Memo­ria. 25 de abril: la Revo­lu­ción afri­ca­na lle­ga a Portugal

Por Gon­za­lo D. Armúa, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 25 de abril de 2021.

Un sol­da­do raso corre con su gorra mal pues­ta, su fusil al hom­bro se tam­ba­lea. Atra­vie­sa el patio cen­tral del cuar­tel don­de otros tan­tos jóve­nes se alis­tan con cara de incer­ti­dum­bre mien­tras mur­mu­ran por lo bajo. Hay ten­sión en el ambien­te, la noche pri­ma­ve­ral de abril no logra disi­par el ner­vio­sis­mo de esos noví­si­mos sol­da­dos ya can­sa­dos de morir y de matar en las colo­nias afri­ca­nas. Son hijos de obre­ros, de cam­pe­si­nos, de los barrios popu­la­res, que viven en un régi­men que los mata de ham­bre y de gue­rra. Pero esa noche pue­de ser deci­si­va. Los capi­ta­nes están con­ven­ci­dos, se saben par­te de un movi­mien­to y de una cla­se. Los ciga­rros se api­lan en los ceni­ce­ros mien­tras el humo inun­da las ofi­ci­nas reple­tas de gen­te, de movi­mien­to y de inse­gu­ri­da­des. De repen­te alguien lla­ma a silen­cio, giran la peri­lla de la radio para dar­le volu­men. Ese con­jun­to uni­for­me de ver­de oli­va, boi­nas y oje­ras de mal dor­mir saca pecho y se emo­cio­na. Son las 00:25 hs. del 25 de abril de 1974 y en una radio de Lis­boa se emi­te la segun­da señal para con­fir­mar el gol­pe con­tra el régi­men. Los mie­dos se disi­pan, los ros­tros se her­ma­nan, las bocas can­tan con orgullo:

“Grân­do­la Vila Morena

povo é quem mais ordena

Terra da fraternidade

Den­tro de ti, ó cidade!

De esta for­ma la can­ción de Alfon­so Zeca, prohi­bi­da por el régi­men sala­za­ris­ta has­ta ese momen­to, se con­vier­te en el sím­bo­lo musi­cal de la Revo­lu­ción de los Cla­ve­les. Ésta que ten­dría su ini­cio como una insu­rrec­ción del Movi­mien­to de las Fuer­zas Arma­das (MFA) pero que pron­to será des­bor­da­do por el pue­blo en la calle, por los sin­di­ca­tos y las orga­ni­za­cio­nes de masas. El rela­to des­ca­fei­na­do, dirá lue­go que fue una “Revo­lu­ción paci­fi­ca”, “sin tiros” y en bus­ca de “liber­ta­des demo­crá­ti­cas” Una mira­da menos cen­tra­da en Euro­pa nos per­mi­te decir que la Revo­lu­ción por­tu­gue­sa es el últi­mo capi­tu­lo de la Libe­ra­ción afri­ca­na, y en par­ti­cu­lar de la gue­rra de inde­pen­den­cia de Cabo Ver­de, Mozam­bi­que y Ango­la. Des­de esta pers­pec­ti­va, el 25 de abril no fue el ini­cio sino una de las vic­to­rias de ese pro­ce­so de descolonización.

Tam­po­co fue paci­fi­ca; a los cua­tro muer­tos de Lis­boa caí­dos bajo las balas de la Poli­cía, hay que sumar­le las millo­nes de vidas que sig­ni­fi­ca­ron para Áfri­ca luchar por su liber­tad. Cues­tio­nes que los apo­lo­ge­tas de la demo­cra­cia par­la­men­ta­ria euro­pea han deja­do en el olvi­do para mos­trar a este pro­ce­so revo­lu­cio­na­rio bajo el bar­niz dora­do de esa lec­tu­ra que hace mas foco en los cla­ve­les que en las armas que los por­ta­ban, – y en las per­so­nas que por­ta­ban esas armas-.

Metró­po­li en decadencia 

Para la déca­da de los 70 Por­tu­gal se encuen­tra en una bucó­li­ca deca­den­cia en su super­fi­cie y un cre­cien­te movi­mien­to de des­con­ten­to por aba­jo, lle­va cua­tro déca­das de un régi­men auto­ri­ta­rio, sin liber­ta­des, con pobre­za en aumen­to y podre­dum­bre polí­ti­ca. Sus colo­nias en Áfri­ca son las últi­mas que que­dan en un con­ti­nen­te ya libe­ra­do en su casi tota­li­dad. Sin embar­go, el régi­men sala­za­ris­ta se empe­ña­ría con uñas y dien­tes en con­ser­var esos terri­to­rios. Un cos­to que, cla­ra­men­te le haría pagar a su pue­blo y al de los paí­ses que inten­ta­ban libe­rar­se. Un cos­to sui­ci­da que se le vol­ve­ría en con­tra y pon­dría fin al pro­pio Esta­do Novo.

El Esta­do Novo era el pro­yec­to que des­de los años ‘30 había con­so­li­da­do el dic­ta­dor Anto­nio Oli­vei­ra de Sala­zar bajo el lema “Dios, Patria y Fami­lia”, un pro­yec­to ultra nacio­na­lis­ta, anti­co­mu­nis­ta con un esta­do cor­po­ra­ti­vo e impe­rial ultra­ma­rino, con la venia de la OTAN y de EE.UU., que mira­ba para otro lado cada vez que tenia que hablar del “mun­do libre” e invi­tar a Por­tu­gal a la cena. Las colo­nias eran para Sala­zar la fuen­te de rique­za eco­nó­mi­ca y las posi­bi­li­da­des de una nue­va hege­mo­nía lusi­ta­na den­tro de Euro­pa. Esto últi­mo nun­ca se logro, y con los pro­ce­sos de libe­ra­ción a rojo vivo, las colo­nias se con­vir­tie­ron en un sal­va­vi­das de plo­mo. Los altos cos­tos de man­te­ner a unas fuer­zas arma­das en gue­rra en dis­tin­tos fren­tes, por un lar­go perio­do de tiem­po, hicie­ron que el esfuer­zo cai­ga en las espal­das de los pro­pios por­tu­gue­ses que no solo veían como los sala­rios no alzan­za­ban, ni veían obras publi­cas ni dere­chos, sino que ade­mas tenían que entre­gar a sus hijos para una gue­rra que no que­rían ni aceptaban.

Sala­zar supo mover­se en las dis­tin­tas eta­pas de for­ma hábil para man­te­ner­se en el poder, con dis­tin­tos car­gos, con dis­tin­tos alia­dos inter­na­cio­na­les pero siem­pre mane­jan­do las rien­das del país. Su sim­pa­tía por los fas­cis­mos, su fer­vor faná­ti­co por el cato­li­cis­mo y lue­go su anti­co­mu­nis­mo lo fue­ron ubi­can­do del lado de los fac­to­res de poder his­tó­ri­cos y coyun­tu­ra­les de la Euro­pa de entre y pos gue­rras. La rela­ción con las Fuer­zas Arma­das, a dife­ren­cia de otros regí­me­nes como el fran­quis­mo en Espa­ña, nun­ca fue direc­ta y siem­pre estu­vo media­da por reven­das y bene­fi­cios que Sala­zar sabia dar­le a los altos car­gos mili­ta­res y deter­mi­na­dos pri­vi­le­gios cor­po­ra­ti­vos. Su per­so­na­li­dad tam­po­co se des­ta­co por su his­trio­nis­mo ni por gran­des dis­cur­sos. Mas bien fue siem­pre un per­so­na­je oscu­ro y sin mucho carisma.

En 1968 Sala­zar tie­ne una muer­te poco glo­rio­sa; se cae de una silla de pla­ya y el gol­pe en la cabe­za lo ter­mi­na matan­do lue­go de una lar­ga ago­nía. De esta for­ma el régi­men auto­ri­ta­rio mas lon­ge­vo de Euro­pa empe­za­ba a des­gra­nar­se al igual que la muer­te de su prin­ci­pal figu­ra. Asu­mía el man­do Mar­ce­lo Cae­tano, que al poco tiem­po dila­pi­da­ría algu­na que otra espe­ran­za des­ata­da por su mode­ra­ción, cuan­do con­ti­nuó con la pos­tu­ra colo­nial y no gene­ró la aper­tu­ra demo­crá­ti­ca tan espe­ra­da. La movi­li­za­ción de cen­te­na­res de miles de sol­da­dos, el ser­vi­cio mili­tar obli­ga­to­rio de cua­tro años y los gas­tos en des­pla­za­mien­tos y arma­men­to empeo­ra­ban la situa­ción eco­nó­mi­ca del país.

Ya des­de los años ‘60, Por­tu­gal tenía una vida clan­des­ti­na de enor­me dina­mis­mo; con las jun­tas sin­di­ca­les en cre­cien­te orga­ni­za­ción de base; un Par­ti­do Comu­nis­ta que gana­ba en sim­pa­tía popu­lar en barrios y pue­blos olvi­da­dos; y que con­ta­ba con la refe­ren­cia inta­cha­ble de su diri­gen­te máxi­mo: Alva­ro Cunhal, quien cuen­ta con varias haza­ñas en su haber, entre ellas el surrea­lis­ta esca­pe de la cár­cel de Peni­che, de don­de se había esca­pa­do con otros diez, atan­do las saba­nas de las camas a modo de soga. El comu­nis­mo, y tam­bién el Par­ti­do Socia­lis­ta de Soa­res, tie­nen gran ascen­den­cia entre artis­tas, inte­lec­tua­les, obre­ros y militares.

El cen­tro de Lis­boa se asien­ta sobre sie­te coli­nas, a lo lar­go de los siglos se han ido vis­tien­do con la cons­truc­ción de casas, edi­fi­cios bajos, úni­cos, comer­cios al fren­te, mer­ca­di­tos por doquier, has­ta que en algún momen­to la rique­za de las colo­nias empe­zó a dar­le su pecu­liar belle­za, con sus azu­le­jos here­da­dos de la ocu­pa­ción ára­be pero lle­va­dos al sumum en la épo­ca de apo­geo colonial.Las calle­jue­las nun­ca se modi­fi­ca­ron, ni la dis­tri­bu­ción de las edi­fi­ca­cio­nes. Si se la mira­se des­de arri­ba, la ciu­dad del sol des­lum­bran­te pare­ce un labe­rin­to. De no ser por la vida urba­na lle­na de aro­mas y per­so­nas cáli­das , podría ser una ciu­dad asfi­xian­te de la estre­chez, de las subi­das y baja­das en cada reco­rri­do. Esa pul­cri­tud de otras ciu­da­des euro­peas bien pla­ni­fi­ca­das en Lis­boa no exis­te. Es por allí que los tan­ques y tan­que­tas se abren paso en esa maña­na de abril. El humo de los moto­res Dies­sel se con­fun­de con las indi­ca­cio­nes de los sol­da­dos, los camo­nes ver­des con los autos esta­cio­na­dos. Muchos de los insu­rrec­tos nun­ca habían pisa­do la capi­tal, otros tan­to solo a la sali­da para la Gue­rra sucia en las colonias.

El capi­tán Sal­guei­ro Maia tie­ne trein­ta años, hace unos pocos años vol­vió del fren­te en Gui­nea Bisau, esta al fren­te de una colum­na de blin­da­dos y los fre­na­zos con­ti­nuos de su tan­que lo tie­nen a mal traer. Unos pocos momen­tos antes logra­ron supe­rar una esqui­na casi impo­si­ble de doblar para un auto­mó­vil, y qué decir de una tan­que­ta. Es hijo de un obre­ro ferro­via­rio y des­de la vuel­ta de com­ba­to un mili­tan­te anti fas­cis­ta y de izquier­da. El res­to de su colum­na lo sigue con con­fian­za. Unas horas antes en el cuar­tel lo habían escu­cha­do atentamente:

«Seño­res míos, como todos saben, hay diver­sas moda­li­da­des de Esta­do. Los esta­dos socia­les, los cor­po­ra­ti­vos y el esta­do al que hemos lle­ga­do. Así, en esta noche solem­ne, vamos a aca­bar con el esta­do al que hemos lle­ga­do. De for­ma que, quien quie­ra venir con­mi­go, vamos para Lis­boa y aca­be­mos con esto. Quien sea volun­ta­rio, que sal­ga y for­me. Quien no quie­ra salir, se que­da aquí». Tuvie­ron que obli­gar a unos pocos a que­dar­se en el cuar­tel para man­te­ner­lo bajo con­trol, toda la sol­da­des­ca se sumo a Maia y mar­cha hacia Lisboa.

El MFA empie­za a tomar for­ma en 1973 como un movi­mien­to de jóve­nes ofi­cia­les que habían esta­do luchan­do en la Gue­rra sucia que Lis­boa tenia en sus terri­to­rios colo­nia­les para apla­car los pro­ce­sos de inde­pen­den­cia y libe­ra­ción nacio­nal. Son estos sol­da­dos, capi­ta­nes y algu­nos gene­ra­les que des­con­ten­tos con la gue­rra hacia pue­blos oprimidos

En estos últi­mos se da un pro­ce­so para­dó­ji­co, al estar en con­tac­to con esos pue­blos que lucha­ban por libe­rar­se, inte­rro­gan­do a pri­sio­ne­ros inque­bran­ta­bles y empa­pán­do­se de la pro­pa­gan­da revo­lu­cio­na­ria de que se incau­ta­ban, algu­nos de aque­llos jóve­nes mili­ta­res lle­ga­ron a una con­clu­sión: Las gue­rras a las que los habían lle­va­do care­cían de sen­ti­do. Sus supues­tos enemi­gos tenían más razón en su lucha por la inde­pen­den­cia que ellos en la defen­sa del colonialismo.

Capi­tán Fer­nan­do José Sal­guei­ro Maia

La con­cien­cia revo­lu­cio­na­ria fue sus­ti­tu­yen­do a las tesis nacio­na­lis­tas y con­ser­va­do­ras. La pro­fe­sión mili­tar había deja­do de ser patri­mo­nio de la aris­to­cra­cia, y el grue­so de los nue­vos ofi­cia­les, pro­ce­den­tes en su mayor par­te del pue­blo llano, con­ser­va­ba el recuer­do de la pobre­za en los barrios obre­ros y el medio rural. No olvi­da­ban cómo sus fami­lia­res y ami­gos se veían obli­ga­dos a emi­grar clan­des­ti­na­men­te para sobre­vi­vir. Por­tu­gal era una pri­sión que solo ofre­cía a las gene­ra­cio­nes jóve­nes gue­rra, mise­ria, mie­do y represión.

Ese 25 de abril de 1974 todo el régi­men sala­za­ris­ta cayo en menos de 12 horas, en pocos meses mas cae­ría todo el régi­men colo­nial portugués

“Terri­to­rios de ultramar”

El pri­mer país euro­peo que se esta­ble­ció en Áfri­ca fue Por­tu­gal, lo hizo duran­te la segun­da mitad del siglo XV, y se que­da­ría has­ta 1975. Es gra­cias a estas colo­nias que el impe­rio lusi­tano se tor­na­ría una de las poten­cias de ese pri­mer siglo y los siguien­tes, pasan­do por su perio­do de mayor esplen­dor eco­nó­mi­co. En cada colo­nia se extrae “oro humano”. La rique­za por­tu­gue­sa se sus­ten­ta en millo­nes de escla­vos, caza­dos y vendidos.

Poco des­pués de la con­quis­ta de las pri­me­ras regio­nes en Arguin, Cabo Ver­de y San­to Tome, Por­tu­gal comen­zó la pose­sión de las dos zonas más impor­tan­tes de su colo­ni­za­ción afri­ca­na: Mozam­bi­que y Ango­la. La pri­me­ra era una gran región comer­cio con el mun­do ára­be y el res­to de Asia, poseía un gran puer­to y gran­des recur­sos de oro y pla­ta. Mozam­bi­que, tam­bién lla­ma­da Áfri­ca Orien­tal Por­tu­gue­sa con sus gran­des recur­sos y la gran can­ti­dad de escla­vos, la tor­nó un pun­to cla­ve de la eco­no­mía del Impe­rio Por­tu­gués. En la otra cos­ta esta­ba Ango­la, tam­bién lla­ma­da Áfri­ca Occi­den­tal Por­tu­gue­sa, don­de se apo­ya­ría de for­ma casi exclu­si­va en esa eco­no­mía escla­vis­ta que le daría ese esplen­dor a la blan­ca metró­po­li. Tam­bién con el correr de los siglos des­cu­bri­rían recur­sos aurí­fe­ros y petrolíferos.

A fina­les del siglo XIX se lle­vó a cabo el repar­to de Áfri­ca en la Con­fe­ren­cia de Ber­lín y Por­tu­gal acu­dió como unas de las poten­cias euro­peas pero ya no era “La poten­cia” de siglos atrás. Su atra­so eco­nó­mi­co y mili­tar con res­pec­to a Gran Bre­ta­ña y Fran­cia, obli­ga­ron a los por­tu­gue­ses a que­dar­se con lo que ya tenían y expri­mir­lo con todas las fuer­zas. Tras la Con­fe­ren­cia, Por­tu­gal con­ta­ba con las colo­nias don­de más influen­cia tenía, Cabo Verde,Guinea Por­tu­gue­sa, San­to Tomé y Prín­ci­pe, Ango­la y Mozambique.

Ter­mi­na­da la II Gue­rra Mun­dial, esos sol­da­dos afri­ca­nos que com­ba­tie­ron y san­gra­ron en Euro­pa para sus metró­po­lis, toda­vía seguían sien­do con­si­de­ra­dos “de segun­da” o “ter­ce­ra” pos esos gobier­nos que ayu­da­ron a defen­der , y has­ta libe­rar. Es así como empe­za­ron a levan­tar las mis­mas ban­de­ras por las cua­les lucha­ban en Euro­pa, solo que aho­ra en sus paí­ses opri­mi­dos: liber­tad, inde­pen­den­cia, dere­chos socia­les y polí­ti­cos. Por­tu­gal en su carác­ter ambi­guo de tener el cora­zón con el eje nazi-fas­cis­ta mien­tras se deja­ba aca­ri­ciar por Ingla­te­rra y EEUU, no tuvo esa con­tra­dic­ción en sus colo­nias. Direc­ta­men­te siguie­ron sien­do las mis­mas bes­tias fas­cis­tas sin doble dis­cur­so. Eso si, con la venia de la OTAN y de las demo­cra­cias occidentales. 

Ya para los años ‘60 la mayor par­te de Áfri­ca había gana­do su inde­pen­den­cia, por la vía nego­cia­da o por la vía arma­da. Solo Por­tu­gal se nega­ba a acep­tar esta reali­dad y pron­to lo paga­ría caro. Des­de el ‘61 la gue­rri­lla revo­lu­cio­na­ria ini­cia sus accio­nes en la par­te con­ti­nen­tal y para 1963 la gue­rra de Libe­ra­ción en Cabo Ver­de y en Gui­nea Bisau ya es abier­ta. Bajo el lide­raz­go del míti­co Amil­car Cabral, unos años atrás se había logra­do unir a los revo­lu­cio­na­rios sepa­ra­dos por una estre­cha fran­ja de mar y así fun­dar el Par­ti­do Afri­cano para la Inde­pen­den­cia de Gui­nea y Cabo Ver­de (PAIGC). Cabral sería ase­si­na­do dema­sia­do pron­to, pero su impron­ta se expan­di­ría por todo Áfri­ca y por todo el “ter­cer mundo”.

El Movi­men­to Popu­lar de Liber­tação de Ango­la (MPLA) tam­bién ini­cia la lucha con­tra Por­tu­gal en 1961, no esta solo en esa lucha. Otras fuer­zas tam­bién que­rían la inde­pen­den­cia pero no nece­sa­ria­men­te la revo­lu­ción- o ta, vez la inde­pen­den­cia de Por­tu­gal pero no del impe­ria­lis­mo-. Esto lle­vo a la con­fron­ta­ción pos­te­rior­men­te del MPLA con­tra el UNITA y el FNLA en el tur­bu­len­to año que va del ‘74 al ‘75 para ya lue­go con­ver­tir­se en una gue­rra den­tro de la gue­rra fría, con la CIA y los racis­tas suda­fri­ca­nos de un lado, con­tra las fuer­zas revo­lu­cio­na­rias del MPLA con ayu­da de Cuba y la URSS, del otro. En la otra cos­ta Afri­ca­na, la gue­rra de gue­rri­llas ini­cio en el nor­te de Mozam­bi­que a media­dos de 1964 lide­ra­da por el FRELIMO, acró­ni­mo popu­lar para refe­rir­se al Fren­te de Liber­tação de Moçambique.

Amíl­car Cabral

Con los pro­ce­sos de lucha en estos tres terri­to­rios, la suer­te del impe­ria­lis­mo por­tu­gués ya esta­ba echa­da, solo el orgu­llo del régi­men y su mio­pía polí­ti­ca evi­ta­ban ver una reali­dad. No habría ejer­ci­to ni repre­sión que pudie­se fre­nar la inde­pen­den­cia, mas tem­prano o mas tar­de. Quie­nes si se die­ron cuen­ta fue­ron los sol­da­dos por­tu­gue­ses ape­nas pisa­ban terri­to­rio afri­cano, algu­nos de ellos se pasa­ron de ban­do para com­ba­tir por la inde­pen­den­cia y la revolución. 

Joa­quim Antó­nio Lopes Farrus­co es uno de esos casos. Coman­dan­te de los para­cai­dis­tas por­tu­gue­ses que había sido envia­do a Ango­la para “ matar comu­nis­tas” y ter­mino luchan­do para el MPLA. En un via­je en tren el joven Farrus­co vio una ima­gen que mar­ca­ría su rum­bo en Ango­la, y su vida: un niño des­cal­zo, con la ropa rota y cara de ham­bre corría pidien­do una mone­da o un tro­zo de pan. “ ¿Estos son los terro­ris­tas? ¿Esta es la gen­te que hace fren­te al Gobierno por­tu­gués? ¿Esta es la gen­te a la que veni­mos a com­ba­tir?”, se pre­gun­tó. Esa gen­te que se pare­cía mucho a su gen­te, a su niñez sin nada que comer. Esa gen­te no era el enemi­go. Al poco tiem­po el Coman­dan­te Farrus­co adop­ta­ría la lucha por la inde­pen­den­cia y asu­mi­ría la nacio­na­li­dad ango­le­ña como pro­pia. Cuen­ta el Ris­zard Kapus­cinsky en su cele­bre “Un día mas con vida” que cono­ció al “por­tu­gués trai­dor” lue­go de bus­car­lo duran­te miles de kiló­me­tros en un peri­plo que casi le cues­ta la vida, en varias oca­sio­nes. Lo encon­tró en un pun­to del fren­te sur, resis­tien­do con un puña­do de sol­da­dos ago­ta­dos y mal arma­dos. “Es un des­ta­ca­men­to con­de­na­do al exter­mi­nio, para él no exis­te sal­va­ción”, fue la con­clu­sión del perio­dis­ta pola­co. Sin embar­go Joa­quin Anto­nio Lopes sobre­vi­vió y es uno de esos Qui­jo­tes de la historia.

Coman­dan­te Joa­quim Antó­nio Lopes Farrusco

Los cla­ve­les no son importantes

Aun­que la pla­ni­fi­ca­ción se había hecho a las corri­das y la eje­cu­ción se reali­zó como se pudo – has­ta inclu­so mejor de lo espe­ra­do-. Cuan­do las noti­cias del gol­pe lle­ga­ron al gobierno, se die­ron órde­nes a uni­da­des para que salie­ran a sofo­car­lo, pero no hubo casi res­pues­tas. Algu­nas uni­da­des lle­ga­ron a movi­li­zar­se pero ense­gui­da desis­tie­ron o se pasa­ron de bando.

A pesar de los insis­ten­tes lla­ma­dos de los suble­va­dos para que la gen­te no salie­se de sus domi­ci­lios, el pue­blo, desa­fian­do todas las reco­men­da­cio­nes, se lan­zó en masa a las calles de Lis­boa. Las calle­jue­las y pla­zo­le­tas se vie­ron inva­di­das por un gen­tió paci­fi­co y ale­gre pero dis­pues­to a lo nece­sa­rio en caso de que el régi­men se resis­tie­se. En esas horas que fue­ron des­de la curio­si­dad a la alga­ra­bía, al pare­cer un mano­jo de cla­ve­les empe­zó a cir­cu­lar y las doñas flo­ris­tas comen­za­ron a rega­lar flo­res a los sol­da­dos, como signo de apo­yo. Algu­nos las colo­ca­ron en las sola­pas, pero otros tapo­na­ron con ellas las boca­chas de los fusi­les como mues­tra de su deseo de paz. En pocas horas se con­vir­tie­ron en la ima­gen del día y de la his­to­ria, en el sím­bo­lo de una revo­lu­ción que se hacia con­tra el oscu­ran­tis­mo, la gue­rra y la miseria.

A media tar­de el gobierno de Cae­tano trans­mi­tió su volun­tad de ren­dir­se pero no que­ría dejar el país sin auto­ri­dad. Se ren­día, pero no que­ría, dijo, que con su aban­dono el poder “que­da­se tira­do en la calle”. Era mode­ra­do pero no deja­ba de ser un con­ser­va­dor anti­pue­blo. Ante las dudas de los suble­va­dos, que no tenían con­tem­pla­do ese esce­na­rio, Cae­tano sugi­rió trans­fe­rir­lo al Gene­ral Anto­nio Spí­no­la, cri­ti­co del régi­men pero no revo­lu­cio­na­rio. Spí­no­la no era, a pesar del res­pe­to, la per­so­na que más con­fian­za ins­pi­ra­ba al MFA, ya imbui­do de un espí­ri­tu revo­lu­cio­na­rio que pron­to se empe­za­ría a reve­lar­se y a des­bor­dar a las Fuer­zas Armadas.

A las seis menos cuar­to de la tar­de , el sala­za­ris­mo cerra­ba su tris­te his­to­ria. Aque­lla mis­ma madru­ga­da los pre­sos polí­ti­cos fue­ron pues­tos en liber­tad y se abría así una eta­pa tan des­con­cer­tan­te como ver­ti­gi­no­sa de la revo­lu­ción. Tam­bién de las menos con­ta­das. Como todo pro­ce­so de cam­bio , dis­tin­tas ten­den­cias y sec­to­res luchan den­tro del fren­te vic­to­rio­so para con­du­cir el des­tino de ese país. Por­tu­gal en el 7475 no estu­vo excen­to de estas fuer­zas en disputa.

El Gene­ral Spí­no­la ini­cial­men­te inten­tó gene­rar un gobierno de con­cen­tra­ción bajo la jefa­tu­ra del juris­ta Ade­lino Pal­ma Car­los y la incor­po­ra­cíon de los líde­res, recién lle­ga­dos del exi­lio, del Par­ti­do Comu­nis­ta, Álva­ro Cunhal y del Par­ti­do Socia­lis­ta, Mário Soa­res. Pero la expe­rien­cia duró cua­tro meses, y ante un nue­vo inten­to de gol­pe, el Gene­ral aban­do­nó el poder. Fue sus­ti­tui­do en la pre­si­den­cia de la Repú­bli­ca por el tam­bién gene­ral Fran­cis­co da Cos­ta Gomes, más afín a las ideas revo­lu­cio­na­rias del MFA.

Entre abril de 1974 y diciem­bre de 1975, en un cli­ma per­ma­nen­te de ines­ta­bi­li­dad, se suce­die­ron cin­co gobier­nos inte­ri­nos, enca­be­za­dos por el almi­ran­te Aze­ve­do y el coro­nel Vas­co Gonçal­ves. Este últi­mo, mar­xis­ta con­fe­so y vin­cu­la­do al Par­ti­do Comu­nis­ta, desa­rro­lla­ría duran­te dos años un sis­te­ma colec­ti­vis­ta y cose­cha­ria exce­len­tes rela­cio­nes con la URSS. En una entre­vis­ta rea­li­za­da varios años des­pues, el gene­ral del pue­blo saca­ría sus conclusiones:

“Fue la irrup­ción torren­cial de las masas, toman­do las calles, en la jor­na­da del 25 de Abril, que abrió las puer­tas a la alian­za Pue­blo-MFA, impri­mien­do al pro­ce­so un rum­bo no pre­vis­to.” Este mili­tar revo­lu­cio­na­rio, lue­go barri­do bajo la alfom­bra por los mode­ra­dos, fue con­de­co­ra­do por Fidel Cas­tro en Cuba con la Orden de José Martí.

Gene­ral Vas­co Gonçalves

Es en este perio­do en que Por­tu­gal pone fin a su perío­do colo­nial de casi cin­co siglos en Áfri­ca y a la Gue­rra sucia de un impe­rio que no que­ría reco­no­cer la volun­tad de los pue­blos que opri­mía. La des­co­lo­ni­za­ción lle­vó a la inde­pen­den­cia a Gui­nea-Bis­sau, Cabo Ver­de, San­to Tomé y Prín­ci­pe, Ango­la y Mozam­bi­que. En los cin­co casos, el poder fue entre­ga­do a movi­mien­tos revolucionarios.

Por­tu­gal reco­no­ció la inde­pen­den­cia de Ango­la el 11 de noviem­bre de 1975, por medio del Tra­ta­do de Alvor. La gue­rra en Mozam­bi­que ter­mi­nó con un alto el fue­go el 8 de sep­tiem­bre de 1974, del que resul­tó una inde­pen­den­cia nego­cia­da en 1975 tras los acuer­dos de Lusa­ka. Lue­go de un gobierno de tran­si­ción, en 1975 se pro­cla­mó la inde­pen­den­cia en Cabo ver­de y Ginea Bisau: un mis­mo par­ti­do –el PAIGC– pasó a gober­nar en los dos paí­ses. Lo impo­si­ble se tor­na­ba posi­ble, la revo­lu­ción afri­ca­na habia lle­ga­do has­ta la metró­po­li y había cam­bia­do a los otro­ra opre­so­res en aho­ra revolucionarios.

Esta eta­pa de mayor radi­ca­li­dad y trans­for­ma­cio­nes pro­fun­das se cerra­ría a fina­les de 1975, cuan­do un nue­vo gol­pe de Esta­do, acau­di­lla­do por sec­to­res mode­ra­dos del Ejér­ci­to con apo­yo de socia­lis­tas y social­de­mó­cra­tas, pro­pi­ció la con­so­li­da­ción de la demo­cra­cia par­la­men­ta­ria, tal como desea­ba EEUU e Ingla­te­rra, quie­nes veían con preo­cu­pa­ción las deri­va­cio­nes de una revo­lu­ción comu­nis­ta en el blo­que occi­den­tal. Espa­ña, el vecino mas cer­cano y her­mano ideo­ló­gi­co de con­ser­va­du­ris­mo auto­ri­ta­rio tam­bién sufrió los cole­ta­zos: el régi­men fran­quis­ta tuvo que sofo­car a varios gru­pos mili­ta­res que que­rían una aper­tu­ra demo­crá­ti­ca. Tam­po­co le dura­ría muchos años mas esa esta­bi­li­dad del garrote.

En Áfri­ca la gue­rra en las exco­lo­nias se exten­de­ría varios años mas, con la inje­ren­cia de nue­vos impe­rios y la con­ti­nui­dad de vie­jas ideas racis­tas que ya se habían arrai­ga­do en las éli­tes blan­cas de Sudá­fri­ca y en la ego­la­tría ser­vil de Mobu­tu, en Zai­re. Estos dos paí­ses jun­to a la CIA tra­ta­rían de apro­ve­char­se de Ango­la pero en el momen­to cer­cano a la derro­ta, Cuba acu­dió al lla­ma­do y res­pon­dió con soli­da­ri­dad inter­na­cio­na­lis­ta y con jus­ti­cia his­tó­ri­ca. Así Fidel escu­chan­do el lla­ma­do del Pue­blo Ango­le­ño daría ini­cio a la Ope­ra­ción Car­lo­ta. Mas de cin­co mil cuba­nos deja­ron su vida por la libe­ra­ción de Ango­la de los fas­cis­mos y del impe­ria­lis­mo, nun­ca pidie­ron nada a cam­bio. Pero eso es par­te de otra historia.

Ese 25 de abril de 1974, se caía un régi­men colo­nial y fas­cis­ta, una revo­lu­ción que había ini­cia­do a miles de kiló­me­tros en ese con­ti­nen­te opri­mi­do, aho­ra lle­ga­ba hacia el cen­tro con toda la fuer­za de los pue­blos que se levan­tan y luchan por su liber­tad. Esos sol­da­dos, esos capi­ta­nes y gene­ra­les por­tu­gue­ses habían apren­di­do una lec­ción. “nin­gún pue­blo pue­de ser libre si opri­me a otro pue­blo”, y esos hijos de obre­ros y cam­pe­si­nos cam­bia­ron los fusi­les para apun­tar a los opre­so­res. Ese 24 de abril lo impor­tan­te no fue­ron los cla­ve­les, fue esa uni­dad pue­blo- ejer­ci­to para la libe­ra­ción de Por­tu­gal y de los pue­blos de África.

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