Egipto ha vivido esta semana una nueva rebelión popular. El Presidente Mohamed Morsi, quien a principios de este año ganó la primera elección presidencial desde la caída del dictador Hosni Mubarak en febrero de 2011, ha tratado de consolidar su presidencia y el dominio político de los Hermanos Musulmanes con: 1) un decreto que amplía dramáticamente sus poderes, y 2) un referéndum urgente, convocado para el 15 de diciembre, sobre un proyecto de constitución que consolida al islamismo como la fuerza política dominante en el país. El martes 4 de diciembre, cientos de miles de personas se unieron a una manifestación a favor de la democracia que se dirigió hacia el palacio presidencial para denunciar el decretazo de Morsi. Al día siguiente, los Hermanos Musulmanes contraatacaron, movilizando a miles de sus partidarios más fanáticos para atacar a los activistas que realizaban una sentada frente al palacio presidencial. Egipto está sobre el filo de una navaja. Morsi prometió la noche del jueves en la televisión nacional seguir adelante con el referéndum. En protesta, algunos miembros de su gobierno dimitieron y la rebelión se extiende a sectores cada vez más amplios de la población. El ejercito, que se interpuso entre los manifestantes y contramanifestantes islamistas que rodeaban el palacio presidencial advirtió que no intervendría. Finalmente, el sábado día 8, Morsi y los dirigentes de los Hermanos Musulmanes decidieron intentar canalizar la revuelta popular contra el decretazo por la vía electoral, evitando una confrontación en las calles: el Decreto presidencial quedó anulado, aunque se mantendrá el referéndum sobre el proyecto constitucional para el próximo día 15. De no ser aprobado, Morsi ha anunciado que convocara nuevas elecciones legislativas en tres meses, con el mandato de que el nuevo parlamento redacte una nueva constitución. El jueves, SocialistWorker.org habló con Mostafa Ali y Ahmed Shawki, que se encuentran en El Cairo, para pedirles su análisis de los últimos acontecimientos. Ahmed: Es una frase manida, pero es evidente que hemos abierto una nueva etapa de la Primavera Árabe. Lo que hemos presenciado en Egipto, en un período muy corto de tiempo, es el enorme crecimiento de la oposición al gobierno recién elegido de Mohamed Morsi, de los Hermanos Musulmanes, y la expresión de esa oposición en protestas masivas. Hace un año, las elecciones parlamentarias fueron ganadas por el Partido Libertad y Justicia (PLJ), el brazo político de la Hermandad, y por otros partidos islamistas. Hace seis meses, Morsi ganó la presidencia. Y ahora, lo que está teniendo lugar es un rechazo a Morsi y la Hermandad por parte de amplias capas de la población de Egipto. La velocidad de los acontecimientos es enorme.. El 22 de noviembre Morsi publicó un decreto que amplia sus poderes enormemente. Algunas partes del decreto están redactadas de manera que parezca que Morsi está al lado de la revolución: el cese del odiado fiscal general de la era Mubarak. Pero el objetivo principal es situar su autoridad y la autoridad del gobierno – así como de la Asamblea Constituyente que prepara una nueva Constitución para Egipto – más allá del control del poder judicial o de cualquier otra persona. Luego, Morsi elevó la apuesta. La Asamblea Constituyente hizo público su proyecto de constitución, y Morsi anunció la convocatoria de un referéndum nacional solo dos semanas después. Pero hay un enorme resentimiento contra lo que es claramente una toma de poder por parte de los Hermanos Musulmanes y sus aliados, y se refleja en todo el país, lo que ha provocado la re-movilización de un gran número de personas en protesta contra el gobierno. No sólo en las zonas urbanas, que ya habían expresado un importante apoyo a algunos de los candidatos laicos en la elección presidencial, como Hamdeen Sabahi, sino en todo el país. Mostafa: La ira contra la Hermandad no es sólo en los grandes centros de la revolución, El Cairo y Alejandría. Un nuevo fenómeno de las últimas semanas es que la indignación es cada vez mayor en las zonas rurales y las ciudades provinciales que han sido bastiones de la Hermandad. Las protestas, en su mayor parte, han sido acciones espontáneas. Se han producido varios ataques a la sede de los Hermanos Musulmanes en Alejandría, en Canal de Suez, en las ciudades de Ismailia y Suez, en el norte del Delta y otros lugares. Morsi y los Hermanos Musulmanes no esperaban que la reacción que ha tenido lugar alcanzase esta masividad y radicalidad, especialmente en los últimos tres días. Creo que se han dejado llevar probablemente por un nivel de confianza infundado de su capacidad de salir bien parados en cualquier situación. Salieron de la negociación con Israel de alto el fuego en Gaza creyendo que eran invencibles, y que podían rentabilizar a su favor lo que parecía una victoria para la política exterior de Egipto y consolidar su poder en el país. Hay muchos informes, de hecho, que afirman que Morsi promulgó el decreto con el visto bueno de los Estados Unidos y, concretamente, con la aprobación de la Secretaria de Estado Hillary Clinton. No creo que esperasen el enorme número de personas que salió a las calles. El martes, se sorprendieron cuando cientos de miles de manifestantes marcharon hacia el palacio presidencial. Y al día siguiente, el miércoles, trajeron a unos centenares de matones de la Hermandad para dispersar una protesta pacífica que pensaban que reuniría como mucho a una docena de manifestantes. Creían que así iban a desmoralizar a la oposición. De hecho, sucedió justo lo contrario. La movilización contra el ataque de los matones de la Hermandad reunió a miles de personas. Los manifestantes superaban inicialmente en número a los militantes de la Hermandad y se enfrentaron a los matones islamistas en una batalla callejera durante horas y horas. La Hermandad tuvo que traer refuerzos de toda la ciudad para evitar que el palacio presidencial fuera asaltado. Ahmed: Una expresión muy clara del rechazo a Morsi fue la decisión de 11 periódicos nacionales de propiedad privada de suspender su publicación el martes en protesta preventiva contra los recortes a la libertad de expresión que se esperan como consecuencia de la dirección que están adoptando Morsi y los Hermanos Musulmanes. Incluso los tres periódicos gubernamentales se hicieron eco de estas preocupaciones. El sindicato de periodistas se declararon en huelga, y todos los periódicos que se publicaron lo hicieron con una nota en primera página declarando que están en contra de cualquier dictadura, contra la censura y similares. El miércoles, las estaciones de televisión privadas hicieron lo mismo, incluyendo sus páginas web asociadas. No transmitieron ninguna noticia para enviar el mensaje de su oposición. Esa decisión de las cadenas de televisión se levantó para comunicar la noticia de que se estaba atacando a los manifestantes pro-democracia frente al palacio presidencial, que está situado fuera del centro de la ciudad y donde residió Hosni Mubarak – hoy, no es la residencia privada de Morsi , pero si donde se reúne el gobierno. Que los Hermanos Musulmanes y algunos de sus aliados enviaron matones para romper la sentada ha causado una enorme conmoción y una fuerte polarización, porque la gente no estaba acostumbrada a ver batallas de este tipo en las calles. Lo que ocurrió el miércoles no fue como la revolución del 25 de enero del año pasado, donde una multitud de personas se manifestó contra la policía o el estado. En cambio, ahora, se trata de «egipcios contra egipcios» – con este tipo de lenguaje es como la gente explica como los Hermanos Musulmanes enviaron a sus matones para atacar físicamente a los manifestantes. Mostafa: Hace menos de un mes, la popularidad de Morsi y de la Hermandad era muy alta. Las encuestas recogían un 70% de apoyo; incluso aunque no fuese tan alto, era muy significativo. Muchas personas que no habían votado a Morsi en junio veían con buenos ojos sus promesas pre-electorales e inmediatamente posteriores: reformas y mejora del nivel de vida, justicia social y satisfacción de las reivindicaciones de la revolución. Había enormes expectativas y un gran apoyo popular a Morsi. Pero en cuestión de dos o tres meses, se ha disipado. La gota que colmó el vaso fue el intento de Morsi de impulsar una constitución antidemocrática que pisotea los derechos de los trabajadores, de los campesinos, de las mujeres y de los cristianos y de las minorías oprimidas. La Asamblea Constituyente fue dominada por los islamistas, que elaboraron un proyecto de constitución como querían, y le dijeron a la oposición liberal y a la izquierda que se fastidiaran. Y Morsi, por su parte, decretó que la Asamblea Constituyente quedaba protegida de cualquier intento judicial de disolución. En solo las dos últimas semanas, estas cuestiones han provocado una enorme desilusión entre un montón de gente que se podría calificar de simpatizantes ocasionales de la Hermandad – personas que querían dar una oportunidad a la Hermandad, que tenían grandes esperanzas en la capacidad de la Hermandad para llevar a cabo las reformas sociales y económicas. En lugar de las reformas sociales y económicas, se han encontrado con un intento de golpe de estado autocrático y dictatorial para consolidar su poder. Sin embargo, la situación es bastante complicada, ya que si bien millones de personas comenzaban a radicalizarse por estos temas, pequeños sectores de los restos del régimen de Mubarak, especialmente los jueces, parecían encabezar el movimiento de protesta. La Hermandad, en un principio, intentó calificar la amplia oposición de “revolucionarios con buenas intenciones”, pero que estaban siendo engañados por los restos contrarrevolucionarios del antiguo régimen. Hubo un ataque ideológico muy duro contra cualquier intento de oponerse a la toma del poder por la Hermandad. Pero lo que ha quedado claro en las dos últimas semanas es que la gran mayoría de las personas que iban a Tahrir para protestar y que se declaraban huelga no eran los restos del régimen de Mubarak. De hecho, muchas de estas personas habían votado por Morsi, pero se habían desilusionado muy pronto con él. Así que el optimismo descabellado de que la Hermandad sería capaz de llevar a cabo muy rápidamente reformas se transformó en su contrario: y la gente reconoce ahora que la Hermandad no está interesada en reformar el sistema, en lograr la justicia social, en redistribuir la riqueza o incluso en cumplir su promesa de mantener un estado democrático civil, no un estado islámico. Ahmed: Quiero hacer hincapié en este punto. La gente está hablando de que los Hermanos Musulmanes quieren gobernar para satisfacer sus propios intereses, y no los de la nación. Hoy me encontré con una manifestación en la calle de un par de miles de jóvenes gritando, «¡Morsi, Morsi, renuncia!» que es el mismo lema que se gritaba contra de Mubarak. Ese tipo de comparación de Morsi con Mubarak creo que habría sido impensable hace unos meses. Impensable en el sentido de que los Hermanos Musulmanes, a pesar de todo lo que uno puede pensar de ellos, fueron muy importante en la defensa de la plaza Tahrir durante la revolución del 25 de enero, sobre todo los jóvenes. Y a pesar de que los dirigentes de la Hermandad tardaron en sumarse a la revolución, al final resultaron ser la fuerza política mejor organizada en Egipto, con la mayoría de las conexiones, los recursos más políticos, etc. Pero ahora la impresión es que la Hermandad está tratando de imponer sus propios intereses egoístas. La consigna de los jóvenes en la manifestación de hoy fue: «Por todo Egipto, una nación para todos». No es sólo retórica vacía. El contenido social de la consigna es un Egipto que no se limite a la Hermandad, un Egipto que incluya a los coptos. Mostafa: Un hecho importante es que varios millones de personas que nunca lo habían hecho antes se han unido a las manifestaciones y huelgas en las dos últimas semanas. Son las personas que se protagonizaron la revolución del 25 de enero. Se les llama de una manera muy divertida en Egipto – son el llamado «Partido del sofá.» Se trata de personas que vieron la revolución por televisión, que no estaban necesariamente en contra, pero si asustados por el fantasma del caos que podría provocar. Se trata de personas que han estado en la barrera. Muchos puede que hayan apoyado la Junta Militar. Pero ahora participan en manifestaciones callejeras, y no para que vuelva el viejo régimen. Es probable que no tengan un nivel de conciencia tan avanzado como el de quienes pelearon en la calle los últimos dos años, pero están aprendiendo rápidamente y poniéndose al día en cuanto se refiere a las lecciones de los dos últimos años. En general, el movimiento sigue estando compuesto por personas que han luchado los dos últimos años, pero ahora incluye además a nuevos sectores que evolucionan en una dirección radical debido a las traiciones de los Hermanos Musulmanes. Quiero detenerme en un punto. Es sobre la conclusión a la que han llegado muchas personas que fueron testigos de los acontecimientos de los últimos días acerca de la Hermandad y su supuesta invencibilidad como organización. Mucha gente cree que se trata de una organización fascista, muy controlada, con cientos de miles de miembros, y que si intentas movilizarte contra ella, te aplastará. Pero en los últimos días el número de personas que estaban dispuestas a protestar y también a luchar contra los ataques de la Hermandad ha sido asombroso. La gente no creía que era capaz movilizar más gente y levantar una oposición a los islamistas. La gente estaba muy desmoralizada hace dos meses. Entre los partidarios de llevar la revolución hasta el final había un sentimiento general de pesimismo en el sentido de creer que la Hermandad y los islamistas eran todopoderosos. Pero ahora, las discusiones han cambiado, porque vemos que en realidad se puede construir una oposición masiva. Puede que todavía no sea evidente cómo se desarrollará esta oposición y quién la dirigirá. Hamdeen Sabahi y Mohamed El Baradei se encuentran actualmente al frente del movimiento, aliados a uno de los hombres de Mubarak, Amr Moussa, el ex ministro de asuntos exteriores de la dictadura. Esto podría cambiar en las próximas semanas porque mucha gente en las calles no quiere que los restos del antiguo régimen dirijan este movimiento. Quieren acoger a nuevas personas que quizás hayan tenido reservas acerca de la revolución, que no hayan apoyado claramente a la revolución, pero también hay un creciente rechazo de cualquier forma de asociación con los símbolos del antiguo régimen. Así que la naturaleza de la oposición es una cuestión que se resolverá en las próximas semanas. Ahmed: Creo que el decreto de Morsi y la reacción contra él han creado una crisis ideológica. Hubo un período en el que la Hermandad era vista como un factor unitario, a través del Islam, de Egipto, pero ahora se la percibe como algo mucho más reducido en sus intereses y sectario. Esta mañana fui a una librería, y vi una portada de la revista Time que decía: «El hombre más importante de Oriente Medio», con una foto de Mohamed Morsi: ¡el mismo hombre contra el que la población egipcia se está levantando! Obviamente, la portada era inmediatamente posterior al éxito de las negociaciones de alto el fuego en la Franja de Gaza con Israel. Pero ahora estamos viendo no sólo manifestaciones, sino periodistas en televisión hablando abiertamente de la incompetencia de Morsi; preguntándose cómo es posible que después de su victoria electoral y de un éxito semejante en política exterior pueda dar semejante decretazo para ampliar sus poderes y los de la Hermandad. La Hermandad ha perdido en buena medida la patina con la que se había recubierto como una organización con raíces profundas. Una patina en el sentido de que la Hermandad estaba allí y era capaz de ayudar, aun cuando el régimen de Mubarak no lo hiciese, en caso de desastres o crisis. Ahora es vista como una organización que, a pesar de todo el poder que acumula, lo ha fastidiado todo, y nada es mejor. En esta situación, se plantean todo tipo de cuestiones sociales, políticas y económicas, y todavía no se ha resuelto la más urgente: que Morsi y la Hermandad están dispuestos a imponer a través de un referéndum su constitución el 15 de diciembre , contra una clara y evidente oposición de masas. Así que en la práctica cualquiera que sea el resultado del referéndum va a estar contaminado por esta urgencia impositiva y la legitimidad del gobierno se ha erosionado en solo cinco meses de mandato de Morsi. La manera de lidiar con ello, desde el punto de vista de la Hermandad, como se puede entender de los comentarios de algunos funcionarios del gobierno, es la amenaza de la utilización de la fuerza física a un nivel mucho más amplio y armada. Y eso plantea otro punto importante sobre el carácter de los Hermanos Musulmanes como organización: y es que ya no es sólo una organización. La Hermandad tiene el control técnico sobre el estado y ha aumentado sus contactos en el ejército, lo que significa que puede utilizar no sólo a 5.000 o 10.000 matones, o a todos los que pueda reunir, sino que también puede recurrir a la maquina del Estado. Esto plantea el conflicto a un nivel totalmente diferente. Sin embargo, todavía nos enfrentamos solo a la intransigencia de Morsi y sus asesores, de sus portavoces y del resto de las fuerzas asociadas con él contra lo que claramente no es un movimiento marginal laico de izquierdas. Han provocado claramente una reacción popular y la gente dice: «Espera un minuto, ¿hemos reemplazado un dictador por otro?» El contenido social de esa conciencia, ya sea nuevo o no, es muy radical. Puede conducir al cinismo, lo que creo que explica en parte la pasividad de los últimos meses. Pero en una situación de confrontación como la que vimos ayer, esa pregunta se plantea en cada café, en cada universidad, en cada lugar de trabajo. La Federación Egipcia de Sindicatos Independientes rechaza el decretazo presidencial La Federación Egipcia de Sindicatos Independientes (EFITU) emitió esta declaración rechazando la Declaración constitucional que anunció el presidente Mohamed Morsi y llamando a los trabajadores egipcios a movilizarse contra el decreto. Queridos hermanos y la hermanas trabajadores, Cuando hemos conocido la Declaración Constitucional anunciada por el presidente Mohamed Morsi, el 21 de noviembre, todos nosotros hemos preguntado a nuestros colegas: «¿Que tiene esta declaración que ver con nosotros?» «¿Favorece o perjudica nuestros intereses?» Analicemos juntos lo que está en la declaración, y lo que el presidente dijo en su discurso frente al Palacio Ittihadiyya ante sus seguidores. 1. Honrar a los mártires y los heridos, conceder pensiones a las familias de los mártires y de los que no pueden mantenerse a sí mismos y a sus familias a causa de sus heridas – Estamos totalmente a favor. 2. El Fiscal General – Queremos ver como se le lleva a juicio. Exigimos su cese, pero esto no debe significar que el Ejecutivo impone su control al poder judicial. ¿Dónde están el Mariscal de Campo Tantawi y Anan? 3. Prevenir la disolución de la Asamblea Constituyente y el Consejo de la Shura, hay una serie de razones que nos preocupan: ◦ Los trabajadores están representados en esta Asamblea Constituyente por el Ministro de Trabajo, Khalid al-Azhary. ¿Puede alguien que haya visto su actuación durante su mandato creer que va a defender los derechos de los trabajadores? ◦ No nos basamos en conjeturas: todos los proyectos que han surgido de la Asamblea Constituyente han sido completamente vaciados de los derechos de los trabajadores, campesinos, pescadores, trabajadores en puestos de trabajo informales. Los artículos que mencionan los trabajadores y la justicia social no comprometen a nadie para su aplicación real – ni al gobierno ni a los patronos. Al mismo tiempo, los proyectos protegen los intereses de los dueños de las fábricas y los directores de las empresas: en la actualidad nos encontramos con patronos que se niegan a pagar los salarios de los trabajadores y los despiden, o dan órdenes de cerrar la fábrica y echar a los trabajadores, incluso cuando han gozado de privilegios y exenciones fiscales. Incluso han obtenido préstamos bancarios y nunca los han devuelto. Este proyecto de constitución ata las manos del gobierno y le impide tomar cualquier medida para reabrir las empresas que han cerrado, o para salvar sus puestos de trabajo, o recuperar sus derechos. Asimismo, el proyecto de Constitución cancela la cuota de representación de los trabajadores y de los campesinos en el Parlamento y el Consejo de la Shura. No habrá nadie en absoluto para defender los derechos de todos los que trabajan en Egipto, al igual que nuestro derecho a tener una Ley del Trabajo para sustituir la injusta Ley 12 de 2003, o una auténtica ley de salario mínimo y máximo, o seguridad social o un servicio de salud universal para todos los ciudadanos, o cualquiera de las otras leyes que protegen muchos de los derechos de las personas trabajadoras. 4. Inmunidad para las decisiones presidenciales – ¿Cómo puede el presidente promulgar leyes, y trabajar para su aplicación, sin que ninguno de nosotros tenga derecho de acudir a los tribunales para impugnarlas? ¿Y si se emite un decreto que prohíba todos los sindicatos que se han creado desde la revolución? ¿Nadie podrá oponerse a ella? 5. En cuanto al discurso del presidente – En su discurso, el presidente dijo que iba a usar la ley contra la interrupción de la producción o el bloqueo de carreteras, o prohibir por ley las huelgas y sentadas. ¿Cómo se supone que vamos a defender nuestros derechos cuando nos están robando? ¿Se supone que debemos dejar que nos echan de nuestros puestos de trabajo, y se niegan a pagarnos nuestros salarios? ¿O ver a nuestros colegas morir o ser herido porque nuestros jefes no proporcionar lugares de trabajo seguros? ¿O mirar para otro lado cuando los empresarios se quedan con nuestras cuotas de la seguridad social? … Y ¿se supone que no debemos hacer nada? La primera ley que el presidente anunció después de la Declaración Constitucional fue la Ley 97 de 2012 que modifica la Ley 35 de 1976 sobre los sindicatos. Lo que tememos es que se utilizará esta reforma para sustituir a los jefes de la Federación Egipcia de Sindicatos que la dirigían con la ayuda de los gobiernos de Mubarak, y que han llegado a la edad de jubilación, con los nuevos líderes de la Hermandad Musulmana, afiliados con el nuevo régimen. Hay mucho que decir sobre todo ello, pero sólo añadiremos: Hemos sido enjuiciados, detenidos, suspendidos de trabajo, transferidos y perseguidos porque ejercemos nuestro derecho a la huelga y ha organizar sindicatos. ¿Por qué hemos estado esperando dos años, mientras el gobierno no decretaba una ley sobre la libertad sindical, y ahora sale deprisa y corriendo con una ley en nombre de la defensa de la revolución que criminaliza las huelgas y sentadas? ¿Cómo pueden poner a los huelguistas a la misma altura que los traficantes de drogas y de divisas? ¿Vamos a seguir diciendo que «no es asunto nuestro?» «No – ¡si es asunto nuestro!» Estas decisiones son un ataque directo contra nuestros intereses. Por eso tenemos que resistir y luchar. Por eso no podemos dejar que el presidente acapare estos poderes y tenemos que proteger a la Asamblea Constituyente y el Consejo de la Shura contra su mandato de disolución. Llamamos a todos los trabajadores honrados del movimiento obrero – ya sean de los sindicatos independientes o de aquellos vinculados a la Federación Egipcia de Sindicatos que dignos y quieran luchar – a manifestarnos en la calle y unirse a las sentadas , para reunirse como trabajadores y defender estas consignas en sus pancartas: 1. Modificar la Declaración Constitucional, como se explica anteriormente. 2. Reformar la Asamblea Constituyente. Que al menos el 50% de sus miembros sean obreros y campesinos. 3. Garantizar las libertades sindicales en la Constitución y la ley. 4. Aprobar una nueva ley que defienda los derechos laborales de los trabajadores. 5. Acelerar la implementación de una ley sobre salario mínimo y máximo, y vincularlos con la subida de precios. 6. La readmisión de todos los trabajadores que han perdido sus puestos de trabajo. 7. Dimisión del gobierno de Hisham Qandil Trabajadores de Egipto, ¡uníos!… ¡por nuestro amado Egipto y por todos nuestros derechos! |