Hai­tí. Cie­rra 2021 con des­alen­ta­do­ras pers­pec­ti­vas para 2022

Por Ane­lí Ruiz Gar­cía, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 24 de diciem­bre de 2021. 

Un mag­ni­ci­dio, terre­mo­to, dis­tur­bios polí­ti­cos y azo­te de ban­das arma­das trans­for­ma­ron en dra­má­ti­co el 2021 para Hai­tí, que ya sufría una acu­cian­te cri­sis, mien­tras los indi­ca­do­res eco­nó­mi­cos solo empeo­ran el panorama.

El año debu­tó con pug­nas por la dura­ción del man­da­to del ase­si­na­do pre­si­den­te Jove­nel Moï­se- aupa­do por el Par­ti­do Hai­tiano Tet Kalé- quien lle­gó a la jefa­tu­ra del Esta­do en 2017 tras dos con­tro­ver­ti­dos pro­ce­sos elec­to­res, con serias acu­sa­cio­nes de frau­de, y cuya ges­tión tras el mor­tal terre­mo­to de 2010 fue amplia­men­te criticada.

Un amplio gru­po de pla­ta­for­mas socio­po­lí­ti­cas, reli­gio­sos, jue­ces supre­mos, gre­mios sin­di­ca­les, inte­lec­tua­les, aca­dé­mi­cos y otros, esti­ma­ron que el man­da­to lle­ga­ba a su fin en febre­ro de 2021, mien­tras Moï­se ase­gu­ró que con­ta­ba con otro año en el poder.

Un frus­tra­do inten­to de mag­ni­ci­dio a ini­cios de febre­ro, el des­pi­do de tres jue­ces de la Cor­te de Casa­ción, y las pro­tes­tas anti­gu­ber­na­men­ta­les com­ple­ta­ban el cua­dro polí­ti­co de un país que, ade­más, no con­ta­ba con Par­la­men­to fun­cio­nal des­de hacía más de un año, y la cor­te supre­ma solo tenía la mitad de sus magis­tra­dos. MAGNICIDIO

El 7 de julio, Hai­tí ama­ne­ció con la noti­cia del mag­ni­ci­dio, el quin­to ocu­rri­do des­de su inde­pen­den­cia en 1804, y del cual aún hay pocas respuestas.

Un coman­do arma­do inte­gra­do por exmi­li­ta­res colom­bia­nos irrum­pió en la resi­den­cia pre­si­den­cial, ulti­mó al jefe de Esta­do e hirió a su espo­sa, quien tuvo que ser tras­la­da­da de urgen­cia a un hos­pi­tal en Esta­dos Unidos.

La inves­ti­ga­ción foren­se deter­mi­nó que Moï­se reci­bió al menos 12 dis­pa­ros en la zona del abdo­men, pecho y cabe­za, y no sobre­vi­vió al ataque.

De los pre­sun­tos ges­to­res 18 se encuen­tran dete­ni­dos en la Peni­ten­cia­ría Nacio­nal, jun­to a una doce­na de poli­cías que inte­gra­ban la guar­dia pre­si­den­cial y tres res­pon­sa­bles de seguridad.

Tam­bién per­ma­ne­ce arres­ta­do el médi­co Emma­nuel Sanon, acu­sa­do de auto­ría inte­lec­tual, mien­tras el empre­sa­rio Samir Han­dal, y el exmi­li­tar colom­biano Mar­co Anto­nio Pala­cios, sobre quie­nes pesan car­gos de ase­si­na­to y robo a mano arma­da, fue­ron cap­tu­ra­dos en Tur­quía y Jamai­ca, respectivamente.

Los per­pe­tra­do­res saquea­ron el dor­mi­to­rio y estu­dio per­so­nal del man­da­ta­rio, y lle­va­ron con­si­go el ser­vi­dor de la cáma­ra de vigi­lan­cia de la resi­den­cia, cien­tos de miles de dóla­res y otros artículos.

Una recien­te inves­ti­ga­ción del perió­di­co esta­dou­ni­den­se The New York Times, ase­gu­ró que, ade­más, hur­ta­ron una lis­ta en la cual figu­ra­ban pode­ro­sas per­so­na­li­da­des, pre­sun­ta­men­te rela­cio­na­das con el nar­co­trá­fi­co, entre ellas Michel Mar­telly, quien lle­vó a Moï­se a la presidencia.

Pero cin­co meses des­pués hay más pre­gun­tas que respuestas.

Las auto­ri­da­des aún no divul­ga­ron las imá­ge­nes de segu­ri­dad, ni pudie­ron rela­cio­nar el caso con los supues­tos finan­cia­do­res o deter­mi­nar la falla de segu­ri­dad para que ciu­da­da­nos extran­je­ros con poco cono­ci­mien­to del idio­ma local y sin nin­gún enfren­ta­mien­to ingre­sa­ran en una de las man­sio­nes más cus­to­dia­das del país.

Des­de enton­ces influ­yen­tes voces como el ex can­ci­ller Clau­de Joseph, o el exmi­nis­tro de Jus­ti­cia, Roc­ke­fe­ller Vin­cent, apun­tan sin mira­mien­tos al actual pri­mer minis­tro Ariel Henry, de quien inclu­so se demos­tró que con­ver­só con uno de los supues­tos pla­ni­fi­ca­do­res del magnicidio.

MORTAL TERREMOTO

Aún en ple­na cri­sis por el mag­ni­ci­dio, y en medio de la pug­na por la suce­sión del poder, Hai­tí vol­vía a sacu­dir­se como hace 11 años con un devas­ta­dor terre­mo­to, esta vez en su zona meri­dio­nal, que afec­tó los depar­ta­men­tos Sur, Nip­pes y Grand Anse.

Más de dos mil 200 falle­ci­dos, 12 mil 700 heri­dos, 130 mil vivien­das des­trui­das y casi un millón de per­so­nas nece­si­ta­das de asis­ten­cia huma­ni­ta­ria urgen­te, fue el sal­do del sis­mo de 7,2 gra­dos en la esca­la de Rich­ter ocu­rri­do el 14 de agos­to, un 40 por cien­to más inten­so que el de 2010.

Dece­nas de miles de per­so­nas tuvie­ron que tras­la­dar­se a pre­ca­rios refu­gios impro­vi­sa­dos, lue­go que sus casas des­apa­re­cie­ran por el movi­mien­to telú­ri­co y ante el temor de répli­cas del sis­mo que fue per­cep­ti­ble en nacio­nes veci­nas como Repú­bli­ca Domi­ni­ca­na, Cuba y Jamaica.

Las auto­ri­da­des y Nacio­nes Uni­das esti­ma­ron que casi un millón de per­so­nas reque­rían asis­ten­cia, mien­tras las redes de dis­tri­bu­ción de agua pota­ble en la región sufrie­ron gra­ves daños, así como las ins­ta­la­cio­nes hospitalarias.

Soco­rris­tas de varios paí­ses tra­ba­ja­ron duran­te más de una sema­na para sacar a las víc­ti­mas de los escom­bros, en momen­tos en que cre­cía la soli­da­ri­dad inter­na­cio­nal de los paí­ses que envia­ron dece­nas de tone­la­das de ayuda.

Una vez más, como en 2010, los médi­cos de Cuba se des­ple­ga­ron en la zona del desas­tre, mon­ta­ron hos­pi­ta­les de cam­pa­ña y aten­die­ron a los heri­dos, al tiem­po que con­ti­nua­ron con los tra­ba­jos de pre­ven­ción para evi­tar la inci­den­cia de enfer­me­da­des como el cólera.

Las auto­ri­da­des reco­no­cie­ron que el terre­mo­to pro­vo­có pér­di­das por mil 200 millo­nes de dóla­res y se pre­ci­san casi dos mil millo­nes para la recons­truc­ción de la devas­ta­da región.

NATURALEZA DESAFIANTE, INSEGURIDAD Y MIGRACIÓN

Como si el seís­mo no fue­ra sufi­cien­te, dos días des­pués la tor­men­ta tro­pi­cal Gra­ce azo­ta­ba la mis­ma zona, con fuer­tes llu­vias y vien­tos, y los ende­bles refu­gios tem­po­ra­les ins­ta­la­dos al aire libre.

Se regis­tra­ron inun­da­cio­nes en ciu­da­des del depar­ta­men­to Sudes­te como Jac­mel, Les Cayes y Mari­got, mien­tras las auto­ri­da­des lla­ma­ron a la soli­da­ri­dad para alber­gar a los necesitados.

Al menos otras dos per­so­nas murie­ron como con­se­cuen­cia de la tor­men­ta tro­pi­cal que lue­go se con­vir­tió en un hura­cán de cate­go­ría tres, afec­tan­do Jamai­ca, Cuba y México.

En medio de este esce­na­rio las ban­das arma­das amplia­ron su con­trol de zonas estra­té­gi­cas, empu­ja­ron a unas 20 mil per­so­nas a aban­do­nar sus hoga­res, y blo­quea­ron la dis­tri­bu­ción de combustible.

Los secues­tros cre­cie­ron un 20 por cien­to con res­pec­to a 2020, entre ellos el mediá­ti­co rap­to de 17 misio­ne­ros de Esta­dos Uni­dos y Cana­dá, y cien­tos de per­so­nas murie­ron por fue­go cru­za­do entre las pan­di­llas, que inclu­so ame­na­za­ron al pri­mer ministro.

Para com­ple­tar el cua­dro som­brío, más de 15 mil hai­tia­nos inten­ta­ron alcan­zar la fron­te­ra sur de Méxi­co, con imá­ge­nes deso­la­do­ras del tra­to de los agen­tes poli­cia­les, y la amplia mayo­ría fue repa­tria­do, a pesar de las duras crí­ti­cas internacionales.

La ten­sa situa­ción augu­ra un com­ple­jo esce­na­rio para 2022, debi­do a unas leja­nas elec­cio­nes pre­si­den­cia­les y la fal­ta de un acuer­do polí­ti­co inclu­si­vo con las fuer­zas vivas de la nación.

Ade­más, la deba­cle eco­nó­mi­ca, con un ter­cer año con­se­cu­ti­vo de con­trac­ción, dilu­ye las esca­sas espe­ran­zas del país caribeño.

Fuen­te: Pren­sa Latina

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