Si se conoce la historia del fascismo europeo no resultará difícil imaginar vívidamente las escenas que describen las fotos que hemos insertado en estas páginas. Espectáculos como estos tuvieron lugar en la Italia de Mussolini primero, en las repetidas noches de los «cristales rotos» en Alemania y, alcanzando ya el paroxismo, en cualquier pueblo o ciudad de la España franquista de finales de la década de los treinta y cuarenta.
Al ser un fenómeno político carente de «racionalidad», el fascismo trata de imponerse en aquellas sociedades que sojuzga haciendo del terror su arma favorita. El mentor del golpe de estado en la España de 1936, el general Mola, ya lo había advertido previamente a sus conjurados en el levantamiento del 18 de Julio: si queremos vencer, el terror tiene que ser tan aplastante que inocule hasta lo más profundo de la conciencia de nuestros enemigos.
Pero las instantáneas captadas en las secuencias fotográficas que les ofrecemos, no pertenecen a la historia larga del siglo XX . Estas estremecedoras imágenes fueron tomadas apenas hace unas semanas en las calles de la ciudad ucraniana de Lviv, muy bella pero marcada por un oscuro pasado vinculado a la existencia de un vivero de bandas pronazis durante la Segunda Guerra Mundial. El protagonista, y a su vez víctima, del sobrecogedor incidente que tuvo lugar en ese lugar a finales del pasado mes de febrero, fue un joven llamado Rostislav Vasilko.
Rostislav había cometido el craso e imperdonable error de ingresar en las filas del Partido Comunista de Ucrania, del que llegó a ser dirigente de la organización de su ciudad natal, hoy bastión de las fuerzas neonazis del partido conocido por el nombre de Svoboda, que junto con otros grupos pro Unión Europea ocupan hoy el poder en Ucrania.
El joven Rostislav Vasilko fue arrastrado y posteriormente torturado por los integrantes de la camada fascista que puede verse en las imágenes que incluimos en esta página. El comunista Rostislav fue luego secuestrado desde las once de la mañana a las 23 horas del mismo día, y sometido a torturas y vejaciones de todo tipo. El resultado de esta turbulenta historia fue una fractura de cráneo, una conmoción cerebral, tres costillas rotas y rotura del tabique nasal. Hasta hace tan solo unos días, según han informado algunos medios eslavos, Rostislav se encontraba todavía grave en un hospital de Kiev. De todas formas, los nauseabundos ultrajes a los que fue sometido Vasilko los conocemos por el testimonio fotográfico con el que hemos podido contar. Hubo otros Rostislav de cuyas palizas nunca tendremos constancia.
Pero con toda la turbación y el odio que pueda generar la apabullante visión de estas fotografías, creemos que lo que deberían suscitar en aquellos que las analicemos es, sobre todo, una reflexión y un propósito.
La reflexión
El fascismo, más que una corriente ideológica sensu estricto, es sobre todo una forma de actuación violenta y de respuesta primitiva que se nutre de los más irracionales y perversos instintos de los seres humanos. Sus mecanismos de actuación son deliberadamente estimulados por los grupos del poder político o económico cuando la defensa de sus intereses así lo requiera. Pero los huevos de la poderosa serpiente del fascismo permanecen siempre incubados en sociedades como las nuestras, en las que el culto a lo individual predomina sobre la dimensión de lo colectivo. Conveniente sería no olvidarlo, particularmente en un país como el nuestro donde la anaconda del fascismo bebe de las mismas ubres del Estado, y donde durante los últimos treinta y cinco últimos años se ha educado a las jóvenes generaciones en la interpretación del fenómeno del fascismo como «una corriente ideológica tan digna de respeto como todas las demás».
El propósito
Acabar con las formas fascistas que adoptaron un buen número de estados burgueses europeos a lo largo del Siglo XX costó 50 millones de muertos. La memoria de esa masa enorme de seres humanos que sucumbieron en el combate contra el fascismo, no nos permite que setenta años después otorguemos una consideración negligente a ese fenómeno genocida. El fascismo, como el crimen o la tortura, debe ser contemplado como una aberración a erradicar. Sin concesiones y sin el menor margen de tolerancia.
Una interrogante final
¿Habrá visto Santiago Alba Rico estas fotografías?
FOTO 1
Tirando de sus pelos Rostislav Vasilko es arrastrado por las calles centricas de su ciudad para hacerlo pagar por el imperdonable delito de ser comunista
FOTO 2
Lo arrodillan junto a un homenaje de flores dedicado a los fascistas de Euromaidan
FOTO 3
Una escena muy propia de fanatismo que el extremismo religioso reprodujo en nuestro país durante el dominio del nacional catolicismo fascista: Rostislav Vasilko es obligado a besar un crucifijo