Cul­tu­ra. Falle­ció Adal­ber­to Álva­rez, el músi­co que hizo bai­lar a varias gene­ra­cio­nes de cuba­nos y cubanas

Por Juan Mora­les Agüe­ro, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 2 de sep­tiem­bre de 2021.

El músi­co, com­po­si­tor y arre­glis­ta cubano le reali­zó sig­ni­fi­ca­ti­vos apor­tes a los géne­ros popu­la­res bai­la­bles des­de su com­pro­mi­so y apues­ta por el son

La madru­ga­da de este miér­co­les ins­ta­ló un tris­te com­pás en el pen­ta­gra­ma nacio­nal de los afec­tos. Bien tem­prano, la pági­na digi­tal del Ins­ti­tu­to Cubano de la Músi­ca dio a cono­cer la infaus­ta noti­cia del falle­ci­mien­to del des­ta­ca­do músi­co, com­po­si­tor y arre­glis­ta Adal­ber­to Ceci­lio Álva­rez Zayas, víc­ti­ma de «una dis­fun­ción múl­ti­ple de órga­nos, a con­se­cuen­cia de una neu­mo­nía deri­va­da de la COVID-19».

El Caba­lle­ro del Son —como se le cono­ció en los pre­dios musi­ca­les— nació en La Haba­na el 22 de noviem­bre de 1948 en un hogar ben­de­ci­do por el dios Orfeo, con una madre can­tan­te de coro y un padre direc­tor de orques­ta. A su influ­jo —y niño aún — , comen­zó a sacar­le rit­mos a la pai­la. Lue­go asu­mió la pre­coz batu­ta del Con­jun­to Avan­ce Juve­nil, fun­da­do por su pro­ge­ni­tor, Enri­que Álva­rez (Nené).

En 1965, debu­tó como can­tan­te afi­cio­na­do en el Com­bo Cari­be. Pero Adal­ber­to que­ría más, y en 1966 matri­cu­la en la Escue­la Nacio­nal de Arte (ENA) para estu­diar fagot. Al titu­lar­se en 1972, retor­nó a sus raí­ces, ya con una sóli­da for­ma­ción pro­fe­sio­nal que le per­mi­tió ejer­cer como pro­fe­sor de Lite­ra­tu­ra Musi­cal en la Escue­la Pro­vin­cial de Arte.

Para la fecha, ya había com­pues­to temas que lla­ma­ron la aten­ción de impor­tan­tes agru­pa­cio­nes cuba­nas. En 1971, el Con­jun­to Rum­ba­va­na popu­la­ri­zó la pie­za suya Con un besi­to mi amor, que hizo las deli­cias de los bai­la­do­res. Adal­ber­to mos­tra­ba ya influen­cias de impres­cin­di­bles sone­ros cuba­nos, como Benny Moré, Migue­li­to Cuní y Félix Chapotín.

Un momen­to tras­cen­den­tal de su carre­ra fue la fun­da­ción del con­jun­to Son 14, suce­so ocu­rri­do en 1978 a pro­pues­ta del músi­co san­tia­gue­ro Rodul­fo Vai­llant. La Ciu­dad Héroe vibró duran­te cin­co años con temas bai­la­bles como A Baya­mo en coche, que en 1979 le dio nom­bre al pri­mer dis­co del gru­po con el sello Egrem. Con Son 14 se suce­die­ron los con­cier­tos, fes­ti­va­les, y las giras inter­na­cio­na­les por más de una vein­te­na de paí­ses de Amé­ri­ca y Europa.

Lue­go de ese quin­que­nio de exi­to­sa acep­ta­ción popu­lar, el músi­co cama­güe­yano levan­tó cam­pa­men­to en La Haba­na, don­de fun­dó la orques­ta Adal­ber­to Álva­rez y su Son, que se pre­sen­tó por pri­me­ra vez en San­tia­go de las Vegas, el 25 de febre­ro de 1984. Sus com­po­si­cio­nes con­fi­rie­ron sono­ri­da­des con­tem­po­rá­neas al son y lo rein­ser­ta­ron como un géne­ro bai­la­ble tan­to en Cuba como en el exte­rior, siem­pre cui­dan­do las letras y el pres­ti­gio de la músi­ca cubana.

«No estoy dis­pues­to a sacri­fi­car el pres­ti­gio de la músi­ca que hago, qui­zá por tener un poco más de públi­co; en eso no voy a clau­di­car ni a hacer con­ce­sio­nes», dijo en una entre­vis­ta con JR, al reci­bir la dis­tin­ción como Emba­ja­dor Cul­tu­ral que otor­ga el Ins­ti­tu­to Latino de la Música.

Y agre­gó aque­lla vez: «Para noso­tros ha sido pri­mor­dial cui­dar las letras de los temas, que sean siem­pre res­pe­tuo­sas. No casual­men­te he teni­do el pri­vi­le­gio de ser el com­po­si­tor más gra­ba­do por otros músi­cos en dife­ren­tes par­tes del mun­do, y creo que se debe a que las letras que hemos escri­to pue­den ser can­ta­das en cual­quier lugar».

En mate­ria dis­co­grá­fi­ca, la obra de Adal­ber­to fue copio­sa e inclu­yó sellos como Bis Music, Egrem y Milán Music. Más de 25 pla­cas con casi 200 temas ava­lan su pro­duc­ción y dan fe de su pre­va­len­cia entre los devo­tos de su músi­ca. En la his­to­rio­gra­fía musi­cal cuba­na figu­ra­rán para siem­pre pie­zas tales como A bai­lar el toca tocaEl son de Adal­ber­toSone­ro soyPara bai­lar casinoY qué tú quie­res que te denLa novia de un ami­go mío y Vivir lo nues­tro.

En Cuba han inter­pre­ta­do obras suyas Sil­vio Rodrí­guez, Oma­ra Por­tuon­do, Frank Fer­nán­dez y Celi­na Gon­zá­lez. Tam­bién nutren los reper­to­rios de acre­di­ta­das agru­pa­cio­nes y figu­ras de la músi­ca lati­na, como Rubén Bla­des, Gil­ber­to San­ta Rosa, Rober­to Roe­ma, Juan Luis Gue­rra, La Sono­ra Pon­ce­ña, Eddie Pal­mie­ri, Oscar D’ León y Andy Montañez.

Ade­más de estar al tan­to de la cali­dad de la músi­ca cuba­na, Adal­ber­to fue un defen­sor a ultran­za de los valo­res, en espe­cial entre los niños y los jóve­nes. Apro­ve­cha­ba cual­quier opor­tu­ni­dad para exhor­tar a res­ca­tar­los y a con­ser­var­los. «Siem­pre he dicho que la cul­tu­ra y la edu­ca­ción comien­zan en la casa y se reafir­man en la escue­la —dijo en la cita­da entre­vis­ta con JR—. Pien­so que debe­mos recu­pe­rar la edu­ca­ción cívi­ca, hacer nues­tras fra­ses tan sen­ci­llas, pero tan nece­sa­rias como: “Bue­nos días, Bue­nas tar­des, Bue­nas noches, Gra­cias…”. A veces la gen­te sale a la calle y las deja todas guar­da­das en la casa».

Duran­te más de cua­tro déca­das, y has­ta el momen­to de su dece­so, fue un triun­fa­dor. Los estri­bi­llos de sus temas pega­ban ense­gui­da en el gus­to popu­lar y se tara­rea­ban por doquier. Por su bri­llan­te tra­yec­to­ria en los esce­na­rios reci­bió múl­ti­ples reco­no­ci­mien­tos y dis­tin­cio­nes, entre ellos la Orden Félix Vare­la, pre­mios en Cuba­dis­co, el Pre­mio Nacio­nal de la Músi­ca y el home­na­je por sus 45 años de vida artís­ti­ca que le tri­bu­tó hace un año la dis­que­ra Bis Music, con un CD-DVD con 17 temas de su autoría.

A un perio­dis­ta que le pre­gun­tó cuál sería su más caro deseo y su sue­ño más pre­cia­do, le con­fe­só: «Si me fue­ra dado un deseo, pedi­ría un peda­ci­to en el alma de los bai­la­do­res. De ser así, habría cum­pli­do un sueño».

Tu deseo y tu sue­ño se cum­plie­ron, Caba­lle­ro del Son.

Las com­po­si­cio­nes de Adal­ber­to Álva­rez con­fi­rie­ron sono­ri­da­des con­tem­po­rá­neas al son. Foto: Toma­da del sitio web de Musicalia

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