El terro­ris­mo de esta­do más allá de las siglas de los GAL- Xabier Makazaga

Has­ta que dise­ña­ron las bien estu­dia­das siglas de los GAL, en 1983, fue­ron múl­ti­ples las siglas uti­li­za­das para rei­vin­di­car los aten­ta­dos de la gue­rra sucia. La más cono­ci­da, la del Bata­llón Vas­co-Espa­ñol, BVE, que la Poli­cía pre­ten­dió haber des­ar­ti­cu­la­do cuan­do detu­vie­ron a dos ultras. Aho­ra bien, los ase­si­na­tos come­ti­dos por aque­llos dos ultras se rei­vin­di­ca­ron usan­do tres siglas dife­ren­tes: Tri­ple A, GAEBVE. Nin­gu­na de ellas fue jamás des­ar­ti­cu­la­da, por­que eran sim­ples siglas. Eran pan­ta­llas des­ti­na­das a ocul­tar la direc­tí­si­ma res­pon­sa­bi­li­dad del Esta­do en la gue­rra sucia.

Con los GAL inten­ta­ron hacer otro tan­to, dete­nien­do a algu­nos ultras para que pare­cie­ra que se tra­ta­ba de incon­tro­la­dos, pero tan­to fue el cán­ta­ro a la fuen­te que ter­mi­nó por rom­per­se, y por poner al des­cu­bier­to que aque­lla gue­rra sucia era puro terro­ris­mo de Esta­do. Una gue­rra sucia que no se ter­mi­nó, ni mucho menos, con el últi­mo ase­si­na­to rei­vin­di­ca­do usan­do las siglas GAL, en julio de 1987, sino que con­ti­nuó. Eso sí, sin uti­li­zar sigla alguna.

Véa­se, por ejem­plo, el aten­ta­do con paque­te-bom­ba que cau­só la muer­te en Erren­te­ria al car­te­ro Josean Car­do­sa, el 20 de sep­tiem­bre de 1989. Un aten­ta­do que las auto­ri­da­des se empe­ña­ron en adju­di­car a ETA, pese a ser evi­den­te que el obje­ti­vo era el con­ce­jal de Herri Bata­su­na Ilde­fon­so Sala­zar, en cuyo buzón esta­ba intro­du­cien­do el car­te­ro dicho paque­te cuan­do le explotó.

Y fue­ron pre­ci­sa­men­te quie­nes más empe­ño pusie­ron en cul­par a ETA, como el Minis­tro del Inte­rior, José Luis Cor­cue­ra, quie­nes se encon­tra­ban tras el envío, no sólo de aquel paque­te-bom­ba, sino tam­bién de otros dos. Así lo decla­ró ante el juez Bal­ta­sar Gar­zón, en 1996, el famo­so Luís Rol­dán, Direc­tor Gene­ral de la Guar­dia Civil cuan­do ase­si­na­ron a Car­do­sa.

Según él, Cor­cue­ra y el Secre­ta­rio de Esta­do de Segu­ri­dad, Rafael Vera, le infor­ma­ron de que pen­sa­ban enviar varios paque­tes-bom­ba a gen­te con­cre­ta de HB un par de sema­nas antes de que en efec­to los envia­ran. Y cuan­do explo­tó el que mató a Josean Car­do­sa, le dije­ron que se habían envia­do otros dos que era pre­ci­so recu­pe­rar y des­ac­ti­var a toda costa.

Enton­ces, Rol­dán lla­mó al tenien­te coro­nel Enri­que Rodrí­guez Galin­do quien le res­pon­dió que ya esta­ba al corrien­te, por medio del Gober­na­dor Civil José Ramón Goñi Tira­pu, y que iban a encar­gar­se de recu­pe­rar cuan­to antes los dos paque­tes explo­si­vos. Goñi Tira­pu fue otro de los que puso un enor­me inte­rés en adju­di­car el aten­ta­do a ETA y ase­gu­ró a la madre de Car­do­sa que no cabía duda algu­na de que había sido ETA quien ase­si­nó a su hijo.

El moti­vo por el que les urgía recu­pe­rar aque­llos paque­tes explo­si­vos pare­ce obvio. Una vez que el pri­me­ro cau­so la muer­te del car­te­ro, y no la del obje­ti­vo pre­vis­to, les urgía evi­tar la apa­ri­ción de nue­vos paque­tes-bom­ba envia­dos a gen­te de HB, por­que que­da­ría aún más cla­ro el ori­gen del primero.

Según pre­ci­só Rol­dán en sus decla­ra­cio­nes ante el juez Gar­zón, reco­gi­das en el suma­rio 1097 de la Audien­cia Nacio­nal, uno de aque­llos arte­fac­tos recu­pe­ra­dos y des­ac­ti­va­dos por la Guar­dia Civil esta­ba en el pues­to de Correos de «Azpei­tia o Azkoi­tia». No recor­da­ba con segu­ri­dad de cuál de las dos villas se trataba.

A raíz de ello, el juez pre­gun­tó a dichos pues­tos de Correos y des­de Azpei­tia le res­pon­die­ron que, efec­ti­va­men­te, el 21 de sep­tiem­bre de 1989 la Guar­dia Civil estu­vo allí y, tras hacer­les abrir las sacas de correo, les hicie­ron salir del pues­to. Los agen­tes per­ma­ne­cie­ron den­tro, con perros adies­tra­dos para detec­tar explo­si­vos, duran­te un par de horas.

Las tres per­so­nas que tra­ba­ja­ban allí en 1989 corro­bo­ra­ron ante el juez Gar­zón todos esos extre­mos, en todo pun­to con­cor­dan­tes con lo mani­fes­ta­do por Rol­dán. Sin embar­go, la Guar­dia Civil negó tener cons­tan­cia de nada simi­lar. Algo a todas luces impo­si­ble, y que en bue­na lógi­ca deman­da­ba que el juez toma­ra medi­das al respecto.

No las tomó. Por lo que se ve, no le intere­sa­ba en abso­lu­to inda­gar el moti­vo por el que la Guar­dia Civil se diri­gió con tan­ta segu­ri­dad a Azpei­tia a recu­pe­rar aquel paque­te-bom­ba. Un moti­vo por lo demás evi­den­te. Sólo quien envió el paque­te podía saber en qué pues­to pre­ci­so de Correos se encon­tra­ba. A buen entendedor…

Apar­te de las reve­la­do­ras decla­ra­cio­nes del res­pon­sa­ble y de dos tra­ba­ja­do­res del pues­to de Correos de Azpei­tia, hay otro tes­ti­mo­nio bien impor­tan­te que aña­de aún más cre­di­bi­li­dad a lo decla­ra­do por Rol­dán. El tes­ti­mo­nio de quien todo indi­ca era el des­ti­na­ta­rio de aquel paque­te-bom­ba, Kike Zuru­tu­za, enton­ces con­ce­jal de HB en Azpeitia.

Zuru­tu­za se diri­gió aquel día al pues­to de Correos de Azpei­tia, jun­to con otra con­ce­jal de HB, por­que la Poli­cía Muni­ci­pal les avi­só que había un paque­te-bom­ba des­ti­na­do al gru­po muni­ci­pal de HB. Allí, se encon­tró con un cor­dón poli­cial de ertzai­nas que les negó la entra­da de malos modos, y les hizo ale­jar­se del lugar, ale­gan­do que se tra­ta­ba de una fal­sa alarma.

Dicho tes­ti­mo­nio mues­tra el gran núme­ro de agen­tes que estu­vie­ron, de una u otra for­ma, al corrien­te de lo que suce­dió aquel día en Azpei­tia. Agen­tes de la Guar­dia Civil, la Ertzain­tza y la Poli­cía Muni­ci­pal. Aho­ra bien, el juez Gar­zón tan sólo pre­gun­tó a la Guar­dia Civil, y ante su res­pues­ta nega­ti­va se limi­tó a archi­var el suma­rio, sin más.

Nóte­se que los des­ti­na­ta­rios de dos de los tres paque­tes-bom­ba envia­dos tenían un per­fil bien defi­ni­do. Ambos eran con­ce­ja­les de HB, y ambos habían sido tor­tu­ra­dos varias veces. Ilde­fon­so Sala­zar fue some­ti­do a tor­tu­ras en tres oca­sio­nes y Kike Zuru­tu­za en dos.

En todo caso, lo que está fue­ra de toda duda es que el envío de aque­llos paque­tes-bom­ba fue una acción de gue­rra muy sucia. Terro­ris­mo de Esta­do puro y duro. Por eso, cla­ma al cie­lo que algu­nos medios de comu­ni­ca­ción sigan inclu­yen­do a Josean Car­do­sa en sus lis­tas de víc­ti­mas de ETA: El País, El Mun­do, El Correo… Increí­ble, pero cierto.

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