Argen­ti­na. Pro­gra­ma del 1º de Mayo de la CGT de los Argen­ti­nos, una pro­pues­ta rea­li­za­da en 1968 que no ha per­di­do vigencia

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 30 de abril de 2021.

Repro­du­ci­mos el Pro­gra­ma del 1º de Mayo de la CGT de los Argen­ti­nos que lide­ra­ba Rai­mun­do Onga­ro, publi­ca­do en el pri­mer núme­ro del Perió­di­co de esa cen­tral obre­ra en 1968. 

1. «Noso­tros, repre­sen­tan­tes de la CGT de los Argen­ti­nos, legal­men­te cons­ti­tui­da en el con­gre­so nor­ma­li­za­dor Ama­do Olmos, en este Pri­me­ro de Mayo nos diri­gi­mos al pueblo».

Los invi­ta­mos a que nos acom­pa­ñen en un examen de con­cien­cia, una empre­sa común y un home­na­je a los for­ja­do­res, a los héroes y los már­ti­res de la cla­se trabajadora.

En todos los paí­ses del mun­do ellos han seña­la­do el camino de la libe­ra­ción. Fue­ron masa­cra­dos en oscu­ros cala­bo­zos como Feli­pe Valle­se, caye­ron ase­si­na­dos en los inge­nios tucu­ma­nos, como Hil­da Gue­rre­ro. Pade­cen toda­vía en injus­tas cárceles.

En esas luchas y en esos muer­tos reco­no­ce­mos nues­tro fun­da­men­to, nues­tro patri­mo­nio, la tie­rra que pisa­mos, la voz con que que­re­mos hablar, los actos que debe­mos hacer: esa gran revo­lu­ción incum­pli­da y trai­cio­na­da pero viva en el cora­zón de los argentinos.

2. Duran­te años sola­men­te nos han exi­gi­do sacri­fi­cios. Nos acon­se­ja­ron que fué­se­mos aus­te­ros: lo hemos sido has­ta el hambre.

Nos pidie­ron que aguan­tá­ra­mos un invierno: hemos aguan­ta­do diez. Nos exi­gen que racio­na­li­ce­mos: así vamos per­dien­do con­quis­tas que obtu­vie­ron nues­tros abue­los. Y cuan­do no hay humi­lla­ción que nos fal­te pade­cer ni injus­ti­cia que res­te come­ter­se con noso­tros, se nos pide iró­ni­ca­men­te que “par­ti­ci­pe­mos”.

Les deci­mos: ya hemos par­ti­ci­pa­do, y no como eje­cu­to­res sino como víc­ti­mas en las per­se­cu­cio­nes, en las tor­tu­ras, en las movi­li­za­cio­nes, en los des­pi­dos, en las inter­ven­cio­nes, en los desalojos.

No que­re­mos esa cla­se de participación.

Un millón y medios de des­ocu­pa­dos y sub­em­plea­dos son la medi­da de este sis­te­ma y de este gobierno ele­gi­do por nadie. La cla­se obre­ra vive su hora más amar­ga. Con­ve­nios supri­mi­dos, dere­chos de huel­ga anu­la­dos, con­quis­tas piso­tea­das, gre­mios inter­ve­ni­dos, per­so­ne­rías sus­pen­di­das, sala­rios congelados.

La situa­ción del país no pue­de ser otro que un espe­jo de la nues­tra. El índi­ce de mor­ta­li­dad infan­til es cua­tro veces supe­rior al de los paí­ses desa­rro­lla­dos, vein­te veces supe­rior en zonas de Jujuy don­de un niño de cada tres mue­re antes de cum­plir un año de vida. Más de la mitad de la pobla­ción está para­si­ta­da por la anqui­los­to­mia­sis en el lito­ral nor­te­ño; el cua­ren­ta por cien­to de los chi­cos pade­cen de bocio en Neu­quén; la tubercu­losis y el mal de Cha­gas cau­san estra­gos por doquier. La deser­ción esco­lar en el ciclo pri­ma­rio lle­ga al sesen­ta por cien­to; al ochen­ta y tres por cien­to en Corrien­tes, San­tia­go del Este­ro y el Cha­co; las puer­tas de los cole­gios secun­da­rios están entor­na­das para los hijos de los tra­ba­ja­do­res y defi­ni­ti­va­men­te cerra­das las de la Universidad.

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La déca­da del trein­ta resu­ci­ta en todo el país con su cor­te­jo de mise­ria y de ollas populares.

Cua­tro­cien­tos pesos son un jor­nal en los seca­de­ros de yer­ba, tres­cien­tos en los obra­jes, en los caña­ve­ra­les de Tucu­mán se olvi­da ya has­ta el aspec­to del dinero.

A los des­alo­jos rura­les se suma aho­ra la reac­cio­na­ria ley de alqui­le­res, que colo­ca a dece­nas de miles de comer­cian­tes y peque­ños indus­tria­les en situa­ción de des­alo­jo, cese de nego­cios y ani­qui­la­mien­to del tra­ba­jo de muchos años.

No que­da ciu­dad en la Repú­bli­ca sin su cor­te­jo de villas mise­rias don­de el con­su­mo de agua y ener­gía eléc­tri­ca es com­pa­ra­ble al de las regio­nes inte­rio­res del Afri­ca. Un millón de per­so­nas se api­ñan alre­de­dor de Bue­nos Aires en con­di­cio­nes infra­hu­ma­nas, some­ti­das a un tra­ta­mien­to de ghe­to y a las raz­zias noc­tur­nas que nun­ca afec­tan las zonas resi­den­cia­les don­de algu­nos “correc­tos” fun­cio­na­rios ulti­man la ven­ta del país y don­de jue­ces “impe­ca­bles” exi­gen coimas de cua­ren­ta millo­nes de pesos.

Agra­via­dos en nues­tra dig­ni­dad, heri­dos en nues­tros dere­chos, des­po­ja­dos de nues­tras con­quis­tas, veni­mos a alzar en el pun­to don­de otros las deja­ron, vie­jas ban­de­ras de la lucha.

3. Gran­des paí­ses que salie­ron devas­ta­dos de la gue­rra, peque­ños paí­ses que aún hoy sopor­tan inva­sio­nes e impla­ca­bles bom­bar­deos, han recla­ma­do de sus hijos penu­rias mayo­res que las nues­tras. Si un des­tino de gran­de­za nacio­nal, si la defen­sa de la patria, si la defi­ni­ti­va liqui­da­ción de las estruc­tu­ras explo­ta­do­ras fue­sen la recom­pen­sa inme­dia­ta o leja­na de nues­tros males, ¿qué duda cabe de que los acep­ta­ría­mos en silencio?

Pero no es así. El aplas­ta­mien­to de la cla­se obre­ra va acom­pa­ña­do de la liqui­da­ción de la indus­tria nacio­nal, la entre­ga de todos los recur­sos, la sumi­sión a los orga­nis­mos finan­cie­ros inter­na­cio­na­les. Asis­ti­mos aver­gon­za­dos a la cul­mi­na­ción, tal vez el epí­lo­go de un nue­vo perío­do de desgracias.

Duran­te el año 1967 se ha com­ple­ta­do prác­ti­ca­men­te la entre­ga del patri­mo­nio eco­nó­mi­co del país a los gran­des mono­po­lios nor­te­ame­ri­ca­nos y euro­peos. En 1958 el cin­cuen­ta y nue­ve por cien­to de lo fac­tu­ra­do por las cin­cuen­ta empre­sas más gran­des del país corres­pon­día a capi­ta­les extran­je­ros; en 1965 esa cifra ascen­día al sesen­ta y cin­co por cien­to; hoy se pue­de afir­mar que tres cuar­tas par­tes del gran capi­tal inver­ti­do per­te­ne­ce a los monopolios.

La CGTA, la mayor experiencia de lucha antiburocrática sindical de Argentina  | La tinta

La empre­sa que en 1965 alcan­zó la cifra más alta de ven­tas en el país, en 1968 ha deja­do de ser argen­ti­na. La indus­tria auto­mo­triz está des­co­yun­ta­da, divi­di­da en frag­men­tos que han ido a parar uno por uno a los gru­pos mono­po­lis­tas. Vie­jas acti­vi­da­des nacio­na­les como la manu­fac­tu­ra de ciga­rri­llos pasa­ron en blo­que a intere­ses extran­je­ros. El mono­po­lio nor­te­ame­ri­cano del ace­ro está a pun­to de hacer su entra­da triun­fal. La indus­tria tex­til y la de la ali­men­ta­ción están cla­ra­men­te pene­tra­das y amenazadas.

Elmé­to­do que per­mi­tió este escan­do­lo­so des­po­jo no pue­de ser más sim­ple. El gobierno que sur­gió con el apo­yo de las fuer­zas arma­das, ele­gi­do por nadie, reba­jó los aran­ce­les de impor­ta­ción, los mono­po­lios apli­ca­ron la ley de la sel­va —el dum­ping — , los fabri­can­tes nacio­na­les, hun­dié­ron­se. Esos mis­mos mono­po­lios, sir­vién­do­se de ban­cos extran­je­ros eje­cu­ta­ron lue­go a los deu­do­res, lle­na­ron de cré­di­tos a sus man­dan­tes que con dine­ro argen­tino com­pra­ron a pre­cio de ban­ca­rro­ta las empre­sas que el capi­tal y el tra­ba­jo nacio­nal habían levan­ta­do en años de esfuer­zo y sacrificio.

Este es el ver­da­de­ro ros­tro de la libre empresa,de la libre entre­ga, filo­so­fía ofi­cial del régi­men por enci­ma de ilu­so­rias divi­sio­nes entre “nacio­na­lis­tas” y “libe­ra­les”, inca­pa­ces de ocul­tar la reali­dad de fon­do que son los mono­po­lios en el poder.

Este poder de los mono­po­lios que con una mano ani­qui­la a la empre­sa pri­va­da ncio­nal, con la otra ame­na­za a las empre­sas del Esta­do don­de la racio­na­li­za­ción no es más que el pró­lo­go de la entre­ga, y anu­da los últi­mos lazos de la depen­den­cia finan­cie­ra. Es el Fon­do Mone­ta­rio Inter­na­cio­nal el que fija el pre­su­pues­to del país y deci­de si nues­tra mone­da se coti­za o no en los mer­ca­dos inter­na­cio­na­les. Es el Ban­co Mun­dial el que pla­ni­fi­ca nues­tras indus­trias cla­ves. Es el Ban­co Inter­ame­ri­cano de Desa­rro­llo el que indi­ca en qué paí­ses pode­mos com­prar. Son las com­pa­ñías petro­le­ras las que cua­dri­cu­lan el terri­to­rio nacio­nal y de sus mares ale­da­ños con el mapa de sus ini­cuas con­ce­sio­nes. El pro­ce­so de con­cen­tra­ción mono­po­lis­ta des­ata­do por el gobierno no per­do­na­rá un solo ren­glón de la acti­vi­dad nacio­nal. Poco más y sólo fal­ta­rá des­na­cio­na­li­zar la tra­di­ción argen­ti­na y los museos.

La par­ti­ci­pa­ción que se nos pide es, ade­más de la rui­na de la cla­se obre­ra, el con­sen­ti­mien­to de la entre­ga. Y eso no esta­mos dis­pues­tos a dar­lo los tra­ba­ja­do­res argentinos.

4. La his­to­ria del movi­mien­to obre­ro, nues­tra situa­ción con­cre­ta como cla­se y la situa­ción del país nos lle­van a cues­tio­nar el fun­da­men­to mis­mo de esta socie­dad: la com­pra­ven­ta del tra­ba­jo y la pro­pie­dad pri­va­da de los medios de producción.

Afir­ma­mos que el hom­bre vale por sí mis­mo, inde­pen­dien­te­men­te de su ren­di­mien­to. No se pue­de ser un capi­tal que rin­de un inte­rés, como ocu­rre en una socie­dad regi­da por los mono­po­lios den­tro de la filo­so­fía libreem­pre­sis­ta. El tra­ba­jo cons­ti­tu­ye una pro­lon­ga­ción de la per­so­na huma­na, que no debe com­prar­se ni ven­der­se. Toda com­pra o ven­ta del tra­ba­jo es una for­ma de esclavitud.

La estruc­tu­ra capi­ta­lis­ta del país, fun­da­da en la abso­lu­ta pro­pie­dad pri­va­da de los medios de pro­duc­ción, no satis­fa­ce sino que frus­tra las nece­si­da­des colec­ti­vas, no pro­mue­ve sino que tra­ba el desa­rro­llo indi­vi­dual. De ella no pue­de nacer una socie­dad jus­ta ni cristiana.

El des­tino de los bie­nes es ser­vir a la satis­fac­ción de las nece­si­da­des de todos los hom­bres. En la actua­li­dad prác­ti­ca­men­te todos los bie­nes se hallan apro­pia­dos, pero no todos los hom­bres pue­den satis­fa­cer sus nece­si­da­des: el pan tie­ne due­ño pero un due­ño sin ham­bre. He aquí al des­cu­bier­to la barre­ra que sepa­ra las nece­si­da­des huma­nas de los bie­nes des­ti­na­dos a satis­fa­cer­las: el dere­cho de pro­pie­dad tal como hoy es ejercido.

Los tra­ba­ja­do­res de nues­tra patria, com­pe­ne­tra­dos del men­sa­je evan­gé­li­co de que los bie­nes no son pro­pie­dad de los hom­bres sino que los hom­bres deben admi­nis­trar­los para que satis­fa­gan las nece­si­da­des comu­nes, pro­cla­ma­mos la nece­si­dad de remo­ver a fon­do aque­llas estructuras.

Para ello reto­ma­mos pro­nun­cia­mien­tos ya his­tó­ri­cos de la cla­se obre­ra argen­ti­na, a saber:

• La pro­pie­dad sólo debe exis­tir en fun­ción social.

• Los tra­ba­ja­do­res, autén­ti­cos crea­do­res del patri­mo­nio nacio­nal, tene­mos dere­cho a inter­ve­nir no sólo en la pro­duc­ción, sino en la admi­nis­tra­ción de las empre­sas y la dis­tri­bu­ción de los bienes.

• Los sec­to­res bási­cos de la eco­no­mía per­te­ne­cen a la Nación. El comer­cio exte­rior, los ban­cos, el petró­leo, la elec­tri­ci­dad, la side­rur­gia y los fri­go­rí­fi­cos deben ser nacionalizados.

• Los com­pro­mi­sos finan­cie­ros fir­ma­dos a espal­das del pue­blo no pue­den ser reconocidos.

• Los mono­po­lios que arrui­nan nues­tra indus­tria y que duran­te lar­gos años nos han esta­do des­po­jan­do, deben ser expul­sa­dos sin com­pen­sa­ción de nin­gu­na especie.

• Sólo una pro­fun­da refor­ma agra­ria, con las expro­pia­cio­nes que ella requie­ra, pue­de efec­ti­vi­zar el pos­tu­la­do de que la tie­rra es de quien la trabaja.

• Los hijos de obre­ros tie­nen los mis­mos dere­chos a todos los nive­les de la edu­ca­ción que hoy gozan sola­men­te los miem­bros de las cla­ses privilegiadas.

A los que afir­man que los tra­ba­ja­do­res deben per­ma­ne­cer indi­fe­ren­tes al des­tino del país y pre­ten­den que nos ocu­pe­mos sola­men­te de pro­ble­mas sin­di­ca­les, les res­pon­de­mos con las pala­bras de un inol­vi­da­ble com­pa­ñe­ro, Ama­do Olmos, quien días antes de morir, des­en­tra­ñó para siem­pre esa farsa:

El obre­ro no quie­re la solu­ción por arri­ba, por­que hace doce años que la sufre y no sir­ve. El tra­ba­ja­dor quie­re el sin­di­ca­lis­mo inte­gral, que se pro­yec­te hacia el con­trol del poder, que ase­gu­ra en fun­ción de tal el bien­es­tar del pue­blo todo. Lo otro es el sin­di­ca­lis­mo ama­ri­llo, impe­ria­lis­ta, que quie­re que nos ocu­pe­mos sola­men­te de los con­ve­nios y las colo­nias de vacaciones.

5. Las pala­bras de Olmos mar­can a fue­go el sec­tor de diri­gen­tes que aca­ban de trai­cio­nar al pue­blo y sepa­rar­se para siem­pre del movi­mien­to obre­ro. Con su expe­rien­cia, que ya era sabi­du­ría pro­fé­ti­ca, expli­có los moti­vos de esa defección.

“Hay diri­gen­tes —dijo — , que han adop­ta­do las for­mas de vida, los auto­mó­vi­les, las casas, las inver­sio­nes y los gus­tos de la oli­gar­quía a la que dicen com­ba­tir. Des­de lue­go con una acti­tud de ese tipo no pue­den enca­be­zar a la cla­se obrera”.

Son esos mis­mos diri­gen­tes los que ape­nas ini­cia­do el con­gre­so nor­ma­li­za­dor del 28 de mar­zo, con­vo­ca­do por ellos mis­mos, esta­tu­ta­ria­men­te reu­ni­do, que des­de el pri­mer momen­to sesio­nó con el quó­rum nece­sa­rio, lo aban­do­na­ron por no poder domi­nar­lo y come­tie­ron lue­go la felo­nía sin pre­ce­den­tes en los ana­les del sin­di­ca­lis­mo de denun­ciar a sus her­ma­nos ante la Secre­ta­ría de Tra­ba­jo. Son ellos los que hoy ocu­pan un edi­fi­cio vacío y usur­pan una sigla, pero han asu­mi­do al fin su papel de agen­tes de un gobierno, de una oli­gar­quía y de un imperialismo

¿Qué duda cabe hoy de que Olmos se refe­ría a esos diri­gen­tes que se auto­ca­li­fi­can de “cola­bo­ra­cio­nis­tas” y “par­ti­ci­pa­cio­nis­tas”? Duran­te más de un lus­tro cada enemi­go de la cla­se tra­ba­ja­do­ra, cada argu­men­to de san­cio­nes, cada edi­to­rial adver­so, ha sos­te­ni­do que no exis­tía en el país gen­te tan corrom­pi­da como algu­nos diri­gen­tes sin­di­ca­les. Cos­ta­ba creer­lo, pero era cier­to. Era cier­to que riva­li­za­ban en el lujo inso­len­te de sus auto­mó­vi­les y el tama­ño de sus quin­tas de fin de sema­na, que api­la­ban fichas en los paños de los casi­nos y hacían cola en las ven­ta­ni­llas de los hipó­dro­mos, que pasea­ban perros de raza en las expo­si­cio­nes internacionales.

Esa satis­fac­ción han dado a los enemi­gos del movi­mien­to obre­ro, esa amar­gu­ra a noso­tros. Pero es una suer­te encon­trar­los al fin todos jun­tos —diri­gen­tes ricos que nun­ca pudie­ron unir­se para defen­der tra­ba­ja­do­res pobres — , fun­cio­na­rios y cóm­pli­ces de un gobierno que se dice lla­ma­do a mora­li­zar y sepa­ra­dos para siem­pre de la cla­se obrera.

Con ellos, que volun­ta­ria­men­te han asu­mi­do ese nom­bre de cola­bo­ra­cio­nis­tas, que sig­ni­fi­ca entre­ga­do­res en el len­gua­je inter­na­cio­nal de la des­leal­tad, no hay adve­ni­mien­to posi­ble. Que se que­den con sus ani­ma­les, sus cua­dros, sus auto­mó­vi­les, sus vie­jos jura­men­tos fal­si­fi­ca­dos, has­ta el día inmi­nen­te en que una ráfa­ga de decen­cia los arran­que del últi­mo sillón y de las últi­mas repre­sen­ta­cio­nes traicionadas.

6. La CGT de los Argen­ti­nos no ofre­ce a los tra­ba­ja­do­res un camino fácil, un pano­ra­ma risue­ño, una men­ti­ra más. Ofre­ce a cada uno un pues­to de lucha.

Las direc­cio­nes indig­nas deben ser barri­das des­de las bases. En cada comi­sión inter­na, cada gre­mio, cada fede­ra­ción, cada regio­nal, los tra­ba­ja­do­res deben asu­mir su res­pon­sa­bi­li­dad his­tó­ri­ca has­ta que no que­de un ves­ti­gio de cola­bo­ra­cio­nis­mo. Esa es la for­ma de pro­bar que la uni­dad sigue intac­ta y que los fal­sos cau­di­llos no pue­den des­truir des­de arri­ba lo que se ha ama­sa­do des­de aba­jo con el dolor de tantos.

Este movi­mien­to está ya en mar­cha, se pro­pa­ga con fuer­za arra­sa­do­ra por todos los cami­nos de la República.

Adver­ti­mos sin embar­go que de la cele­ri­dad de ese pro­ce­so depen­de el futu­ro de los tra­ba­ja­do­res. Los sec­to­res intere­sa­dos del gobierno ele­gi­do por nadie no actúan aún con­tra esta CGT ele­gi­da por todos; cal­cu­lan que la esci­sión pro­mo­vi­da por diri­gen­tes ven­ci­dos y fomen­ta­da por la Secre­ta­ría de Tra­ba­jo bas­ta­rá para dis­traer unos meses a la cla­se obre­ra, mien­tras se con­su­man eta­pas fina­les de la entrega.

Si nos limi­tá­ra­mos al enfren­ta­mien­to con esos diri­gen­tes, aun si los des­alo­já­ra­mos de sus últi­mas posi­cio­nes, sería­mos derro­ta­dos cuan­do en el momen­to del triun­fo caye­ran sobre noso­tros las san­cio­nes que debe­mos espe­rar pero no temer.

El movi­mien­to obre­ro no es un edi­fi­cio ni cien edi­fi­cios; no es una per­so­ne­ría ni cien per­so­ne­rías; no es un sello de goma ni es un comi­té; no es una comi­sión dele­ga­da ni es un secre­ta­ria­do. El movi­mien­to obre­ro es la volun­tad orga­ni­za­da del pue­blo y como tal no se pue­de clau­su­rar ni intervenir.

Per­fec­cio­nan­do esa volun­tad pero sobre todo esa Orga­ni­za­ción debe­mos com­ba­tir con más fuer­za que nun­ca por la liber­tad, la reno­va­ción de los con­ve­nios, la vigen­cia de los sala­rios, la dero­ga­ción de leyes como la 17.224 y la 17.709, la reaper­tu­ra y crea­ción de nue­vas fuen­tes de tra­ba­jo, el reti­ro de las inter­ven­cio­nes y la anu­la­ción de las leyes repre­si­vas que hoy ofen­den a la civi­li­za­ción que con­me­mo­ra la decla­ra­ción y el ejer­ci­cio de los dere­chos humanos.

Aun eso no es sufi­cien­te. La lucha con­tra el poder de los mono­po­lios y con­tra toda for­ma de pene­tra­ción extran­je­ra es misión natu­ral de la cla­se obre­ra, que ella no pue­de decli­nar. La denun­cia de esa pene­tra­ción y la resis­ten­cia a la entre­ga de las empre­sas nacio­na­les de capi­tal pri­va­do o esta­tal son hoy las for­mas con­cre­tas del enfren­ta­mien­to. Por­que la Argen­ti­na y los argen­ti­nos que­re­mos jun­to con la revo­lu­ción moral y de ele­va­mien­to de los valo­res huma­nos ser acti­vos pro­ta­go­nis­tas y no depen­dien­tes en la nue­va era tec­no­ló­gi­ca que trans­for­ma al mun­do y con­mo­cio­na a la humanidad.

Y si enton­ces caye­ran sobre noso­tros los reti­ros de per­so­ne­ría, las inter­ven­cio­nes y las clau­su­ras, será el momen­to de recor­dar lo que diji­mos en el con­gre­so nor­ma­li­za­dor: que a la luz o en la clan­des­ti­ni­dad, den­tro de la ley o en las cata­cum­bas, este secre­ta­ria­do y este con­se­jo direc­ti­vo son las úni­cas auto­ri­da­des legí­ti­mas de los tra­ba­ja­do­res argen­ti­nos, has­ta que poda­mos recon­quis­tar la liber­tad y la jus­ti­cia social y le sea devuel­to al pue­blo el ejer­ci­cio del poder.

7. La CGT de los Argen­ti­nos no se con­si­de­ra úni­ca acto­ra en el pro­ce­so que vive el país, no pue­de abs­te­ner­se de reco­ger las aspi­ra­cio­nes legí­ti­mas de los otros sec­to­res de la comu­ni­dad ni de con­vo­car­los a una gran empre­sa común, no pue­de siquie­ra renun­ciar a la comu­ni­ca­ción con sec­to­res que por una erró­nea inte­li­gen­cia de su papel ver­da­de­ro apa­re­cen enfren­ta­dos a nues­tros intere­ses. Ape­la­mos pues:

• A los empre­sa­rios nacio­na­les, para que aban­do­nen la sui­ci­da polí­ti­ca de sumi­sión a un sis­te­ma cuyas pri­me­ras víc­ti­mas resul­tan ellos mis­mos. Los mono­po­lios no per­do­nan, los ban­cos extran­je­ros no per­do­nan, la entre­ga no admi­te exclu­sio­nes ni favo­res per­so­na­les. Leal­men­te les deci­mos: fábri­ca por fábri­ca los hemos de com­ba­tir en defen­sa de nues­tras con­quis­tas ava­sa­lla­das, pero con el mis­mo vigor apo­ya­re­mos cada empre­sa nacio­nal enfren­ta­da con una empre­sa extran­je­ra. Uste­des eli­gen sus alian­zas: que no ten­gan que llo­rar por ellas.

• A los peque­ños comer­cian­tes e indus­tria­les, ame­na­za­dos por des­alo­jo en bene­fi­cio de cua­tro inmo­bi­lia­rias y un par de mono­po­lios dis­pues­tos a repe­tir el des­po­jo con­su­ma­do con la indus­tria, a liqui­dar los últi­mos talle­res, a com­prar por uno lo que vale diez, a barrer has­ta con el alma­ce­ne­ro y el car­ni­ce­ro de barrio en bene­fi­cio del super­mer­ca­do nor­te­ame­ri­cano, que es el mer­ca­do úni­co, sin com­pe­ten­cia posi­ble. Les deci­mos: su lugar está en la lucha, jun­to a nosotros.

• A los uni­ver­si­ta­rios, inte­lec­tua­les, artis­tas, cuya ubi­ca­ción no es dudo­sa fren­te a un gobierno ele­gi­do por nadie que ha inter­ve­ni­do las uni­ver­si­da­des, que­man­do libros, ani­qui­lan­do la cine­ma­to­gra­fía nacio­nal, cen­su­ran­do el tea­tro, entor­pe­cien­do el arte. Les recor­da­mos: el cam­po del inte­lec­tual es por defi­ni­ción la con­cien­cia. Un inte­lec­tual que no com­pren­de lo que pasa en su tiem­po y en su país es una con­tra­dic­ción andan­te, y el que com­pren­dien­do no actúa, ten­drá un lugar en la anto­lo­gía del llan­to, no en la his­to­ria viva de su tierra.

• A los mili­ta­res, que tie­nen por ofi­cio y voca­ción la defen­sa de la patria: Nadie les ha dicho que deben ser los guar­dia­nes de una cla­se, los ver­du­gos de otra, el sos­tén de un gobierno que nadie quie­re, los con­sen­ti­do­res de la pene­tra­ción extran­je­ra. Aun­que se afir­me que uste­des no gobier­nan, a los ojos del mun­do son res­pon­sa­bles del gobierno. Con la fran­que­za que pre­go­nan les deci­mos: que pre­fe­ri­ría­mos tener­los a nues­tro lado y del lado de la jus­ti­cia, pero que no retro­ce­de­re­mos de las posi­cio­nes que algu­nos de uste­des pare­cie­ran haber aban­do­na­do pues nadie debe ni pue­de impe­dir el cum­pli­mien­to de la sobe­ra­na volun­tad del pue­blo, úni­ca base de la auto­ri­dad del poder público.

• A los estu­dian­tes que­re­mos ver­los jun­to a noso­tros, como de algún modo estu­vie­ron jun­tos en los hechos, ase­si­na­dos por los mis­mos ver­du­gos, San­tia­go Pam­pi­llón y Feli­pe Valle­se. La CGT de los Argen­ti­nos no les ofre­ce hala­gos ni com­pla­cen­cias, les ofre­ce una mili­tan­cia con­cre­ta jun­to a sus her­ma­nos trabajadores.

• A los reli­gio­sos de todas las creen­cias: sólo pala­bras de gra­ti­tud para los más humil­des entre uste­des, los que han hecho suyas las pala­bras evan­gé­li­cas, los que saben que “el mun­do exi­ge el reco­no­ci­mien­to de la dig­ni­dad huma­na en toda su ple­ni­tud, la igual­dad social de todas las cla­ses”, como se ha fir­ma­do en el con­ci­lio, los que reco­no­cen que “no se pue­de ser­vir a Dios y al dine­ro”. Los cen­te­na­res de sacer­do­tes que han estam­pa­do su fir­ma al pie del mani­fies­to con que los obis­pos del Ter­cer Mun­do lle­van a la prác­ti­ca las ense­ñan­zas de la Popu­lo­rum Pro­gres­sio: “La Igle­sia duran­te un siglo ha tole­ra­do al capi­ta­lis­mo… pero no pue­de más que rego­ci­jar­se al ver apa­re­cer en la huma­ni­dad otro sis­te­ma social menos ale­ja­do de esa moral… La Igle­sia salu­da con orgu­llo y ale­gría una huma­ni­dad nue­va don­de el honor no per­te­ne­ce al dine­ro acu­mu­la­do entre las manos de unos pocos, sino a los tra­ba­ja­do­res obre­ros y campesinos”.Ese es el len­gua­je que ya han habla­do en Tacua­ren­dí, en Tucu­mán en las villas mise­rias, vale­ro­sos sacer­do­tes argen­ti­nos y que los tra­ba­ja­do­res qui­sié­ra­mos oir en todas las jerarquías.

8. La CGT con­vo­ca en suma a todos los sec­to­res, con la úni­ca excep­ción de mino­rías entre­ga­do­ras y diri­gen­tes corrom­pi­dos, a movi­li­zar­se en los cua­tro rin­co­nes del país para com­ba­tir de fren­te al impe­ria­lis­mo, los mono­po­lios y el ham­bre. Esta es la volun­tad indu­da­ble de un pue­blo har­to de explo­ta­ción e hipo­cre­sía, heri­do en su liber­tad, ata­ca­do en sus dere­chos, ofen­di­do en sus sen­ti­mien­tos, pero dis­pues­to a ser el úni­co pro­ta­go­nis­ta de su destino.

Sabe­mos que por defen­der la decen­cia todos los inmo­ra­les paga­rán cam­pa­ñas para des­truir­nos. Com­pren­de­mos que por recla­mar liber­tad, jus­ti­cia y cum­pli­mien­to de la volun­tad sobe­ra­na de los argen­ti­nos, nos inven­ta­rán todos los rótu­los, inclu­so el de sub­ver­si­vos, y pre­ten­de­rán aso­ciar­nos a secre­tas cons­pi­ra­cio­nes que des­de ya rechazamos.

Des­con­ta­mos que por defen­der la auto­de­ter­mi­na­ción nacio­nal se uni­rán los explo­ta­do­res de cual­quier lati­tud para fabri­car las infa­mias que les per­mi­tan clau­su­rar nues­tra voz, nues­tro pen­sa­mien­to y nues­tra vida.

Aler­ta­mos que por luchar jun­to a los pobres, con nues­tra úni­ca ban­de­ra azul y blan­ca, los vie­jos y nue­vos inqui­si­do­res levan­ta­rán otras cru­ces, como vie­nen hacien­do a lo lar­go de los siglos.

Pero nada nos habrá de dete­ner, ni la cár­cel ni la muer­te. Por­que no se pue­de encar­ce­lar y matar a todo el pue­blo y por­que la inmen­sa mayo­ría de los argen­ti­nos, sin pac­tos elec­to­ra­les, sin aven­tu­ras cola­bo­ra­cio­nis­tas ni gol­pis­tas, sabe que sólo el pue­blo sal­va­rá al pueblo».

Itu­rria /​Fuen­te

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