Pie­dad Cór­do­ba: “Si no se des­mon­ta el para­mi­li­ta­ris­mo, no habrá acuer­do de paz”

Piedad

Resu­men Latinoamericano/​Gerardo Szalkowicz/​Marcha - Pie­dad Cór­do­ba es, a esta altu­ra, un sím­bo­lo de la bús­que­da de los cami­nos de la paz en Colom­bia. Abo­ga­da, acti­vis­ta por los dere­chos huma­nos, ex sena­do­ra des­ti­tui­da e inha­bi­li­ta­da en 2010 tras una tur­bia manio­bra de la ultra­de­re­cha colom­bia­na, se trans­for­mó en una pie­za cla­ve para ten­der puen­tes entre las gue­rri­llas y el Gobierno. Al cum­plir dos años la mesa de nego­cia­ción en La Haba­na, la “Negra” se mues­tra opti­mis­ta sobre la posi­bi­li­dad de que se logre poner fin al con­flic­to arma­do más lar­go de la región.

-Se aca­ban de cum­plir dos años del ini­cio for­mal de los Diá­lo­gos de Paz entre el Gobierno colom­biano y las FARC. ¿Qué balan­ce hace de este reco­rri­do y cuá­les son las expec­ta­ti­vas de que se lle­gue a un acuer­do final?

-Las expec­ta­ti­vas de la mesa de La Haba­na son dema­sia­do alen­ta­do­ras, espe­ran­za­do­ras. Creo que inde­pen­dien­te­men­te de que el Gobierno haya tra­ta­do de limi­tar la agen­da, las FARC han logra­do, con mucha ima­gi­na­ción, colo­car sobre la mesa deba­tes y asun­tos que tie­nen que ver con la estruc­tu­ra eco­nó­mi­ca, polí­ti­ca, social y cul­tu­ral del país. Se han logra­do tam­bién, inclu­so a pesar de las adver­si­da­des, con­vo­car a la socie­dad civil, que lle­guen las pro­pues­tas y las espe­ran­zas de la gente.

De todas mane­ras, la paz no sólo se redu­ce a la dis­cu­sión en La Haba­na. Noso­tros esta­mos alum­bra­dos por la espe­ran­za de una Asam­blea Nacio­nal Cons­ti­tu­yen­te. Cree­mos que, a pesar de que se ha tra­ta­do de con­traer todo el deba­te de La Haba­na, man­te­ner­lo ale­ja­do de la socie­dad, este es el tema más impor­tan­te del país. Son más de 50 años en gue­rra. Colom­bia es un país que toda­vía tie­ne unas éli­tes muy pode­ro­sas que lo man­tie­nen en un sta­tus quo de neo­li­be­ra­lis­mo, por lo tan­to la ven­ta­na de espe­ran­za y la ven­ta­na de oxi­ge­na­ción está en el pro­ce­so de paz.

-¿Por qué cree que en esta eta­pa sí están dadas las con­di­cio­nes para lle­gar al fin del con­flic­to armado?

-Por­que hay más gen­te invo­lu­cra­da des­de la socie­dad, por­que creo que hay mucha madu­rez en tér­mi­nos del deba­te polí­ti­co por par­te de las FARC, y al Gobierno, así sea por las ven­ta­jas que le trai­ga para la inver­sión extran­je­ra des­pe­jar el terri­to­rio, le ha toca­do cada vez más mon­tar­se en el bus de la paz y ya le que­da muy difí­cil ir hacia atrás.

-¿Cómo ima­gi­na una eta­pa pos­te­rior a un even­tual acuer­do en las nego­cia­cio­nes? ¿Cuá­les son los desa­fíos y las tareas para lo que se vie­ne en caso de que los diá­lo­gos lle­guen a buen puerto?

-Los desa­fíos son muchos. Apli­car esos acuer­dos, con­se­guir que se hagan por ejem­plo a tra­vés de una Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te o de un meca­nis­mo de refren­da­ción, posi­bi­li­tar un deba­te sereno en un país atra­ve­sa­do por tan­tas ame­na­zas, muer­tes, des­apa­ri­cio­nes, masa­cres, des­pla­za­mien­tos, pero sobre todo un terri­to­rio como el colom­biano que se ha con­ver­ti­do en una espe­cie de trans­bor­da­dor del neo­li­be­ra­lis­mo y de los intere­ses impe­ria­lis­tas de los EE.UU., no es nada fácil. Un país don­de hay un macar­tis­mo, un seña­la­mien­to muy fuer­te hacia quie­nes defen­de­mos otro mode­lo, o hacia quie­nes hemos abra­za­do de mane­ra defi­ni­ti­va la tesis del socia­lis­mo boli­va­riano que inte­gra a toda la región, es decir, el sue­ño de Bolí­var, de Arti­gas, de San Mar­tín, Zamo­ra, Mar­tí, de Fidel, de Chá­vez… Por eso, lo que vie­ne pos­te­rior a la fir­ma de los acuer­dos va a ser tan o más difí­cil que los acuer­dos mismos.

No tan Santo

-En las últi­mas elec­cio­nes pre­si­den­cia­les, usted y muchos sec­to­res de la izquier­da colom­bia­na lla­ma­ron a votar por San­tos en la segun­da vuel­ta. ¿Cómo expli­ca ese posi­cio­na­mien­to y cuál es su lec­tu­ra del actual gobierno?

-Lo que tie­ne que que­dar muy en cla­ro es que noso­tros no com­par­ti­mos el mode­lo de desa­rro­llo de San­tos, tene­mos abso­lu­ta­men­te cla­ro que él es una expre­sión genui­na del neo­li­be­ra­lis­mo, que está tra­tan­do de apli­car la fór­mu­la del con­sen­so de Washing­ton y que no es nada dife­ren­te a lo que ya cono­cía­mos. Aho­ra, para noso­tros era muy impor­tan­te que con­ti­núe el pro­ce­so de paz, las con­ver­sa­cio­nes en La Haba­na, el ini­cio de los diá­lo­gos con el ELN… Y eso fue lo que noso­tros diji­mos, que no sig­ni­fi­ca que estu­vié­ra­mos apo­yan­do sus pro­pues­tas. Esta­mos abso­lu­ta­men­te con­ven­ci­dos de que nues­tras pro­pues­tas no coin­ci­den con las suyas ni con la con­cep­ción que tie­ne de la paz, pero esta­mos segu­ros que si se dan los acuer­dos se abre un deba­te nacio­nal sobre las refor­mas estruc­tu­ra­les. Y es ahí don­de nos vamos a dis­tan­ciar. Pero que que­de cla­ro: ni apo­ya­mos la con­cep­ción que tie­ne sobre la paz ni su mode­lo de desa­rro­llo. Para noso­tros, ade­más, es fun­da­men­tal una defen­sa de la inte­gra­ción lati­no­ame­ri­ca­na, que se fun­da­men­ta en el ALBA, Una­sur y la defen­sa de todos estos acuer­dos regio­na­les para el pro­gre­so y el desa­rro­llo de toda la región.

-Si bien San­tos fue minis­tro del expre­si­den­te Álva­ro Uri­be, fue muy inte­li­gen­te en des­mar­car­se una vez que lle­gó al Gobierno, mos­tran­do un prag­ma­tis­mo y una impron­ta dis­tin­ta a la gue­rre­ris­ta de su ante­ce­sor y ubi­cán­do­lo como su prin­ci­pal enemigo…

-Es una pelea entre ellos por el poder, pero San­tos apo­yó muchas de las cosas que hizo Uri­be. Aun­que tene­mos que ser muy cui­da­do­sos de que eso no impi­da que poda­mos unir­nos en la bús­que­da de la cons­truc­ción de la paz que requie­re Colombia.

Amé­ri­ca late

-En la últi­ma déca­da avan­zó un iné­di­to pro­ce­so de inte­gra­ción en Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be. Algu­nos dicen que en los últi­mos años ese impul­so se ha veni­do fre­nan­do, sobre todo a par­tir de la pér­di­da de Hugo Chá­vez y el sur­gi­mien­to de la Alian­za del Pací­fi­co. ¿Cómo ana­li­za la eta­pa que atra­vie­sa la región?

-Es una eta­pa que de algu­na mane­ra podía espe­rar­se, no podía­mos pen­sar que la dere­cha se iba a que­dar cru­za­da de bra­zos. Por eso mon­ta la Alian­za del Pací­fi­co, por eso mon­ta NTN24, por eso mon­ta una estra­te­gia de des­cré­di­to a todos los que son gober­nan­tes “de nue­vo cuño”, demo­crá­ti­cos, por eso le mon­ta des­es­ta­bi­li­za­cio­nes a esos paí­ses. Y eso auna­do obvia­men­te al suce­so fatal que fue la muer­te del Coman­dan­te Chá­vez. Evi­den­te­men­te han apro­ve­cha­do la cir­cuns­tan­cia para poner a tam­ba­lear todo este pro­ce­so de uni­dad lati­no­ame­ri­ca­na. Ya empe­za­ron a mos­trar las uñas, bus­can el retorno del neo­li­be­ra­lis­mo como hicie­ron con los gol­pes de Esta­do en Para­guay y Hon­du­ras. Enton­ces, creo que son tiem­pos difí­ci­les, pero son tiem­pos de aga­rrar el timón, de aga­rrar el toro por los cuer­nos, de defen­der lo que ha avan­za­do la región, de revi­sar lo que hemos hecho de mane­ra errá­ti­ca o que no nos ha fun­cio­na­do pero man­te­ner­nos en la uni­dad lati­no­ame­ri­ca­na y defen­der los logros conquistados.

-¿Cuá­les serían esos aspec­tos a rectificar?

-Creo que hay ele­men­tos que tie­nen que ver con las con­sul­tas a la mis­ma socie­dad, al movi­mien­to social, a las orga­ni­za­cio­nes, conec­tar­nos polí­ti­ca­men­te y salir de algu­nos auto­ri­ta­ris­mos que nos han dis­tan­cia­do de las per­so­nas, como tam­bién ser capa­ces de decir “esta estra­te­gia no fun­cio­na, vamos a cam­biar­la por otra, vamos a repen­sar­la de otra mane­ra”. Y creo que eso no es malo, sim­ple­men­te hay que asu­mir que esta­mos enfren­ta­dos a unos enemi­gos feroces.

-Usted fue una de las prin­ci­pa­les denun­cian­tes del cre­ci­mien­to del para­mi­li­ta­ris­mo en la región y sus nexos polí­ti­cos. ¿Cómo jue­gan estos gru­pos en los inten­tos de des­es­ta­bi­li­za­ción, par­ti­cu­lar­men­te en Venezuela?

-No es un hecho nove­do­so la mane­ra en cómo se ha ido ins­ta­lan­do el para­mi­li­ta­ris­mo en toda la región, cómo se ha con­so­li­da­do, cómo ha logra­do des­es­ta­bi­li­zar al movi­mien­to popu­lar, ase­si­nan­do muchí­si­mos diri­gen­tes. Es una ame­na­za muy gran­de por­que ya está abso­lu­ta­men­te com­pro­ba­do que tuvie­ron mucho que ver con las “gua­rim­bas” en Vene­zue­la. Es la “regio­na­li­za­ción” del paramilitarismo.

-Y el gobierno de San­tos, ¿es res­pon­sa­ble? ¿Cóm­pli­ce?

-El Esta­do colom­biano es res­pon­sa­ble des­de hace muchos años. No sola­men­te San­tos, San­tos es una pie­za, Uri­be es una pie­za fun­da­men­tal, pero esto vie­ne ya de mucho tiem­po atrás. Y si el para­mi­li­ta­ris­mo no se des­mon­ta en el país los acuer­dos de paz no se van a dar.

-Se per­ci­be en estos últi­mos años una madu­ra­ción impor­tan­te del movi­mien­to popu­lar colom­biano. ¿Cómo avan­za el pro­ce­so de Mar­cha Patrió­ti­ca, la pers­pec­ti­va de uni­dad con otros espa­cios y qué gra­do de per­se­cu­ción siguen padeciendo?

-Es muy lamen­ta­ble tener que reco­no­cer que la anda­na­da con­tra Mar­cha Patrió­ti­ca ya da cuen­ta de al menos 70 com­pa­ñe­ros ase­si­na­dos en sólo dos años. A pesar de eso, el movi­mien­to sigue, tie­ne mucha fuer­za en lo rural, en las regio­nes, en los jóve­nes, en las mino­rías étni­cas y vamos avan­zan­do, aun tími­da­men­te, a tener un espa­cio en lo urbano. Es muy impor­tan­te el cre­ci­mien­to del movi­mien­to social en el país. Es cier­to: hoy más que nun­ca hay un for­ta­le­ci­mien­to del cam­po popu­lar, inde­pen­dien­te­men­te de que sigue habien­do per­se­cu­ción, seña­la­mien­to, ase­si­na­tos. Mar­cha Patrió­ti­ca es una espe­ran­za des­de don­de esta­mos hacien­do un gran esfuer­zo por lograr con­for­mar un fren­te amplio, no sola­men­te con lo que es este pro­ce­so sino mucho más allá, que tie­ne que ver con la cons­truc­ción de las estruc­tu­ras cons­ti­tu­cio­na­les, lega­les, socia­les y de poder popu­lar para poder aspi­rar a un cam­bio en el país.

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