Femi­nis­mos. La vio­len­cia con­tra las muje­res en México

Por Tere­sa C. Ulloa Ziáu­rriz, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 6 de dicem­bre de 2021.

Tras unos días de con­me­mo­rar el Día Inter­na­cio­nal con­tra la Vio­len­cia hacia las Muje­res y tras los 16 días de acti­vis­mo con­tra esa vio­len­cia que es una cam­pa­ña inter­na­cio­nal anual que se ini­cia el 25 de noviem­bre, Día Inter­na­cio­nal para la Eli­mi­na­ción de la Vio­len­cia con­tra la Mujer, y se extien­de has­ta el 10 de diciem­bre, Día de los Dere­chos Humanos.


En todos los paí­ses las colec­ti­vas y el movi­mien­to femi­nis­ta hemos pre­pa­ra­do­la mar­cha y la jor­na­da. Y no es de extra­ñar que las jóve­nes hayan toma­do las calles y mues­tren su eno­jo, su rabia y su impo­ten­cia ante un gobierno omi­so que no ha sido capaz de gene­rar una sola polí­ti­ca públi­ca para pre­ve­nir los feminicidios.

Y a pesar de que la CEDAW y la Con­ven­ción de Belem do Pará inclu­yen la tra­ta y la pros­ti­tu­ción como for­mas gra­ves de vio­len­cia con­tra las muje­res, lo cier­to es que estas for­mas y moda­li­da­des no se han reco­no­ci­do como vio­len­cia con­tra las muje­res en la legis­la­ción mexicana.

Según la Decla­ra­ción de las Nacio­nes Uni­das sobre la Vio­len­cia con­tra las Muje­res, de 1993, por «vio­len­cia con­tra la mujer» se entien­de todo acto de vio­len­cia basa­do en la per­te­nen­cia al sexo feme­nino que ten­ga o pue­da tener como resul­ta­do un daño o sufri­mien­to físi­co, sexual o sico­ló­gi­co para la mujer, así como las ame­na­zas de tales actos, la coac­ción o la pri­va­ción arbi­tra­ria de la liber­tad, tan­to si se pro­du­cen en la vida públi­ca como en la vida privada.

La vio­len­cia con­tra la mujer abar­ca los siguien­tes actos, aun­que sin limi­tar­se a ellos:

  1. La vio­len­cia físi­ca, sexual y sico­ló­gi­ca que se pro­duz­ca en la fami­lia, inclui­dos los malos tra­tos, el abu­so sexual de las niñas en el hogar, la vio­len­cia rela­cio­na­da con la dote, la vio­la­ción por el mari­do, la muti­la­ción geni­tal feme­ni­na y otras prác­ti­cas tra­di­cio­na­les noci­vas para la mujer, los actos de vio­len­cia per­pe­tra­dos por otros miem­bros de la fami­lia y la vio­len­cia rela­cio­na­da con la explotación;

Aho­ra bien, por cuan­to hace a la Con­ven­ción Ame­ri­ca­na para Pre­ve­nir, San­cio­nar la Vio­len­cia con­tra las Muje­res o Con­ven­ción de Belem do Pará, ésta esta­ble­ce que los Esta­dos Par­te, entre ellos Méxi­co, con­de­nan todas las for­mas de vio­len­cia con­tra la mujer y con­vie­nen en adop­tar, por todos los medios apro­pia­dos y sin dila­cio­nes, polí­ti­cas orien­ta­das a pre­ve­nir, san­cio­nar y erra­di­car dicha vio­len­cia y en lle­var a cabo lo siguiente:

  1. abs­te­ner­se de cual­quier acción o prác­ti­ca de vio­len­cia con­tra la mujer y velar por que las auto­ri­da­des, sus fun­cio­na­rios, per­so­nal y agen­tes e ins­ti­tu­cio­nes se com­por­ten de con­for­mi­dad con esta obligación;
  2. actuar con la debi­da dili­gen­cia para pre­ve­nir, inves­ti­gar y san­cio­nar la vio­len­cia con­tra la mujer;
  3. incluir en su legis­la­ción inter­na nor­mas pena­les, civi­les y admi­nis­tra­ti­vas, así como las de otra natu­ra­le­za que sean nece­sa­rias para pre­ve­nir, san­cio­nar y erra­di­car la vio­len­cia con­tra la mujer y adop­tar las medi­das admi­nis­tra­ti­vas apro­pia­das que sean del caso;
  4. abs­te­ner­se de cual­quier acción o prác­ti­ca de vio­len­cia con­tra la mujer y velar por que las auto­ri­da­des, sus fun­cio­na­rios, per­so­nal y agen­tes e ins­ti­tu­cio­nes se com­por­ten de con­for­mi­dad con esta obligación;
  5. actuar con la debi­da dili­gen­cia para pre­ve­nir, inves­ti­gar y san­cio­nar la vio­len­cia con­tra la mujer;
  6. incluir en su legis­la­ción inter­na nor­mas pena­les, civi­les y admi­nis­tra­ti­vas, así como las de otra natu­ra­le­za que sean nece­sa­rias para pre­ve­nir, san­cio­nar y erra­di­car la vio­len­cia con­tra la mujer y adop­tar las medi­das admi­nis­tra­ti­vas apro­pia­das que sean del caso;
  7. abs­te­ner­se de cual­quier acción o prác­ti­ca de vio­len­cia con­tra la mujer y velar por que las auto­ri­da­des, sus fun­cio­na­rios, per­so­nal y agen­tes e ins­ti­tu­cio­nes se com­por­ten de con­for­mi­dad con esta obligación;
  8. actuar con la debi­da dili­gen­cia para pre­ve­nir, inves­ti­gar y san­cio­nar la vio­len­cia con­tra la mujer;
  9. incluir en su legis­la­ción inter­na nor­mas pena­les, civi­les y admi­nis­tra­ti­vas, así como las de otra natu­ra­le­za que sean nece­sa­rias para pre­ve­nir, san­cio­nar y erra­di­car la vio­len­cia con­tra la mujer y adop­tar las medi­das admi­nis­tra­ti­vas apro­pia­das que sean del caso.

Sin embar­go, has­ta el momen­to, nues­tro país no cuen­ta ni con el Plan Nacio­nal para Erra­di­car la Vio­len­cia con­tra las Muje­res, ni el Plan Nacio­nal para Pre­ve­nir, San­cio­nar y Erra­di­car los Deli­tos en Mate­ria de Tra­ta de Per­so­nas, ambos pre­vis­tos en el Plan Nacio­nal de Desa­rro­llo, de don­de se des­pren­de que no son prio­ri­dad, ni se encuen­tran en la agen­da pública.

Y por qué es nece­sa­rio men­cio­nar­lo, por­que las cifras son alarmantes:

Has­ta el mes de mar­zo de 2021, según datos ofi­cia­les, había regis­tros de al menos 20,939 muje­res y niñas des­apa­re­ci­das y no loca­li­za­das en Méxi­co. Cada día se repor­ta la des­apa­ri­ción de 9 muje­res de entre 12 y 17 años en Méxi­co. No exis­te un regis­tro de las que pudie­ran ser víc­ti­mas de deli­tos en mate­ria de tra­ta de per­so­nas y no ini­cian la inves­ti­ga­ción por deli­tos en mate­ria de tra­ta has­ta que apa­rez­can, así que a ellas nadie las busca.

Aho­ra bien, por cuan­to hace a vio­len­cia fami­liar, según el INEGI, en enero de 2021, la Ciu­dad de Méxi­co abrió 2,301 car­pe­tas de inves­ti­ga­ción (CI), lo que lo posi­cio­nó como el esta­do con mayor inci­den­cia de vio­len­cia fami­liar en el mes, segui­do por Esta­do de Méxi­co, con 1,691, y por Nue­vo León, con 1,258. Las lla­ma­das por vio­len­cia fami­liar al núme­ro 911 han aumen­ta­ron duran­te la pan­de­mia expo­nen­cial­men­te, sobre todo duran­te el confinamiento.

De 2015 a 2019, en nues­tro país, se abrie­ron 66,865 car­pe­tas por vio­la­ción, y se esti­ma que suce­de una vio­la­ción cada 10 minu­tos en el país, deli­tos que cau­san agra­vios y seve­ros daños psi­co­ló­gi­cos y físi­cos a las víctimas.

Los femi­ni­ci­dios dia­rios en Méxi­co se tri­pli­ca­ron de 2015 a 2020. Cifras del Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Esta­dís­ti­ca y Geo­gra­fía (Inegi) con­fir­man que en 2020 se regis­tra­ron en pro­me­dio 10 femi­ni­ci­dios dia­rios en Méxi­co, una ten­den­cia que se ha man­te­ni­do des­de el segun­do semes­tre del 2018. Duran­te 2020, cer­ca de 3,700 muje­res han per­di­do la vida, víc­ti­mas de femi­ni­ci­dio, can­ti­dad que inclu­ye tan­to lo que las Fis­ca­lías tipi­fi­ca­ron como femi­ni­ci­dio, así como las muer­tes vio­len­tas de mujeres.

Todos los días y en todas par­tes las muje­res son ase­si­na­das. Crí­me­nes en situa­cio­nes de con­flic­tos arma­dos o gue­rras; en la calle, rela­cio­na­dos con vio­la­cio­nes o con el cri­men orga­ni­za­do, la pros­ti­tu­ción o la por­no­gra­fía dura, que lle­va a las muje­res que la prac­ti­can a tra­tos crue­les, inhu­ma­nos y degra­dan­tes, que inclu­yen el femi­ni­ci­dio; o come­ti­dos por sus mari­dos, pare­jas, expa­re­jas. Todos crí­me­nes liga­dos a la sexua­li­dad, en don­de el fac­tor de ries­go es ser mujer o niña. Y en esta tipi­fi­ca­ción tam­bién se invi­si­bi­li­za la vio­len­cia que impo­nen los vien­tres de alqui­ler con­tra las muje­res ges­tan­tes, gene­ral­men­te pobres y en con­di­ción de exclu­sión social.

Mien­tras que el con­cep­to de vio­len­cia con­tra las muje­res tie­ne ya varias déca­das, el de femi­ni­ci­dio es más recien­te. Y a mi mane­ra de ver, se tra­ta del con­cep­to de geno­ci­dio, la inten­ción de des­truir total o par­cial­men­te a un gru­po, en este caso, las muje­res y las niñas.

Esta reali­dad indi­ca el carác­ter social y gene­ra­li­za­do de la vio­len­cia basa­da en las des­igual­da­des entre muje­res y hombres.

Tam­bién cues­tio­na los argu­men­tos que tien­den a dis­cul­par y a repre­sen­tar a los agre­so­res como “locos” o a con­ce­bir estas muer­tes como “crí­me­nes pasio­na­les” o bien, a ate­nuar su impor­tan­cia en el caso de situa­cio­nes de con­flic­to o guerra.

Tan­to el con­cep­to de “vio­la­cio­nes en la gue­rra” como el de “cri­men pasio­nal” per­pe­túan la idea de que el cri­mi­nal actúa poseí­do por fuer­zas exte­rio­res, inma­ne­ja­bles por él —el amor, la pasión, la ven­gan­za — , que la situa­ción lo sobre­pa­sa, que ha come­ti­do actos que no con­tro­la, o muchas veces, que son jus­ti­fi­ca­dos en el mar­co de otros crímenes.

El femi­ni­ci­dio debe ser com­pren­di­do en el con­tex­to más amplio de las rela­cio­nes de domi­nio y con­trol mas­cu­lino sobre las muje­res, rela­cio­nes natu­ra­li­za­das en la cul­tu­ra patriar­cal, en sus múl­ti­ples meca­nis­mos de vio­len­tar, silen­ciar y per­mi­tir su impu­ni­dad. Y así como la socie­dad dis­cul­pa; quie­nes inter­pre­tan las leyes, tam­bién disculpan.

Algu­nos de esos crí­me­nes, como los que se dan en el mar­co de las rela­cio­nes per­so­na­les, en los femi­ni­ci­dios ínti­mos, son dis­cul­pa­dos con el argu­men­to de la emo­ción vio­len­ta, la pasión, etc. Esta situa­ción no hace más que refor­zar la impu­ni­dad de los femicidios.

En con­se­cuen­cia, has­ta tan­to no se haga visi­ble y se com­pren­da su gra­ve­dad, no habrá san­ción efectiva.

Según el estu­dio rea­li­za­do por la Comi­sión Espe­cial de Femi­ni­ci­dios del Con­gre­so Mexi­cano, que enca­be­zó la Dra. Mar­ce­la Lagar­de y de los Ríos, 1,205 niñas y muje­res fue­ron ase­si­na­das en todo el país en 2004, según cifras del Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Esta­dís­ti­ca, Geo­gra­fía e Infor­má­ti­ca, hoy se habla de 3,700 en el 2020, aun­que según cifras ofi­cia­les son un poco menos de 1,000 y más de 2,800 muje­res ase­si­na­das vio­len­ta­men­te y cada 4 minu­tos una mujer o niña es violada.

Como dijo Doña Mar­ce­la Lagar­de y de los Ríos, las niñas y las muje­res ase­si­na­das en Méxi­co tie­nen dis­tin­tas eda­des, per­te­ne­cen a todas las cla­ses socia­les y estra­tos socio­eco­nó­mi­cos, aun­que la mayo­ría son pobres o mar­gi­na­les; algu­nas fue­ron muje­res ricas, de cla­se alta…; el aba­ni­co abar­ca anal­fa­be­tas, con estu­dios bási­cos, otras más eran estu­dian­tes, téc­ni­cas, uni­ver­si­ta­rias, post­gra­dua­das y con exce­len­cia aca­dé­mi­ca, aun­que la mayo­ría tenía pocos estudios.

Eran: des­co­no­ci­das, cono­ci­das, cón­yu­ges, parien­tas y ami­gas; había entre ellas sol­te­ras, casa­das, ex espo­sas, uni­das, novias, ex novias, hijas, hijas­tras, madres, her­ma­nas, nue­ras, pri­mas y sue­gras, veci­nas, emplea­das, jefas, subor­di­na­das, … la mayo­ría eran niñas y muje­res de esfuer­zo, tra­ba­ja­do­ras for­ma­les e infor­ma­les; … ciu­da­da­nas de a pie, acti­vis­tas, polí­ti­cas y gober­nan­tes, casi todas eran mexi­ca­nas y, entre ellas, algu­nas tzotzi­les como las Lunas de Acteal, otras rará­mu­ris, otras más nahuatls; algu­nas eran extranjeras…

A la mayo­ría las ase­si­na­ron en sus casas, de las otras no se sabe dón­de…; algu­nas tenían hue­llas de vio­len­cia sexual, en la mayo­ría de los cuer­pos no hay ras­tro; algu­nas esta­ban emba­ra­za­das; otras eran muje­res con discapacidad.

Algu­nas fue­ron ence­rra­das, otras secues­tra­das, todas fue­ron tor­tu­ra­das, mal­tra­ta­das, ate­mo­ri­za­das y sufrie­ron humi­lla­cio­nes; unas fue­ron gol­pea­das has­ta la muer­te, otras estran­gu­la­das, deca­pi­ta­das, col­ga­das, acu­chi­lla­das, bala­cea­das; … todas estu­vie­ron en cau­ti­ve­rio; ais­la­das y des­pro­te­gi­das, ate­rra­das, vivie­ron la más extre­ma impo­ten­cia de la inde­fen­sión; todas fue­ron agre­di­das y vio­len­ta­das has­ta la muer­te; algu­nos de sus cuer­pos fue­ron mal­tra­ta­dos aún des­pués de haber sido ase­si­na­das. La mayo­ría de los crí­me­nes está en la impunidad.

Por eso es nece­sa­rio que se empren­dan accio­nes para la pre­ven­ción, que son menos caras que las accio­nes de pro­tec­ción y asis­ten­cia. Lo que sig­ni­fi­ca que es nece­sa­rio un mayor esfuer­zo para dete­ner esta otra terri­ble pan­de­mia con­tra el 52.7% de la población.

Por eso creo que duran­te el pro­ce­so de socia­li­za­ción debe­mos enten­der que las niñas y los niños apren­den por el ejem­plo, por eso deci­mos que si cre­cen en un hogar don­de el padre gol­pea a la madre, los niños van a apren­der que así es como los hom­bres deben tra­tar a las muje­res y las niñas van a apren­der que así las deben de tratar.

Ade­más, hay que edu­car en igual­dad, con res­pe­to, sin per­pe­tuar este­reo­ti­pos de supe­rio­ri­dad de los hom­bres e infe­rio­ri­dad de las mujeres.

Por otro lado, se debe exi­gir a los medios masi­vos de comu­ni­ca­ción y al sec­tor de la mer­ca­do­tec­nia que erra­di­quen los men­sa­jes que nor­ma­li­zan la vio­len­cia con­tra las muje­res, las que las colo­can como res­pon­sa­bles del cui­da­do de la casa y las hijas e hijos o bien su obje­ti­vi­za­ción y sobresexualización.

Habría que dise­ñar mate­rias en todos los nive­les esco­la­res dedi­ca­das a la pro­mo­ción de la igual­dad entre muje­res y hom­bres y a erra­di­car la vio­len­cia con­tra las mujeres.

Cam­pa­ñas masi­vas para pro­vo­car el repu­dio social a todos los tipos y moda­li­da­des de vio­len­cia con­tra las muje­res, al fin y al cabo todas y todos tene­mos una madre, una her­ma­na, una hija o una esposa.

Redu­cir los nive­les de impu­ni­dad de los deli­tos de vio­len­cia con­tra las muje­res y las niñas.

Y en medio de esta pan­de­mia de vio­len­cia con­tra las muje­res y femi­ni­ci­dio, ade­más tene­mos que enfren­tar la vio­len­cia y cen­su­ra que ejer­ce el quee­ris­mo sobre las muje­res, la invi­si­bi­li­za­ción a la que nos quie­ren con­de­nar, que inclu­so hoy están pro­po­nien­do que se ele­ve a nivel cons­ti­tu­cio­nal la dis­cri­mi­na­ción por géne­ro y el reco­no­ci­mien­to a la iden­ti­dad de géne­ro auto­per­ci­bi­da. Una bata­lla más que pro­mue­ve la vio­len­cia machista.

Fuen­te: https://​tri​bu​na​fe​mi​nis​ta​.elplu​ral​.com/​2​0​2​1​/​1​1​/​l​a​-​v​i​o​l​e​n​c​i​a​-​c​o​n​t​r​a​-​l​a​s​-​m​u​j​e​r​e​s​-​e​n​-​m​e​x​i​co/, Rebe­lión.

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