Ace­le­re­mos la caí­da capi­ta­lis­ta aun­que nos cues­te san­gre, sudor y lágri­mas – J.M. Álvarez

Ace­le­re­mos la caí­da capi­ta­lis­ta aun­que nos cues­te san­gre, sudor y lágrimas

A la minis­tra de Eco­no­mía y Hacien­da, Ele­na Sal­ga­do le han reco­men­da­do que el Gobierno espa­ñol amplíe las medi­das adop­ta­das en el plan de ajus­te, una amplia­ción que dura­rá años, y es que, en estos momen­tos, el pro­ble­ma, como apun­ta el dia­rio GARA, es el Sis­te­ma, no un país. Tres ejem­plos: Espa­ña está endeu­da­da con Ale­ma­nia, Fran­cia, Gran Bre­ta­ña e Ita­lia. Ita­lia le debe a Fran­cia, Ale­ma­nia, Gran Bre­ta­ña y Espa­ña. Gre­cia a Fran­cia, Ale­ma­nia y Gran Bre­ta­ña (los paí­ses de la Euro­pa del Este casi no cuen­tan). La deu­da públi­ca euro­pea gira en torno a los 8 billo­nes de euros.

Resul­ta sig­ni­fi­ca­ti­vo (y deno­ta la gra­ve­dad de la situa­ción) que Ale­ma­nia, una de las pri­me­ras poten­cias eco­nó­mi­cas del mun­do, debe aho­rrar 80.000 millo­nes de euros entre 2011 y 2014. Y lo hará como los demás: car­gan­do con­tra los obre­ros y los des­em­plea­dos, como si ellos fue­ran cul­pa­bles del pilla­je. Por su par­te, el pri­mer minis­tro bri­tá­ni­co David Came­ron afir­ma que las deci­sio­nes que va a tomar en Gran Bre­ta­ña reper­cu­ti­rán en la pobla­ción duran­te déca­das. El capi­ta­lis­mo impe­ria­lis­ta, y sus herra­mien­tas, el BCE y el FMI, des­car­gan la deu­da sobre los más débi­les. No podía ser de otra manera.

En Espa­ña sur­gen voces que piden la rene­go­cia­ción de la deu­da, que sig­ni­fi­ca­ría entrar en una espi­ral dia­bó­li­ca sin sali­da posi­ble. Aso­man aumen­tos de impues­tos, copa­go sani­ta­rio y en edu­ca­ción, supre­sión de infra­es­truc­tu­ras (ya en pro­ce­so, tras el ajus­te ini­cial) nue­vas reba­jas de sala­rios y puña­la­das a las pen­sio­nes públi­cas. La eco­no­mía espa­ño­la ha sido más fic­ti­cia que real, pues se ha basa­do en la espe­cu­la­ción y en dine­ro inexis­ten­te. En este caso, se hace nece­sa­rio decla­rar la sus­pen­sión de la deu­da, expro­piar la ban­ca pri­va­da e ins­tau­rar un Gobierno Pro­vi­sio­nal que exclu­ya a corrup­tos y ladro­nes. Ni zapa­te­ro, ni Rajoy podrán resu­ci­tar un cadáver.

No pode­mos con­sen­tir que rein­ven­ten el capi­ta­lis­mo para pro­lon­gar su ago­nía. La cri­sis ya no se pue­de “expor­tar” ale­gre­men­te (vía deu­da exter­na) al Ter­cer Mun­do como en tiem­pos pre­té­ri­tos, en con­se­cuen­cia el fin del capi­ta­lis­mo es inevi­ta­ble; por tan­to, en lugar de limi­tar­nos a hacer cri­ti­cas, debe­mos ace­le­rar su des­apa­ri­ción aun­que nos cues­te san­gre, sudor y lágri­mas. En ese sen­ti­do, hay que tra­ba­jar en Inter­net, en la calle, en los barrios y en las fábri­cas. Si la gen­te no vie­ne a noso­tros, noso­tros debe­mos ir a bus­car­la, con­cien­ciar­la y embar­car­la en la lucha.

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