Hai­tí. Médi­co argen­tino reci­bi­do en Cuba cum­ple misión huma­ni­ta­ria ayu­dan­do a víc­ti­mas del últi­mo terre­mo­to: «Somos pue­blos hermanos»

Por Sal­va­dor Gar­cía, APU, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 29 de sep­tiem­bre de 2021.

El médi­co argen­tino for­ma­do en Cuba Hugo Sai­don via­jó a Hai­tí en una misión huma­ni­ta­ria con diver­sos pro­fe­sio­na­les para ayu­dar a la pobla­ción, lue­go del terre­mo­to de agos­to pasa­do. En diá­lo­go con Agen­cia Paco Uron­do rela­tó esa expe­rien­cia de solidaridad. 

El 14 de agos­to Hai­tí sufrió un terre­mo­to que dejó un sal­do de más de 2.000 muer­tes, y cer­ca de 10.000 per­so­na heri­das. Cas­cos Blan­cos –un orga­nis­mo que depen­de de la Can­ci­lle­ría Argen­ti­na, via­jo a la isla en misión huma­ni­ta­ria con diver­sos pro­fe­sio­na­les para ayu­dar a la pobla­ción. Hugo Sai­don, argen­tino for­ma­do como médi­co en Cuba, fue par­te de esa comi­ti­va. En diá­lo­go con AGENCIA PACO URONDO, con­tó esa expe­rien­cia de solidaridad.

Agen­cia Paco Uron­do: ¿De qué mane­ra lle­ga­ron has­ta Corail, la loca­li­dad de Hai­tí don­de trabajaron?

Hugo Sai­don: Noso­tros lle­ga­mos con el avión Hér­cu­les has­ta has­ta Puer­to Prín­ci­pe que es la capi­tal y de ahí fui­mos a Corail, que es una ciu­dad que que­da a 300 kiló­me­tros más o menos. Pero como no podía­mos lle­gar por ruta, por­que había algu­nas par­tes del camino que esta­ban con­tro­la­das por ban­das arma­das y había muchos secues­tros, tuvi­mos acce­so, como par­te de los Cas­cos Blan­cos, a unos heli­cóp­te­ros que esta­ban den­tro del mar­co de la ayu­da humanitaria.

APU: ¿cómo fue esa pri­me­ra experiencia?

HS: Corail es un pue­blo chi­co, al bor­de del mar. Al lle­gar se jun­tó una bue­na can­ti­dad de gen­te, por­que hacía unos días habían pasa­do unos heli­cóp­te­ros de “ayu­da huma­ni­ta­ria” entre comi­llas, tiran­do comi­da des­de los heli­cóp­te­ros. Horri­ble. Noso­tros lle­ga­mos y al ini­cio se amon­to­nó la gen­te en una situa­ción un poco caó­ti­ca por­que no sabían bien a qué venía­mos. Creo que ahí fue el pri­mer pun­to de infle­xión res­pec­to a cómo noso­tros plan­tea­mos la misión y cómo la plan­tea­ban otros orga­nis­mos de ayu­da. Por­que una cosa es parar­se des­de el asis­ten­cia­lis­mo, des­de un lugar de supe­rio­ri­dad tiran­do cajas des­de un heli­cóp­te­ro, y otra cosa es lle­gar, bajar, y ante esa situa­ción com­ple­ja, con­ver­sar, plan­tear que vos venís a tra­ba­jar en con­jun­to con la pobla­ción. No des­de un rol de sal­va­dor, por­que no lo sos, sino que sim­ple­men­te venís a tra­ba­jar con la gen­te que está ahí, para dar una mano de for­ma soli­da­ria. Noso­tros no fui­mos a hacer cari­dad, fui­mos a tra­ba­jar en con­jun­to con un pue­blo que es her­mano, que por ser par­te de Lati­noa­mé­ri­ca tene­mos des­ti­nos comu­nes como pue­blo. Ser soli­da­rios entre noso­tros, como tan­tas veces, otros pue­blos han sido soli­da­rios con noso­tros, los argentinos.

A mí par­ti­cu­lar­men­te, por lo menos dos veces en mi vida la soli­da­ri­dad de otro pue­blo me sal­vó la vida. Cuan­do tuve que irme exi­lia­do a Méxi­co y cuan­do Cuba me dio la posi­bi­li­dad de estu­diar medi­ci­na. Por lo tan­to, cuan­do lle­ga­mos ahí yo sen­tí que esta­ba hacien­do, lo mis­mo me había pasa­do a mí otras veces.

APU: ¿Y qué pasó en ese pri­mer momento?

HS: Habla­mos con la gen­te del lugar e hici­mos una muy bue­na rela­ción con un dipu­tado de man­da­to cum­pli­do –por­que como mata­ron al pre­si­den­te, ahí tie­nen como un sis­te­ma polí­ti­co don­de tie­nen como todo des­ar­ma­do – , con él reco­rri­mos el lugar. Se nota­ba en segui­da una situa­ción de pobre­za y ade­más con casas muy daña­das por el terre­mo­to. Noso­tros íba­mos con la expec­ta­ti­va de tra­ba­jar, en un hos­pi­tal que hay en el Corail, que fue fun­da­do por UNASUR en oca­sión del terre­mo­to del 2010 y lle­va por nom­bre Nés­tor Kirch­ner, pero cuan­do lle­ga­mos nos ente­ra­mos que esta­ba muy daña­do por el terre­mo­to. No se podía usar, había toda­vía escom­bros en el qui­ró­fano. Todo lo que noso­tros pen­sá­ba­mos que podía­mos hacer en esta ins­ta­la­ción, no lo podía­mos hacer.

APU: ¿Y cómo lo resolvieron?

HS: Lo que hici­mos es ins­ta­lar­nos en una escue­la. La úni­ca escue­la que había ahí, que esta­ba cerra­da a par­tir de lo del terre­mo­to jus­ta­men­te. Arma­mos como un hos­pi­tal ahí, usa­mos las aulas de con­sul­to­rio. En la par­te abier­ta pusi­mos nues­tras car­pas para que­dar­nos, y arma­mos otras car­pas para que la gen­te tuvie­ra som­bra mien­tras espe­ra­ra ser atendida.

Los pri­me­ros días se jun­tó un mon­tón de gen­te, segu­ra­men­te por trans­mi­sión boca a boca, noso­tros no hici­mos nin­gu­na pro­pa­gan­da. Lo que si hici­mos ese día fue hablar con la gen­te, con los refe­ren­tes loca­les. Tam­bién fui­mos hablar con la divi­sión médi­ca cuba­na que está tra­ba­jan­do hace 20 años en Hai­tí. Tra­ta­mos de ser par­te del lugar. Así que se acer­có un mon­tón de gen­te. Lle­ga­ban per­so­nas con trau­mas y daños trau­ma­to­ló­gi­cos pro­duc­to del terre­mo­to que había pasa­do hacía una sema­na. Vimos una pobre­za estruc­tu­ral tre­men­da y una ausen­cia de Esta­do y de dere­chos ele­men­ta­les que noso­tros damos por sen­ta­do muchas veces, y que ahí no hay. Eso fue muy fuerte.

APU: ¿Uste­des dón­de dormían?

HS: Noso­tros dor­mía­mos en catres al aire libre, por­que en las car­pas no se podía estar por el calor. Hacía 40 gra­dos todo el día con un millón de mos­qui­tos. Nun­ca, en lo per­so­nal, tuve sen­sa­ción de inse­gu­ri­dad o de estar en peli­gro. Y eso que, como digo, está­ba­mos en un lugar abier­to. Creo que lo que nos pro­te­gía es jus­ta­men­te haber ido de una for­ma solidaria.

APU: Ahí se habla creo­le fran­cés, uste­des hablan en espa­ñol ¿Cómo esta­ble­cían el diá­lo­go para poder hacer la aten­ción y poder comunicarse? 

HS: Había dos com­pa­ñe­ras de Cas­cos Blan­cos que habla­ban fran­cés y había otro com­pa­ñe­ro hai­tiano, tam­bién de Cas­cos blan­cos que esta­ba estu­dian­do en Argen­ti­na, y era él que tra­du­cía. Des­pués se incor­po­ró tam­bién una per­so­na, que era del lugar, habla­ba espa­ñol, y tam­bién nos tra­du­cía. Y con eso más o menos nos arre­glá­ba­mos bas­tan­te bien para comunicarnos.

APU: Con­ta­me un poco cómo fue la reac­ción de la gen­te en el tra­to cotidiano

HS: La reac­ción fue muy bue­na. La gen­te, la ver­dad, es que nos reci­bió muy bien. Inclu­so den­tro de la pobre­za que había allá, varias veces nos acer­ca­ron fru­tas, como para que comié­ra­mos algo, como un ges­to. Nos ayu­da­ron en todo momen­to, por ejem­plo a armar todo el cam­pa­men­to que dio bas­tan­te tra­ba­jo, ya que no eran sola­men­te las car­pas para dor­mir, sino toda la estruc­tu­ra para la aten­ción afue­ra. Siem­pre había gen­te dán­do­nos una mano. La rela­ción fue la mejor.

APU: ¿Y había comu­ni­ca­ción con el sis­te­ma de salud nacio­nal, es decir, si por ejem­plo tenían que hacer deri­va­cio­nes ante casos más gra­ves? ¿Cómo fun­cio­na esto, la rela­ción, des­de ese lugar que es más peque­ño, con el sis­te­ma de salud nacional? 

HS: Para mí eso fue lo más dra­má­ti­co, lo más difí­cil y fuer­te de toda la misión por­que no hay sis­te­ma de salud. Por ahí, lo úni­co que había era el hos­pi­tal Nés­tor Kirch­ner que esta­ba roto y no había nin­gún sec­tor médi­co. Lo úni­co que había era la misión médi­ca cuba­na, que era una misión prin­ci­pal­men­te de aten­ción pri­ma­ria, y que cada tan­to lle­ga­ba un ciru­jano a hacer algún tipo de inter­ven­ción de ciru­gía pro­gra­ma­da. Des­pués para deri­var­los, había un hos­pi­tal que esta­ba a 15 km por una ruta muy des­trui­da con mucha difi­cul­tad para lle­gar. Ade­más, cobra­ban esa aten­ción. Era muy duro. Por­que se veía situa­cio­nes de gen­te que tenía pato­lo­gías que eran tra­ta­bles y que la pers­pec­ti­va era que se murie­ran de algo que era tratable.

APU: Por no tener la pla­ta para ir.

HS: Exac­to. Por no tener la pla­ta para ir, o por­que sabían que si con­se­guían ir tenía que pagar pagar. Noso­tros hici­mos arti­cu­la­cio­nes para que los lle­va­ran gra­tis, para que los tras­la­da­ran y los aten­die­ran, pero eso fue un momen­to pun­tual por­que está­ba­mos ahí. En ese sen­ti­do, creo que hay una cul­tu­ra tam­bién de la resig­na­ción, de decir “bueno por una enfer­me­dad voy a morir de eso.” Pun­to. No es que “no, no pue­de ser… esto es tra­ta­ble”. No, si me toca una enfer­me­dad que me va a matar, era decir “bueno lis­to, voy a morir de esto, ya está”. Para mí eso fue muy duro.

APU: Hai­tí tie­ne pro­ble­mas serios estruc­tu­ra­les, que tie­nen que ver con una lar­ga tra­yec­to­ria de pro­ble­mas eco­nó­mi­co y polí­ti­cos, y todo esto inci­de en las con­di­cio­nes de salud. ¿Qué ini­cia­ti­vas inter­na­cio­na­les debe­rían de tomar los paí­ses para ayu­dar a mejo­rar estas condiciones?

HS: La prin­ci­pal estra­te­gia de salud es que la gen­te coma y coma bien. Y ese es un pro­ble­ma por­que es un país muy pobre. La segun­da estra­te­gia es que ten­gan esta­bi­li­dad polí­ti­ca y no ten­gan los nive­les de muer­tes vio­len­tas que tie­nen. Hay otros deter­mi­nan­tes de la salud a aten­der antes de espe­cí­fi­ca­men­te los pro­gra­mas sani­ta­rios. Es un país de Lati­noa­mé­ri­ca que tie­ne una deu­da gigan­tes­ca, es el pri­mer país que decla­ró la inde­pen­den­cia, la pri­me­ra revo­lu­ción de escla­vos. Sin embar­go, viven un dra­ma social que sólo se expli­ca por aque­lla fra­se que usan los mexi­ca­nos que dicen “tan lejos de dios y tan cer­ca de los Esta­dos Uni­dos”. Por su lugar geo­po­lí­ti­co tie­ne un mon­tón de con­flic­tos e ines­ta­bi­li­dad. Aho­ra bien, ¿cómo aten­der los pro­ble­mas de salud? que ten­gan un sis­te­ma de salud. Lo que nece­si­ta Hai­tí es poder desa­rro­llar su pro­pio sis­te­ma de salud, y tener todos los demás deter­mi­nan­tes de la salud bien, que ten­gan labu­ro, que ten­gan esta­bi­li­dad, que coman. Creo que va por ahí más que por el sistema. 

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