Migran­tes. Muje­res enfren­tan barre­ras para aten­der su salud sexual y reproductiva

Por Angé­li­ca Jocelyn Soto Espi­no­sa, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 31 de diciem­bre de 2021.

Foto: San­dra de los San­tos Chandomí

Aun­que las muje­res migran­tes cen­tro­ame­ri­ca­nas que tran­si­tan por terri­to­rio mexi­cano tie­nen la nece­si­dad de pro­te­ger su salud sexual y repro­duc­ti­va no reci­ben infor­ma­ción, aten­ción espe­cia­li­za­da ni ser­vi­cios gratuitos. 

Ésta es una de las con­clu­sio­nes del infor­me “Muje­res migran­tes en Tapa­chu­la: barre­ras y faci­li­ta­do­res para el acce­so a la salud sexual y repro­duc­ti­va en 2020”, rea­li­za­do por el Cen­tro Nacio­nal de Equi­dad de Géne­ro y Salud Repro­duc­ti­va, en con­jun­to con Ipas CAM A.C, Médi­cos del Mun­do Fran­cia Méxi­co, A.C y Popu­la­tion Coin­cil Inc. 

Para este infor­me, las orga­ni­za­cio­nes entre­vis­ta­ron a un gru­po de 16 muje­res migran­tes en trán­si­to por Méxi­co, quie­nes al momen­to de la inves­ti­ga­ción esta­ban en el muni­ci­pio de Tapa­chu­la, en el esta­do de Chiapas.

De acuer­do con el docu­men­to, las muje­res migran­tes enfren­tan nece­si­da­des de salud aso­cia­das a su sexo, su géne­ro, su sexua­li­dad y su repro­duc­ción, inclui­das aque­llas deri­va­das de haber sufri­do vio­len­cia de géne­ro, tan­to en sus paí­ses de ori­gen, como duran­te el trán­si­to o esta­ble­ci­mien­to en México. 

Este con­tex­to, se expli­ca en el infor­me, las migran­tes tie­ne nece­si­da­des de salud espe­cí­fi­cas rela­cio­na­das con aten­ción a vio­len­cia y vio­len­cia sexual, emba­ra­zos no desea­dos, infec­cio­nes de trans­mi­sión sexual y salud mater­na, entre otras. 

Aten­ción a salud menstrual

Al hacer el estu­dio, las orga­ni­za­cio­nes encon­tra­ron que casi la mitad de las muje­res migran­tes entre­vis­ta­das (7 de 16) repor­ta­ron la nece­si­dad de aten­ción a su salud menstrual. 

Los sín­to­mas aso­cia­dos a la salud mens­trual inclu­yen cam­bios en el rit­mo y fre­cuen­cia del ciclo mens­trual, dolo­res fuer­tes y san­gra­dos anor­ma­les, entre otros. 

Estos males­ta­res se pre­sen­tan a lo lar­go del tra­yec­to migra­to­rio; sin embar­go, 6 de las 7 muje­res que repor­ta­ron nece­si­da­des de salud mens­trual bus­ca­ron aten­ción médi­ca al res­pec­to, mien­tras que 2 de las 4 muje­res con sín­to­mas aso­cia­dos a la meno­pau­sia lo hicieron.

Sin embar­go, quie­nes han refi­rie­ron estas situa­cio­nes no tuvie­ron acce­so a estu­dios de labo­ra­to­rio o gabi­ne­te que pudie­ran faci­li­tar un diag­nós­ti­co, ni a tra­ta­mien­tos que solu­cio­na­ran su pro­ble­ma en el sis­te­ma de salud públi­co, de acuer­do con el informe.

Fal­ta de anticonceptivos

La inves­ti­ga­ción tam­bién reve­ló que el acce­so a méto­dos anti­con­cep­ti­vos y pla­ni­fi­ca­ción fami­liar es una nece­si­dad men­cio­na­da por un ter­cio de las muje­res entre­vis­ta­das (5 de 16), todas ellas meno­res de 26 años. 

Algu­nas de las entre­vis­ta­das infor­ma­ron no haber podi­do dar con­ti­nui­dad al uso de anti­con­cep­ti­vos, a pesar de haber ini­cia­do su uti­li­za­ción en su país de ori­gen, algu­nas inte­rrum­pie­ron el uso de anti­con­cep­ti­vos inyec­ta­bles men­sua­les o no pudie­ron ir a una revi­sión tras la colo­ca­ción de un Dis­po­si­ti­vo Intra­ute­rino (DIU). 

Otras muje­res entre­vis­ta­das dije­ron que en Chia­pas bus­ca­ron la colo­ca­ción de DIU, pero nin­gu­na pudo acce­der si antes no tuvo un par­to o aborto.

A ellas tam­po­co les ofre­cie­ron con­se­je­ría o acce­so a otros méto­dos anti­con­cep­ti­vos. De hecho, una entre­vis­ta­da de ori­gen hai­tiano expre­só que no le pre­gun­ta­ron si que­ría colo­car­se un DIU tras la aten­ción de su par­to, pese a ser su volun­tad y pese haber obser­va­do que a otras muje­res sí se lo ofrecieron. 

La con­ti­nui­dad de la aten­ción, median­te con­sul­tas o revi­sio­nes perió­di­cas, es otra nece­si­dad para aque­llas que tie­nen acce­so a méto­dos anticonceptivos.

En el caso de las muje­res meno­res de edad, 2 de 3 muje­res entre­vis­ta­das con este per­fil, repor­ta­ron haber bus­ca­do acce­so a méto­dos anti­con­cep­ti­vos en sus cen­tros de salud. A la pri­me­ra le nega­ron la aten­ción, sin infor­mar­le o dar­le acce­so a nin­gún méto­do, inclui­dos preservativos.

La segun­da fue en a su cen­tro de salud, una de las 7 uni­da­des que en Tapa­chu­la cuen­ta con Ser­vi­cios Ami­ga­bles para Ado­les­cen­tes. Sin embar­go, no le brin­da­ron la infor­ma­ción ni el anti­con­cep­ti­vo, pero acce­dió a anti­con­cep­ti­vos inyec­ta­bles men­sua­les cuan­do per­so­nal médi­co del Cen­tro de Salud se des­pla­zó para inyec­tar a muje­res en su colo­nia de residencia.

Aún así, pos­te­rior a la bús­que­da del méto­do anti­con­cep­ti­vo, ambas muje­res migran­tes tuvie­ron un emba­ra­zo no deseado. 

La inves­ti­ga­ción encon­tró que hubo una con­se­je­ría defi­cien­te en pla­ni­fi­ca­ción, lo es una barre­ra para dar con­ti­nui­dad al uso de un méto­do anticonceptivo.

Aten­ción del embarazo

La inte­rrup­ción del emba­ra­zo es iden­ti­fi­ca­da como nece­si­dad, espe­cial­men­te por par­te de orga­ni­za­cio­nes de la socie­dad civil, ya que es una prác­ti­ca de la que se tie­ne cono­ci­mien­to, a pesar de que se reco­no­ce como tema tabú entre las muje­res migrantes.

Se con­tó tam­bién con infor­ma­ción de 3 meno­res de edad emba­ra­za­das duran­te el tra­yec­to migra­to­rio. Al pre­gun­tar a las tuto­ras de las meno­res, una de ellas expre­só que no tuvo dudas sobre el emba­ra­zo, no que­ría que fue­ra inte­rrum­pi­do; la segun­da reco­no­ció que de haber­se ente­ra­do antes le hubie­ra suge­ri­do a su hija tener un abor­to. En el ter­cer caso, la menor mani­fes­tó no que­rer inte­rrum­pir, y al mis­mo tiem­po, no tener los recur­sos para com­prar un medi­ca­men­to para hacerlo.

En rela­ción con la salud mater­na, los cui­da­dos pre­na­ta­les, la pre­ven­ción de cán­cer mama­rio y cer­vi­coute­rino, o el diag­nós­ti­co fren­te a sín­to­mas de infec­ción geni­tal o de vías uri­na­rias, las muje­res tuvie­ron difi­cul­tad para acce­der a estu­dios gra­tui­tos de labo­ra­to­rio y gabi­ne­te que les per­mi­te­ran tener un diag­nós­ti­co y/​o seguimiento.

Todas las muje­res entre­vis­ta­das que han esta­do emba­ra­za­das se rea­li­za­ron por lo menos un ultra­so­ni­do, pero esto ha ocu­rri­do en clí­ni­cas par­ti­cu­la­res, por lo que tie­nen que bus­car recur­sos para pagar­los, de acuer­do con el informe.

Gas­to para aten­der salud

La mayo­ría de las muje­res migran­tes entre­vis­ta­das dijo que no tuvo infor­ma­ción sobre pre­ven­ción del cán­cer de mama o cer­vi­coute­rino, ni están acce­dien­do a ser­vi­cios gra­tui­tos de detec­ción pre­coz, pese a que en Tapa­chu­la hay sie­te equi­pos de mamografía.

El gas­to de bol­si­llo que gene­ran estos estu­dios, no les per­mi­te tam­po­co acce­der a ellos en el sec­tor pri­va­do. Una de las muje­res entre­vis­ta­das tie­ne cán­cer cer­vi­coute­rino y otra tie­ne detec­ta­da una lesión por VPH. La pri­me­ra está bajo tra­ta­mien­to y la segun­da no ha acce­di­do a tra­ta­mien­to (la detec­ción la hizo en su tra­yec­to migra­to­rio, en Pana­má) debi­do al cos­to de los estudios.

Las muje­res entre­vis­ta­das no expre­sa­ron haber vivi­do vio­len­cia sexual duran­te el pro­ce­so migra­to­rio. Sin embar­go, una men­cio­nó otras vio­len­cias por par­te de su pare­ja, moti­vo por el cual bus­ca refu­gio. Varias entre­vis­ta­das reco­no­cie­ron haber vivi­do vio­len­cia en el hogar antes de ini­ciar su via­je y para algu­nas fue un fac­tor que moti­vó la sali­da de su país de origen.

La Secre­ta­ría de Gober­na­ción encon­tró que de enero a agos­to de 2021, 36.9 por cien­to de los 148 mil 903 even­tos de pre­sen­ta­ción ante auto­ri­da­des migra­to­rias en Méxi­co fue­ron even­tos de muje­res y per­so­nas meno­res de edad.

Fuen­te: cimac​no​ti​cias​.com​.mx

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