Colom­bia. Ya es ofi­cial: Uri­be es inves­ti­ga­do como pre­sun­to res­pon­sa­ble o induc­tor de más de 3.000 asesinatos

EXPEDIENTE URIBE

Los datos aflo­ran y el círcu­lo se estre­cha: Álva­ro Uri­be Vélez, pre­si­den­te de Colom­bia duran­te el perío­do 2002 – 2010, es obje­to de inves­ti­ga­ción por par­te de la fis­ca­lía de la Cor­te Penal Inter­na­cio­nal de La Haya como posi­ble autor de crí­me­nes de lesa huma­ni­dad y, por tan­to, imprescriptibles.

Todo indi­ca que Uri­be será acu­sa­do de ser induc­tor y orga­ni­za­dor de accio­nes que cau­sa­ron un núme­ro toda­vía inde­ter­mi­na­do de ase­si­na­tos de cam­pe­si­nos y opo­si­to­res polí­ti­cos, accio­nes que fue­ron per­pe­tra­das por gru­pos para­mi­li­ta­res, miem­bros del ejér­ci­to y agen­tes de las fuer­zas de segu­ri­dad del Esta­do. De hecho, el que fue jefe de los ser­vi­cios secre­tos bajo el man­da­to de Uri­be, Jor­ge Nogue­ra, que el año pasa­do fue encar­ce­la­do y pro­ce­sa­do en Bogo­tá por varios hechos delic­ti­vos, ha sido acu­sa­do tam­bién de haber orga­ni­za­do el ase­si­na­to de varios opo­si­to­res políticos.

Por si fue­ra poco, Uri­be tam­bién es inves­ti­ga­do por haber orga­ni­za­do una ban­da arma­da que reali­zó “labo­res de lim­pie­za” en las fin­cas gana­de­ras de su propiedad.

Entre los crí­me­nes que inves­ti­ga la ins­ti­tu­ción judi­cial de La Haya des­ta­can los lla­ma­dos “fal­sos posi­ti­vos”, en refe­ren­cia a los ase­si­na­tos de cam­pe­si­nos acu­sa­dos sin prue­bas de for­mar par­te de las FARC, cuyas muer­tes fue­ron pre­sen­ta­das como si se tra­ta­ran de “enemi­gos” aba­ti­dos en com­ba­te. En un inten­to de jus­ti­fi­car estos crí­me­nes, Uri­be ha decla­ra­do en varias oca­sio­nes que los “fal­sos posi­ti­vos” fue­ron “casos ais­la­dos”; es decir, pocos y fru­to de errores.

Fren­te a esa excu­sa, los datos de que dis­po­ne la Cor­te Penal Inter­na­cio­nal indi­can que las muer­tes cau­sa­das por error en los lla­ma­dos “casos ais­la­dos” suman más de 3.000. Esta cifra, que toda­vía no es defi­ni­ti­va, está basa­da en las infor­ma­cio­nes que han apor­ta­do, entre otras fuen­tes, las pro­pias auto­ri­da­des del país sud­ame­ri­cano, inclui­da la Comi­sión de Paz del Con­gre­so de Colombia.

Los inves­ti­ga­do­res con­si­de­ran que las accio­nes para­mi­li­ta­res y algu­nas de las rea­li­za­das por las fuer­zas arma­das y de segu­ri­dad del Esta­do for­ma­ban par­te de un plan polí­ti­co de carác­ter ins­ti­tu­cio­nal orga­ni­za­do des­de el cúpu­la del Estado.

Con la fina­li­dad de bur­lar la acción de la Jus­ti­cia, el ex pre­si­den­te colom­biano inten­ta con­so­li­dar la pues­ta en mar­cha de una fuer­za polí­ti­ca deno­mi­na­da Puro Cen­tro Demo­crá­ti­co para enca­be­zar una can­di­da­tu­ra en las pró­xi­mas elec­cio­nes al Sena­do, pues si resul­ta­ra ele­gi­do podría bur­lar (o al menos inten­tar­lo) la acción de la Cor­te Penal Internacional.

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