin­co com­pa­ñe­ros habían esta­do en cur­sos inter­na­cio­na­lis­tas de unos meses, y el res­to, foguea­dos aquí en Chile. 

La con­tra­par­te, los escol­tas, con arma­men­to de últi­ma tec­no­lo­gía, años de entre­na­mien­to, eran boi­nas… no recuer­do el color. A nues­tro favor, la sor­pre­sa y la supe­rio­ri­dad moral, nues­tros prin­ci­pios, la mís­ti­ca y un pue­blo con sus espe­ran­zas pues­tas en noso­tros. 10.- ¿Cómo vivis­te el momen­to mis­mo de la embos­ca­da? Al lle­gar a la cues­ta Achu­pa­llas des­cen­di­mos de los vehícu­los. Subimos por un sen­de­ri­to al pie del cerro y nos apos­ta­mos en nues­tros pues­tos, que días antes había­mos visi­ta­do y defi­ni­do. Ten­di­dos, aga­za­pa­dos entre los mato­rra­les y obser­van­do el camino. ¿Qué se pien­sa? ¿Qué se sien­te? no sé, no recuer­do nada en espe­cial, la men­te un poco en blan­co. Esta­ba más preo­cu­pa­da de que el arma­men­to estu­vie­ra orde­na­do, ubi­can­do las gra­na­das de mano (arte­sa­na­les), los car­ga­do­res de repues­to, des­ple­gan­do el Low, espe­ran­do que sona­ra el sil­ba­to de Ernes­to, nues­tro jefe. Tra­té de estar muy foca­li­za­da, mi alre­de­dor lo recuer­do como difu­so. Nun­ca pen­sé en la muer­te, pero tam­po­co en el futu­ro, sólo exis­tía ese momen­to. Sonó el sil­ba­to, y vi de pie a Ernes­to abrir fue­go con su fusil y comen­zó el com­ba­te. Pero no hubo com­ba­te, sólo noso­tros ata­ca­mos, de eso me ente­ré después. 

La geo­gra­fía del lugar hacía que hubie­ra gran reso­nan­cia y yo pen­sa­ba, que los boi­nas (no sé de qué color), esta­ban repe­lien­do el ata­que. Pero no, éra­mos sola­men­te noso­tros. En teo­ría, éste es un ejér­ci­to for­ma­do para enfren­tar a un enemi­go “infe­rior”, inca­pa­ci­ta­do para defen­der­se. Les lavan el cere­bro, les hacen creer que los mili­ta­res poseen cua­li­da­des supe­rio­res incul­cán­do­les el des­pre­cio hacia el pue­blo y eso en vez de ser una for­ta­le­za los con­vier­te en un ejér­ci­to débil. Su sober­bia los empe­que­ñe­ce. Estos escol­tas, en vez de “cum­plir con su deber” se des­pe­ña­ron por el barran­co. Los que no alcan­za­ron a lan­zar­se por la que­bra­da que­da­ron heri­dos. Los muer­tos caye­ron en la reyerta. 

A dife­ren­cia de ellos, noso­tros JAMÁS pen­sa­mos en rema­tar a nadie, nues­tra supe­rio­ri­dad éti­ca y moral se des­ple­gó ahí y en muchas oca­sio­nes en la lucha popu­lar. Sonó el sil­ba­to y comen­zó nues­tra reti­ra­da. Yo pen­sé que tenía suer­te de estar viva, bajé el sen­de­ro pen­san­do en que algu­nos de mis com­pa­ñe­ros habían muer­to o esta­ban heri­dos, cuál sería nues­tra sor­pre­sa al per­ca­tar­nos que está­ba­mos todos. Pero sabía­mos que aún que­da­ba un lar­go tre­cho para sen­tir­nos segu­ros, había que salir del Cajón del Mai­po, pasar fren­te al retén de Las Viz­ca­chas. Ya todos arri­ba de los autos enrum­ba­mos a San­tia­go, se pren­den las bali­zas ‑menos mal que fun­cio­na­ron- pen­sé. Nos acer­ca­mos al retén, los pacos sacan las barre­ras, nos des­pe­jan el camino, mien­tras sien­to las sire­nas de vehícu­los que pasan con rum­bo al Cajón. Yo, pen­san­do que el obje­ti­vo había sido alcan­za­do, que había­mos ajus­ti­cia­do a Pinochet. 

– En tu opi­nión, no obs­tan­te, de no lograr el obje­ti­vo mili­tar, ¿Cuál sería la impor­tan­cia polí­ti­ca del inten­to de tiranicidio?

En pri­mer lugar, el aten­ta­do a Pino­chet es un acto de dig­ni­dad. Deja en cla­ro que, si bien es cier­to, es impor­tan­te la supe­rio­ri­dad numé­ri­ca y mate­rial, eso no lo es todo. Carri­zal y el aten­ta­do son el prin­ci­pio del fin de la dic­ta­du­ra. Si pen­sa­mos en el pre­sen­te, en Pla­za Dig­ni­dad nun­ca ha sido moti­vo para des­mo­vi­li­zar­se la supe­rio­ri­dad mili­tar de las fuer­zas repre­si­vas. El pue­blo se dio una auto­de­fen­sa con lo que encon­tró a su alcan­ce, orga­ni­zó sus fuer­zas con lo que la expe­rien­cia le fue ense­ñan­do, de mane­ra natu­ral se dio la espe­cia­li­za­ción de fun­cio­nes, apren­die­ron a reple­gar­se y a ata­car. Así como tam­bién apren­di­mos a llo­rar a nues­tros muer­tos y a recor­dar­los en mag­ní­fi­cos mura­les que han dado la vuel­ta al mun­do. El pue­blo levan­ta y hon­ra a sus héroes. Has­ta don­de yo sé, no exis­ten cam­bios socia­les sin derra­mar san­gre, por­que los que deten­tan el poder no lo cede­rán gra­cio­sa­men­te. Les reco­mien­do leer sobre la Revo­lu­ción Fran­ce­sa. Carri­zal y el aten­ta­do son el rema­te del fin de la dic­ta­du­ra. La dic­ta­du­ra no fina­li­zó ni con un dedo ni con un lápiz. Fina­li­zó por la lucha de un pue­blo en las calles que deci­dió no cami­nar con la cabe­za gacha. Tal como la nue­va Cons­ti­tu­ción, que nace­rá de la lucha de este pue­blo, y no de las com­po­nen­das entre gallos y media­no­che que se die­ron en noviem­bre de 2019. 

– ¿Crees que las accio­nes de lucha arma­da, como el aten­ta­do al tirano, sean un apor­te a la lucha? 

Yo no con­deno a raja­ta­bla la vio­len­cia, me pare­ce una hipo­cre­sía decir eso. La gen­te se tras­tor­na cuan­do le hacen un por­to­na­zo y soli­ci­tan las penas del infierno a los auto­res y no se hacen pro­ble­ma si algu­nos ter­mi­nan lin­cha­dos. A noso­tros nos han roba­do el país ente­ro ¿y pre­ten­den que nos que­de­mos espe­ran­do que nos lo devuel­van? nos vola­ron los ojos ¿y espe­ran que nos dedi­que­mos a llo­rar? Yo creo en el dere­cho a Rebe­lión de los pue­blos, así de sim­ple. No estoy dis­pues­ta a poner la otra meji­lla, como pre­di­ca­ba Kara­di­ma y sus ami­gos. El pue­blo dejó bien en cla­ro que pue­de rebe­lar­se, lo hizo en dic­ta­du­ra y lo hace hoy. 

– ¿Qué opi­nas de lo que se vive hoy en nues­tro país, en cuan­to a los ímpe­tus de lucha del movi­mien­to social y polí­ti­co, y las posi­bi­li­da­des de ela­bo­ra­ción de una nue­va Constitución? 

Este ha sido un her­mo­so pro­ce­so, muy lar­go, no exen­to de dolo­res, pero no comen­zó ayer. Son años, madres bus­can­do a sus hijos; la huel­ga de El Tenien­te con 10 mil tra­ba­ja­do­res, reu­ni­dos en 9 sin­di­ca­tos en 1980; ese mis­mo año, la huel­ga de Panal; huel­gas his­tó­ri­cas como la de Good Year en 1983, en ple­na dic­ta­du­ra. La cla­se tra­ba­ja­do­ra indus­trial se redu­jo de un 26% a un 7,5% ‑según datos del pro­pio INE‑, era una resis­ten­cia indi­rec­ta a los cie­rres y al comien­zo de la pau­pe­ri­za­ción de la vida pro­duc­to de la infla­ción y la cri­sis eco­nó­mi­ca al impo­ner el mode­lo neo­li­be­ral en Chi­le (3). Tuvi­mos las Mar­chas del Ham­bre, las Jor­na­das de Pro­tes­ta Nacio­nal, gran­des expre­sio­nes de masas. En este ambien­te de efer­ves­cen­cia nace el FPMR. Lue­go, el 2006 esta­lló la mara­vi­llo­sa Revo­lu­ción Pin­güi­na; la mul­ti­tu­di­na­ria mar­cha por “Pata­go­nia sin repre­sas” en 2011; y los esco­la­res mar­chan­do bajo la llu­via; la movi­li­za­ción de los pobla­do­res de Frei­ri­na en 2012, por el cie­rre de la plan­ta de Agro­su­per; las mar­chas de “No + AFP”; las pro­tes­tas de Aysén por el alza de los com­bus­ti­bles, que lle­gó a un 17%. ¡Son cien­tos de movi­li­za­cio­nes! Enton­ces, estos dos últi­mos años, con esta­lli­do social y el pro­ce­so de la Nue­va Cons­ti­tu­ción, son el puer­to de arri­bo de la lucha de todxs, y es por eso que no nos pode­mos dar el lujo de per­der esta opor­tu­ni­dad. Sólo agra­de­cer a los miles de jóve­nes, que en estos últi­mos 48 años, fue­ron ejem­plos de lucha. Agra­de­cer a lxs miles de obrerxs que arries­ga­ron su tra­ba­jo, a los que die­ron su vida, a los pobla­do­res que pren­die­ron fue­go a las calles de su humil­de pobla­ción, a los mili­tan­tes de par­ti­dos que aban­do­na­ron el calor del hogar y se sumer­gie­ron en la clan­des­ti­ni­dad para cons­truir un rojo amanecer. 

– ¿Una vez desa­rro­lla­do el epi­so­dio de la lucha anti-dic­ta­to­rial y los años trans­cu­rri­dos, has podi­do desa­rro­llar face­tas per­so­na­les, labo­ra­les y fami­lia­res, que pudie­ron que­dar inconclusas? 

Soy una mujer afor­tu­na­da. La vida me dio la opor­tu­ni­dad de ser par­te acti­va de la his­to­ria de mi país y salir viva de ello. Me rega­ló amigxs mara­vi­llosxs, a la mayo­ría les debo mi vida. Mi vida per­so­nal, sólo refle­ja las deci­sio­nes que tomé y no ten­go pro­ble­ma con ello.

1 José Joa­quín Valen­zue­la Levi.

2 Ceci­lia Mag­ni Camino (Tama­ra), inte­gran­te de la Direc­ción Nacio­nal del FPMR.

3 Boccardo,Giorgio; “La cla­se obre­ra duran­te la dic­ta­du­ra, 1973−1989”.

Itu­rria /​Fuen­te

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