Nación Mapu­che. Un aná­li­sis para enten­der a un pue­blo que es pre­exis­ten­te al Esta­do argentino

Adrián Moyano* /​Resu­men lati­no­ame­ri­cano, 7 de noviem­bre de 2021

Des­de Bari­lo­che
En el léxi­co del acti­vis­mo mapu­che no figu­ra la expre­sión «ocu­par» o «tomar tie­rras». «Recu­pe­rar terri­to­rio» pue­de pare­cer simi­lar, pero entra­ña pro­fun­das dife­ren­cias. La pri­me­ra se apre­cia a sim­ple vis­ta por­que es idio­má­ti­ca: el ver­bo hace refe­ren­cia a «vol­ver a tomar o adqui­rir lo que antes se tenía». El fun­da­men­to es his­tó­ri­co: antes de la Cam­pa­ña al Desier­to (1879−1885), el terri­to­rio mapu­che libre se exten­día por las actua­les pro­vin­cias de Neu­quén, Río Negro, par­te de Chu­but, La Pam­pa, par­te de Bue­nos Aires y obvia­men­te, la Región de la Arau­ca­nía (Chi­le). Mien­tras que las ocu­pa­cio­nes o tomas se rela­cio­nan ínti­ma­men­te con la vul­ne­ra­ción del dere­cho a la vivien­da, las recu­pe­ra­cio­nes se apo­yan en dere­chos polí­ti­cos de un pue­blo pre­exis­ten­te al Estado.

El pro­fe­sor mapu­che José Qui­del Lin­co­leo sos­tie­ne que mapu no debe tra­du­cir­se como tie­rra, por­que si se uti­li­za esa pala­bra, en espa­ñol se entien­de exten­sión de super­fi­cie, cam­po o par­ce­la. Afir­ma que es más per­ti­nen­te refe­rir­se a espa­cio terri­to­rial, por­que en el con­cep­to mapu están pre­sen­tes no sólo la tie­rra en sus aspec­tos mate­ria­les y tan­gi­bles, sino tam­bién otras dimen­sio­nes que inclu­yen a los newen (fuer­zas o ener­gía) pre­sen­tes en la natu­ra­le­za. Son aspec­tos muy pro­fun­dos de la cul­tu­ra mapu­che que difí­cil­men­te pue­dan com­pren­der la gober­na­do­ra Ara­be­la Carre­ras o el sena­dor Alber­to Were­til­neck, ambos de Jun­tos Somos Río Negro (JSRN). Es la fuer­za ofi­cia­lis­ta que en la pro­vin­cia insis­te en cali­fi­car de terro­ris­tas a las deman­das terri­to­ria­les mapuches.

His­to­ria de las recu­pe­ra­cio­nes mapuches

Del lado argen­tino, las recu­pe­ra­cio­nes comen­za­ron a pro­du­cir­se en la déca­da de 1990. Hubo otras antes, pero las que más impac­ta­ron en Neu­quén fue­ron las que tuvie­ron lugar en 1995, en el con­tex­to del lla­ma­do Con­flic­to de Pul­ma­rí. Se vio invo­lu­cra­da un área de 112 mil hec­tá­reas, bajo la admi­nis­tra­ción de la Cor­po­ra­ción Inter­es­ta­dual Pul­ma­rí, don­de con­vi­ven los esta­dos nacio­nal y pro­vin­cial. En aque­lla oca­sión, las recu­pe­ra­cio­nes tuvie­ron como pro­ta­go­nis­tas a cin­co comu­ni­da­des, con el impul­so de la Con­fe­de­ra­ción Mapu­che de Neu­quén (CMN).

Entre otras y otros, el cro­nis­ta dia­lo­gó por enton­ces con Rosa Catri­leo, ancia­na que, en 1934, había sufri­do el des­alo­jo de su fami­lia en la zona del lago Ñor­quin­có, a manos de la Admi­nis­tra­ción de Par­ques Nacio­na­les (APN). Los emplea­dos de la fla­man­te repar­ti­ción des­tru­ye­ron su vivien­da a tiro de caba­llo en pleno invierno. La ins­ti­tu­ción era recién lle­ga­da, pero cata­lo­gó de «intru­sos» a los pobla­do­res mapu­ches que encon­tra­ron en su nue­va juris­dic­ción. En diciem­bre de 1995, cami­na­mos con doña Rosa por la Pam­pa de Ani­ce­to, don­de se eri­gía un che mamül (talla de made­ra que repre­sen­ta ances­tros). El nom­bre de la peque­ña pla­ni­cie recuer­da a su padre, el lon­co (auto­ri­dad) Ani­ce­to Catri­leo. Una recu­pe­ra­ción terri­to­rial pue­de pare­cer­se super­fi­cial­men­te a una toma de tie­rras, pero es otra cosa.

Des­men­ti­das fácticas

La his­to­ria de la comu­ni­dad Ñor­kin­koes la de cen­te­na­res de comu­ni­da­des mapu­ches en Neu­quén, Río Negro y Chu­but. En 2008, vol­vió a su terri­to­rio el Lof Rober­to Mali­queo, en el Valle del Challhua­co. Su espa­cio que­da a pasos de Bari­lo­che, en juris­dic­ción del Par­que Nacio­nal Nahuel Hua­pi. En este caso, fue­ron dos los des­alo­jos que había pade­ci­do la fami­lia de María Flo­rin­da Catriao y Anto­nio Mali­queo. En pri­me­ra ins­tan­cia, debie­ron aban­do­nar pre­dios que, en la actua­li­dad, ocu­pa la Escue­la Mili­tar de Mon­ta­ña del Ejér­ci­to Argen­tino. Lue­go se ins­ta­la­ron en el que rei­vin­di­can como pro­pio, del cual fue­ron des­alo­ja­dos por Par­ques Nacio­na­les a fines de la déca­da de 1960.

Su recla­mo com­pren­de el Lote Pas­to­ril 128, con las famo­sas 625 hec­tá­reas que tan­tas veces apa­re­cen en los con­flic­tos que invo­lu­cran a mapu­ches den­tro de la vie­ja Colo­nia Agrí­co­la Pas­to­ril Nahuel Hua­pi, ante­ce­so­ra de San Car­los de Bari­lo­che, Villa La Angos­tu­ra y loca­li­da­des más peque­ñas, como Villa Mas­car­di. En el pre­sen­te, el Lof (con­cep­to mapu­che de comu­ni­dad) lle­va tre­ce años de recuperación.

A fines de 2020, el Lof Casiano Epug­ner­ce­le­bró 20 años de otra recu­pe­ra­ción, en el para­je Tres Picos. En este caso, el esce­na­rio del con­flic­to que­da al sur de Inge­nie­ro Jaco­bac­ci (Río Negro), en cer­ca­nías del his­tó­ri­co Que­tre­qui­le, anti­guo asen­ta­mien­to de tol­de­rías muy pobladas.

A dife­ren­cia de los ejem­plos ante­rio­res, la con­tra­par­te no fue un orga­nis­mo esta­tal, sino una de las tan­tas fami­lias de ori­gen sirio liba­nés que pro­ta­go­ni­zó la segun­da olea­da de des­po­jos que sufrie­ron los mapu­ches sobre­vi­vien­tes al geno­ci­dio esta­tal. Con la deci­di­da par­ti­ci­pa­ción de Fidal Guar­da, unos de los fun­da­do­res del Con­se­jo Ase­sor Indí­ge­na (CAI) en la déca­da de 1980, el con­flic­to supo de bala­ce­ras, pro­ce­sa­mien­tos, resis­ten­cia y múl­ti­ples ins­tan­cias judi­cia­les, que ter­mi­na­ron en la Cor­te Supre­ma de la Nación. Cosa rara, el Poder Judi­cial reco­no­ció el dere­cho de los Casiano Epug­ne­ra per­ma­ne­cer en el terri­to­rio que abri­gó anta­ño a sus mayores.

La reper­cu­sión nacio­nal del Con­flic­to de Pul­ma­rí fue míni­ma, aun­que a esca­la regio­nal se qui­so vin­cu­lar a las deman­das mapu­ches con las Fuer­zas Arma­das Revo­lu­cio­na­rias de Colom­bia (FARC), al Ejér­ci­to Zapa­tis­ta de Libe­ra­ción Nacio­nal (EZLN) y, como hoy, tam­bién se acu­só al Pue­blo Mapu­che de que­rer una sece­sión para cons­truir un Esta­do dis­tin­to al argentino.

Un cuar­to de siglo más tar­de su des­en­la­ce es qui­zá la des­men­ti­da más con­tun­den­te que pue­da encon­trar­se a los argu­men­tos de la dere­cha: se cuen­tan por dece­nas o qui­zá cen­te­nas las fami­lias mapu­ches que viven en terri­to­rio mapu­che recu­pe­ra­do sin que nin­gu­na ins­ti­tu­cio­na­li­dad se vea afec­ta­da. Otro tan­to pue­de decir­se de las comu­ni­da­des Rober­to Mali­queo y Casiano Epug­ner. Enton­ces, una pre­gun­ta vali­da es por qué des­de 2017 se recu­rre al fan­tas­ma del «terro­ris­mo» para des­ca­li­fi­car a un pue­blo en su conjunto.

Poder Judi­cial, gobier­nos y la Ley 26.160

El año 2017 que­dó en la his­to­ria por­que ter­mi­nó con dos muer­tos: San­tia­go Mal­do­na­do y Rafael Nahuel. Tam­bién se pro­du­je­ron dece­nas de heri­dos, algu­nos de ellos con secue­las para toda la vida, como en la repre­sión que la Poli­cía de Chu­but pro­ta­go­ni­zó en Pu Lof en Resis­ten­cia del depar­ta­men­to de Cusha­men. Menos cla­ro es el recuer­do de una manio­bra falli­da: por enton­ces gober­na­dor, Alber­to Were­til­neck impul­só una refor­ma del régi­men de tie­rras fis­ca­les que moti­vó en Río Negro la movi­li­za­ción mapu­che más impor­tan­te des­de el retorno de la democracia.

La expre­sión «tie­rras fis­ca­les» es un eufe­mis­mo: son los cam­pos que ocu­pan des­de fines del Siglo XIX o pri­me­ras déca­das del Siglo XX cen­te­na­res de comu­ni­da­des que nun­ca acce­die­ron al títu­lo de pro­pie­dad comunitario.

El hoy sena­dor Were­til­neck, muy cer­cano al mul­ti­mi­llo­na­rio Joe Lewis y a las cor­po­ra­cio­nes mega-mine­ras, tuvo apa­ri­cio­nes mediá­ti­cas el 9 de mar­zo últi­mo en los cana­les de tele­vi­sión capi­ta­li­nos cuan­do se des­ata­ron devas­ta­do­res incen­dios en El Bol­són, Lago Pue­lo y El Hoyo. El legis­la­dor vin­cu­ló los incen­dios a «célu­las mapu­ches terro­ris­tas». Nin­gu­na inves­ti­ga­ción corro­bo­ró su audaz acusación.

En el trans­cur­so de 2021, el Poder Judi­cial se expi­dió en dos oca­sio­nes en favor de las comu­ni­da­des mapu­ches Bue­nu­leo y Celes­tino Qui­ja­da, a par­tir de los resul­ta­dos del Rele­va­mien­to Terri­to­rial de Comu­ni­da­des Indí­ge­nas (Rete­ci), que dis­pu­so la Ley 26.160 en 2006.

En el pri­mer fallo se des­es­ti­mó la orden de des­alo­jo que pesa­ba sobre la comu­ni­dad Bue­nu­leo, en la Pam­pa de Hue­nu­leo. En el segun­do, se orde­nó la aper­tu­ra de un camino del que siem­pre se había vali­do la comu­ni­dad José Celes­tino Qui­ja­da, cerra­do por Are­lau­quen Golf & Country Club, empren­di­mien­to del pode­ro­so Gru­po Bur­co. En ambos casos, el Rete­ci cons­ta­tó el «uso tra­di­cio­nal, actual y públi­co» que las dos comu­ni­da­des hacen de los terri­to­rios en disputa.

Con la segun­da deter­mi­na­ción, pusie­ron el gri­to en el cie­lo el inten­den­te de Bari­lo­che, Gus­ta­vo Gen­nu­so (JSRN) y la dipu­tada de la UCR en Jun­tos por el Cam­bio, Lore­na Matzen. Acu­sa­ron al Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Asun­tos Indí­ge­nas (INAI) de no con­sul­tar al Muni­ci­pio y de otor­gar tie­rras. No son los úni­cos polí­ti­cos que demos­tra­ron igno­rar de mane­ra alar­man­te la legis­la­ción que rige en mate­ria de dere­chos indígenas.

La Ley 26.160, que sus­pen­de los des­alo­jos, cadu­ca el pró­xi­mo 23 de noviem­bre y el ofi­cia­lis­mo de JSRN ni las expre­sio­nes polí­ti­cas de la dere­cha ven con bue­nos ojos su prórroga.

Lof Quem­quem­treu y los dere­chos humanos

La últi­ma ofen­si­va con­tra el Pue­blo Mapu­che se des­ató a fines de sep­tiem­bre, cuan­do la comu­ni­dad Quem­quem­treu ini­ció un pro­ce­so de recu­pe­ra­ción terri­to­rial en el para­je Cues­ta del Ter­ne­ro, cer­ca de El Bol­són (Río Negro). La res­pues­ta del Poder Judi­cial y del gobierno rio­ne­grino fue tan des­me­su­ra­da que no dejó dere­cho sin vul­ne­rar, entre ellos: los de la infancia.

A ins­tan­cias de la fis­cal Betia­na Cen­dón pri­me­ro y, lue­go, del juez Ricar­do Cal­cagno, se ins­ta­ló un cer­co poli­cial que ais­ló a los par­tí­ci­pes de la acción para que no reci­bie­ran ali­men­tos des­de el exte­rior de la recu­pe­ra­ción terri­to­rial. Como res­pues­ta soli­da­ria, otras comu­ni­da­des mapu­ches, asam­bleas socio­am­bien­ta­les y orga­nis­mos defen­so­res de los dere­chos huma­nos ins­ta­la­ron un «acam­pe huma­ni­ta­rio» para res­pal­dar al lof. En los últi­mos días, cir­cu­ló en redes socia­les un video que tes­ti­mo­nia cómo un niño con­cu­rre a la escue­la del para­je, con la cus­to­dia de un móvil policial.

Jun­to con otras expre­sio­nes del Pue­blo Mapu­che, el lof se des­mar­có de los dos ata­ques incen­dia­rios que se adju­di­có la RAM (Resis­ten­cia Ances­tral Mapu­che) median­te un comu­ni­ca­do. No obs­tan­te, las cor­po­ra­cio­nes mediá­ti­cas capi­ta­li­nas insis­ten en una ecua­ción muy peli­gro­sa: mapu­che como sinó­ni­mo de terrorista.

El ini­cio del mal y las leyes incumplidas

Es la actua­ción del Esta­do la que está en la géne­sis de la ten­sión. No sólo por­que se hizo a fines del Siglo XIX de terri­to­rios que eran aje­nos a su juris­dic­ción, sino tam­bién por­que no cum­ple con la Ley. La Cons­ti­tu­ción Nacio­nal que se refor­mó en 1994 orde­na reco­no­cer «la pose­sión y pro­pie­dad comu­ni­ta­rias de las tie­rras que tra­di­cio­nal­men­te ocu­pan» las comu­ni­da­des indí­ge­nas y, ade­más, «regu­lar la entre­ga de otras aptas y sufi­cien­tes para el desa­rro­llo humano».

En el lap­so de 27 años que media des­de su san­ción, nin­gún gobierno otor­gó títu­los de pro­pie­dad comu­ni­ta­ria y, menos aún, cum­plió con la segun­da par­te del man­da­to cons­ti­tu­cio­nal. Tam­po­co se puso en mar­cha el meca­nis­mo de con­sul­ta pre­via, libre e infor­ma­da que esta­ble­ce la Ley 24.071 (Con­ve­nio 169 de la OIT sobre Pue­blos Indí­ge­nas y Tri­ba­les) para cuan­do las polí­ti­cas públi­cas afec­ten los terri­to­rios indí­ge­nas. El artícu­lo 16 de la mis­ma nor­ma con­sa­gra el dere­cho de los pue­blos indí­ge­nas a «regre­sar a sus terri­to­rios tra­di­cio­na­les». Ante el desin­te­rés esta­tal en regu­lar el pro­ce­so, es lo que hicie­ron por sus medios comu­ni­da­des como Ñor­kin­ko, Rober­to Mali­queo, Casiano Epug­nery muchí­si­mas otras.

*Autor de los libros «Cró­ni­cas de la resis­ten­cia mapu­che», «De mar a mar: el Wall­ma­pu sin fron­te­ras» y «Komü­tuam: des­co­lo­ni­zar la his­to­ria mapu­che en Pata­go­nia», entre otros.

FUENTE: El Extre­mo Sur

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