La ver­da­de­ra amis­tad- Fidel Castro

fidel castro nicolas maduro la habana 20 de agosto 20143

Ayer reci­bí la visi­ta del Pre­si­den­te de la Repú­bli­ca Boli­va­ria­na de Vene­zue­la, quien reali­zó un via­je al exte­rior rela­cio­na­do con la defen­sa de impor­tan­tes intere­ses petro­le­ros de su país.

A su paso por Cuba apro­ve­chó para hacer un con­tac­to con­mi­go y salu­dar­me per­so­nal­men­te como había pro­me­ti­do, el 13 de agos­to del pre­sen­te año cuan­do tuve el pri­vi­le­gio de cum­plir 88 años. Ese día me había obse­quia­do algu­nas fru­tas, entre ellas, unas peque­ñi­tas como per­las, que yo ni siquie­ra había vis­to nun­ca y son de exce­len­te sabor. Tam­bién me rega­ló un uni­for­me depor­ti­vo, obse­quio de los atle­tas vene­zo­la­nos que bus­can lau­re­les para su país.

Me ale­gró extra­or­di­na­ria­men­te que cum­plie­ra tan pron­to su visi­ta, no solo por el honor que impli­ca su pre­sen­cia y acción rápi­da, que requie­re la difí­cil tarea de lle­var ade­lan­te la épi­ca lucha de Hugo Chá­vez, sino tam­bién por las acti­vi­da­des excep­cio­na­les que está realizando.

Nues­tro mun­do está vivien­do un momen­to excep­cio­nal y úni­co, cada día es mayor el núme­ro de per­so­nas que está pen­dien­te de ello. Entre tales acon­te­ci­mien­tos, uno de los más dra­má­ti­cos es el geno­ci­dio que se lle­va a cabo en la Fran­ja de Gaza, don­de 1,8 millo­nes de seres huma­nos viven aco­rra­la­dos entre el desier­to, el mar y el pode­río mili­tar de un país del Orien­te Medio, don­de el impe­rio más pode­ro­so que ha exis­ti­do nun­ca ha crea­do a lo lar­go de más de medio siglo, y a un cos­to, según algu­nos esti­ma­dos, que se apro­xi­ma a cien mil millo­nes de dóla­res, una poten­cia mili­tar nuclear sofis­ti­ca­da y a la vez irres­pon­sa­ble. Muchas per­so­nas se pre­gun­tan: ¿Quién gobier­na a quién, Esta­dos Uni­dos a Israel o Israel a Esta­dos Unidos?

Los hechos son visi­bles. Cohe­tes con blan­cos pro­gra­ma­dos, bom­bar­de­ros velo­ces y pre­ci­sos, arti­lle­ría blin­da­da y tan­ques moder­nos, ata­can edi­fi­cios reple­tos de per­so­nas, así como a hos­pi­ta­les, escue­las e ins­ta­la­cio­nes de ser­vi­cios, matan­do niños, jóve­nes, ancia­nos, madres y padres indefensos.

Antes ocu­rrían hechos atro­ces. Sin remi­tir­nos des­de lue­go a pasa­dos mile­nios, sino a luchas que suce­dían antes de la Segun­da Gue­rra Mun­dial: gue­rra de Etio­pía, Gue­rra Civil de Espa­ña, bom­bar­deo de Guer­ni­ca, gue­rra de Japón para con­quis­tar a Chi­na, inter­ven­cio­nes de Esta­dos Uni­dos en Amé­ri­ca Lati­na; hechos que cau­sa­ban con­mo­ción, pero que en nada se pare­cían a las espe­luz­nan­tes esce­nas que hoy se obser­van en las imá­ge­nes que cada ciu­da­dano ve en sus hoga­res por tele­vi­sión. Los polí­ti­cos se tur­ban y el caos se hace evi­den­te en la polí­ti­ca mundial.

Por ello resul­tó tan útil el encuen­tro con el Pre­si­den­te Vene­zo­lano. Me pare­ció sin embar­go que guar­dar silen­cio no bene­fi­cia­ría a nadie. Con la mayor sin­ce­ri­dad lo feli­ci­té por lo que esta­ba hacien­do por el pue­blo már­tir de la Fran­ja de Gaza. Que los paí­ses que sufren una tra­ge­dia mere­cen una ayu­da con­ti­nua en la medi­da de los recur­sos de un país, por dura que sea su pro­pia situa­ción. Eso fue lo que hizo Cuba, aun en sus tiem­pos más difí­ci­les, bajo el feroz blo­queo yan­ki que dura ya más de medio siglo.

Lo que hace hoy Vene­zue­la es un ejem­plo excep­cio­nal. Son cono­ci­das las medi­das púni­cas del impe­ria­lis­mo con­tra ella, des­de que inten­ta­ron derro­car a Chá­vez con el apo­yo de la oli­gar­quía fas­cis­ta de Vene­zue­la, y eli­mi­nar­lo si fue­ra posi­ble. Éste nun­ca vaci­ló y fue soli­da­rio con nues­tra Patria en los tiem­pos más difíciles.

Feli­ci­té a Madu­ro por su extra­or­di­na­ria soli­da­ri­dad con el pue­blo heroi­co de la Fran­ja de Gaza. Ape­nas lle­ga­ron noti­cias del geno­ci­dio y el ele­va­do núme­ro de niños, madres y otras per­so­nas heri­das o ase­si­na­das por los ata­ques geno­ci­das de Israel, orde­nó pre­pa­rar un avión mili­tar de car­ga, de fabri­ca­ción nor­te­ame­ri­ca­na, que solo con gran­des difi­cul­ta­des pue­de supe­rar el blo­queo de pie­zas por sus fabri­can­tes, y enviar­lo con equi­pos, medi­ca­men­tos y ali­men­tos esen­cia­les a Egip­to con des­tino a Gaza; envió ade­más al incan­sa­ble Minis­tro de Rela­cio­nes Exte­rio­res a El Cai­ro a fin de obte­ner el apo­yo per­ti­nen­te para hacér­se­los lle­gar a quie­nes deses­pe­ra­da­men­te lo necesitaban.

Des­de enton­ces los valien­tes pilo­tos vene­zo­la­nos trans­por­tan su car­ga huma­ni­ta­ria, que per­mi­te sal­var madres, niños y ancia­nos de la muer­te. Leía hoy sin embar­go un des­pa­cho de la agen­cia AP pro­ce­den­te de Vene­zue­la, en el que se publi­can decla­ra­cio­nes de la “Aso­cia­ción de Clí­ni­cas y Hos­pi­ta­les de Vene­zue­la, que agru­pa” a “cen­tros de salud pri­va­dos del país”, pidien­do al Gobierno que se decla­re una “emer­gen­cia huma­ni­ta­ria” para hacer fren­te a la “esca­sez de insu­mos, medi­ca­men­tos, equi­pos médi­cos y repues­tos” que, ase­gu­ran, “ponen en ries­go la vida de la población.”

¡Qué enor­me casua­li­dad! Esta deman­da se rea­li­za pre­ci­sa­men­te cuan­do en la Fran­ja de Gaza se pro­du­ce el geno­ci­dio yan­ki-israe­li­ta de la zona más pobre y super­po­bla­da de esa comu­ni­dad que ha vivi­do allí a lo lar­go de milenios.

Eso es lo que hace tan meri­to­ria la con­duc­ta de Madu­ro y los mili­ta­res y espe­cia­lis­tas vene­zo­la­nos que lle­van a cabo tan ejem­plar acción ante la tra­ge­dia del pue­blo her­mano de Palestina.

Muchas cosas se podrían decir ante este hecho nota­ble si el Homo Sapiens logra­ra vivir ‑lo que esta­ría en sus manos‑, y no se exter­mi­na a sí mismo.

Duran­te un reco­rri­do por áreas que impli­can gran­des pers­pec­ti­vas ali­men­ta­rias, apa­re­cen dos tra­ba­ja­do­ras. Les pre­gun­té si cono­cían al acom­pa­ñan­te. Lo mira­ron bien y dije­ron: “El pre­si­den­te Madu­ro”, y son­rie­ron con picar­día. Les pre­gun­té qué nivel de esco­la­ri­dad tenían. La más joven dijo: “12 gra­dos”. La otra, toda­vía joven y fuer­te, res­pon­dió que era gra­dua­da como pro­fe­so­ra de Edu­ca­ción Físi­ca y Depor­tes, en lo que tra­ba­jó varios años. Final­men­te les pre­gun­té si esta­rían dis­pues­tas a tra­ba­jar en Vene­zue­la, y con entu­sias­mo me res­pon­die­ron: “¡Por supues­to que sí!”.

No me extien­do si pre­ten­do publi­car este escri­to hoy mis­mo, como le expre­sé al Pre­si­den­te venezolano.

Fidel Cas­tro Ruz

Agos­to 20 de 2014

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