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Portada > Salud de la mujer y represión patriarcal

Salud de la mujer y represión patriarcal

Concepción Cruz Rojo

Edukien taula / Tabla de contenidos

  1. Intro­duc­ción
  2. La creación del patri­ar­ca­do
  3. Los orí­genes del cap­i­tal­is­mo y la caza de bru­jas
  4. Condi­ciones obje­ti­vas: la desigual­dad económi­ca y social
  5. Una ide­ología al ser­vi­cio del sis­tema het­eropa­tri­ar­cal
  6. La vio­len­cia con­tra las mujeres
  7. Depen­den­cia, inde­pen­den­cia e inter­de­pen­den­cia: las rela­ciones sexo-afec­ti­vas

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«La vio­len­cia, la opre­sión sobre las mujeres ha sido la más duradera, la más exten­di­da en el tiem­po, por lo que creemos nece­sario deten­er­nos en los pro­ce­sos históri­cos que lo han orig­i­na­do. Enten­der cómo empezó el patri­ar­ca­do, al menos en sus aspec­tos más esen­ciales, cómo con­tin­uó y sus causas, nos ayu­darán a rever­tir esta situación a través del conocimien­to y la acción. El sis­tema patri­ar­cal supu­so, y aún supone, una situación de opre­sión y sufrim­ien­to de las mujeres,… que requiere un esfuer­zo de super­ar obje­ti­va y sub­je­ti­va­mente toda una prax­is que ha pesa­do sobre las cabezas de mujeres –y de hom­bres– durante mile­nios»1.

Introducción

El con­tenido de este escrito, y de la char­la pre­sentación que lo ha moti­va­do, se cen­tra en un aparta­do del tex­to tan can­dente y, por des­gra­cia, de suma actu­al­i­dad como la opre­sión de las mujeres por parte de las sociedades het­eropa­tri­ar­cales. Nos gus­taría que la char­la supon­ga un encuen­tro donde com­par­tir y reflex­ionar entre todas las per­sonas que sin­ta­mos una espe­cial inqui­etud y ganas de tra­ba­jar sobre este tema. Una cuestión vital para las mujeres y con innegables con­se­cuen­cias para su salud, a niv­el indi­vid­ual y como grupo. De ahí el lema: Si nos tocan a una, nos tocan a todas, tiene todo el sig­nifi­ca­do de sol­i­dari­dad y resisten­cia ante el sufrim­ien­to e injus­ti­cia vivi­da por las mujeres.

Qué duda cabe que nues­tras sociedades machis­tas se car­ac­ter­i­zan en primer lugar por la situación de poder mas­culi­no –que se ejerce con­sciente o incon­scien­te­mente– sobre la población femeni­na. Y en el otro lado la lucha que en sus múlti­ples vari­antes ejerci­tan y deben desar­rol­lar las mujeres para lib­er­arse de su yugo. Al igual que la lucha de la clase tra­ba­jado­ra por su lib­eración o la de un pueblo oprim­i­do con­tra el esta­do que lo oprime, son las mujeres las que toman con­scien­cia de su situación y las que primero resisten des­de tiem­pos inmemo­ri­ales. Igual­mente ocurre con las luchas de las clases pop­u­lares, que son pre­dom­i­nan­te­mente pro­tag­o­nistas de su pro­ce­so de lib­eración. Como tam­bién son los pueb­los y sus gob­ier­nos (ayu­da­do por gob­ier­nos ami­gos) los que tienen legit­im­i­dad para luchar con­tra el ter­ror y dom­i­nación que pre­tenden impon­er las poten­cias occi­den­tales, como está ocur­rien­do en Siria o Yemen.

Frente al mito de que las mujeres son machis­tas y repro­duc­toras de la ide­ología dom­i­nante, que tiene su parte de ver­dad, esa medio-ver­dad está ocul­tan­do, –y jus­ti­f­i­can­do–, lo fun­da­men­tal, los ben­efi­cios desiguales de los hom­bres, su respon­s­abil­i­dad en per­pet­u­ar una dinámi­ca de priv­i­le­gio y poder. Lo que no qui­ta que exis­tan hom­bres, como tam­bién exis­ten per­sonas pertenecientes a clases sociales priv­i­le­giadas, que son con­scientes y, tan­to en su vida per­son­al como social, par­tic­i­pan en las luchas de lib­eración de las mujeres. Pero el pro­tag­o­nis­mo y la ini­cia­ti­va es, y debe ser, de las mujeres, de otra for­ma estaríamos repro­ducien­do los roles de dom­i­nación que son los que trata­mos de erradicar.

Nos gus­taría, tam­bién, resaltar la impor­tan­cia de rela­cionar la lucha con­tra el machis­mo y las opre­siones de clases, de etnia o de ori­entación sex­u­al ya que, como ver­e­mos a lo largo del tex­to, sus causas se enlazan y por ello sus inter­ven­ciones ter­mi­narían unién­dose más tem­pra­no que tarde. Igual que una sociedad social­ista que esté superan­do la opre­sión de una clase sobre otra no tiene ningún sen­ti­do sin un pro­ce­so para­le­lo de empoderamien­to de la mujer ocu­pan­do un lugar pre­pon­der­ante en la nue­va sociedad, vemos imposi­ble una sociedad donde se respete a la mujer y se siga inva­di­en­do pueb­los, oprim­ien­do a las clases más humildes y des­pre­cian­do sus man­i­festa­ciones cul­tur­ales más pro­fun­das.

Por otro lado, con­sid­er­amos impre­scindible aunar la lucha indi­vid­ual, gru­pal y comu­nal y en todos los frentes en donde nos encon­tremos. Es una total­i­dad que tiene que ten­er una coheren­cia mín­i­ma, ser, por ejem­p­lo, una mujer mil­i­tante y defen­so­ra de los pueb­los y de la nat­u­raleza es ser una mujer acti­va y empoder­a­da frente a su pare­ja, padre o hijos varones. Y en el cen­tro de tra­ba­jo o de ocio, en todos los ámbitos de la sociedad donde vivi­mos. De resisten­cia en las duras condi­ciones actuales, y para lograr­la nos debe­mos apo­yar en otras com­pañeras, madres o hijas. Porque defend­emos la igual­dad como per­sonas en todas los aspec­tos de la vida per­son­al y social. Y en esa defen­sa debe­mos orga­ni­zarnos en la medi­da de nues­tras posi­bil­i­dades y cir­cun­stan­cias sociales.

Abor­dare­mos las condi­ciones obje­ti­vas, y por tan­to tam­bién sub­je­ti­vas, que nos demues­tran la pro­fun­da desigual­dad que en nues­tras sociedades sigue existien­do entre hom­bres y mujeres. La tremen­da dom­i­nación het­eropa­tri­ar­cal mues­tra que, en esta sociedad cap­i­tal­ista, lo que se dice no se hace. Los avances que hemos logra­do no son nada sufi­cientes, pero sin olvi­dar que los logros son pro­duc­tos de luchas y sac­ri­fi­cios. La vis­i­bil­i­dad, el dere­cho al voto, la con­quista de posi­ciones sociales, las con­quis­tas obr­eras y campesinas, el poder y capaci­dad de resisten­cia de un sec­tor cada vez may­or de mujeres que son ejem­p­lo de entereza y coheren­cia, de lucha; aunque sus vidas sean mucho más com­pli­cadas. Luchas no exen­tas de dolor por la incom­pren­sión de la sociedad machista y de todo el apara­to estatal que los apoy­an. Situación que ocurre inclu­so den­tro de las dis­tin­tas mil­i­tan­cias de izquier­da. Sien­do con­scientes que es un tema amplio y pro­fun­do, históri­ca­mente deter­mi­na­do, por lo que empezare­mos por el prin­ci­pio.

La creación del patriarcado

Nadie puede negar que el patri­ar­ca­do es un pro­ce­so históri­co: Esto es, tiene un comien­zo y, por tan­to, puede ten­er un fin. Hay con­sen­so en que dicho pro­ce­so se ini­ció con la división sex­u­al del tra­ba­jo en los antigu­os gru­pos humanos cazadores-recolec­tores, esen­cial para su super­viven­cia: La repro­duc­ción –el nacimien­to de niños y niñas y sus primeros cuida­dos– per­mitía que el grupo no se extin­guiera2. Esta primera división sex­u­al del tra­ba­jo se pro­du­jo en situación de cier­ta igual­dad, pero con­forme las sociedades se fueron desar­rol­lan­do y acu­mu­lan­do pro­duc­ción se fue ges­tando y acen­tuan­do la división social, la apari­ción de clases sociales y las luchas por los ter­ri­to­rios más ricos. En este pro­ce­so, la sex­u­al­i­dad de las mujeres, es decir, sus capaci­dades sex­u­ales y repro­duc­ti­vas, se con­vir­tió en una mer­cancía.

La inves­ti­gado­ra Ger­da Lern­er desta­ca las con­tribu­ciones de Fed­eri­co Engels y del marx­is­mo en gen­er­al sobre este tema pero crit­i­ca las cor­ri­entes marx­is­tas que insis­ten en sub­or­di­nar las rela­ciones de sexo a las rela­ciones de clase3. El desar­rol­lo de la agri­cul­tura durante el neolíti­co impul­só el inter­cam­bio de mujeres entre tribus, no solo para evi­tar las guer­ras a través de alian­zas mat­ri­mo­ni­ales, sino tam­bién porque las sociedades con más mujeres podían pro­ducir más población, más fuerza pro­duc­ti­va. La auto­ra desta­ca como hechos más prob­a­bles en los orí­genes del patri­ar­ca­do el aumen­to de la guer­ra entre tribus durante peri­o­dos de escasez económi­ca que prop­i­cia­ra el ascen­so al poder de los hom­bres con éxi­tos mil­itares. La tribu que tuviera más chi­cas que chicos incre­men­taría más ráp­i­da­mente su población, ase­gu­ran­do su super­viven­cia, lo que lle­va a supon­er que la primera apropiación de propiedad pri­va­da fue la del tra­ba­jo repro­duc­tor de las mujeres4. Más allá de que fue primero si la propiedad pri­va­da y la for­ma­ción de clases sociales o la dom­i­nación de la mujeres, el hecho es que la acu­mu­lación o exce­dente de pro­duc­ción, la sofisti­cación de las guer­ras y sus botines, inclu­i­do la con­quista de mujeres por parte de las élites mil­itares mas­culi­nas, fueron ele­men­tos esen­ciales en el ori­gen del patri­ar­ca­do.

Con la for­ma­ción de los primeros esta­dos, las sociedades ya eran más com­ple­jas y pre­senta­ban una división sex­u­al del tra­ba­jo que no solo se basa­ba en las difer­en­cias biológ­i­cas, sino tam­bién en las jerárquicas y en el poder de algunos hom­bres sobre otros hom­bres y sobre todas las mujeres. Los tes­ti­mo­nios históri­cos, nos señala Ger­da, hacen pen­sar que el pro­ce­so de esclav­ización se desar­rol­ló con las pri­sion­eras de guer­ra. A cada pueblo le llevó su tiem­po per­catarse de que se podía reducir a la esclav­i­tud a los seres humanos y con­tro­lar­los por otros medios dis­tin­tos a la fuerza bru­ta. En el caso de las mujeres uno de esos medios fue la vio­lación de las pri­sion­eras con el fin de dom­i­narlas a ellas y cas­trar a sus hom­bres (en los casos que fuer­an aniquila­dos total­mente en la con­quista). De hecho, la prác­ti­ca de vio­lar a las mujeres es un ras­go car­ac­terís­ti­co de las guer­ras y las con­quis­tas des­de el segun­do mile­nio antes de nues­tra era (ANE) has­ta el pre­sente. Pero veamos lo que dice Ger­da Lern­er sobre la esclav­i­tud femeni­na:

Pien­so que la esclav­i­tud sex­u­al de las mujeres cau­ti­vas fue en real­i­dad el primer paso hacia el desar­rol­lo y la elab­o­ración de insti­tu­ciones patri­ar­cales, tales como el mat­ri­mo­nio patri­ar­cal, y su ide­ología con­comi­tante de deposi­tar el hon­or femeni­no en la castidad….Al sub­or­di­nar a las mujeres de su pro­pio grupo y más tarde a las cau­ti­vas, los hom­bres aprendieron el poder sim­bóli­co del con­trol sex­u­al sobre los otros hom­bres y elab­o­raron el lengua­je sim­bóli­co con el que expre­sar dominio y crear una clase de per­sonas psi­cológi­ca­mente esclav­izadas5.

La esclav­i­tud que se desar­rol­ló con los botines de guer­ra rep­re­sen­tó una mez­cla de racis­mo y sex­is­mo a la vez, y con­solidó la for­ma­ción de clases sociales. Es por eso que la clase no es una con­struc­ción aparte del género, sino que más bien la clase se expre­sa en fun­ción del género. Es una relación no lin­eal en donde la clase dom­i­nante era por defini­ción mas­culi­na y en las dis­tin­tas clases sociales la dom­i­nación mas­culi­na esta­ba ase­gu­ra­da por los dis­tin­tos poderes de la época. Y al igual que las reli­giones con sus sim­bologías han apoy­a­do y poten­ci­a­do a las clases dom­i­nantes de los difer­entes mod­os de pro­duc­ción has­ta la actu­al­i­dad, la opre­sión de la mujer fue igual­mente jus­ti­fi­ca­da con toda una serie de ideas reli­giosas y creen­cias que per­mi­tió que la supe­ri­or­i­dad y poder mas­culi­no se viera como nat­ur­al6.

Pero, ¿cómo se trans­for­mó el sis­tema patri­ar­cal en la for­ma­ción de nue­stro sis­tema socio-políti­co actu­al?

Los orígenes del capitalismo y la caza de brujas

Para ayu­darnos a enten­der como la for­ma­ción del cap­i­tal­is­mo supu­so un recrudec­imien­to de la repre­sión patri­ar­cal, resul­ta impre­scindible el min­u­cioso estu­dio de Sil­via Fed­eri­ci: El Cal­ibán y la bru­ja. Mujeres, cuer­po y acu­mu­lación orig­i­nar­ia. En este libro se argu­men­ta como la caza de bru­jas que tor­turó y asesinó a miles de mujeres en la Europa de los sig­los XVI y XVII, fue una de las medi­das cru­ciales para inten­si­ficar la opre­sión con­tra las mujeres en el surgimien­to del cap­i­tal­is­mo, y que las con­finó aún más en el tra­ba­jo repro­duc­ti­vo7. Pre­vi­a­mente, la cri­sis demográ­fi­ca provo­ca­da por la peste negra y las ham­brunas diez­maron a la población, un 30–40% de la población euro­pea, y cam­bió pro­fun­da­mente la vida social y políti­ca de la Europa de los sig­los XIV y XV. Fue un peri­o­do donde las jer­ar­quías sociales y su dis­ci­plina se debil­i­taron; la gente no se pre­ocu­pa­ba por tra­ba­jar para el señor feu­dal ni acatar las reg­u­la­ciones sociales y sex­u­ales. Al diez­marse la mano de obra, su coste cre­ció y se for­t­ale­ció la deter­mi­nación de la gente por lib­er­arse de las ataduras del dominio feu­dal. Fueron sig­los de enfrentamien­tos y poder tan­to del campesina­do como de los emplea­d­os de la ciu­dad, inclu­idas las mujeres8.

Esta situación provocó la respues­ta de las clases dom­i­nantes, los inquisidores ampli­aron sus acusa­ciones a medi­a­dos del siglo XIV y a prin­ci­p­ios del siglo XV, la bru­ja se con­vir­tió en el obje­ti­vo de la per­se­cu­ción con­tra la lla­ma­da here­jía, per­sonas de las clases rurales y urbanas bajas que prop­ugna­ban la igual­dad. A finales del siglo XV se pro­duce una aut­en­ti­ca con­trar­rev­olu­ción que actuó en todos los aspec­tos de la vida social y políti­ca y que afec­tó espe­cial­mente a las mujeres. En algunos Esta­dos, como el francés, se dejó de con­sid­er­ar deli­to la vio­lación si las víc­ti­mas eran de clase baja. Se creó un ambi­ente inten­sa­mente mis­ógi­no y la población se iba insen­si­bi­lizan­do frente a la vio­len­cia con­tra las mujeres. Se insti­tu­cional­izó la pros­ti­tu­ción e inclu­so la Igle­sia lo vio como una activi­dad legí­ti­ma, que pasó a ser admin­istra­do por el Esta­do como for­ma de fre­nar las prác­ti­cas sex­u­ales orgiás­ti­cas y un reme­dio para la sodomía, así como tam­bién un medio para pro­te­ger la vida famil­iar9.

Además, los tres primeros sig­los del cap­i­tal­is­mo, del siglo XVI al XVIII, la bur­guesía emer­gente cre­ció imponien­do la esclav­i­tud y nuevas for­mas de tra­ba­jo forza­do (en Inglater­ra la esclav­i­tud no se abolió has­ta el siglo XVIII). En el Nue­vo Mun­do, mul­ti­tud de per­sonas dieron su vida sacan­do pla­ta y mer­cu­rio de las minas, en Europa ori­en­tal se orig­inó una segun­da servidum­bre, en la occi­den­tal se dieron los cer­camien­tos10 y la caza de bru­jas (que demo­nizó cualquier for­ma de con­trol de la natal­i­dad y de la sex­u­al­i­dad no pro­cre­ati­va). Se extiende el con­trol del Esta­do a cualquier aspec­to de la repro­duc­ción: Sex­u­al­i­dad, pro­creación y sobre la vida famil­iar: políti­cas pro-natal­is­tas para aumen­tar la población (se nece­sita­ban per­sonas para la pro­duc­ción y las guer­ras) y comien­zo del reg­istro demográ­fi­co11; fomen­to y pro­tec­ción del mat­ri­mo­nio y la famil­ia para el cuida­do de los menores; división del pro­le­tari­a­do feu­dal –lucha de los hom­bres con­tra las mujeres–; edu­cación alien­a­da y someti­da al tra­ba­jo que comien­za en la casa. Aspec­tos esen­ciales de la acu­mu­lación prim­i­ti­va que nece­si­ta el cap­i­tal­is­mo incip­i­ente. Todo ello jun­to a una recia dis­ci­plina social que ata­ca­ba la cul­tura pop­u­lar de aque­l­la época, la socia­bil­i­dad y sex­u­al­i­dad colec­ti­va, deportes, dan­zas, fes­te­jos y ritos gru­pales.

Los juicios a las bru­jas por crímenes repro­duc­tivos fue una con­se­cuen­cia de las altas tasas de mor­tal­i­dad infan­til de los sig­los XVI y XVII, debido a la pobreza y desnu­tri­ción; y la pre­ocu­pación por el tamaño de la población y la creación de fuerza de tra­ba­jo de la nue­va clase cap­i­tal­ista, la naciente bur­guesía. Un inten­to de pon­er el cuer­po de la mujer al ser­vi­cio de la repro­duc­ción y acu­mu­lación de fuerza del tra­ba­jo en la época mer­can­tilista12. Vemos, como en difer­entes con­tex­tos históri­cos y políti­cos, las mujeres han sido fre­cuente­mente forzadas a pro­cre­ar en con­tra de su vol­un­tad además de verse someti­das a políti­cas natal­is­tas y pre­siones oscu­ran­tis­tas, reli­giosas, que han coar­ta­do su posi­bil­i­dad de decidir sobre su pro­pio cuer­po y sex­u­al­i­dad. Tam­bién para el desar­rol­lo del cap­i­tal­is­mo fue fun­da­men­tal la con­struc­ción de un nue­vo orden patri­ar­cal, que hacía que las mujeres fuer­an sirvien­tas de la fuerza de tra­ba­jo mas­culi­na13.

Pos­te­ri­or­mente, el avance del cap­i­tal­is­mo adop­tó nuevas for­mas e intere­ses siem­pre con el obje­to del máx­i­mo ben­efi­cio económi­co. Así, al comien­zo del siglo XIX, la bur­guesía indus­tri­al no dudó en uti­lizar masi­va­mente la mano de obra femeni­na e infan­til, muy bara­ta, para aumen­tar la pro­duc­ción que nece­sita­ba las nuevas indus­trias. Aho­ra no se dud­a­ba en cues­tionar (al menos par­cial­mente) la autori­dad pater­na y mar­i­tal, para con­ver­tir a las mujeres en «tra­ba­jado­ras libres» de vender su fuerza de tra­ba­jo sin la autor­ización de sus mari­dos.

Tras este breve recor­ri­do históri­co de dos hitos impor­tantes en la con­for­ma­ción del sis­tema het­eropa­tri­ar­cal actu­al, al menos en el ámbito occi­den­tal, podemos esbozar como las condi­ciones obje­ti­vas y sub­je­ti­vas han sido –y son– esen­ciales para man­ten­er dicha opre­sión. Condi­ciones ambas, que se unen más clara­mente cuan­do la clase en el poder uti­liza el ter­ror, la vio­len­cia abier­ta o soter­ra­da sobre las mujeres, para doble­gar­las cuan­do las medi­das ante­ri­ores no resul­tan sufi­cientes. Vio­len­cia que se mues­tra en toda su crudeza con los fem­i­ni­cidios, vio­la­ciones y tra­ta de mujeres.

Condiciones objetivas: la desigualdad económica y social

Los estu­dios son con­sis­tentes al respec­to, las mujeres tienen may­or tasa de desem­pleo14 y menor tasa de población acti­va, respec­to a los hom­bres. Datos del Insti­tu­to Nacional de Estadís­ti­ca (INE) mues­tran que, en el Esta­do español, ellas ganan casi un 23% menos de media al año por igual tra­ba­jo, desigual­dad que se da en may­or medi­da en el sec­tor pri­va­do y que se acre­cien­ta fun­da­men­tal­mente porque los hom­bres reciben más com­ple­men­tos salar­i­ales y horas extra­or­di­nar­ias que las mujeres. Esta brecha salar­i­al aumen­ta con la edad de las mujeres, su gra­do de respon­s­abil­i­dad y may­or for­ma­ción académi­ca15. Tam­bién los datos de Euro­stat, con una metodología algo difer­ente al INE, sigue con­statan­do esa brecha salar­i­al que aún es may­or en país­es como Esto­nia, Aus­tria, Repúbli­ca Checa, Ale­ma­nia y Eslo­vaquia16.

El ini­cio de la cri­sis (del año 2008) agudiza la pre­cariedad económi­ca y social que afec­tó antes y en may­or medi­da a la población femeni­na. Esto ha provo­ca­do el aumen­to de la brecha salar­i­al en los últi­mos años jun­to con el incre­men­to de las desigual­dades sociales, la población pobre aumen­ta, y son más pobres, y la población rica dis­min­uye, y es mucho más rica. Además, las mujeres siguen tenien­do, como en el pasa­do, una may­or pro­por­ción de tra­ba­jo even­tu­al y a tiem­po par­cial. Los empleos son de menor cual­i­fi­cación, menos remu­ner­a­dos, lo que hace que su situación económi­ca y social es de may­or vul­ner­a­bil­i­dad y depen­den­cia. Estos datos se repiten en el mis­mo sen­ti­do en otros lugares del mun­do.

En Andalucía en el año 2015 la tasa de activi­dad fue solo del 66% en hom­bres, y aun menor, 52%, en las mujeres. Sobre estas cifras tan bajas de per­sonas andaluzas que se inscriben en las ofic­i­nas del INEM (Insti­tu­to Nacional de Empleo) con la esper­an­za de encon­trar tra­ba­jo remu­ner­a­do, ya que el resto ni siquiera lo inten­tan, las mujeres se lle­van la peor parte. De esa población acti­va, la tasa de desem­pleo es del 29% en hom­bres y del 34% en mujeres17. Cifras escan­dalosas si ten­emos en cuen­ta que, además, los sub­sidios por desem­pleo son, pese al tópi­co, de los más bajos del Esta­do español. La población andaluza, espe­cial­mente femeni­na, vive una tremen­da situación de pobreza y pre­cariedad económi­ca y social, con todas las con­se­cuen­cias que para su salud y bien­es­tar tiene.

Si nos cen­tramos en el grupo de más edad, volve­mos a encon­trar que las mujeres, que viv­en solas en una alta pro­por­ción, tienen menos recur­sos económi­cos. Las pen­siones de jubi­lación –de may­or cuan­tía económi­ca– se abo­nan may­ori­tari­a­mente a los hom­bres y las de viudedad (de mucho menor aporte económi­co) es abru­mado­ra­mente may­or en las mujeres. Y no sólo este hecho establece las difer­en­cias entre los ingre­sos que perciben unas y otros. Existe un efec­to de género, en el sen­ti­do de que aún den­tro del mis­mo tipo de prestación se man­i­fi­es­tan difer­en­cias nota­bles en las ingre­sos económi­cas entre mujeres y hom­bres18.

Esta situación estruc­tur­al de desigual­dad socio-económi­ca tiene su cor­re­spon­den­cia con la menor par­tic­i­pación en la vida públi­ca, social y políti­ca; y que su pro­tag­o­nis­mo y poder en todas las esferas de la vida sea, obvi­a­mente, menor. Las mujeres siguen sien­do las que may­ori­tari­a­mente se ocu­pan del tra­ba­jo del hog­ar y son las prin­ci­pales cuidado­ras. Por supuesto que hay hom­bres que real­izan estas tar­eas pero el largo pro­ce­so históri­co donde solo ellas servían para este tipo de tra­ba­jo y no servían para otros con­sid­er­a­dos de poder y pres­ti­gio social se ha per­pet­u­a­do durante sig­los.

Esta tremen­da ima­gen de desigual­dad que emerge clara­mente en pleno siglo XXI es suma­mente útil al sis­tema cap­i­tal­ista. Porque las tar­eas domés­ti­cas en el ámbito famil­iar siguen sien­do esen­ciales para la repro­duc­ción de la fuerza de tra­ba­jo, tra­ba­jos que nun­ca les ha intere­sa­do trans­for­mar com­ple­ta­mente en pro­fe­siones remu­ner­adas y/o en pro­duc­tos que se venden en el mer­ca­do. Se mantiene y poten­cia que los hom­bres y las mujeres inte­ri­ori­cen, entre otras, que hay una pre­dis­posi­ción nat­ur­al de las mujeres para hac­er estas tar­eas. Lo que jus­ti­fi­ca políti­cas que desplazan la respon­s­abil­i­dad del bien­es­tar social del Esta­do e insti­tu­ciones colec­ti­vas, a la «intim­i­dad» de la famil­ia. Cuan­do se nece­si­ta mano de obra, bus­can a las mujeres y les pagan menos que a los hom­bres, lo que tam­bién provo­ca la dis­min­u­ción de todos los salarios y el Esta­do real­iza aque­l­los ser­vi­cios que per­mi­tan a las mujeres lib­er­arse de algu­nas de sus respon­s­abil­i­dades. Y cuan­do no se nece­si­ta mano de obra, se reen­vía a las mujeres a sus casas, donde se encuen­tra su ver­dadero espa­cio19.

No existe aún ningún país en el mun­do, inclu­so entre los lla­ma­dos avan­za­dos, en el que –como ya hemos comen­ta­do– el salario de las mujeres sea igual al salario de los hom­bres. Prác­ti­ca­mente todos los son­deos prue­ban que la may­oría de las tra­ba­jado­ras son deman­dantes de un tra­ba­jo a tiem­po com­ple­to (pese a que ellas tienen una may­or pro­por­ción de tra­ba­jos even­tuales y a tiem­po par­cial). La reduc­ción cre­ciente de ser­vi­cios como las guarderías, o la pri­va­ti­zación de otros como las res­i­den­cias para las per­sonas ancianas, mul­ti­pli­can los obstácu­los que encuen­tra la mujer que tra­ba­ja. Al rel­e­gar­las a las tar­eas domés­ti­cas, per­mi­tirá a los cap­i­tal­is­tas jus­ti­ficar la sobre­ex­plotación salar­i­al de las mujeres con el argu­men­to de que su tra­ba­jo será menos pro­duc­ti­vo que el de los hom­bres (absen­tismo por embara­zo, lac­tan­cia, cuida­do de menores y per­sonas enfer­mas, entre otras). Es la cuestión del salario com­ple­men­tario que expli­ca la actu­al y con­stante brecha salar­i­al. Así dispo­nen de mano de obra más bara­ta y más flex­i­ble en fun­ción de las fluc­tua­ciones del mer­ca­do.

Las mujeres en el Esta­do español cubren estas enormes insu­fi­cien­cias que deberían ser respon­s­abil­i­dad del Esta­do y sus admin­is­tra­ciones, ori­gen del incre­men­to de las enfer­medades por estrés en las mujeres o el enorme descen­so de la natal­i­dad, de las más bajas del mun­do. La mujer den­tro de la famil­ia debe cuidar a los menores y jóvenes, a sus pare­jas y a los ancianos, y el 53% tiene que com­pag­i­nar estas tar­eas con su tra­ba­jo en el mer­ca­do lab­o­ral. Una enorme car­ga de respon­s­abil­i­dad, y de pér­di­da de salud, provo­ca­da por la casi nula ayu­da estatal. Hechos que con­trastan con el dis­cur­so ofi­cial de nue­stros gob­er­nantes muy pro famil­iar, muy repre­sor sobre el dere­cho a decidir de las mujeres sobre su cuer­po, pero los ser­vi­cios de ayu­da a la famil­ia bril­lan por su ausen­cia20.

Con la deslo­cal­ización de las indus­trias en el norte de África, en Améri­ca Lati­na o en Asia, la patronal ha reclu­ta­do a jóvenes mujeres en el mer­ca­do de tra­ba­jo. Estas jóvenes obr­eras sobre­ex­plotadas han podi­do obten­er algo de inde­pen­den­cia financiera con respec­to a los hom­bres de la famil­ia y aumen­tar sus exi­gen­cias de nuevas lib­er­tades. Sin embar­go, es el mis­mo cap­i­tal­is­mo el que mantiene la insti­tu­ción famil­iar tradi­cional que tiene un papel fun­da­men­tal en la repro­duc­ción de las divi­siones (y de la jer­ar­quía) entre las difer­entes clases sociales y entre los géneros a los que se les asigna fun­ciones económi­cas y sociales difer­entes. Es por esto que den­tro del sis­tema cap­i­tal­ista no se podrá con­seguir la lib­eración de las mujeres, de todas las mujeres. Lo que hace indis­pens­able que las luchas fem­i­nistas con­tra la opre­sión patri­ar­cal y la lucha de los asalari­a­dos y asalari­adas con­tra la explotación cap­i­tal­ista tiene que con­verg­er a pesar de las difi­cul­tades21.

Una ideología al servicio del sistema heteropatriarcal

Siem­pre resul­ta más evi­dente la exis­ten­cia de una desigual­dad socio-económi­ca de las mujeres a través de la cifras que se ofre­cen y que mues­tra su may­or pobreza y pre­cariedad lab­o­ral, may­or ded­i­cación a los cuida­dos y al tra­ba­jo domés­ti­co, o cuan­do emer­gen los casos de mal­tra­to, abu­sos y fem­i­ni­cidios que las estadís­ti­cas ofi­ciales no pueden obviar. Pero esta situación obje­ti­va de opre­sión y relego al ámbito más pri­mario de la vida social ha nece­si­ta­do de toda una ide­ología que ha defen­di­do, y defiende, los roles pro­pios de mujeres y hom­bres. Roles donde la ima­gen de la mujer debe ser de sub­or­di­nación al hom­bre, de bue­na ama de casa y de obje­to sex­u­al. De sum­isión, debil­i­dad y depen­den­cia, lo opuesto de la ima­gen de fuerza y poder que se sigue adju­di­can­do a los hom­bres.

Y esta social­ización nos lle­ga a todas las per­sonas a través de múlti­ples medios de comu­ni­cación, y con tal fuerza, que se ancla, se arraiga en nues­tra mente, con­sciente e incon­scien­te­mente. Ahí estri­ba su difi­cul­tad, se repite con insis­ten­cia que la edu­cación es fun­da­men­tal para con­seguir la igual­dad real, pero ¿quién edu­ca a los edu­can­dos? Es claro que todos los canales de lucha y ped­a­gogía para el cam­bio son esen­ciales, no lo neg­amos, pero se debe acom­pañar de acciones, hechos, políti­cas y leyes que real­mente actúen con­tra unas condi­ciones sub­je­ti­vas (y por supuesto obje­ti­vas), con­tra la pre­sión ide­ológ­i­ca al ser­vi­cio de las clases dom­i­nantes, que son las que mantiene y per­petúa, de for­ma abier­ta o soter­ra­da, la opre­sión het­eropa­tri­ar­cal que va de la mano de la opre­sión de clase.

Una mues­tra pal­pa­ble de este relego a la nada de las mujeres a lo largo de la his­to­ria es la elim­i­nación, la ausen­cia de una his­to­ria de mujeres; ellas no existían si no era a expen­sas o como ele­men­to secun­dario y adjun­to al de los hom­bres, con­sti­tuyen­do toda una fala­cia androcén­tri­ca que ha per­pet­u­a­do con­struc­ciones men­tales mis­ógi­nas tan­to en los hom­bres como en las mujeres. Y que tam­bién ha servi­do para inter­pre­tar de for­ma machista el pro­ce­so de hominización, donde al hom­bre se le da un papel acti­vo y fun­da­men­tal, mien­tras que a la mujer se le adscribe a un papel pasi­vo y en su fun­ción de cuidado­ra encer­ra­da en el supuesto y estre­cho cír­cu­lo famil­iar22. El impre­sio­n­ante libro de Car­oli­na Martínez Puli­do El papel de la mujer en la evolu­ción humana23, desmon­ta esa gran men­ti­ra del hom­bre acti­vo y cazador, y que fue la caza el hecho fun­da­men­tal en el pro­ce­so de hominización al apor­tar las pro­teí­nas ani­males que daría un impul­so al desar­rol­lo del cere­bro.

En dicho tex­to, Car­oli­na Martínez Puli­do desta­ca las con­tribu­ciones ines­timables de inves­ti­gado­ras que des­de diver­sas dis­ci­plinas demues­tran todo lo con­trario, la impor­tan­cia que tuvo la mujer en la ali­mentación veg­e­tal y de pequeños ani­males, el car­roñeo y la necesi­dad de una larga cri­an­za para el desar­rol­lo del cere­bro, por lo que tuvieron que ser deci­si­vas en la ali­mentación, mejo­ra de la comu­ni­cación oral y en la creación de uten­sil­ios para el trans­porte de los pequeños. Igual­mente se desmon­ta otro mito, el de la monoan­dria femeni­na, frente a la polian­dria mas­culi­na, con prue­bas con­tun­dentes sobre una mujer recolec­to­ra y acti­va en la elec­ción de su pare­ja o pare­jas y la flex­i­bil­i­dad de los roles sex­u­ales.

En todas las eta­pas históri­c­as, los análi­sis se han vis­to impreg­na­dos de un mar­ca­do ses­go androcén­tri­co que retroal­i­men­tan esas condi­ciones sub­je­ti­vas que se tienen en la actu­al­i­dad. De esta for­ma la mujer ha sopor­ta­do ser adscri­ta al rol secun­dario, sex­ista y cuidador, en épocas antiguas donde aún no existía opre­sión patri­ar­cal. O sim­ple­mente ha sido reduci­da a la nada en los difer­entes momen­tos históri­cos pos­te­ri­ores. Y lo que nun­ca se ha vis­to a lo largo de los sig­los y, aunque aho­ra se vea un poco, es suma­mente difí­cil de vis­i­bi­lizar, porque la propia invis­i­bil­i­dad de las mujeres a lo largo de la his­to­ria no se reconoce como tal. Como se ha comen­ta­do, en los orí­genes del cap­i­tal­is­mo se con­struye una ide­ología que con­finó aún más a las mujeres en el cubo de la his­to­ria para uti­lizarla como repro­duc­ción de mano de obra bara­ta para las nuevas indus­trias.

En nues­tra his­to­ria más cer­cana y en un ámbito más indi­vid­ual nos encon­tramos mujeres que han vivi­do una infan­cia y ado­les­cen­cia bajo la cul­tura famil­iar de madres muy poderosas. Y esa cir­cun­stan­cia pese a la sociedad fascista del fran­quis­mo que les tocó vivir y sus escue­las retrógradas, católi­cas y romanas, las con­virtieron en mujeres empoder­adas y rebeldes frente a los hom­bres y el sis­tema het­eropa­tri­ar­cal en gen­er­al. Pero el caso no son los casos ya que lo habit­u­al era vivir el machis­mo tam­bién en las casas. Porque el con­tex­to famil­iar bebe del social y políti­co, con toda su pro­pa­gan­da mis­ógi­na y de imá­genes sex­is­tas que se refuerzan con­tin­u­a­mente. Las mujeres hemos abier­to los ojos en cir­cun­stan­cias y con­tex­tos muy diver­sos, como diver­sas son las man­i­festa­ciones de esta opre­sión. Des­de las más per­son­ales y famil­iares, vien­do a sus prog­en­i­tores aco­bar­da­dos y unidos para man­ten­er la como­di­dad bur­gue­sa y una ima­gen hipócri­ta de unión. Después las mujeres se lan­zan al mun­do, sus estu­dios (en el mejor de los casos), su vida lab­o­ral y vuel­ven a com­pro­bar que su famil­ia het­eropa­tri­ar­cal tam­bién está en la uni­ver­si­dad, en el cen­tro de tra­ba­jo, en la vida de ocio, inclu­so en orga­ni­za­ciones o movimien­tos de izquier­da. En todos los resquicios de nues­tra sociedad.

Esta potente ide­ología que pen­e­tra por todos los ver­icue­tos de la vida social proyec­ta, por ejem­p­lo, una ima­gen sex­ista de la mujer que tiene como uno de sus expo­nentes el ide­al de belleza femeni­na con­stru­i­do des­de hace décadas por las clases dom­i­nantes (hom­bres, blan­cos y ricos) de los país­es occi­den­tales. Cuan­do por la pan­talla de la tele­visión salen esas mujeres de una del­gadez extrema, nada salud­ables, y maquil­ladas para dar una ima­gen de lan­guidez y como de tris­teza ausente, de pasivi­dad, no podemos por menos de recor­dar los casos dramáti­cos de anorex­ia nerviosa y bulim­ia, que como pro­fe­sion­ales san­i­tarias hemos cono­ci­do. Pero todo esto no es pro­duc­to del azar, esta ima­gen sex­ista de frag­ili­dad, sum­isión y debil­i­dad ha sido lit­eral­mente con­stru­i­da por todo un apara­to ide­ológi­co en el poder que le sirve para per­pet­u­ar la opre­sión sobre las mujeres.

Ten­emos el caso de la indus­tria de Hol­ly­wood que des­de prin­ci­p­ios del siglo XX hacía adel­gazar a sus actri­ces has­ta 20 kilos, a pesar de que lle­ga­ban con un peso abso­lu­ta­mente nor­mal y salud­able, además de blan­quear­las la piel y maquil­lar­las como muñe­cas. Esta situación se ha man­tenido en el tiem­po y ha con­stru­i­do unos cánones de supues­ta belleza en un medio, el cine, de gran influ­en­cia en la may­oría de la población mas­culi­na y femeni­na. Ejem­p­los hay muchísi­mos, hace pocos días escuchamos en las noti­cias que una tra­ba­jado­ra de una empre­sa pri­va­da en Gran Bre­taña es des­pe­di­da por no lle­var zap­atos de tacón (de entre 5 y 10 cen­tímet­ros de alto), la empre­sa se defiende dicien­do que era exi­gen­cia del con­tra­to24. A con­tin­uación salen nuevas noti­cias de la mul­ti­tud de empre­sas que exi­gen a las mujeres lle­var tacones, ir maquil­ladas y vesti­das muy femeni­nas.

Pese a todo, han exis­ti­do avances en la igual­dad y empoderamien­to de las mujeres, en su vis­i­bi­lización social y políti­ca. Avances que se han pro­duci­do por una con­jun­ción de luchas y resisten­cias fem­i­nistas indi­vid­uales y colec­ti­vas. Aunque los cam­bios y pro­ce­sos históri­cos no son lin­eales ni pro­gre­sivos, de menos a más, como inclu­so desta­ca­dos marx­is­tas tendían a plantear. Los avances se mantienen en unos aspec­tos (el dere­cho al voto, a una edu­cación públi­ca, leyes de igual­dad), pero en otros se puede retro­ced­er (la vio­len­cia machista sutil y per­ver­sa, la ima­gen sex­ista, la ley del abor­to). Las con­quis­tas de las mujeres en la Repúbli­ca y el Frente Pop­u­lar, las segó de un hac­ha­zo el alza­mien­to fascista. Y en esos avances y retro­ce­sos, las enseñan­zas del pasa­do y las nuevas condi­ciones en nue­stro medio son ele­men­tos a con­sid­er­ar en cada cir­cun­stan­cia conc­re­ta en una lucha que tiene muchos frentes, espe­cial­mente el de la ide­ología con­stru­i­da por las clases diri­gentes. Ide­ología machista que impreg­na la cul­tura social y políti­ca, la cul­tura de los cen­tros esco­lares y medios de comu­ni­cación y la famil­iar. Mejo­rar y cam­biar la desigual­dad económi­ca y lab­o­ral, sien­do muy nece­saria, no es sufi­ciente, hay que cam­biar la men­tal­i­dad, la psi­cología, y vivir de acuer­do a ésta. Todo un reto bajo la tremen­da pre­sión que se ejerce sobre la población femeni­na.

Estas condi­ciones obje­ti­vas y sub­je­ti­vas que breve­mente hemos expuestos tienen su unión más estrecha, su coro­lario, en la vio­len­cia que se ejerce sobre las mujeres: La vio­len­cia machista25. Vio­len­cia que ha sido con­tinúa en la his­to­ria y que rep­re­sen­ta el núcleo de la dom­i­nación het­eropa­tri­ar­cal para con­seguir el con­trol del exce­dente social colec­ti­vo por medio de sus capaci­dades pro­duc­ti­vas y repro­duc­ti­vas: Vida, conocimien­to, plac­er y fuerza de tra­ba­jo.

La violencia contra las mujeres

Solo des­de estos pro­ce­sos históri­cos y condi­ciones de opre­sión que hemos trata­do de esbozar, se puede enten­der la vio­len­cia machista que suf­rimos. Des­de la más sutil y psi­cológ­i­ca has­ta la más bru­tal que lle­ga a matar­la, a ella y a los suyos. La agre­sión con­tra la mujer es un con­tin­uo donde es difí­cil sep­a­rar los pro­ce­sos que la orig­i­nan tan­to per­son­ales, sociales o políti­cos. Porque muchos de los condi­cio­nantes, desigual­dades y dom­i­na­ciones que se han comen­ta­do ante­ri­or­mente es vio­len­cia con­tra las mujeres y graves prob­le­mas para su salud físi­ca, psíquica y social.

La pun­ta del ice­berg de estas vio­len­cias es la agre­sión físi­ca y el asesina­to. Las noti­cias sobre mujeres asesinadas son con­tin­uas, las asesinadas de todas las edades. Frente a una ter­ri­ble situación que tiene pro­fun­das causas históri­c­as de dom­i­nación, la lucha y resisten­cia de las mujeres las hacen tomar medi­das duras para sep­a­rarse de su pare­ja. Pero cuan­do se encuen­tran con esa situación límite, tam­bién se ven despro­te­gi­das por un poder políti­co que real­mente es la causa de lo que está pasan­do. La autode­fen­sa y pro­tec­ción de su entorno más cer­cano y de con­fi­an­za son esen­ciales, la ayu­da de aso­cia­ciones y orga­ni­za­ciones locales, a par­tir del cual poder salir y vis­i­bi­lizar su dra­ma. Recla­mar indi­vid­ual y colec­ti­va­mente her­ramien­tas jurídi­cas, económi­cas y sociales que sean efec­ti­vas en la prác­ti­ca, porque hoy por hoy son un fra­ca­so. Mien­tras tan­to los análi­sis de lo que ocurre son sim­plis­tas y der­ro­tis­tas, manip­u­la­dos para mostrar una situación abstrac­ta y cul­pa­bi­lizado­ra (o de vic­tim­ización) de las propias mujeres.

Cuan­do se escriben estas líneas aca­ban de asesinar a dos mujeres, madre e hija, por el com­pañero sen­ti­men­tal de la madre que no per­mi­tió que la primera se sep­a­rara de él. Pues bien, un rep­re­sen­tante políti­co que dice va a tomar medi­das (nue­va­mente abstrac­tas y sin especi­ficar) dado el número de fem­i­ni­cidios que lle­va­mos a estas alturas del año, resalta en su alocu­ción que de todas las muertes solo hubo un caso de denun­cia. La denun­cia, sien­do en parte nece­saria, vuelve a con­ver­tirse en la vari­ta mág­i­ca de la solu­ción de un tema tan tremen­do y tan difí­cil de resolver de for­ma ais­la­da cuan­do la mujer se encuen­tra en esa tram­pa mor­tal. Mien­tras tan­to, hijas e hijos de madres asesinadas por sus padres pueden vis­i­tar al asesino de su madre en la cár­cel o no se les deja ser acogi­dos por famil­iares cer­canos de la madre con todos sus dere­chos de orfan­dad.

Solo en los últi­mos siete años, son ya 800 las mujeres asesinadas en el Esta­do español y cada 8 horas se pro­duce una denun­cia por vio­lación. Porque la vio­len­cia sex­u­al es otra for­ma ter­ri­ble de vio­len­cia. El prob­le­ma de la tra­ta de mujeres, de la pros­ti­tu­ción forza­da, es una mues­tra de este ver­dadero cáncer que se extiende por todo el ter­ri­to­rio en los miles de club que salpi­can nues­tra geografía, con descaro, sin ningún tipo de pudor. ¿Por qué se per­mite esta situación?, las mafias de la dro­ga y del sexo cam­pan a sus anchas en el desar­rol­la­do mun­do occi­den­tal, porque supo­nen sucu­len­tos ben­efi­cios jun­to al del arma­men­to. Los paque­tes de sobor­no a políti­cos cor­rup­tos incluye sexo y diver­sión a rau­dales. Como decía hace poco una peri­odista, existe tal deman­da de pros­ti­tu­ción por parte de los hom­bres en el Esta­do español, que se hace nece­sario traer a chi­cas engañadas para ser esclavas sex­u­ales y equi­li­brar la ofer­ta de carne, la cosi­fi­cación tremen­da de las mujeres. Ya sabíamos que vivi­mos en la sociedad de la lib­er­tad de la ofer­ta y la deman­da, de la lib­er­tad indi­vid­ual de la sacrosan­ta propiedad pri­va­da. Pero los condi­cio­nantes sociales no deben ocul­tar los indi­vid­uales, ¿qué está pasan­do con las mas­culin­idades? ¿Qué está pasan­do con las rela­ciones sexo-afec­ti­vas?

Dependencia, independencia e interdependencia: las relaciones sexo-afectivas

Nos intro­duci­mos, al menos breve­mente, en este impor­tan­tísi­mo asun­to, el de las rela­ciones sexo-afec­ti­vas, esen­cial en el tema que esta­mos tratan­do y que for­man una parte fun­da­men­tal de las rela­ciones humanas. Es habit­u­al encon­trarnos en este tipo de rela­ciones el gran prob­le­ma de la depen­den­cia. Pero luchar con­tra la depen­den­cia no lle­va implíc­i­to, ni tra­ta de reivin­dicar, la inde­pen­den­cia, en su acep­ción de ausen­cia de rela­ciones humanas y aso­ci­a­da a esa inde­pen­den­cia machista, muy insana, propia de hom­bres que se creen libres de ataduras de todo tipo, inclu­idas las amorosas. Es por ello que reivin­dicamos la inter­de­pen­den­cia que todas la per­sonas nece­si­ta­mos (necesi­dad abier­ta y salud­able), tam­bién en las rela­ciones sexo-afec­ti­vas.

Rela­ciones de inter­de­pen­den­cia que se con­sigue muy par­cial­mente y con mucha difi­cul­tad mien­tras viva­mos en esta sociedad pro­fun­da­mente machista y cla­sista que pro­mueve el papel del patri­ar­ca, el jefe de famil­ia, en el entorno famil­iar; y el de las clases dom­i­nantes patri­ar­cales y mas­culi­nas en el entorno social y políti­co. Aunque como todos los extremos se tocan, nos encon­tramos a grandes patri­ar­cas, y jefes dom­i­nadores, que se hal­lan sub­je­ti­va­mente dom­i­na­dos por dis­tin­tas for­mas de rela­ciones sexo-afec­ti­vas tóx­i­cas y de mal­tra­to. Mien­tras el papel de la mujer se rep­re­sen­ta como sum­isa o manip­u­lado­ra, pero casi siem­pre depen­di­ente del hom­bre, con la que la may­oría de las mujeres no nos sen­ti­mos iden­ti­fi­cadas. Y esta situación de depen­den­cia entron­ca con las rela­ciones de pare­ja que siguen sien­do el soporte fun­da­men­tal de nue­stro sis­tema cap­i­tal­ista, la famil­ia nuclear.

Alexan­dra Kol­lon­tai rela­ciona esta impor­tante cuestión con la cri­sis sex­u­al que se sufría en su época y recal­ca­ba la necesi­dad de prac­ticar una autén­ti­ca rev­olu­ción en el ámbito de las rela­ciones sex­u­ales, basadas en el com­pañeris­mo e igual­dad de los sex­os, en la sol­i­dari­dad fra­ter­nal de la clase tra­ba­jado­ra. Pero antes anal­iza la cri­sis sex­u­al agrava­da por el egoís­mo, el sen­timien­to de pos­esivi­dad hacia la pare­ja, o la sub­or­di­nación de un sexo sobre el otro. En este sen­ti­do, Alexan­dra nos dice lo sigu­iente:

Entre los múlti­ples prob­le­mas que per­tur­ban la inteligen­cia y el corazón de la humanidad, el prob­le­ma sex­u­al ocu­pa indis­cutible­mente uno de los primeros puestos…..La humanidad con­tem­poránea atraviesa por una cri­sis sex­u­al agu­da en la for­ma, una cri­sis que se pro­lon­ga y que, por tan­to, es mucho más grave y más difí­cil de resolver… El estric­to indi­vid­u­al­is­mo y el ais­lamien­to de la famil­ia nuclear susti­tuyen el énfa­sis en el tra­ba­jo colec­ti­vo que fue car­ac­terís­ti­co de la estruc­tura económi­ca tan­to local como region­al de la vida ances­tral. Los últi­mos ves­ti­gios de ideas comu­nales propias, has­ta cier­to pun­to, de todas las for­mas de vida trib­al fueron bar­ri­dos por el prin­ci­pio de com­pe­ten­cia bajo el cap­i­tal­is­mo, por los prin­ci­p­ios tri­un­fantes del indi­vid­u­al­is­mo y de la propiedad pri­va­da indi­vid­u­al­iza­da, ais­la­da26.

No com­par­tien­do el análi­sis etnocén­tri­co de la auto­ra, ni la susti­tu­ción abso­lu­ta de la vida comu­nal con la indi­vid­u­al­ista, ya que la vida comu­nal sigue estando muy pre­sente en nues­tras vidas, aún más en la vida de comu­nidades no occi­den­tales. Si asum­i­mos ple­na­mente su visión sobre la grave cri­sis sex­u­al que sigue pro­longán­dose en el tiem­po. Intere­sante tam­bién lo que la auto­ra procla­ma en ple­na época pre-rev­olu­cionar­ia:

[…] es incom­pren­si­ble e imper­don­able que esta cuestión vital, esen­cial­mente vio­len­ta y trág­i­ca, sea con­sid­er­a­da con tan­ta indifer­en­cia. Entre las múlti­ples consignas fun­da­men­tales que la clase obr­era debe ten­er en cuen­ta para la lucha de la sociedad futu­ra, tiene que incluirse nece­sari­a­mente la de estable­cer rela­ciones sex­u­ales más sanas y que, por tan­to, hagan más feliz a la humanidad… Es inex­plic­a­ble e injus­ti­fi­ca­ble que el vital prob­le­ma sex­u­al se relegue hipócrita­mente al casillero de las cues­tiones pura­mente pri­vadas27.

Y es trata­do con indifer­en­cia, porque los asun­tos de las rela­ciones afec­tivos-sex­u­ales son des­pre­ci­a­dos como femeni­nos y secun­dar­ios frente a las grandes cues­tiones mas­culi­nas de la economía y la políti­ca. Nada más lejos de la real­i­dad, son aspec­tos esen­ciales para la eman­ci­pación humana y la lucha políti­ca por una nue­va sociedad, libre de la opre­sión patri­ar­cal. Y las trans­for­ma­ciones nece­sarias pasan por la con­quista de la igual­dad económi­ca y social, pero tam­bién por una pro­fun­da y fun­da­men­tal evolu­ción de la psi­cología humana. Porque la cri­sis sex­u­al, si bien está fuerte­mente condi­ciona­da por las cir­cun­stan­cias socio-económi­cas, tam­bién están deter­mi­nadas por la psi­cología indi­vid­u­al­ista que la bur­guesía se ha cuida­do en cul­ti­var28.

Es por ello, que la cri­sis sex­u­al no puede resol­verse sin una pro­fun­da trans­for­ma­ción de la psi­cología humana que si bien se pro­ducirá com­ple­ta­mente en la nue­va sociedad, debe empezar a resol­verse en el pre­sente, de hecho ya se está pro­ducien­do en la actu­al­i­dad, y en el pasa­do, lo que nues­tra auto­ra llamó la mujer nue­va. Seguir tra­ba­jan­do las rela­ciones libres y de inter­de­pen­den­cia mutua, resul­ta­do de una amis­tad y cama­radería que vaya aca­ban­do con ese atra­pamien­to psi­cológi­co de muchos hom­bres y mujeres. Elim­i­nan­do fac­tores rela­ciona­dos con la ide­ología bur­gue­sa, el egoís­mo extremo, la idea del dere­cho de propiedad de los com­po­nentes de la pare­ja y la desigual­dad físi­ca y emo­cional entre los sex­os. Para afrontar­los debe­mos acu­mu­lar sen­timien­tos de con­sid­eración y may­or capaci­dad de amar, en ese sen­ti­do de entre­ga del que esta­mos hablan­do.

Es, por lo tan­to, un obje­ti­vo tan esen­cial como la lucha mil­i­tante por los cam­bios sociales, y donde las per­sonas más con­scientes y orga­ni­zadas tienen que dar más ejem­p­lo, si cabe. Sien­do con­sciente de la impor­tan­cia que este tema merece, estare­mos cre­an­do gérmenes de nuevas ori­enta­ciones entre los sex­os, estrechamente unidos a los obje­tivos de clase. La his­to­ria demues­tra que la ide­ología y moral –tam­bién la sex­u­al– de un grupo social, la clase tra­ba­jado­ra, debe realizarse en el mis­mo pro­ce­so de lucha de este grupo con­tra las fuerzas sociales adver­sas29.

Con­cep­ción Cruz Rojo

Cádiz, 13 de mar­zo de 2017

[Tex­to escrito para la char­la-debate del próx­i­mo 16 de mar­zo en la libr­ería-cafetería: La Clan­des­ti­na.]
Mar 17, 2017Concepción Cruz Rojo

Oin-oharrak / Notas al pie

  1. Cruz-Rojo, C., Gil de San Vicente, I: Dere­chos humanos como arma de destruc­ción masi­va, Boltxe, 2015. p. 385.
  2. El desar­rol­lo cada vez may­or del cere­bro colec­ti­vo del homo sapi­ens deter­minó que la infan­cia y todo el pro­ce­so de apren­diza­je fuera may­or en los infantes humanos, esto jun­to al may­or número de par­tos deter­minó la necesi­dad de la división sex­u­al del tra­ba­jo.
  3. Lern­er, G: El ori­gen del patri­ar­ca­do, Edi­to­r­i­al Críti­ca, Barcelona, 1990, p. 46.
  4. Lern­er, G.: El ori­gen del patri­ar­ca­do, Edi­to­r­i­al Críti­ca, Barcelona 1990, p. 83.
  5. Lern­er, G.: El ori­gen del patri­ar­ca­do, Edi­to­r­i­al Críti­ca, Barcelona 1990, p. 128.
  6. Son muchos los análi­sis históri­cos y antropológi­cos que mues­tran la fun­ción de la religión como for­ma de canalizar los sen­timien­tos y afec­tos de la gente, pero tam­bién como for­ma de man­ten­er la ide­ología en el poder, inclu­i­da la patri­ar­cal. Ger­da Lern­er hace un desar­rol­lo exhaus­ti­vo de como las diosas y los dios­es se fueron trans­for­man­do en un solo dios todo poderoso y varón en la for­ma­ción del patri­ar­ca­do y las clases sociales con su rey-dios y emper­adores varones.
  7. Fed­eri­ci, S.: El Cal­ibán y la bru­ja. Mujeres, cuer­po y acu­mu­lación orig­i­nar­ia, Edi­to­r­i­al Críti­ca, Barcelona 2010, p. 26.
  8. Fed­eri­ci, S.: El Cal­ibán y la bru­ja. Mujeres, cuer­po y acu­mu­lación orig­i­nar­ia, Edi­to­r­i­al Críti­ca, Barcelona 2010, pp. 73–74.
  9. Fed­eri­ci, S.: El Cal­ibán y la bru­ja. Mujeres, cuer­po y acu­mu­lación orig­i­nar­ia, Edi­to­r­i­al Críti­ca, Barcelona 2010, pp. 78–80.
  10. Los cer­camien­tos o pri­va­ti­zación de la tier­ra, supu­so ampli­ar la exten­sión de las propiedades de los antigu­os o nuevos dueños (nobles o nue­va bur­guesía) y la apropiación de las tier­ras comu­nales que eran uti­lizadas por el pueblo como ayu­das ali­men­ta­rias y de recreación colec­ti­va.
  11. Orga­ni­zación de cen­sos, reg­istros de las tasas de mor­tal­i­dad, natal­i­dad y mat­ri­mo­nios. Lo que en la actu­al­i­dad con­sti­tuye el Reg­istro Civ­il.
  12. Fed­eri­ci, S.: El Cal­ibán y la bru­ja. Mujeres, cuer­po y acu­mu­lación orig­i­nar­ia, Edi­to­r­i­al Críti­ca, Barcelona 2010, pp. 249–250.
  13. Fed­eri­ci, S.: El Cal­ibán y la bru­ja. Mujeres, cuer­po y acu­mu­lación orig­i­nar­ia, Edi­to­r­i­al Críti­ca, Barcelona 2010, pp.140–141.
  14. Con­sid­er­amos más apropi­a­do hablar de desem­pleo y no de paro para referirnos al empleo remu­ner­a­do, ya que pre­cisa­mente son las mujeres las que más tra­ba­jan en labores no remu­ner­adas.
  15. Insti­tu­to Nacional del Estadís­ti­ca (INE). INEbase / Salarios, ingre­sos, cohe­sión social (http://www.ine.es/jaxiT3/Tabla.htm?t=10888).
  16. Ale­jan­dro Bolaños: La brecha salar­i­al de género en España, la sex­ta más alta de la Unión Euro­pea, 8 de mar­zo de 2016 (http://economia.elpais.com/economia/2016/03/07/actualidad/1457378340_855685.html).
  17. Insti­tu­to de Estadís­ti­ca y Car­tografía de Andalucía: Encues­ta de Población Acti­va. Año 2015 (http://www.juntadeandalucia.es/institutodeestadisticaycartografia/iea/consultasActividad.jsp?CodOper=25&sub=63165).
  18. Gómez Bueno, Car­mu­ca; Bretin Hélène: Sex­u­al­i­dad y enve­jec­imien­to, Con­se­jería de Salud, Sevil­la 2011. p. 26 (http://www.juntadeandalucia.es/salud/export/sites/csalud/galerias/documentos/p_4_p_3_prevencion/sexualidad_envejecimiento.pdf).
  19. Denise Comanne: Cómo el patri­ar­ca­do y el cap­i­tal­is­mo refuerzan en for­ma con­jun­ta la opre­sión de las mujeres, mayo de 2010 (http://lhblog.nuevaradio.org/b2-img/comanne_patriarcado.pdf).
  20. Navar­ro V.: Como el poder de género, además del poder de clase, expli­ca tam­bién el sub­de­sar­rol­lo social de España (parte 2), Nue­va tri­buna, 1 de mar­zo de 2017 (http://www.nuevatribuna.es/opinion/vicenc-navarro/poder-genero-ademas-poder-clase-explica-tambien-subdesarrollo-social-espana-parte-2/20170301131438137259.html).
  21. Denise Comanne: Cómo el patri­ar­ca­do y el cap­i­tal­is­mo refuerzan en for­ma con­jun­ta la opre­sión de las mujeres, mayo de 2010 (http://lhblog.nuevaradio.org/b2-img/comanne_patriarcado.pdf).
  22. Es habit­u­al con­stru­ir sociedades del pasa­do aún muy descono­ci­das, con una men­tal­i­dad que es la que pre­dom­i­na en la época donde se inves­ti­gan los suce­sos históri­cos, como es la het­eropa­tri­ar­cal en el caso que nos ocu­pa. Y, por tan­to, habit­u­al ver en los museos a los humanos de la his­to­ria antigua donde el hom­bre está de pie y en posi­ción acti­va y de for­t­aleza y la mujer sen­ta­da, meti­da en la cue­va y cuidan­do a sus vásta­gos.
  23. Martínez Puli­do, C. (2003): El papel de la mujer en la evolu­ción humana, Bib­liote­ca Nue­va, Madrid.
  24. Despi­den a una tra­ba­jado­ra británi­ca por no lle­var tacones. Pre­gun­tó si a los hom­bres se les exigía tam­bién ese tipo de zap­a­to y la des­pi­dieron, 12 de mar­zo de 2017 (http://www.cuatro.com/noticias/sociedad/tacones_altos-empresa-sexismo-Reino_Unido_0_2178225196.html).
  25. Prefe­r­i­mos el tér­mi­no vio­len­cia machista porque mues­tra de for­ma más clara que la vio­len­cia que ejercen los hom­bres con­tra las mujeres, es debido a toda una ide­ología jus­ti­fi­cado­ra de la opre­sión het­eropa­tri­ar­cal que sole­mos nom­brar como machis­mo.
  26. Kol­lon­tai, A.: Los fun­da­men­tos sociales de la cuestión femeni­na y otros escritos, En Lucha, 2011, «Intro­duc­ción», pp. 22, 23.
  27. Kol­lon­tai, A.: Los fun­da­men­tos sociales de la cuestión femeni­na y otros escritos, En Lucha, 2011, «Intro­duc­ción», p. 25.
  28. Kolon­tai, A.: Auto­bi­ografía de una mujer sex­ual­mente eman­ci­pa­da y otros tex­tos sobre el amor, Libr­ería mujeres horas y Horas la edi­to­r­i­al, Madrid. 2014, p. 124.
  29. Kolon­tai, A.: Auto­bi­ografía de una mujer sex­ual­mente eman­ci­pa­da y otros tex­tos sobre el amor, Libr­ería mujeres horas y Horas la edi­to­r­i­al, Madrid. 2014, pp. 134, 135.
La rebelión se justificaIndependentzia eta sozialismoa
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Concepción Cruz Rojo

Marxista andaluza comprometida con la lucha de los trabajadores desde que era estudiante en la Facultad de Medicina de Cádiz. Ha sido epidemióloga y coordinadora de programas de salud iniciando e impulsando la implantación de programas como el de vacunación infantil y escolar, el de detección precoz del cáncer de mama o del control de la tuberculosis en el área de la Bahía de Cádiz y la Janda.

Profesora de Epidemiología y Salud Pública, su actividad investigadora se ha centrado en los problemas de salud en las poblaciones y sus determinantes desde un enfoque materialista y dialéctico. De su producción científica destaca su participación en importantes congresos internacionales como el celebrado en Caracas (Républica Bolivariana de Venezuela), año 1997, y La Habana (República Socialista de Cuba), año 2010. Es militante del Sindicato Andaluz de Trabajadoras y Trabajadores (SAT-US).

2017-03-17 Azala, Azkenak, Boltxeteka, Dokumentuak
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