Esta­dos Uni­dos. La eco­no­mía con Biden

Por Michael Roberts, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 24 de enero de 2021 

Las inyec­cio­nes de cré­di­to los ban­cos y las gran­des empre­sas las han uti­li­za­do para espe­cu­lar en los mer­ca­dos de valo­res y bonos en lugar de pagar sala­rios, pre­ser­var pues­tos de tra­ba­jo o aumen­tar la inversión.

Es el día de la inau­gu­ra­ción. Hay un nue­vo pre­si­den­te en los EE UU, la eco­no­mía y el Esta­do capi­ta­lis­tas más pode­ro­sos del mun­do. El man­da­to de cua­tro años de Joe Biden comien­za hoy, mien­tras Donald Trump se esca­bu­lle a su com­ple­jo gol­fís­ti­co en Flo­ri­da, des­pués de ase­gu­rar que su “movi­mien­to aca­ba de empe­zar”.¿Cuál es la situa­ción en los Esta­dos Uni­dos al hacer­se car­go del país Biden? La pan­de­mia de COVID-19 ha cau­sa­do enor­mes daños en la vida y los medios de sub­sis­ten­cia de millo­nes de esta­dou­ni­den­ses. Su impac­to ha sido mucho peor de lo que podría haber sido por varias razo­nes. Pri­me­ro, el gobierno de los Esta­dos Uni­dos, al igual que los otros gobier­nos, no había hecho nada para pre­pa­rar­se para la pan­de­mia de COVID-19. Como se ha expli­ca­do en artícu­los ante­rio­res, se había adver­ti­do a los gobier­nos que los pató­ge­nos peli­gro­sos para la vida huma­na para los que no había inmu­ni­dad se esta­ban vol­vien­do más fre­cuen­tes, lo que había pro­vo­ca­do ya una ola de epi­de­mias antes del COVID-19. Pero la mayo­ría de los gobier­nos no gas­ta­ron en pre­ven­ción (inves­ti­ga­ción sobre vacu­nas), ni en pro­tec­ción (recur­sos sani­ta­rios sóli­dos y sis­te­mas de prue­bas y ras­treo). Por el con­tra­rio, los gobier­nos habían recor­ta­do el gas­to en salud, pri­va­ti­zán­do­lo y sub­con­tra­tán­do­lo, y en el caso de Esta­dos Uni­dos, apli­can­do un sis­te­ma de segu­ro médi­co pri­va­do que dejó a una mino­ría con­si­de­ra­ble de esta­dou­ni­den­ses sin pro­tec­ción algu­na, y el res­to pagó enor­mes pri­mas por su cober­tu­ra sanitaria.

Y en los EEUU y otros paí­ses, como el Rei­no Uni­do, Sue­cia y Bra­sil, hubo una abier­ta nega­ti­va de los gobier­nos a reco­no­cer la natu­ra­le­za letal del virus y a tomar medi­das para sal­var vidas. Para estos gobier­nos, man­te­ner las empre­sas fun­cio­nan­do, espe­cial­men­te las gran­des, era más impor­tan­te. Esta acti­tud lle­vó a cie­rres tar­díos y medi­das de ais­la­mien­to social, lue­go a con­fi­na­mien­tos «light», que no supri­mie­ron la pro­pa­ga­ción del virus, y más tar­de a rela­ja­cio­nes dema­sia­do tem­pra­nas que lle­va­ron a una reac­ti­va­ción de la pandemia.

Así que mien­tras Biden pres­ta jura­men­to en la cere­mo­nia de inau­gu­ra­ción, los esta­dou­ni­den­ses toda­vía enfren­tan nive­les casi récord de casos y muer­tes cau­sa­dos por el COVID. Al mis­mo tiem­po, la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca y la movi­li­dad de las per­so­nas se man­tie­nen muy por deba­jo de los nive­les ante­rio­res a la pan­de­mia. Según el últi­mo infor­me de movi­li­dad de Goo­gle, la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca de EEUU sigue estan­do entre un 20% y un 25% por deba­jo de la del año pasado.

De hecho, el cos­to eco­nó­mi­co de la pan­de­mia duran­te 2020 ha sido equi­va­len­te al 80% de la pro­duc­ción del PIB real de EEUU de 2020, si se tie­ne en cuen­ta el PIB per­di­do, las muer­tes pre­ma­tu­ras, el dete­rio­ro de la salud a lar­go pla­zo y la salud mental.

De modo que el gobierno esta­dou­ni­den­se salien­te (como muchos otros) no pudo sal­var vidas y tam­po­co pudo sal­var los medios de sub­sis­ten­cia. Y este es par­ti­cu­lar­men­te en el caso de los peor paga­dos, que a menu­do no pue­den tra­ba­jar des­de casa, se ven obli­ga­dos a tra­ba­jar en con­di­cio­nes peli­gro­sas o son des­pe­di­dos; y eso sig­ni­fi­ca ante todo negros y otras mino­rías étni­cas, muje­res y jóvenes.

En gene­ral, la eco­no­mía de EEUU se ha con­traí­do apro­xi­ma­da­men­te un 4 – 5% en 2020. Es la mayor con­trac­ción des­de prin­ci­pios de la déca­da de 1930, ¡hace 90 años! Se han per­di­do más de 25 millo­nes de empleos, y millo­nes de tra­ba­ja­do­res están reci­bien­do ayu­das de emer­gen­cia, pres­ta­cio­nes por des­em­pleo o han aban­do­na­do toda espe­ran­za. Gru­pos ente­ros de empre­sas esta­dou­ni­den­ses han cerra­do, prin­ci­pal­men­te en el sec­tor de ser­vi­cios, pero no solo, pero no reabri­rán cuan­do la eco­no­mía se recu­pe­re (cuan­do se haya vacu­na­do a sufi­cien­tes estadounidenses).

Todos los datos sugie­ren que han pro­du­ci­do «cica­tri­ces» per­ma­nen­tes en la eco­no­mía en el empleo, la inver­sión y los ingre­sos. La mayo­ría de los estu­dios sugie­ren que la eco­no­mía de EEUU en tér­mi­nos del PIB no vol­ve­rá a los nive­les de 2019 antes de fina­les de 2022, como muy pron­to, y cier­ta­men­te no a los nive­les que habría alcan­za­do el PIB si no hubie­ra habi­do la rece­sión pandémica.

Por lo tan­to, no habrá una recu­pe­ra­ción en for­ma de V como se espe­ra­ba; de hecho, de las prin­ci­pa­les eco­no­mías del mun­do, solo Chi­na lo está logran­do. En cam­bio, se está pro­du­cien­do lo que he lla­ma­do una recu­pe­ra­ción de ‘raíz cua­dra­da inver­sa’, en la que la pro­duc­ción cae pero lue­go no recu­pe­ra la mis­ma ten­den­cia de cre­ci­mien­to eco­nó­mi­co ante­rior. Esa pro­duc­ción se pier­de para siem­pre, como mues­tra este pro­nós­ti­co para EEUU de Oxford Economics:

Pero, ¿qué pasa con las medi­das de polí­ti­ca eco­nó­mi­ca adop­ta­das duran­te la rece­sión pan­dé­mi­ca bajo la admi­nis­tra­ción Trump y las que pla­nea Biden duran­te 2021 y más allá? ¿No con­se­gui­rán que la eco­no­mía de Esta­dos Uni­dos vuel­va a «fun­cio­nar como siempre»?

En el últi­mo año, se ha pro­du­ci­do la mayor inyec­ción de cré­di­to al sis­te­ma mone­ta­rio de la his­to­ria, median­te com­pras de deu­da públi­ca y cor­po­ra­ti­va y prés­ta­mos a empre­sas del Ban­co de la Reser­va Fede­ral. El balan­ce de la Fed casi se ha dupli­ca­do en un año, para lle­gar a casi al 40% del PIB de EEUU y se espe­ra que aumen­te aún más este año. ¿Ha sal­va­do a las empre­sas de la quie­bra? Has­ta cier­to pun­to sí, pero prin­ci­pal­men­te a las gran­des com­pa­ñías de via­jes, auto­mó­vi­les y com­bus­ti­bles fósi­les, mien­tras que muchas peque­ñas empre­sas están quebrando.

Con las tasas de inte­rés más o menos en cero y la Fed inyec­tan­do aún más cré­di­to a las arcas de los ban­cos y las empre­sas, ¿ayu­da­rá esta gene­ro­si­dad a que la eco­no­mía de los EEUU se recu­pe­re más rápi­do en 2021? La evi­den­cia está en con­tra. La his­to­ria de lo que se lla­ma ‘fle­xi­bi­li­za­ción cuan­ti­ta­ti­va’ (“QE”, en la que lo impor­tan­te es la can­ti­dad de cré­di­to que se inyec­ta, no la reduc­ción del cos­to de los intere­ses) ha demos­tra­do que no es capaz de relan­zar los sec­to­res pro­duc­ti­vos de la eco­no­mía capi­ta­lis­ta. Como con­clu­ye un estu­dio empí­ri­co: “el pro­duc­to y la infla­ción, en con­tras­te con algu­nos estu­dios pre­vios, mues­tran un impac­to insig­ni­fi­can­te que evi­den­cia las limi­ta­cio­nes de los pro­gra­mas del ban­co cen­tral” y «la razón del estí­mu­lo eco­nó­mi­co insig­ni­fi­can­te de la QE es que el dine­ro inyec­ta­do ha ser­vi­do para finan­ciar el cre­ci­mien­to del pre­cio de los acti­vos finan­cie­ros más que el con­su­mo y las inver­sio­nes». balatti17.pdf (free​.fr)

De hecho, lo que ha suce­di­do con todas estas inyec­cio­nes de cré­di­to es que los ban­cos y las gran­des empre­sas las han uti­li­za­do para espe­cu­lar en los mer­ca­dos de valo­res y bonos en lugar de pagar sala­rios, pre­ser­var pues­tos de tra­ba­jo o aumen­tar la inver­sión. Des­pués del páni­co ini­cial de la pan­de­mia en mar­zo, el mer­ca­do de valo­res de EEUU ha expe­ri­men­ta­do un alza sin precedentes.

Aho­ra se encuen­tra en máxi­mos his­tó­ri­cos y, en rela­ción con las ganan­cias y los acti­vos pro­duc­ti­vos, se encuen­tra en nive­les extre­mos. Sin embar­go, con más apo­yo anun­cia­do de la Fed, los mer­ca­dos finan­cie­ros podrían seguir subien­do duran­te un cier­to tiem­po. Todo lo que ha con­se­gui­do la polí­ti­ca mone­ta­ria es man­te­ner a las empre­sas con vida, al tiem­po que enri­que­ce más a los muy ricos.

La inefi­ca­cia de la polí­ti­ca mone­ta­ria para res­tau­rar la eco­no­mía esta­dou­ni­den­se ha sig­ni­fi­ca­do que los eco­no­mis­tas “orto­do­xos” sean «todos key­ne­sia­nos aho­ra». El FMI, el Ban­co Mun­dial, la OCDE y, por supues­to, la entran­te admi­nis­tra­ción Biden pro­cla­man los méri­tos de aumen­tar el gas­to públi­co con un défi­cit pre­su­pues­ta­rio de «emer­gen­cia». Janet Yellen, exres­pon­sa­ble de la Reser­va Fede­ral bajo Oba­ma, será la nue­va Secre­ta­ria del Teso­ro de Biden. Yellen lo dejó cla­ro en su tes­ti­mo­nio ante el Con­gre­so de los Esta­dos Uni­dos: «Nece­si­ta­mos actuar a lo gran­de» por­que «los eco­no­mis­tas no siem­pre están de acuer­do, pero creo que aho­ra hay con­sen­so: sin más medi­das, corre­mos el ries­go de una rece­sión más pro­lon­ga­da y dolo­ro­sa, y que deje cica­tri­ces a lar­go pla­zo en la economía».

Por lo tan­to, tene­mos el nue­vo paque­te de estí­mu­los fis­ca­les de Biden para 2021. Los ele­men­tos prin­ci­pa­les del plan de estí­mu­lo de Biden inclu­yen pagos per capi­ta de has­ta 1,400 dóla­res; más ayu­da a los gobier­nos esta­ta­les y loca­les; la exten­sión de los bene­fi­cios por des­em­pleo de emer­gen­cia de 400 dóla­res sema­na­les; fon­dos para ayu­dar a las escue­las y uni­ver­si­da­des a reabrir; finan­cia­ción de vacu­nas, prue­bas y ras­treo; más des­cuen­tos fis­ca­les por hijos; y aumen­to del sala­rio mínimo.

A pri­me­ra vis­ta, pue­de pare­cer impre­sio­nan­te, para usar las pala­bras de Yellen, con una inyec­ción fis­cal total de has­ta el 25% del PIB. Sin embar­go, en reali­dad no es así. Pri­me­ro, muchas de estas medi­das pue­den no ser apro­ba­das en el Con­gre­so de los Esta­dos Uni­dos a pesar de la estre­cha mayo­ría que aho­ra tie­nen los demó­cra­tas. Ade­más, inclu­so este nivel de apo­yo fis­cal está muy por deba­jo de lo que se nece­si­ta para man­te­ner a 25 millo­nes de esta­dou­ni­den­ses fue­ra de la indi­gen­cia o para que los gobier­nos loca­les no se vean obli­ga­dos a recor­tar gas­tos y empleos para «equi­li­brar sus cuen­tas». Aumen­tar el sala­rio míni­mo a $ 15 la hora sig­ni­fi­ca­ría que aque­llos con el míni­mo esta­rían muy por deba­jo del sala­rio medio pro­me­dio. Y Biden no tie­ne la inten­ción de imple­men­tar este aumen­to de inme­dia­to, sino exten­der­lo a lo lar­go del tiempo.

Biden tam­bién pla­nea un paque­te pos­pan­dé­mi­co que él lla­ma «Build Back Bet­ter Reco­very Plan» con 2 billo­nes de dóla­res en estí­mu­los a la inver­sión, muy orien­ta­do hacia ini­cia­ti­vas eco­ló­gi­cas, dan­do prio­ri­dad a “Buy Ame­ri­ca” en las lici­ta­cio­nes públi­cas, más inver­sión en I + D e infra­es­truc­tu­ra. Nue­va­men­te, esto se exten­de­rá a lo lar­go de sus cua­tro años de pre­si­den­cia y suma apro­xi­ma­da­men­te un aumen­to máxi­mo del 1% del PIB de inver­sión públi­ca si se imple­men­ta en su totalidad.

Y aquí está el pro­ble­ma. En pro­me­dio, la inver­sión del gobierno en la mayo­ría de las prin­ci­pa­les eco­no­mías capi­ta­lis­tas es de apro­xi­ma­da­men­te el 3% del PIB, mien­tras que la inver­sión capi­ta­lis­ta es de alre­de­dor del 20% del PIB. Por tan­to, la reac­ti­va­ción de la inver­sión, el cre­ci­mien­to y el empleo en una eco­no­mía capi­ta­lis­ta depen­de en últi­ma ins­tan­cia de la inver­sión capi­ta­lis­ta, no del gobierno. El plan de inver­sión de Biden se ‘exten­de­rá’ al sec­tor capi­ta­lis­ta, pero no mucho. Los estu­dios más recien­tes mues­tran que el «efec­to mul­ti­pli­ca­dor» del gas­to públi­co en el cre­ci­mien­to del PIB real no supera el 1%, y en pro­me­dio supo­ne la mitad. El plan de Biden pro­ba­ble­men­te agre­ga­ría, en el mejor de los casos, un 1% al cre­ci­mien­to de EEUU, pero más pro­ba­ble­men­te solo la mitad. Dado que la tasa media de cre­ci­mien­to de la eco­no­mía de EEUU ha sido poco más del 2% anual antes del COVID e inclu­so menos per cápi­ta, por lo tan­to el plan de inver­sión de Biden no con­tri­bui­rá mucho para lograr un cre­ci­mien­to sos­te­ni­do y más alto del PIB real y del empleo duran­te los pró­xi­mos cua­tro años.

El pro­ble­ma es que el sec­tor capi­ta­lis­ta de la eco­no­mía esta­dou­ni­den­se es muy rea­cio a inver­tir y la razón prin­ci­pal es que su ren­ta­bi­li­dad es muy baja. De hecho, la tasa de ganan­cia del capi­tal esta­dou­ni­den­se se encuen­tra en un míni­mo des­de 1945.

Sí, por todos lados escu­cha­mos las enor­mes ganan­cias obte­ni­das por empre­sas como Ama­zon, Goo­gle, Net­flix y los gran­des ban­cos duran­te la rece­sión pan­dé­mi­ca de 2020, pero las ganan­cias de los FAANGS son la excep­ción de la regla. Las ganan­cias cor­po­ra­ti­vas tota­les (des­pués de que se eli­mi­nen las dádi­vas guber­na­men­ta­les) se han redu­ci­do en un 30%. Y según Bloom­berg, en los EEUU, casi 200 gran­des cor­po­ra­cio­nes se han uni­do a las filas de las lla­ma­das fir­mas ‘zom­bis’ des­de el ini­cio de la pan­de­mia. Ya repre­sen­tan el 20% de las 3.000 empre­sas más gran­des que coti­zan en bol­sa, con deu­das de 1,36 billo­nes de dóla­res. ¡Eso sig­ni­fi­ca que 527 de las 3.000 empre­sas no gana­ron lo sufi­cien­te para cubrir sus pagos de intere­ses! Por lo que sigue habien­do un ries­go sig­ni­fi­ca­ti­vo de cri­sis cre­di­ti­cia y de colap­so finan­cie­ro futu­ro, qui­zás en 2021, cuan­do se reduz­ca la gene­ro­si­dad de la Fed.

Y lue­go está el deba­te sobre el tama­ño de la deu­da públi­ca y la infla­ción. La deu­da del sec­tor públi­co esta­dou­ni­den­se se ha dis­pa­ra­do duran­te la pan­de­mia a más del 110% del PIB estadounidense.

La opi­nión de con­sen­so actual es que 1) los gobier­nos no tie­nen alter­na­ti­va a gas­tar más y aumen­tar sus nive­les de deu­da, de lo con­tra­rio no habrá recu­pe­ra­ción des­pués de la pan­de­mia; y 2) no impor­ta si los nive­les de deu­da aumen­tan por­que el cos­to del ser­vi­cio de esas deu­das (intere­ses) es real­men­te bajo y, a medi­da que se recu­pe­ra el PIB real, los ingre­sos del gobierno aumen­ta­rán, el gas­to de emer­gen­cia dis­mi­nui­rá y el cos­to del ser­vi­cio de la deu­da será mane­ja­ble. La eco­no­mía pue­de supe­rar la car­ga de la deu­da si cre­ce, como lo hizo des­pués de la Segun­da Gue­rra Mundial.

No hay duda de que el inte­rés neto sobre la deu­da públi­ca es his­tó­ri­ca­men­te muy bajo, solo un poco más del 1% del PIB anual en com­pa­ra­ción con una tasa de cre­ci­mien­to del PIB del 2 – 3% anual. Pero algu­nos estu­dios con­ven­cio­na­les son menos opti­mis­tas. El Ins­ti­tu­to Peter­son sos­tie­ne que aque­llos “que creen que las tasas no subirán tie­nen dema­sia­da con­fian­za en sus pro­pias opi­nio­nes. Las fuer­zas que han con­tri­bui­do a tasas más bajas son uni­ver­sal­men­te difí­ci­les de pre­de­cir y, como se seña­ló ante­rior­men­te, inclu­so cam­bios modes­tos en las tasas pue­den pro­du­cir movi­mien­tos con­si­de­ra­bles en el inte­rés neto como par­te de la eco­no­mía en el futu­ro». Resis­ten­cia fis­cal en un mun­do pro­fun­da­men­te incier­to: el papel de la dis­cre­cio­na­li­dad semi­au­tó­no­ma | PIIE

Como mues­tra la tabla ante­rior, solo un aumen­to de 50 pb en los cos­tos medios del inte­rés de la deu­da públi­ca ele­va­ría los cos­tos de los intere­ses por enci­ma de la tasa de cre­ci­mien­to pro­ba­ble. Ade­más, si el pla­zo de reem­bol­so pro­me­dio de los bonos públi­cos cae (y está dis­mi­nu­yen­do), enton­ces el gobierno pron­to entra­ría en un esce­na­rio de deu­da en expan­sión para pagar el cos­to y el reem­bol­so de la deu­da exis­ten­te o, alter­na­ti­va­men­te, ten­dría que hacer recor­tes sig­ni­fi­ca­ti­vos en el gas­to públi­co, como en medi­ca­re, segu­ri­dad social o, muy pro­ba­ble­men­te, en los lla­ma­dos «gas­tos dis­cre­cio­na­les» como edu­ca­ción, ser­vi­cios públi­cos, etc. Pue­de que el deba­te sobre si la aus­te­ri­dad es nece­sa­ria o no pue­de haber sido apla­za­da, tiran­do la pelo­ta cues­ta aba­jo. Pero la pelo­ta sigue estan­do ahí.

Por supues­to, los expo­nen­tes de la Teo­ría Mone­ta­ria Moder­na han recha­za­do enér­gi­ca­men­te la suge­ren­cia de que el gobierno de los EEUU debe­rá even­tual­men­te dejar de tener défi­cits pre­su­pues­ta­rios y lidiar con el aumen­to de la deu­da. Los par­ti­da­rios de la TMM argu­men­tan que Biden pue­de y debe tener défi­cits pre­su­pues­ta­rios per­ma­nen­tes has­ta que se alcan­ce el pleno empleo. No es nece­sa­rio finan­ciar estos défi­cits anua­les emi­tien­do más bonos públi­cos. Debi­do a que el gobierno con­tro­la la uni­dad de cuen­ta, el dólar, que todos deben usar, la Reser­va Fede­ral pue­de sim­ple­men­te «impri­mir» dóla­res para finan­ciar los défi­cits según lo requie­ra el Teso­ro. Resul­ta­do: pleno empleo y crecimiento.

He dis­cu­ti­do en deta­lle los erro­res en la argu­men­ta­ción de la TMM en otros artícu­los, pero la cues­tión cla­ve es que el gas­to públi­co, inde­pen­dien­te­men­te de cómo se finan­cie, pue­de no lograr los aumen­tos nece­sa­rios de inver­sión y empleo. La razón es por­que la TMM no reti­ra la capa­ci­dad de la toma de deci­sio­nes sobre las inver­sio­nes y la crea­ción de empleos de las manos del sec­tor capi­ta­lis­ta. La mayor par­te de la inver­sión y el empleo per­ma­ne­ce bajo el con­trol del capi­ta­lis­mo, no del Esta­do. Y como he argu­men­ta­do ante­rior­men­te, la inver­sión pri­va­da depen­de de la ren­ta­bi­li­dad espe­ra­da del capital.

Per­mí­tan­me repe­tir las pala­bras de Michael Pet­tis, un deci­di­do eco­no­mis­ta key­ne­siano: “la con­clu­sión es la siguien­te: si el gobierno pue­de gas­tar fon­dos adi­cio­na­les de mane­ra que el PIB crez­ca más rápi­do que la deu­da, los polí­ti­cos no tie­nen que preo­cu­par­se por la infla­ción galo­pan­te o la acu­mu­la­ción de deu­das. Pero si ese dine­ro no se uti­li­za de mane­ra pro­duc­ti­va, ocu­rre lo con­tra­rio».  Esto se debe a que “crear o pedir dine­ro pres­ta­do no aumen­ta la rique­za de un país a menos que hacer­lo resul­te direc­ta o indi­rec­ta­men­te en un aumen­to de la inver­sión pro­duc­ti­va … Si las empre­sas esta­dou­ni­den­ses se mues­tran rea­cias a inver­tir, no por­que el cos­to del capi­tal sea alto sino por­que la ren­ta­bi­li­dad espe­ra­da es baja, es poco pro­ba­ble que res­pon­dan … invir­tien­do más «.

En una gran rece­sión, las empre­sas se des­plo­man, el des­em­pleo aumen­ta y la inver­sión en medios de pro­duc­ción se detie­ne. Las ganan­cias tota­les caen, pero se han crea­do las con­di­cio­nes para un aumen­to en la tasa de ganan­cia a medi­da que los cos­tos caen y los fuer­tes devo­ran a los débi­les. Joseph Schum­pe­ter, de la escue­la aus­tria­ca de eco­no­mía, lla­mó a esto ‘des­truc­ción crea­ti­va’, siguien­do a Marx, quien argu­men­tó que las rece­sio­nes even­tual­men­te pro­por­cio­nan el entorno para una mayor ren­ta­bi­li­dad y expan­sión, por lo que se pro­du­ce un ciclo de auge, rece­sión y auge.

La rece­sión pan­dé­mi­ca de 2020 se pare­ce a la de la déca­da de 1930, por lo que even­tual­men­te debe­ría pro­por­cio­nar un impul­so a la ren­ta­bi­li­dad. Pero enton­ces hizo fal­ta una gue­rra mun­dial para poner fin a la Gran Depre­sión de los años trein­ta. Y si la Fed con­ti­núa invir­tien­do cré­di­to en las empre­sas para apun­ta­lar a los ‘zom­bis’ a expen­sas de la inver­sión pro­duc­ti­va, la eco­no­mía de los EEUU sim­ple­men­te vol­ve­rá con la admi­nis­tra­ción Biden a la eco­no­mía de bajo cre­ci­mien­to, baja inver­sión y bajo cre­ci­mien­to sala­rial de los últi­mos diez años, tras la Gran Recesión.

Y si aumen­ta la des­ilu­sión en las polí­ti­cas de Biden, se podrían sen­tar las bases polí­ti­cas para el regre­so de algo como el trum­pis­mo, que según Donald «aca­ba de empezar».

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