Pre­cio nega­ti­vo del petró­leo y ley del valor trabajo

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Es nece­sa­rio rea­li­zar un gran esfuer­zo de ima­gi­na­ción para expli­car el pre­cio nega­ti­vo del petró­leo des­de el enfo­que del valor uti­li­dad. Según esta tesis, los que están pagan­do para que alguien se lle­ve el petró­leo lo hacen por­que el cru­do ha pasa­do a tener uti­li­dad nega­ti­va para los con­su­mi­do­res. Esto es, dado que el pre­cio lo deter­mi­na el con­su­mi­dor al com­prar gaso­li­na (el pre­cio del petró­leo se fija­ría por «impu­tación» hacia arri­ba), el pre­cio nega­ti­vo debe­ría expli­car­se por un súbi­to sen­ti­mien­to de máxi­ma desuti­li­dad de los con­su­mi­do­res con res­pec­to a la gaso­li­na. Lo cual es un absur­do. En últi­ma ins­tan­cia, alguien podría decir que para los con­su­mi­do­res la gaso­li­na hoy tie­ne uti­li­dad cero (que no es el caso). Sin embar­go… ¿uti­li­dad nega­ti­va? ¿Las gaso­li­ne­ras pagan­do a los auto­mo­vi­lis­tas para que car­guen los tan­ques? ¿Y todo por­que los auto­mo­vi­lis­tas adqui­rie­ron, de la noche a la maña­na, un sen­ti­mien­to de recha­zo a la gaso­li­na? Son absur­dos, pero tie­nen su lógi­ca: al dejar de lado la cen­tra­li­dad de la pro­duc­ción en la deter­mi­na­ción de los valo­res, el aná­li­sis gira en el aire.

La teo­ría del valor tra­ba­jo, en cam­bio, pue­de expli­car el fenó­meno sin mayo­res pro­ble­mas. Por supues­to, el pre­cio nega­ti­vo del petró­leo no sig­ni­fi­ca que se haya emplea­do tiem­po de tra­ba­jo «nega­ti­vo» en su pro­duc­ción. Lo que ocu­rre es que los cos­tos de alma­ce­na­mien­to supe­ran, y en mucho, al pre­cio al que pue­de ven­der­se hoy el petró­leo, dada la caí­da de la deman­da y la sobreproducción.

Para expli­car­lo de mane­ra más deta­lla­da, aquí ope­ran dos deter­mi­na­cio­nes. Por un lado, se ha pro­du­ci­do, y se siguió pro­du­cien­do, más petró­leo de lo que el mer­ca­do pue­de absor­ber, dado el freno de la acti­vi­dad eco­nó­mi­ca. Es lo que Marx lla­ma la segun­da deter­mi­na­ción del tiem­po de tra­ba­jo social­men­te nece­sa­rio. Lo expli­ca con el ejem­plo de los teje­do­res que han pro­du­ci­do más tela de lo que el mer­ca­do pue­de absor­ber: «El resul­ta­do es el mis­mo que si cada uno de los teje­do­res hubie­ra emplea­do en su pro­duc­to indi­vi­dual más del tiem­po de tra­ba­jo que es social­men­te nece­sa­rio» (p. 131, t. 1, El Capi­tal). Por lo tan­to, una par­te del tiem­po de tra­ba­jo no se vali­da como tra­ba­jo social. En con­se­cuen­cia, caen los pre­cios, algu­nos o muchos pro­duc­to­res quie­bran, y dis­mi­nu­ye la pro­duc­ción has­ta que la ofer­ta se ade­cua a la deman­da. En el caso que nos ocu­pa, la caí­da de los pre­cios del cru­do se debe a que se ha pro­du­ci­do una can­ti­dad que el mer­ca­do no pue­de absor­ber, dada la cri­sis en curso.

Pero si este fue­ra el úni­co fac­tor, el pre­cio del petró­leo sería muy bajo, pero no nega­ti­vo. Debe­mos intro­du­cir enton­ces los cos­tos de alma­ce­na­mien­to. Estos com­pren­den tiem­pos de tra­ba­jo, ins­ta­la­cio­nes, equi­pos, más el capi­tal inmo­vi­li­za­do bajo la for­ma mer­can­til. Des­ta­co que es un error elu­dir este aspec­to mate­rial del alma­ce­na­mien­to. Natu­ral­men­te, un par­ti­da­rio de la teo­ría sub­je­ti­va pasa ale­gre­men­te por alto estos asun­tos (todo depen­de de los sen­ti­mien­tos de los con­su­mi­do­res), pero los tie­ne pre­sen­tes cual­quier capi­ta­lis­ta con un poco de sen­ti­do común (tan nece­sa­rio para man­te­ner el nego­cio). Y en par­ti­cu­lar, los tie­nen pre­sen­te los «tra­ders» o empre­sas que están «lar­gos» en futu­ros de petró­leo (o sea, com­pra­ron) y saben que tie­ne un alto cos­to de alma­ce­na­mien­to (tam­bién ad notam de los que pien­san que en los mer­ca­dos finan­cie­ros todo es puro «capi­tal fic­ti­cio»; es la ver­sión por izquier­da del sub­je­ti­vis­mo de derecha).

Este aspec­to enton­ces es con­si­de­ra­do por Marx cuan­do ana­li­za los cos­tos de cir­cu­la­ción del capi­tal. Seña­la que en la medi­da en que la mer­can­cía tar­da en trans­for­mar­se en dine­ro (la fase M’ – D’ del cir­cui­to del capi­tal), se obs­ta­cu­li­za el pro­ce­so de pro­duc­ción (p. 164, t. 2, ibid.). Lo cual impli­ca incre­men­to de los cos­tos: «La per­ma­nen­cia del capi­tal mer­can­til en el mer­ca­do como aco­pio de mer­can­cías requie­re edi­fi­cios, alma­ce­nes, tan­ques y depó­si­tos de mer­can­cías, es decir, des­em­bol­so de capi­tal cons­tan­te; requie­re asi­mis­mo pago de fuer­zas de tra­ba­jo para alma­ce­na­mien­to de las mer­can­cías en sus depó­si­tos. (…) La exis­ten­cia del capi­tal en su for­ma de capi­tal mer­can­til, y por ende como aco­pio de mer­can­cías oca­sio­na pues gas­tos que, como no per­te­ne­cen a la esfe­ra de la pro­duc­ción, cuen­tan entre los cos­tos de cir­cu­la­ción» (pp. 164 – 5, ibid.).

Pero por esto mis­mo, cuan­do los aco­pios tar­dan en ven­der­se más del tiem­po nor­mal, o pro­me­dio, hay pér­di­das. «Cuan­do el capi­tal ade­lan­ta­do en medios de pro­duc­ción y fuer­za de tra­ba­jo ha sido trans­for­ma­do por el capi­ta­lis­ta en pro­duc­to, en una masa de mer­can­cías aca­ba­da y des­ti­na­da a la ven­ta, y esta masa que­da alma­ce­na­da e inven­di­ble, no solo se para­li­za el pro­ce­so de valo­ri­za­ción del capi­tal duran­te ese lap­so. Los des­em­bol­sos en edi­fi­cios, tra­ba­jo adi­cio­nal, etcé­te­ra, que exi­ge la con­ser­va­ción de este aco­pio cons­ti­tu­yen posi­ti­va­men­te una pér­di­da» (p. 173, ibid.; énfa­sis mío). Más ade­lan­te Marx toda­vía se refie­re al aumen­to anor­mal del alma­ce­na­mien­to de mer­can­cías pro­vo­ca­do por el estan­ca­mien­to de la cir­cu­la­ción, como suce­de duran­te una cri­sis. Cuan­do ocu­rre esto los cos­tos de aco­pio «cons­ti­tu­yen deduc­cio­nes, pér­di­da de valor en la rea­li­za­ción del mis­mo» (p. 177, ibid.).

En defi­ni­ti­va, un inter­me­dia­rio que está pagan­do cien­tos de miles de dóla­res dia­rios para sos­te­ner un stock en un bar­co petro­le­ro, está expe­ri­men­tan­do pér­di­das. En un esce­na­rio de ese tipo, se expli­ca que ven­de­do­res paguen para que alguien se lle­ve el cru­do y lo alma­ce­ne. Pare­ce absur­do sos­te­ner que todo esto «con­fir­ma» la teo­ría sub­je­ti­va del valor; o que des­ca­li­fi­ca a la teo­ría del valor trabajo.

Rolan­do Astarita

21 de abril de 2020

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