Fút­bol, muje­res y mun­dial- Veró­ni­ca Moreira

“Me encan­ta el fút­bol, de cual­quier cate­go­ría y, por supues­to, voy a ver y seguir los par­ti­dos del mun­dial. Pero nun­ca gene­ré un sen­ti­mien­to de per­te­nen­cia con la Selec­ción. No me ago­bia su derro­ta y no sien­to por ella ni una ínfi­ma par­te del inmen­so amor que sien­to por River”. Fue la fra­se que expre­só una joven hin­cha argen­ti­na cuan­do le pre­gun­té si esta­ba entu­sias­ma­da con el Mun­dial. Sus dichos coin­ci­die­ron con las apre­cia­cio­nes de otros faná­ti­cos de dis­tin­to géne­ro que no duda­ron en decla­rar la supre­ma­cía del amor tri­bal por sobre el de la Selec­ción Nacional.
Pero aquí me quie­ro cen­trar en la expe­rien­cia de esta joven que, como otras faná­ti­cas, eli­gió el fút­bol como depor­te para prac­ti­car y mirar; y que, como otras, se lamen­ta por los meca­nis­mos de invi­si­bi­li­za­ción y cosi­fi­ca­ción a las que son some­ti­das en los medios perio­dís­ti­cos. Fren­te al ingre­so pro­gre­si­vo de muje­res al uni­ver­so del fút­bol, la pre­gun­ta es ¿cuá­les son los espa­cios que ellas (perio­dis­tas, depor­tis­tas y faná­ti­cas) tie­nen en los dis­tin­tas medios? ¿Cómo son repre­sen­ta­das duran­te el mun­dial, con­si­de­ran­do que éste es un momen­to sin­gu­lar en el que abun­dan, has­ta la satu­ra­ción, las narra­ti­vas sobre la patria? Bas­ta­rán algu­nos ejem­plos que sur­gen de la lec­tu­ra del dia­rio Olé –el perió­di­co depor­ti­vo más popu­lar de la Argen­ti­na– para mos­trar cier­tos aspec­tos de la rela­ción entre fút­bol, muje­res y medios de comunicación.
El cre­ci­mien­to de muje­res que se incor­po­ra­ron al cam­po fut­bo­lís­ti­co en los últi­mos años no ha con­du­ci­do, no digo a equi­li­brar la balan­za de la des­igual­dad de géne­ros pues esto sería una ilu­sión, sino a supe­rar algu­nos de los pre­jui­cios y este­reo­ti­pos que se for­mu­lan sobre ellas. Un dato es con­tun­den­te: la noto­ria ausen­cia de las voces de las faná­ti­cas que quie­ren opi­nar sobre los por­me­no­res de un encuen­tro depor­ti­vo; un ges­to que se dupli­ca con la fal­ta de noti­cias sobre los par­ti­dos de fút­bol de muje­res que jue­gan en la liga pro­fe­sio­nal y en las ligas ama­teurs. La excep­ción a la regla sobre la repre­sen­ta­ción feme­ni­na es la cober­tu­ra de Las Leo­nas (selec­cio­na­do de hoc­key feme­nino mul­ti­cam­peón), y algu­nas noti­cias espo­rá­di­cas sobre yudo, tenis y boxeo.
Podría decir, sólo en pri­me­ra ins­tan­cia, que hay una ten­den­cia inver­sa en el perio­dis­mo depor­ti­vo, dada por la incor­po­ra­ción pro­gre­si­va de muje­res perio­dis­tas en la pren­sa y dis­tin­tos pro­gra­mas de tele­vi­sión. En este caso, el dia­rio Olé es significativo.
Como comen­tó uno de sus perio­dis­tas, Olé ha incor­po­ra­do “como nin­gún medio grá­fi­co” a perio­dis­tas muje­res en su staff (en com­pa­ra­ción con los suple­men­tos depor­ti­vos de los dia­rios La Nación y Cla­rín). Ellas cubren noti­cias sobre equi­pos de la pri­me­ra divi­sión y del ascen­so, hacen entre­vis­tas y aná­li­sis de los par­ti­dos, pero siem­pre en menor medi­da que los hom­bres. Con abru­ma­do­ra mayo­ría, ellos son los que se des­ta­can en la redac­ción de la infor­ma­ción. Para el mun­dial, unas sema­nas antes del comien­zo del cer­ta­men, el dia­rio anun­ció una serie de cam­bios que pre­sen­tó de esta for­ma: “Olé lan­za for­mal­men­te su cober­tu­ra de Bra­sil 2014. Des­de maña­na, un cam­bio de ima­gen, notas espe­cia­les, las plu­mas de colum­nis­tas top”. El dia­rio incor­po­ró más color en los títu­los, con el jue­go del celes­te y blan­co en las pági­nas, con nue­vas sec­cio­nes des­ti­na­das a infor­mar sobre los dife­ren­tes gru­pos del mun­dial; y, en dicho pro­ce­so de trans­for­ma­ción… des­pla­zó y reem­pla­zó por escri­to­res a las cro­nis­tas feme­ni­nas en su tota­li­dad. Así, el pro­ta­go­nis­mo y el pun­to de vis­ta vol­vie­ron a ser exclu­si­va­men­te mas­cu­li­nos en un momen­to sin­gu­lar: cuan­do los perio­dis­tas jun­to a otros acto­res des­ti­nan sus rela­tos a narrar la argen­ti­ni­dad. El cri­te­rio de inclu­sión de las perio­dis­tas al medio (de acuer­do a un uso dudo­so del cupo feme­nino), las exclu­ye como narra­do­ras legí­ti­mas del espa­cio don­de ima­gi­na­ria­men­te se afir­man los sig­ni­fi­ca­dos de la Nación.
“Com­par­ti­mos la pasión” es el eslo­gan del dia­rio que pone el cen­tro dis­cur­si­va­men­te en dos focos: el pri­me­ro, un “noso­tros” que ubi­ca al lec­tor en un plano de igual­dad. Y, por el otro, el foco en la pasión, como tópi­co en el que se cen­tra el medio pero que refie­re bási­ca­men­te a la pasión mas­cu­li­na. ¿Cómo repre­sen­ta a las hin­chas-faná­ti­cas? En este esque­ma, cuan­do ellas apa­re­cen lo hacen en un lugar de acom­pa­ña­mien­to, de espo­sas o novias de fut­bo­lis­tas u hom­bres famo­sos de otros ámbi­tos. La bana­li­za­ción del fana­tis­mo feme­nino tam­bién apa­re­ce cuan­do se usa el ejem­plo de una mujer que res­pon­de a la ima­gen canó­ni­ca de belle­za y que, ade­más, “le gus­ta el fút­bol”, trans­for­mán­do­se así en la pare­ja ideal. Por eso, como si el silen­cio no bas­ta­ra –cuan­do se tra­ta de infor­mar sobre el jue­go prac­ti­ca­do por muje­res– para mar­car la posi­ción subor­di­na­da del géne­ro feme­nino, se usan estra­te­gias ten­dien­tes a afir­mar posi­cio­nes y fun­cio­nes con­ven­cio­na­les. En la con­tra­ta­pa del dia­rio Olé, hay un espa­cio espe­cial­men­te dedi­ca­do a la repre­sen­ta­ción feme­ni­na, se lla­ma “la dio­sa mun­dial”. La foto de una sen­sual mujer ves­ti­da con esca­sa ropa está acom­pa­ña­da de un bre­ve tex­to de este tenor: “le sobran atri­bu­tos como para com­pen­sar las dife­ren­cias ofen­si­vas y defen­si­vas del equi­po de Sabe­lla”. Y, con­ti­nuan­do con la fal­ta de ori­gi­na­li­dad, día tras días apa­re­cen comen­ta­rios simi­la­res: “es que lo que para Sabe­lla es un pro­ble­ma, habla­mos de la defen­sa, para Ciar­do­ne es uno de sus mayo­res y mejo­res atri­bu­tos” o “tie­ne todos los atri­bu­tos nece­sa­rios y sufi­cien­tes para el Mara­ca­na­zo”. Aquí y en las notas del cuer­po del dia­rio, las líneas de los perio­dis­tas están diri­gi­das a resal­tar la belle­za y la sen­sua­li­dad. Las repre­sen­ta­cio­nes feme­ni­nas se corres­pon­den a un están­dar que esti­ma posi­ti­va­men­te a las muje­res jóve­nes, del­ga­das y sen­sua­les. Las repre­sen­ta­cio­nes refuer­zan la posi­ción his­tó­ri­ca y cul­tu­ral­men­te crea­da para las muje­res como “obje­to de deseo de la mira­da mas­cu­li­na”. Un tra­ta­mien­to cla­ra­men­te este­reo­ti­pa­do que rele­ga a las muje­res a luga­res secun­da­rios, pasi­vos y con­ven­cio­na­les. Un esti­lo que, ade­más, se reite­ra cuan­do en los infor­mes sobre las depor­tis­tas se enfa­ti­za su femi­nei­dad a par­tir de la obser­va­ción de su belle­za física.
La joven faná­ti­ca de River sin­te­ti­za cla­ra­men­te su sen­sa­ción: “leer Olé es una pata­da en los ova­rios… Invi­si­bi­li­zan a la mujer en el depor­te, sal­vo raras excep­cio­nes, nun­ca hay noti­cias en el home acer­ca de muje­res depor­tis­tas. Y, cuan­do las hay, las fotos y la redac­ción de la nota (si la esté­ti­ca de la pro­ta­go­nis­ta encua­dra en lo que con­si­de­ran ‘lin­do’) inclu­ye comen­ta­rios o metá­fo­ras acer­ca de la belle­za, sen­sua­li­dad, pro­vo­ca­ción. Sec­ción ‘Dio­sas’, deni­gran­te, sexis­ta. Puro cuer­po para ser vis­to por la pla­tea masculina”.
A la invi­si­bi­li­dad de las juga­do­ras, que van cre­cien­do día a día en el cam­po fut­bo­lís­ti­co, se suma duran­te la cober­tu­ra del mun­dial la ausen­cia de perio­dis­tas muje­res que par­ti­ci­pan de la narra­ción sobre la selec­ción y la nación. El des­pla­za­mien­to del cen­tro de la esce­na se con­fir­ma ade­más con el tra­ta­mien­to perio­dís­ti­co que ubi­ca, una vez más, a la mujer en un lugar tra­di­cio­nal: como obje­to de la mira­da mas­cu­li­na y como garan­te de la mas­cu­li­ni­dad. Este ima­gi­na­rio refuer­za la cons­truc­ción dico­tó­mi­ca y opo­si­cio­nal de los este­reo­ti­pos cul­tu­ra­les acer­ca de lo feme­nino y lo mas­cu­lino. Si los dis­cur­sos domi­nan­tes res­trin­gen la pasión y el cono­ci­mien­to –y la posi­bi­li­dad de mani­fes­tar ambos públi­ca­men­te– a los hom­bres, las muje­res que­dan en este con­tex­to rele­ga­das, inde­fec­ti­ble­men­te, a un papel decorativo.

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