Femi­nis­mos. Moi­ra Millán: «Un movi­mien­to telú­ri­co está des­per­tan­do a las muje­res de la Tierra»

Por Tracy L. Bar­nett, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 6 de diciem­bre de 2021. 

Moi­ra Millán es una fuer­za a tener en cuen­ta, una wey­cha­fe en la tra­di­ción mapu­che, o como ella lo expli­ca, una gue­rre­ra, una lucha­do­ra, una defen­so­ra. “Ser una Wey­cha­fe es ser la defen­sa del terri­to­rio, la defen­sa de la vida. Y ese es el espí­ri­tu que me habita “.

Moi­ra aca­ba­ba de via­jar des­de cer­ca del fon­do del pla­ne­ta, des­de Wall­ma­pu – las tie­rras ances­tra­les del pue­blo mapu­che, más cono­ci­do como Pata­go­nia – para pre­sen­tar­se en la pres­ti­gio­sa Feria Inter­na­cio­nal del Libro. Yo esta­ba encan­ta­da de tener la opor­tu­ni­dad de cono­cer­la final­men­te en persona.

La cono­cí en el Hil­ton, que se apre­su­ró a decir­me que es cul­pa­ble de terri­ci­dio y peor en muchos de los sitios don­de des­pla­za comu­ni­da­des para cons­truir sus resorts. Aún así, fue una opor­tu­ni­dad para ella de aumen­tar la visi­bi­li­dad de su cau­sa, que es nada menos que la caí­da del patriar­ca­do, lide­ra­do por una red cre­cien­te y feroz­men­te acti­va de muje­res indí­ge­nas, y su reem­pla­zo por los valo­res tra­di­cio­na­les de reci­pro­ci­dad, res­pe­to. y el dere­cho a una bue­na vida para todos los seres, huma­nos y no huma­nos por igual.

Des­afor­tu­na­da­men­te, su char­la fue cor­ta, dado que los orga­ni­za­do­res la habían pues­to en un panel con otras cua­tro per­so­nas. Pero valió la pena cap­tu­rar­la, y aquí com­par­to una transcripción:

Moi­ra Millán, izquier­da, pre­sen­ta en un panel en la Feria Inter­na­cio­nal del Libro de Gua­da­la­ja­ra lla­ma­do ¿Por esta izquier­da? ¿O por la otra? Con­tra el patriar­ca­do. (Foto de Tracy L. Barnett)

Bien, voy a inten­tar en pocos minu­tos poder con­tar 14 mil años de his­to­ria y con­cep­tos que hemos veni­do desa­rro­llan­do a par­tir de la resis­ten­cia acti­va y la defen­sa de nues­tra iden­ti­dad y nues­tra terri­to­ria­li­dad. Esta­ba pen­san­do cómo enca­rar esta con­ver­sa­ción con uste­des. Me pare­ce que lo pri­me­ro es pre­sen­tar­me des­de el lugar en que me anun­cio como mujer indí­ge­na, como wey­cha­fe, como mujer lucha­do­ra, que pre­ten­de­mos recu­pe­rar nues­tra cos­mo­vi­sión, nues­tra for­ma de enten­der y habi­tar el mun­do que es el cos­mos cen­tris­mo. Pen­san­do en esto que de la izquier­da y la dere­cha, ese bina­ris­mo traí­do del colo­nia­je que las repú­bli­cas colo­nia­les han here­da­do y nos han redu­ci­do, ese pen­sa­mien­to bina­rio has­ta don­de tene­mos que dispu­tar­nos en qué posi­ción estamos.

Los pue­blos indí­ge­nas no que­da­mos ni del lado de la izquier­da ni del lado de la dere­cha, sino el cos­mo­cen­tris­mo. Y esta pala­bra impli­ca un con­cep­to pro­fun­do, trae memo­ria, trae terri­to­ria­li­dad, trae cos­mo­gra­fía en vez de la geo­po­lí­ti­ca actual. Cuan­do pen­sa­mos en los mun­dos siem­pre des­afor­tu­na­da­men­te nos remi­ti­mos a la cons­truc­ción de la geo­po­lí­ti­ca de los esta­dos inva­so­res sobre nues­tro terri­to­rio, la nación mapu­che, por ejem­plo, no se sien­te ni argen­ti­na ni chi­le­na. Es mapuche.

“Veni­mos a desa­fiar el poder como con­cep­to y pro­po­ner la res­tau­ra­ción de un orden cos­mo­gó­ni­co, de reci­pro­ci­dad, de res­pe­to y de bon­dad amo­ro­sa, no solo entre géne­ros, no solo entre huma­nos, sino tam­bién con toda la natu­ra­le­za”. Moi­ra Millán en la Feria Inter­na­cio­nal del Libro de Gua­da­la­ja­ra (Foto por Tracy L. Barnett)

14,000 años de his­to­ria. La pér­di­da de nues­tra liber­tad es recien­te, ape­nas 120 años de pér­di­da de esa liber­tad. Es muy impor­tan­te para noso­tros remar­car esto, por­que en Argen­ti­na se está demo­ni­zan­do la lucha mapu­che y se plan­tea como la extran­je­ri­za­ción, como el enemi­go interno.

Se dice que los mapu­che veni­mos de Chi­le. En Chi­le se dice que veni­mos de Argen­ti­na. A veces de mane­ra chis­to­sa pre­gun­to si somos extra­te­rres­tre por­que no somos de un lado ni el otro, ¿enton­ces de dón­de somos? Y en reali­dad es esta igno­ran­cia de tra­tar de hacer un reduc­cio­nis­mo de la lec­tu­ra del con­flic­to a par­tir de la geo­po­lí­ti­ca de los esta­dos coloniales.

El cos­mo­cen­tris­mo, en defi­ni­ti­va, plan­tea enton­ces una for­ma de habi­tar el mun­do, una for­ma de sen­tir nues­tra terri­to­ria­li­dad cos­mo­gra­fía, de hecho. Habla­ban sobre el pro­ble­ma de la migra­ción. Y le decía a una com­pa­ñe­ra que des­de el movi­mien­to de muje­res indí­ge­nas, la cate­go­ría migran­te nos pare­ce una cate­go­ría com­ple­ta­men­te colo­nial, por­que en reali­dad, des­de la cos­mo­gra­fía que noso­tras rei­vin­di­ca­mos, la huma­ni­dad toda ha teni­do el dere­cho siem­pre de la tras­hu­man­cia. Que no había emi­gra­ción, había tras­hu­man­cia. Y ese es un dere­cho inhe­ren­te a los pue­blos del mun­do, a los seres del mun­do, y lo tene­mos que reafir­mar. Este cos­mo­cen­tris­mo nos lle­va a noso­tras a cami­nar hacia la recu­pe­ra­ción de valo­res fun­da­men­ta­les que inter­pe­lan a este sis­te­ma. ¿Qué proponemos?

Moi­ra se pre­pa­ra para su pre­sen­ta­ción, ata­via­da con el tra­je tra­di­cio­nal de una wey­cha­fe mapu­che; cada uno de los ele­men­tos de su ves­ti­men­ta tra­di­cio­nal tie­ne un sig­ni­fi­ca­do y, en algu­nos casos, una fun­ción como arma. (Foto de Tracy L. Barnett)

¿Cuál es nues­tra pro­pues­ta fren­te al patriar­ca­do, el capi­ta­lis­mo? Noso­tras no somos femi­nis­tas, no nos sen­ti­mos femi­nis­ta. Nos sen­ti­mos her­ma­na­das con el femi­nis­mo, pero noso­tras no somos femi­nis­tas, somos anti-patriar­ca­les. Siem­pre digo, el femi­nis­mo no tie­ne el mono­po­lio. El femi­nis­mo es una expre­sión mayo­ri­ta­ria, pero no es la úni­ca expre­sión que se opo­ne al patriar­ca­do. Y en esa opo­si­ción al patriar­ca­do, en reali­dad noso­tras veni­mos a inter­pe­lar­lo todo.

El femi­nis­mo vie­ne a inter­pe­lar el poder del patriar­ca­do, le dispu­ta el poder al patriar­ca­do. Noso­tras veni­mos a inter­pe­lar el poder como con­cep­to y plan­tea­mos la res­tau­ra­ción de un orden cos­mo­gó­ni­co, de reci­pro­ci­dad, de res­pe­to y de amo­ro­si­dad, no sola­men­te entre los géne­ros, no sola­men­te entre los huma­nos, sino tam­bién con toda la natu­ra­le­za. Enton­ces no pue­de haber para noso­tros una lucha anti­pa­triar­cal si no se plan­tea una lucha anti­co­lo­nial, no pue­de haber una lucha de libe­ra­ción de nues­tros cuer­pos y terri­to­rios si no hay una lucha por la libe­ra­ción de los terri­to­rios y de la libre deter­mi­na­ción de los pue­blos. Y estas luchas, esos múl­ti­ples obje­ti­vos, se ensam­blan en uno solo, que es la recu­pe­ra­ción del buen vivir como dere­cho. Esa es nues­tra pro­pues­ta como muje­res indí­ge­nas, la recu­pe­ra­ción del buen vivir como derecho.

Enton­ces nues­tra lucha con­tra el patriar­ca­do se va ensam­blan­do con la lucha tam­bién por la reafir­ma­ción de la vida en los terri­to­rios. Cuan­do recu­pe­ra­mos terri­to­rios tra­ta­mos de esta­ble­cer allí una for­ma de vivir en armo­nía con la tie­rra, recu­pe­ran­do todos los pre­cep­tos y los lega­dos de nues­tros ances­tros y nues­tras ancestras.

La mater­ni­dad mapu­che en tiem­pos de Benetton

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Siem­pre digo que en el mun­do indí­ge­na no reci­bi­mos heren­cia por­que el heren­cia es una con­cep­ción tam­bién Wing­ka, es de Wing­ka­lan­dia (la socie­dad no indí­ge­na). Noso­tros reci­bi­mos lega­do. Esos lega­dos son for­mas de habi­tar el mun­do que debe­mos defender.

Wing­ka­lan­dia, lo que Wing­ka­lan­dia sig­ni­fi­ca para noso­tros es esa lógi­ca, es esa civi­li­za­ción, es esta matriz civi­li­za­to­ria que impe­ra en el mun­do, que es antro­po­cén­tri­ca, que es patriar­cal, que es racis­ta, que es indi­vi­dua­lis­ta, que es mate­ria­lis­ta. Esta visión del mun­do que tie­ne Wing­ka­lan­dia es la que ha impe­ra­do, que se ha glo­ba­li­za­do y que se ha ins­tau­ra­do en nues­tros terri­to­rios. Wing­ka­lan­dia ya no tie­ne más nada que ense­ñar, por­que en estos siglos de impo­ner su pen­sa­mien­to lo úni­co que ha traí­do es muerte.

¿Dón­de va a sur­gir la espe­ran­za, la posi­bi­li­dad de cons­truir una matriz civi­li­za­to­ria alter­na­ti­va? Des­de la Indoa­mé­ri­ca de los pue­blos indí­ge­nas y las muje­res indí­ge­nas esta­mos jus­ta­men­te levan­tan­do y recu­pe­ran­do ese pen­sa­mien­to y unién­do­nos y arti­cu­lan­do con los movi­mien­tos muje­ri­les del mundo.

Moi­ra Millán, al cen­tro, lue­go de su pre­sen­ta­ción se toma un momen­to para posar con muje­res líde­res de movi­mien­tos socia­les de Jalis­co. De izquier­da a dere­cha, María Gon­zá­lez del IMDEC, Ins­ti­tu­to Mexi­cano de Desa­rro­llo Comu­ni­ta­rio; María de Jesús (Mari­chuy) Gar­cía, líder del movi­mien­to para sal­var su aldea de Tema­ca­pu­lín de una mega pre­sa; Moi­ra; Emma Gar­cía, hija de Mari­chuy; y esta auto­ra (Tracy L. Bar­nett). (Foto de Mario Marlo)

Por­que en reali­dad lo que está sur­gien­do con este movi­mien­to telú­ri­co, por­que es telú­ri­co, sur­ge des­de la tie­rra, ves que noso­tras las muje­res tene­mos una sabi­du­ría que ha sur­gi­do a par­tir de nues­tro pro­ce­so de pre­pa­ra­ción aca­dé­mi­ca. Yo no soy aca­dé­mi­ca, pero me refie­ro a que los dife­ren­tes movi­mien­tos socia­les son escue­las en las que haya­mos trans­cu­rri­do. En reali­dad el movi­mien­to telú­ri­co en la tie­rra está des­per­tan­do a las muje­res del mun­do. La Tie­rra nos está des­per­tan­do tam­bién a las diversidades.

La tie­rra, las fuer­zas espi­ri­tua­les, la tie­rra nos está des­per­tan­do por­que hay que des­truir a este sis­te­ma. No es posi­ble, no es opción, la inte­gra­ción. La úni­ca opción es la desin­te­gra­ción de este sis­te­ma para que naz­ca un sis­te­ma alter­na­ti­vo. Y enton­ces esta­mos des­per­tan­do, por­que esta lucha no solo es polí­ti­ca, es una lucha espi­ri­tual también.

Por eso los gru­pos reli­gio­sos, que son jus­ta­men­te la opo­si­ción, esos gru­pos reli­gio­sos que están sien­do cons­ti­tui­das como fuer­zas polí­ti­cas, inje­ren­cis­tas en nues­tros terri­to­rios, vie­nen a ser extrac­ti­vis­mo espi­ri­tual, vie­nen a ser extrac­ti­vis­mo cul­tu­ral, como algu­na vez tam­bién lo hizo la aca­de­mia. Extrac­ti­vis­mo cul­tu­ral en las comu­ni­da­des, en los pue­blos, en las nacio­nes indí­ge­nas. Enton­ces esta fuer­za telú­ri­ca vie­ne a pre­sen­tar­nos un gran desa­fío, que es vol­ver a reco­nec­tar con la tie­rra, que por supues­to en estos for­ma­tos va a ser imposible.

En estos for­ma­tos, ante los tiem­pos del sis­te­ma, nos qui­tan la pala­bra, ima­gí­nen­se las difi­cul­ta­des que tene­mos para que poda­mos encon­trar­nos con la ver­dad pro­fun­da y en el tiem­po y espa­cio nece­sa­rio, cuan­do este sis­te­ma está todo el tiem­po vio­len­tán­do­nos, has­ta en los mis­mos espa­cios en los que debe­mos traer nues­tro pen­sa­mien­to y nues­tros sabe­res. Es una pena que via­jé ocho mil kiló­me­tros y no pue­da ter­mi­nar de expli­car la lucha y el pen­sa­mien­to, pero por suer­te no habla­mos con pala­bras, tam­bién habla­mos con hechos por­que nos deter­mi­nan las acciones.

Moi­ra Millán, wey­cha­fe mapu­che, o defen­so­ra tra­di­cio­nal, con María de Jesús (Mari­chuy) Gar­cía, líder del movi­mien­to para sal­var su aldea de Tema­ca de la mega pre­sa El Zapo­ti­llo, lue­go de la pre­sen­ta­ción de Moi­ra en la Feria Inter­na­cio­nal del Libro de Gua­da­la­ja­ra. (Foto de Tracy L. Barnett)

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