Argen­ti­na. En Guer­ni­ca el gobierno optó por los de arri­ba en con­tra de las fami­lias más humildes

Por Car­los Azná­rez, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 29 de octu­bre de 2020.

Cues­ta escri­bir vien­do la huma­re­da de las casi­llas que­ma­das de Guer­ni­ca. Cues­ta ima­gi­nar­se el dolor de fami­lias que duran­te tres meses estu­vie­ron afe­rra­das a su peda­ci­to de tie­rra, soñan­do con que algún día allí iban a poder levan­tar un techo, humil­de pero techo al fin para cobi­jar­se con sus hijos e hijas, con sus fami­lias. Cues­ta cal­mar la rabia que pro­vo­ca escu­char decir al Fis­cal racis­ta Juan Cruz Con­do­mí Alcor­ta, que el «ope­ra­ti­vo fue exce­len­te y muy satis­fac­to­rio», mien­tras se saca­ba sel­fies con el fon­do de la huma­re­da y las corri­das de veci­nos para pro­te­ger­se de las balas poli­cia­les. Cues­ta dar­se cuen­ta que final­men­te, hoy Guer­ni­ca es tie­rra arra­sa­da por­que el mal­di­to poli­cía Ser­gio Ber­ni, envia­do por un gober­na­dor que en algún momen­to daba cla­ses de mar­xis­mo, y a su vez pro­te­gi­do por un pre­si­den­te, que se dice «pero­nis­ta», que en diciem­bre pasa­do decía que venía a gober­nar «para todos»y que duran­te toda esta plan­de­mia con­fi­na­do­ra gas­ta­ba pala­bras advir­tién­do­nos que nos cui­de­mos. Solo le fal­ta­ba agre­gar: «de la policía».

Lo ocu­rri­do esta maña­na en Guer­ni­ca es la rece­ta de un gobierno que fue vota­do por la mayo­ría de un pue­blo deses­pe­ra­do por los cua­tro terri­bles años del macris­mo y que pre­fie­re gasear a su pue­blo, antes que lo con­fun­dan por defen­der­lo de quie­nes lo des­es­ta­bi­li­zan todos los días, por dere­cha. A los pobres balas y deten­cio­nes, y a quie­nes se mani­fies­tan en las calles hacien­do ban­de­ra­zos, con gri­tos racis­tas y de fran­ca nos­tal­gia de la dic­ta­du­ra mili­tar, cus­to­dia poli­cial para que pue­dan gol­pear a perio­dis­tas o a todo aquel que los mira de reo­jo. A los pobres, ofen­der­los día tras día lla­mán­do­los «usur­pa­do­res» o «delin­cuen­tes», ya sea en Guer­ni­ca como en Mas­car­di, mien­tras los autén­ti­cos usur­pa­do­res, los terra­te­nien­tes de 4×4 de expor­ta­ción, los ladro­nes de guan­te blan­co que están atrin­che­ra­dos en Puer­to Made­ro o en los coun­tries (que tan­to le gus­tan a la inten­den­ta Blan­ca Can­te­ro), esos gozan de toda la impu­ni­dad para hacer y des­ha­cer en un país que sigue yén­do­se a pique.

Guer­ni­ca, Mas­car­di y San­ta Ele­na son un pun­to de infle­xión que pone sobre la super­fi­cie el tema de la tie­rra. Y en todas estas alter­na­ti­vas popu­la­res de recu­pe­ra­ción del terri­to­rio, el gobierno ha actua­do o miran­do a un cos­ta­do como en Entre Ríos, don­de el Pro­yec­to Arti­gas desa­fía a los socios extrac­ti­vis­tas de la Casa Rosa­da, o a favor de quie­nes dicen defen­der la pro­pie­dad pri­va­da pero en reali­dad lo úni­co que quie­ren en seguir lle­nan­do sus bol­si­llos de dine­ro, como ocu­rre con los que quie­ren echar a los mapu­che de Mas­car­di o a quie­nes esta fría maña­na que­da­ron otra vez a la intem­pe­rie en Guernica.

Es para­do­jal que a la mis­ma hora que seguían ardien­do las casi­llas de Guer­ni­ca, la com­pin­che de Ber­ni, Patri­cia Bull­rich, lle­ga­ba a San­ta Ele­na a «abra­zar» a los Etche­vehe­re y decla­ra­ba que «a los usur­pa­do­res» hay que poner­los en caja sea como sea.

Párra­fo apar­te mere­cen los medios. Esos pusi­lá­ni­mes que tan­to en Cla­rín, La Nación, TN o C5N aplau­dían el des­alo­jo, seguían inven­tan­do que los «usur­pa­do­res no pagan impues­tos y viven sin tra­ba­jar», o jus­ti­fi­can­do la vio­len­cia de Ber­ni y su ban­da del «gati­llo fácil». Esta es la pren­sa a la que Rodol­fo Walsh con cla­ri­dad defi­nía como «los alcahue­tes de un poder que los ter­mi­na usan­do y arro­jan­do a la basu­ra cuan­do ya no les sir­ven». Todos ellos tam­bién hoy se pusie­ron el uni­for­me y la gorra, para seguir ladran­do mentiras.

De todas mane­ras, aho­ra que Guer­ni­ca se ha con­ver­ti­do aún más en sím­bo­lo de una resis­ten­cia laten­te de nues­tro pue­blo, de un peda­ci­to impor­tan­te de dig­ni­dad de nues­tras doñas y nues­tros her­ma­nos más humil­des, ¿cree por ven­tu­ra el gobierno, el pro­vin­cial y el nacio­nal, que a par­tir de hoy se aca­ba­ron las recu­pe­ra­cio­nes de tie­rras? ¿Creen Fer­nán­dez, Kici­llof, Ber­ni y la Can­te­ro, que la solu­ción de los pro­ble­mas de los que no tie­nen ni pan, ni techo, ni tra­ba­jo es apli­can­do la vio­len­cia esta­tal como en tiem­pos de los mili­cos? El tiem­po dirá, pero este pue­blo no está acos­tum­bra­do a comer vidrio toda la vida, y por algun res­qui­cio el fue­go que se ha pren­di­do hoy, des­tru­yen­do las ilu­sio­nes de muchas muje­res y hom­bres que solo que­rían tie­rra para vivir, se va a con­ver­tir en lla­ma­ra­da con­tra los ver­du­gos infa­mes que se jac­tan de haber pues­to «la casa en orden».

Con los pobres de Guer­ni­ca, con los Mapu­che de Mas­car­di, con los agro­eco­lo­gis­tas de San­ta Ele­na, repi­to: Tie­rras para vivir. Bas­ta de repre­sión poli­cial con­tra los de aba­jo. Ni un paso atrás fren­te a la oli­gar­quía y sus cóm­pli­ces. Solo el pue­blo sal­va­rá al pueblo!.

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