Bra­sil. Un pozo sin fon­do. ¿Has­ta cuándo?

* Por Eric Nepo­mu­ceno. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 3 de junio de 2020 

La ver­dad es que mi país vive días monó­to­nos, exhaus­ti­va­men­te monó­to­nos. Has­ta la ten­sión cre­cien­te que vivi­mos es total­men­te previsible.

Sabe­mos todos, por ejem­plo, que los exabrup­tos del pre­si­den­te ultra­de­re­chis­ta y des­equi­li­bra­do irán superan­do su ame­na­za­do­ra agre­si­vi­dad. ¿Has­ta cuándo?

Sabe­mos que la ausen­cia abso­lu­ta de un pro­gra­ma coor­di­na­do y efi­caz para hacer frente
a la más trá­gi­ca cri­sis sani­ta­ria de los últi­mos 120 años seguirá
lle­van­do vidas y vidas mien­tras el pre­si­den­te segui­rá opo­nién­do­se a
cual­quier medi­da lógi­ca.
Sabe­mos que el gobierno a la deri­va está nau­fra­gan­do el país. 

El sába­do se alcan­zó un total de 498.440.contaminados por el
covid-19. Y se supo que en las últi­mas 24 horas murie­ron 956 per­so­nas. En total, 28.834 vidas se fue­ron para siem­pre por la pandemia.

Sabe­mos
que los núme­ros reales son muy supe­rio­res: fal­ta tes­teo, faltan
noti­fi­ca­cio­nes con­fir­ma­das. Fal­ta todo, esa es la verdad.

¿Y qué
hace el pre­si­den­te? Sigue des­po­tri­can­do con­tra medi­das de aislamiento
social y exi­ge la inme­dia­ta vuel­ta «a la nor­ma­li­dad». El apren­diz de
geno­ci­da insis­te: quie­re el pue­blo en las calles. 

La eco­no­mía nau­fra­ga mien­tras Pau­lo Gue­des, el eco­no­mis­ta medio­cre cuya glo­ria úni­ca fue haber sido fun­cio­na­rio de Pinochet
en la dic­ta­du­ra chi­le­na, sigue per­di­do entre pro­pues­tas hue­cas y
sin­ce­ri­da­des abyec­tas. Dice, por ejem­plo, que el gobierno debe ayu­dar a
las gran­des empre­sas para más ade­lan­te «ganar dine­ro», y que ayu­dar a peque­ñas y media­nas es «per­der dinero». 

Nos acos­tum­bra­mos, con una pasi­vi­dad inex­pli­ca­ble y obs­ce­na, a que en ple­na pan­de­mia des­tro­za­do­ra de vidas no haya un minis­tro de Salud. Hay un gene­ral acti­vo del Ejér­ci­to como inte­ri­no, y su úni­ca ini­cia­ti­va ha sido espar­cir cole­gas uni­for­ma­dos en pues­tos antes ocu­pa­dos por médi­cos, inves­ti­ga­do­res y espe­cia­lis­tas en salud pública.

Rom­pien­do
esa mono­to­nía asus­ta­do­ra, monó­to­na­men­te asus­ta­do­ra, la cor­te supre­ma de
Jus­ti­cia empe­zó a inves­ti­gar el esque­ma que se cons­ti­tu­yó en uno de los
pila­res bási­cos de la elec­ción del ultra­de­re­chis­ta des­equi­li­bra­do en
2018: la difu­sión abru­ma­do­ra por las redes socia­les de noti­cias fal­sas y
acu­sa­cio­nes sin base, y que per­sis­te bajo su mandato. 

Per­sis­te y se pro­pa­ga, con ata­ques y ame­na­zas de vio­len­cia inau­di­ta a
inte­gran­tes del Con­gre­so, de la mis­ma cor­te supre­ma, opo­si­to­res y
perio­dis­tas. O con­vo­can­do mar­chas y mani­fes­ta­cio­nes calle­je­ras para rei­vin­di­car un gol­pe mili­tar.

La reac­ción de Bol­so­na­ro ha sido explo­si­va. En la maña­na del jue­ves, hablan­do a la pren­sa, voci­fe­ró un «¡se aca­bó, carajo!»
al refe­rir­se a las ini­cia­ti­vas de la cor­te supre­ma. Y el diputado
Eduar­do, uno de sus tres hijos rabio­sos que actúan en la polí­ti­ca, fue
explí­ci­to: dijo que ya no se tra­ta de si habrá una rup­tu­ra del Ejecutivo
n el con­gre­so y el Poder Judi­cial , sino de cuándo. 

La reac­ción
de la cor­te supre­ma fue pro­fun­di­zar las inves­ti­ga­cio­nes, exten­dién­do­las a
gen­te muy cer­ca­na a Bol­so­na­ro. Se bus­ca com­pro­bar lo sabi­do: que en la
cam­pa­ña elec­to­ral hubo dis­tri­bu­ción, clan­des­ti­na e ile­gal, de millones
de dóla­res para finan­ciar las redes socia­les, y que esa distribución
per­sis­te aho­ra para ofen­der, agre­dir y ame­na­zar opositores. 

El
esque­ma invo­lu­cra Car­los, otro hijo rabio­so, quien con­tro­la el llamado
«gabi­ne­te del odio» ins­ta­la­do en el pala­cio presidencial.

Para con­cre­tar su sue­ño muchas veces expli­ci­ta­do de un
auto-gol­pe que le pro­pi­cie pode­res abso­lu­tos, Bol­so­na­ro nece­si­ta­rá apoyo
entre los mili­ta­res acti­vos. Los reti­ra­dos ya le ase­gu­ra­ron respaldo,
anun­cian­do inclu­si­ve el ries­go inmi­nen­te de una «gue­rra civil». En
tér­mi­nos prác­ti­cos y con­cre­tos, ese res­pal­do y nada son lo mismo. 

Fren­te al esce­na­rio arma­do por el clan pre­si­den­cial, ¿cuál la reac­ción de los cuar­te­les? Puro silencio. 

Se
insi­nuó a algu­nos perio­dis­tas de con­fian­za que hay «cier­to malestar»
entre las fuer­zas acti­vas. Pero de decla­ra­cio­nes públi­cas, fundamentales
para expo­ner su posi­ción, nada.

Por estos días, mien­tras en mi
país vidas huma­nas siguen sien­do lle­va­das por doquier, una detallada
cró­ni­ca dis­tri­bui­da por la agen­cia bri­tá­ni­ca de noti­cias Reuters rehizo
todo lo que ocu­rrió en Bra­sil a par­tir de media­dos de mar­zo, cuan­do la
Orga­ni­za­ción Mun­dial de Salud decla­ró la pandemia.

En ese entonces
el país tenía ela­bo­ra­do un pro­gra­ma cohe­ren­te y con­cre­to de com­ba­te y
con­trol de la situa­ción. Pero el titu­lar de la car­te­ra, Luiz Hen­ri­que Man­de­lla, tuvo
que retro­ce­der al ser pre­sio­na­do por los mili­ta­res ani­da­dos en el
pala­cio pre­si­den­cial, cóm­pli­ces de la acti­tud geno­ci­da de Bolsonaro. 

El res­to de la his­to­ria es cono­ci­do: Man­det­ta resis­tió mien­tras pudo, fue cata­pul­ta­do y todo su tra­ba­jo fue destartalado. 

La
des­truc­ción voraz de mi país – el medioam­bien­te, las artes, la cultura,
las cien­cias, las uni­ver­si­da­des, el sis­te­ma públi­co de salud, todo,
todo – es par­te de esa tene­bro­sa monotonía.

La úni­ca cer­te­za es que hoy ha sido peor que ayer y que maña­na será peor que hoy. El pozo al que fui­mos empu­ja­dos no tie­ne fondo. 

Y nadie hace nada. ¿Has­ta cuándo?

* Fuen­te: Pági­na 12

Itu­rria /​Fuen­te

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