Los años socia­lis­tas de Afga­nis­tán: El futu­ro pro­me­te­dor ase­si­na­do por el impe­ria­lis­mo estadounidense

A media­dos de la déca­da de 1970 y prin­ci­pios de los 80, la corres­pon­sal de People’s World Marilyn Bech­tel fue edi­to­ra de la revis­ta bimen­sual New World Review. Visi­tó Afga­nis­tán dos veces, en 1980 y 1981. El siguien­te artícu­lo apa­re­ció por pri­me­ra vez en nues­tras pági­nas el 6 de octu­bre de 2001, el día antes de que Esta­dos Uni­dos lan­za­ra su gue­rra en Afga­nis­tán, bajo el títu­lo “Afga­nis­tán: Algu­nos pasa­ron por alto la his­to­ria”. Con la admi­nis­tra­ción Biden aho­ra reti­ran­do todas las tro­pas del país, pre­sen­ta­mos este artícu­lo como un recor­da­to­rio de que la gue­rra más lar­ga de Esta­dos Uni­dos tuvo raí­ces que fue­ron más allá de los ata­ques terro­ris­tas del 911, que se remon­tan al anti­co­mu­nis­mo de la Gue­rra Fría.

Des­de los terri­bles acon­te­ci­mien­tos del 11 de sep­tiem­bre, se ha habla­do mucho de la deses­pe­ra­da situa­ción del pue­blo afgano, aho­ra aplas­ta­do bajo el talón de los tali­ba­nes teo­crá­ti­cos y dic­ta­to­ria­les, y del papel de la Alian­za del Nor­te y otros opo­si­to­res tali­ba­nes que aho­ra figu­ran en los pla­nes de Washing­ton para la región.

Esce­na calle­je­ra de Kabul, 1979. | TASS

Se ha habla­do, la mayor par­te dis­tor­sio­na­do, sobre el papel de la Unión Sovié­ti­ca en los años de 1978 a 1989. Se ha habla­do, la mayor par­te de ello, sobre el papel de Esta­dos Uni­dos en la cons­truc­ción de las fuer­zas muyahi­di­nes, inclui­dos los talibanes.

Pero casi nadie habla del esfuer­zo que el pue­blo afgano hizo a fina­les de los años 1970 y 80 para libe­rar­se del lega­do de tri­bus ince­san­te­men­te beli­ge­ran­tes y feu­dos feu­da­les y comen­zar a cons­truir un esta­do demo­crá­ti­co moderno. O sobre el papel de la Unión Sovié­ti­ca mucho antes de 1978.

Algu­nos ante­ce­den­tes ayu­dan a arro­jar luz sobre la cri­sis actual. Afga­nis­tán fue un pre­mio geo­po­lí­ti­co para los cons­truc­to­res de impe­rios del siglo 19, dispu­tado tan­to por la Rusia zaris­ta como por el Impe­rio Bri­tá­ni­co. Final­men­te fue for­za­do por los bri­tá­ni­cos a la semidependencia.

Cuan­do lle­gó al poder en 1921, Ama­nu­llah Khan —a veces cono­ci­do como Kemal Ata­turk de Afga­nis­tán— inten­tó reafir­mar la sobe­ra­nía de su país y mover­lo hacia el mun­do moderno. Como par­te de este esfuer­zo, se acer­có al nue­vo gobierno revo­lu­cio­na­rio en Mos­cú, que res­pon­dió reco­no­cien­do la inde­pen­den­cia de Afga­nis­tán y con­clu­yen­do el pri­mer tra­ta­do de amis­tad afgano-soviético.

Des­de 1921 has­ta 1929 —cuan­do ele­men­tos reac­cio­na­rios, ayu­da­dos por los bri­tá­ni­cos, obli­ga­ron a Ama­nu­llah a abdi­car— los sovié­ti­cos ayu­da­ron a lan­zar los ini­cios de pro­yec­tos de infra­es­truc­tu­ra eco­nó­mi­ca, como plan­tas de ener­gía, recur­sos hídri­cos, trans­por­te y comu­ni­ca­cio­nes. Miles de estu­dian­tes afga­nos asis­tie­ron a escue­las téc­ni­cas y uni­ver­si­da­des soviéticas.

Des­pués de la par­ti­da for­za­da de Ama­nu­llah, los pro­yec­tos lan­gui­de­cie­ron, pero la rela­ción entre los sovié­ti­cos y los afga­nos resur­gi­ría más tarde.

El Cen­tro para la Cien­cia y la Cul­tu­ra fue cons­trui­do en Kabul como un rega­lo del pue­blo de la Unión Sovié­ti­ca. Una vez que las fuer­zas muyahi­di­nes res­pal­da­das por Esta­dos Uni­dos toma­ron el poder, la ins­ta­la­ción fue des­trui­da. | TASS

En la déca­da de 1960, un resur­gi­mien­to de pro­yec­tos con­jun­tos afgano-sovié­ti­cos inclu­yó el Ins­ti­tu­to Poli­téc­ni­co de Kabul, el prin­ci­pal recur­so edu­ca­ti­vo del país para inge­nie­ros, geó­lo­gos y otros especialistas.

El Afga­nis­tán tam­po­co es inmu­ne al fer­men­to polí­ti­co y social que carac­te­ri­zó al mun­do en desa­rro­llo en el siglo pasa­do. A par­tir de la déca­da de 1920, muchas corrien­tes pro­gre­sis­tas de lucha toma­ron nota de las expe­rien­cias de la URSS, don­de una nue­va socie­dad más equi­ta­ti­va esta­ba sur­gien­do en las tie­rras del anti­guo impe­rio ruso. Afga­nis­tán no fue una excep­ción. A media­dos de los años 60, las corrien­tes revo­lu­cio­na­rias demo­crá­ti­cas nacio­na­les se habían uni­do para for­mar el Par­ti­do Demo­crá­ti­co del Pue­blo (PDP).

Moder­nos edi­fi­cios de apar­ta­men­tos cons­trui­dos en Kabul en la déca­da de 1980 con ayu­da sovié­ti­ca. | TASS

En 1973, las fuer­zas bur­gue­sas loca­les, con la ayu­da de algu­nos ele­men­tos del PDP, derro­ca­ron el rei­na­do de 40 años de Moham­mad Zahir Shah, el hom­bre que aho­ra, a sus 86 años, está sien­do pro­mo­vi­do por los repu­bli­ca­nos de dere­cha de Esta­dos Uni­dos como el per­so­na­je en torno al cual los afga­nos pue­den unirse.

Cuan­do el PDP asu­mió el poder en 1978, comen­za­ron a tra­ba­jar por una dis­tri­bu­ción más equi­ta­ti­va de los recur­sos eco­nó­mi­cos y socia­les. Entre sus obje­ti­vos figu­ra­ban la con­ti­nua eman­ci­pa­ción de las muje­res y las niñas de la anti­gua escla­vi­tud tri­bal (un pro­ce­so ini­cia­do bajo Zahir Shah), la igual­dad de dere­chos para las nacio­na­li­da­des mino­ri­ta­rias, inclui­do el gru­po más opri­mi­do del país, los haza­ra, y el aumen­to del acce­so de la gen­te común a la edu­ca­ción, la aten­ción médi­ca, la vivien­da dig­na y el saneamiento.

Un com­ba­tien­te isla­mis­ta muyahi­dín apun­ta a un misil Stin­ger de fabri­ca­do en Esta­dos Uni­dos sumi­nis­tra­do por la CIA cer­ca de Gar­dez, Afga­nis­tán, en diciem­bre de 1991. | Mir Wais /​AP

Duran­te dos visi­tas en 1980 – 81, vi los ini­cios del pro­gre­so: muje­res tra­ba­jan­do jun­tas en coope­ra­ti­vas de arte­sa­nía, don­de por pri­me­ra vez se les podía pagar decen­te­men­te por su tra­ba­jo y con­tro­lar el dine­ro que gana­ban. Adul­tos, tan­to muje­res como hom­bres, apren­dien­do a leer. Muje­res que tra­ba­jan como pro­fe­sio­na­les y ocu­pan altos car­gos guber­na­men­ta­les, inclui­da la de Minis­tra de Edu­ca­ción. Las fami­lias tra­ba­ja­do­ras pobres pue­den pagar un médi­co y enviar a sus hijos —niñas y niños— a la escue­la. La can­ce­la­ción de la deu­da cam­pe­si­na y el ini­cio de la refor­ma agra­ria. Coope­ra­ti­vas cam­pe­si­nas en cier­nes. Con­tro­les de pre­cios y reduc­cio­nes de pre­cios en algu­nos ali­men­tos cla­ve. Ayu­da a nóma­das intere­sa­dos en una vida asentada.

Tam­bién vi los amar­gos resul­ta­dos de los ata­ques de los muyahi­di­nes por par­te de los mis­mos gru­pos que aho­ra con­for­man la Alian­za del Nor­te, en esos años diri­gi­dos espe­cial­men­te a las escue­las y los maes­tros en las zonas rurales.

Los desa­rro­llos pos­te­rio­res a 1978 tam­bién inclu­ye­ron la ayu­da sovié­ti­ca a pro­yec­tos eco­nó­mi­cos y socia­les a una esca­la mucho mayor, con un nue­vo Tra­ta­do de Amis­tad Afgano-Sovié­ti­co y una varie­dad de nue­vos pro­yec­tos, inclu­yen­do infra­es­truc­tu­ra, pros­pec­ción de recur­sos y mine­ría, ser­vi­cios de salud, edu­ca­ción y pro­yec­tos de demos­tra­ción agrí­co­la. Des­pués de diciem­bre de 1978, ese papel tam­bién inclu­yó la intro­duc­ción de tro­pas sovié­ti­cas, a peti­ción de un gobierno del PDP cada vez más aco­sa­do por los seño­res de la gue­rra feu­da­les y tri­ba­les des­pla­za­dos que fue­ron ayu­da­dos y orga­ni­za­dos por los Esta­dos Uni­dos y Pakistán.

El res­to, como se sue­le decir, es his­to­ria. Pero es sig­ni­fi­ca­ti­vo que des­pués de que las tro­pas sovié­ti­cas se reti­ra­ron en 1989, el gobierno del PDP con­ti­nuó fun­cio­nan­do, aun­que cada vez más ase­dia­do, duran­te casi tres años más.

En algún lugar, deba­jo de las rui­nas del des­ga­rra­do y ensan­gren­ta­do Afga­nis­tán de hoy, están las semi­llas que per­ma­ne­cen inclu­so en los tiem­pos más difí­ci­les den­tro de los cora­zo­nes de las per­so­nas que saben que hay un futu­ro mejor para la huma­ni­dad. En un mun­do que lucha por la jus­ti­cia eco­nó­mi­ca y social —no por la ven­gan­za— esas semi­llas vol­ve­rán a brotar.

Fuen­te: Base­rri­go­rri.

La entra­da Los años socia­lis­tas de Afga­nis­tán: El futu­ro pro­me­te­dor ase­si­na­do por el impe­ria­lis­mo esta­dou­ni­den­se se publi­có pri­me­ro en La otra Anda­lu­cía.

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