Argen­ti­na. Matar al mun­do: Cha­co, el des­mon­te ama­zó­ni­co que sufre el país

Por Save­rio Lan­za, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 28 de sep­tiem­bre de 2021.

El des­mon­te es un eco­ci­dio. Se prac­ti­ca median­te el “cade­neo”, una cade­na inmen­sa, arras­tra­da por dos topa­do­ras, que no sólo arran­can árbo­les pre­co­lo­nia­les, sino tam­bién fau­na y pue­blos ori­gi­na­rios. Este sal­va­jis­mo está cen­su­ra­do en los medios de comu­ni­ca­ción masi­vos por­que ata­ñen intere­ses eco­nó­mi­cos tan­to esta­ta­les como privados.

Diga­mos, el tama­ño de una pelo­ta de fút­bol. Una de las núme­ro cin­co. Las pro­fe­sio­na­les. Diga­mos que no es de cue­ro sin­té­ti­co, sino que se con­vier­te en un esla­bón de hie­rro fun­di­do. Ese esla­bón se mul­ti­pli­ca por doce­nas, tal vez cien­tos. Y en cada pun­ta, una inmen­sa topa­do­ra empu­ja y empu­ja. Arras­tra y arra­sa. Pare­ce un cuen­to de la mito­lo­gía pos­mo­der­nis­ta, for­ja­do por una ima­gi­na­ción febril. Pero no. Así son los des­mon­tes. Así de sal­va­jes. Así pasa ‑por ejem­plo- en Chaco.

Así es la des­truc­ción del bos­que. Así se pro­du­ce el aca­pa­ra­mien­to de tie­rras. El Esta­do local ‑jun­to a cor­po­ra­cio­nes pri­va­das- avan­zan con la des­truc­ción del bos­que. En el medio, fami­lias que ‑des­de hace gene­ra­cio­nes ocu­pan tie­rras con bos­ques- están vien­do vul­ne­ra­dos sus dere­chos y el bos­que nati­vo. Apa­re­cen máqui­nas des­tru­yen­do todo lo que ven y lo que no ven, para el avan­ce extrac­ti­vis­ta. Es sis­te­má­ti­co, y es un cri­men del que los esta­dos son responsables.

Des­de la orga­ni­za­ción Somos Mon­te Cha­co lo vie­nen denun­cian­do des­de hace mucho tiem­po. “Esos son euca­lip­tos, lle­gan de Misio­nes o Corrien­tes. Van a la pla­ya ferro­via­ria de Resis­ten­cia. Car­gan a los vago­nes. Y lue­go a los buques. Una vez que devas­tan el bos­que nati­vo, lo que sigue es la pro­duc­cion indus­trial de soja y ‑en menor medi­da- de vacas (cria­das a modo indus­trial, no como hacen indi­ge­nas y crio­llos que las tie­nen suel­tas y cazan sus pro­pias vacas).

El cam­bio radi­cal se pro­du­jo a fines de los años 90, cuan­do se apro­bó la Ley 25.080, lla­ma­da de “Inver­sio­nes para bos­ques cul­ti­va­dos”. Los bene­fi­cios que otor­gó esta ley a las empre­sas fores­ta­les fue­ron el sub­si­dio de toda la línea pro­duc­ti­va, la exen­ción de impues­tos inmo­bi­lia­rios por las tie­rras sem­bra­das y del pago de ingre­sos bru­tos, la devo­lu­ción del IVA y la amor­ti­za­ción del impues­to a las ganan­cias, “esta­bi­li­dad fis­cal” por 30 años ‑lo cual sig­ni­fi­ca que no se les podrá aumen­tar la car­ga tributaria‑, y ade­más, reci­ben un sub­si­dio deno­mi­na­do como “apo­yo eco­nó­mi­co no rein­te­gra­ble”, lo que en sín­te­sis sig­ni­fi­ca que el Esta­do cubre los cos­tos de implan­ta­ción del nego­cio. Esta ley ven­cía en enero de 2009, pero fue pro­rro­ga­da a otros diez años por el Con­gre­so Nacio­nal, en noviem­bre de 2008. La pro­vin­cia de Cha­co se empe­zó a pre­pa­rar para implan­tar euca­lip­tos y gene­rar así mate­ria pri­ma alter­na­ti­va con el fin de “pre­ser­var el bos­que nati­vo”, por así decir­lo. Lo cier­to es que se tra­ta de un vir­tual eco­ci­dio. Etno­ci­dio tam­bién. Los pue­blos ori­gi­na­rios que viven inte­gra­dos a esos bos­ques son arra­sa­dos por la mega cade­na que arran­ca vidas y más vidas. De cua­jo, sin con­tem­pla­cio­nes de nin­gún tipo.

desmontes-cuarentena-agronegocio-2
(Ima­gen: Mar­tín Katz)

Dar­do y Mica per­te­ne­cen a Somos Mon­te Cha­co. Refle­xio­nan a dia­rio sobre esta pro­ble­má­ti­ca. Lle­van una vida de lucha en defen­sa de ese espa­cio medioam­bien­tal. Cono­cen al dedi­llo acer­ca del des­mon­te, la ley de bos­ques, la des­truc­ción de bio­di­ver­si­dad. Del saqueo y des­po­jo de tie­rras. De la sequía. De la emer­gen­cia hídri­ca. De la defo­res­ta­ción en Lati­noa­mé­ri­ca. De las cade­nas de des­truc­ción y medi­das cau­te­la­res. Del labu­ro en red y colec­ti­vo. De defen­der las ins­ti­tu­cio­nes demo­crá­ti­cas y el dere­cho a la infor­ma­ción. De la tenen­cia de la tie­rra. De la pro­tec­ción de los bos­ques, el agua y el aire. De la iden­ti­dad cul­tu­ral de las comu­ni­da­des y el terri­to­rio. De orga­ni­zar­se, edu­car y difun­dir. Del con­ve­nio 169. De la indus­tria gana­de­ra y agri­cul­tu­ra inten­si­va. De los loteos inmo­bi­lia­rios. De las fac­to­rías de cer­dos, acuer­dos y con­ta­mi­na­ción. De las evi­den­cias cien­tí­fi­cas. De la con­ser­va­ción de los bos­ques nati­vos. De las accio­nes en colec­ti­vo. De los dere­chos fun­da­men­ta­les y lo fun­cio­nal al extrac­ti­vis­mo. De la inter­pe­la­ción al sta­tus quo hege­mó­ni­co y destructivo.

Dar­do es ita­liano, des­de 2013 resi­de en Argen­ti­na. Seña­la que “la defo­res­ta­ción no es algo que ocu­rre sola­men­te en Cha­co, y a la vez no sola­men­te afec­ta a toda la Argen­ti­na sino al pla­ne­ta com­ple­to. En 2018 se con­for­mó la orga­ni­za­ción Somos Mon­te Cha­co, ins­pi­ra­da en la mis­ma orga­ni­za­ción que nació en la pro­vin­cia de Cór­do­ba, don­de hubo una impor­tan­te movi­da con la Ley de Bos­ques. Y todo nació por­que se esta­ba empe­zan­do a hablar de la actua­li­za­ción del orde­na­mien­to terri­to­rial del bos­que nati­vo, que es el mapa que regu­la qué tipo de acti­vi­da­des se pue­den hacer en cada tipo de bos­que de la pro­vin­cia de Cha­co, es decir cuá­les bos­ques se pue­den ‑de algu­na for­ma- ‘sacri­fi­car’ según la ópti­ca desa­rro­llis­ta, y cuá­les otros bos­ques deben ser uti­li­za­dos sos­te­ni­ble­men­te, o cuá­les no pue­den ser toca­dos. Estas son las tres cate­go­rías que exis­ten. Es simi­lar a los pro­yec­tos de zoni­fi­ca­ción de la mine­ría. La ley de bos­ques ‑que es la ley 26 331- esta­ble­ce estas tres cate­go­rías, iden­ti­fi­ca­das con los colo­res rojo, ama­ri­llo y ver­de, que mar­can los valo­res de con­ser­va­ción. En par­ti­cu­lar la cate­go­ría ver­de es la que per­mi­te el desmonte”.

Dar­do fre­na en su alo­cu­ción y advier­te: “Quie­ro acla­rar bien cuál es la dife­ren­cia entre el des­mon­te y el apro­ve­cha­mien­to fores­tal. Mucha gen­te con­fun­de la tala con el des­mon­te. Los camio­nes son lo que la gen­te ve. Pero éstos son ape­nas la pun­ta del ice­berg. Por­que detrás de los camio­nes están las topa­do­ras que tra­ba­jan con el sis­te­ma deno­mi­na­do “cade­neo”. Y cuan­do uno ve pasar los camio­nes con los tron­cos enci­ma, reite­ro, son la pun­ta del ice­berg. El des­mon­te se rea­li­za con dos topa­do­ras simi­la­res a las que se uti­li­zan para demo­ler edi­fi­cios, enor­mes máqui­nas a las que se les ata una cade­na con esla­bo­nes como las de los bar­cos de car­ga, esla­bo­nes gran­des como la cara de una per­so­na, de 50 metros de ancho, las cua­les vie­nen sien­do arras­tra­das por el piso por estas dos topa­do­ras, que arra­san con todo lo que se encuen­tran. Y habla­mos de miles de hec­tá­reas. No se uti­li­zan las moto­sie­rras o cosas pare­ci­das. Con esta téc­ni­ca son capa­ces de des­truir un bos­que gran­de como la Ciu­dad de Bue­nos Aires, en ape­nas días o sema­nas. Y esto es lo que está per­mi­ti­do por la Ley de Bos­ques en la cate­go­ría ver­de. Con lo cual, se cal­cu­la que se pier­den unos 200 árbo­les adul­tos por hec­tá­rea, y un pro­me­dio de 30.000 hec­tá­reas por año, sola­men­te en la pro­vin­cia de Cha­co, es decir unos 6 millo­nes de árboles”.

chaco-desmonte-bosque
(Ima­gen: GreenPeace)

Mica es Micae­la Camino, Doc­to­ra en Bio­lo­gía, inte­gran­te de Somos Mon­te, Redaf y direc­to­ra de Pro­yec­to Qui­mi­le­ro. Ella espe­ci­fi­ca que “cuan­do se rea­li­za el cade­neo no sola­men­te se arra­sa con los árbo­les sino que tam­bién des­tru­yen la bio­di­ver­si­dad y la fau­na. Allí viven ani­ma­les que muchos de ellos son endé­mi­cos, es decir que sola­men­te viven allí. Yo tra­ba­jo en el Pro­yec­to Quimilero”.

El peca­rí qui­mi­le­ro, taguá o peca­rí del Cha­co, cono­ci­do como el jaba­lí soli­ta­rio u ore­ju­do, chan­cho moro o colla­re­jo, es una espe­cie ame­na­za­da que solo exis­te en el Cha­co seco, “y cuan­do des­apa­re­ce el bos­que el bicho tam­bién des­apa­re­ce. Y a estos des­mon­tes muchas veces lo acom­pa­ñan con que­mas, que las hacen des­de afue­ra hacia aden­tro. Con lo cual es una tra­ge­dia para cual­quier ser vivo por­que no hay mane­ra de esca­par de eso, por­que son ani­ma­les sil­ves­tres, y a veces es el gana­do de la gen­te veci­na al lugar que se está des­mon­tan­do. Es una abe­rra­ción. Un ver­da­de­ro horror. Esto está prohi­bi­do. Pero es vio­la­do sis­te­má­ti­ca­men­te como tan­tas otras nor­mas ambien­ta­les en el Cha­co. Y aun­que no se pro­duz­can las que­ma­zo­nes, cuan­do des­apa­re­ce el mon­te des­apa­re­cen las espe­cies. Tam­bién des­apa­re­cen los ser­vi­cios y las con­tri­bu­cio­nes a nues­tro bien­es­tar y a la super­vi­ven­cia que nos brin­dan. Ellos ‑las espe­cies- rege­ne­ran el bos­que dis­per­san­do las semi­llas y defi­nien­do qué espe­cies vege­ta­les cre­cen y domi­nan el sis­te­ma. Ade­más son espe­cies que remue­ven el sue­lo y lo oxi­ge­nan. Es decir que todas estas espe­cies que des­apa­re­cen con­tri­bu­yen a la degra­da­ción del sue­lo. Enton­ces se pier­de el com­po­nen­te orgá­ni­co que per­mi­te que el sue­lo sea fér­til, impi­de con­ser­var la regu­la­ción cli­má­ti­ca y esto es algo de lo que en la pro­vin­cia del Cha­co ya esta­mos vien­do los resul­ta­dos. Para noso­tros, no ayu­da al cam­bio cli­má­ti­co. No pue­de ser que haya 40 gra­dos de calor en pleno invierno. Des­pués de una sequía de 2 años, no tene­mos más río Para­ná. En el Cha­co seco esta­mos vivien­do el segun­do año de sequía, con el sue­lo ero­sio­na­do cuan­do llue­ve, no pue­de rete­ner el agua. Esta se escu­rre y se inun­da. Es una catás­tro­fe ambien­tal lo que esta­mos viviendo”.

Dar­do remar­ca que “la mayo­ría de los árbo­les que se tum­ban, están allí des­de antes de que lle­ga­se el hom­bre blan­co al Cha­co. No es algo que cre­ció ayer. Inclu­so hay árbo­les que son ante­rio­res a la lle­ga­da de Cris­tó­bal Colón a Amé­ri­ca. De ahí la sig­ni­fi­ca­ción. En con­se­cuen­cia, no exis­te una ‘refo­res­ta­ción’, no hay una for­ma de reme­diar esto. Estos son bos­ques nati­vos y pri­ma­rios, que nun­ca fue­ron inter­ve­ni­dos a lo lar­go de la his­to­ria huma­na y que solo tuvie­ron una pre­sen­cia com­pa­ti­ble con su desa­rro­llo en la pre­sen­cia de los pue­blos ori­gi­na­rios. Y vale acla­rar que no esta­mos hablan­do de algu­nos pocos árbo­les, sino que están des­apa­re­cien­do regio­nes ente­ras. En los últi­mos 13 años, según un infor­me de WWF ‑World Wild­li­fe Fund, Fon­do Mun­dial para la Natu­ra­le­za- en la región del Gran Cha­co ‑lo cual inclu­ye una par­te de Boli­via y una par­te de Para­guay, aun­que la mayo­ría se con­cen­tra entre Argen­ti­na y Para­guay en lo refe­ri­do a la defo­res­ta­ción– se han per­di­do cin­co millo­nes de hectáreas. 

chaco-desmonte-bosque-2
(Ima­gen: GreenPeace)

Según datos reco­gi­dos has­ta julio de 2020, se per­die­ron 6,5 millo­nes de hec­tá­reas de bos­que nati­vo en los últi­mos 20 años en la Argen­ti­na. El 87% se per­dió en el par­que cha­que­ño, el segun­do foco de defo­res­ta­ción de Suda­mé­ri­ca des­pués del Ama­zo­nas. El 43% de esta pér­di­da fue duran­te la vigen­cia de la ley 26.331, cono­ci­da como Ley de Bos­ques y san­cio­na­da en 2007. Así lo infor­mó el Minis­te­rio de Ambien­te y Desa­rro­llo Sos­te­ni­ble. Los datos sugie­ren que, has­ta 2015, los ins­tru­men­tos de ges­tión de la nor­ma tuvie­ron un impac­to pro­gre­si­vo en la baja pau­la­ti­na de la tasa de defo­res­ta­ción, pero lue­go vol­vió a crecer.

A par­tir del 2016, ‑indi­ca el informe‑, la reduc­ción o eli­mi­na­ción de las reten­cio­nes a las expor­ta­cio­nes de gra­nos (espe­cial­men­te de soja) incen­ti­vó el des­mon­te para ampliar la fron­te­ra de esos cul­ti­vos en detri­men­to de la super­fi­cie de bos­que nati­vo, espe­cial­men­te en la región cha­que­ña. Esto pro­vo­có, ade­más, el des­pla­za­mien­to de comu­ni­da­des que desa­rro­lla­ban su eco­no­mía y cul­tu­ra en base al bos­que nativo.

Mica aña­de que “hay que­bra­chos que tar­dan 200 años en lle­gar a la adul­tez. Estos bos­ques cre­cie­ron en una cir­cuns­tan­cia ambien­tal dife­ren­te a la actual. Las explo­ra­cio­nes lle­va­ron a cabo des­via­cio­nes de cau­ces de ríos, ins­truc­cio­nes de hume­da­les, se empie­za a cana­li­zar las aguas, los pue­blos ori­gi­na­rios tenían tra­yec­tos mar­ca­dos en las dife­ren­tes zonas en sus migra­cio­nes, don­de había agua­das que ellos man­te­nían, pre­pa­ra­ban, cui­da­ban, las cua­les se iban sos­te­nien­do gra­cias a la cul­tu­ra de estas per­so­nas, man­te­nían estas aguas super­fi­cia­les al igual que las pas­tu­ras, y cuan­do se comen­zó a modi­fi­car ese sis­te­ma las con­di­cio­nes tam­bién se modi­fi­ca­ron. Toda esa hume­dad se per­dió abso­lu­ta­men­te. No se pue­de rege­ne­rar un bos­que en el cual los árbo­les tar­dan 200 años en cre­cer. Ade­más las con­di­cio­nes que esta­ban para que esto suce­die­ra ya no están más. La diver­si­dad ani­mal del mon­te tam­bién nece­si­ta de ese sos­tén del eco­sis­te­ma de bos­ques. Los árbo­les no son pos­tes con algo ver­de arri­ba, es todo un sis­te­ma inter­ac­tuan­do, un sis­te­ma vivo, de hecho la ley de bos­ques toma a los bos­ques como un orga­nis­mo mayor, for­ma­do por dis­tin­tas inter­ac­cio­nes y seres. Cabe des­ta­car enton­ces que lo que se está des­tru­yen­do va mucho más allá de lo que se ima­gi­na. Esta des­truc­ción no tie­ne licen­cia social. Las per­so­nas que habi­tan el mon­te, ya sean de pue­blos ori­gi­na­rios o peque­ños pro­duc­to­res de fami­lias crio­llas, no son las que rea­li­zan el des­mon­te, sino que es rea­li­za­do por gran­des empre­sas que obli­gan a las gen­tes a salir de sus casas, que lite­ral­men­te los corren con las topa­do­ras, que se meten en sus bos­ques y en sus casas, y las auto­ri­da­des están abso­lu­ta­men­te infor­ma­das de esto y no toman nin­gu­na deter­mi­na­ción al res­pec­to. El coro­la­rio de todo esto es que la pobla­ción pier­de el mon­te nati­vo a cam­bio de nada. Y hay cada vez más ham­bre. Y hay una con­cen­tra­ción de poder com­ple­ta­men­te absur­da. Ade­más de no saber a quién recurrir”.

chaco-desmonte-bosque-3
(Ima­gen: GreenPeace)

“Lo úni­co que tene­mos a mano para poder com­ba­tir el des­mon­te es infor­mar­se y orga­ni­zar­se”, aco­ta Dar­do. “Se debe ejer­cer pre­sión sobre todos los gobier­nos. Tan­to loca­les como nacio­na­les y orga­nis­mos inter­na­cio­na­les. Plan­tar árbo­les no es nin­gu­na solu­ción. Si todos los habi­tan­tes de la pro­vin­cia del Cha­co plan­ta­ran uno o dos árbo­les por año, no podría­mos recom­po­ner la des­truc­ción que se lle­va a cabo en los des­mon­tes. El pro­ble­ma no es el árbol sino lo que con­tie­ne el bos­que. Tene­mos que defen­der lo que sigue exis­tien­do y no pen­sar tan­to en refo­res­tar, y hacer­lo de for­ma orga­ni­za­da, infor­mán­do­se e informando”.

Mica sos­tie­ne que res­tau­rar es impor­tan­te. Y qeu es res­pon­sa­bi­li­dad de la per­so­na que vio­ló la ley. Aun­que admi­te que “no se solu­cio­na con la refo­res­ta­ción, por­que no es lo mis­mo plan­tar un euca­lip­tos don­de había un que­bra­cho. Acá hay res­pon­sa­bi­li­da­des tan­to eco­nó­mi­cas como pena­les. Es un cri­men lo que está ocu­rrien­do, y debe­ría­mos tra­tar­lo como tal. El tra­ba­jo de la lucha ambien­tal es fun­da­men­tal. En Somos Mon­te esta­mos tra­ba­jan­do des­de hace menos de 2 años. Yo ven­go rea­li­zan­do che­queos cuan­ti­ta­ti­vos des­de hace muchos años y cabe des­ta­car que se venía des­mon­tan­do una deter­mi­na­da can­ti­dad de bos­ques, y des­de la apa­ri­ción de la lucha medioam­bien­tal de Somos Mon­te, comen­zó a bajar. Ya bajó con la pri­me­ra medi­da cau­te­lar que logra­mos en la jus­ti­cia, que pos­te­rior­men­te fue cajo­nea­da, y sin embar­go tuvo un efec­to. Y si bien a veces la can­ti­dad de des­mon­te remon­ta, y nun­ca deja­ron de des­mon­tar, hemos logra­do dis­mi­nuir esa can­ti­dad. Está cla­ro que esto no es sufi­cien­te. Pero al mis­mo tiem­po hemos logra­do que la jus­ti­cia haya prohi­bi­do los des­mon­tes, tan­to la eje­cu­ción del des­mon­te como la entre­ga de per­mi­sos de des­mon­te. Es decir que el des­mon­te con topa­do­ras está prohi­bi­do por la jus­ti­cia. No así por la ley. Y esto ha sido logra­do por la lucha de un mon­tón de orga­ni­za­cio­nes. Se pue­den hacer muchas cosas, lo que no pode­mos hacer es espe­rar que el Esta­do lo solu­cio­ne por­que eso no va a ocu­rrir. El Esta­do es cóm­pli­ce. Lo que noso­tros tene­mos que hacer es avi­sar a nues­tros veci­nos, a nues­tros ami­gos, a toda la gen­te, orga­ni­zar­nos, con el obje­ti­vo de lle­var a cabo una acción que impi­da la con­ti­nui­dad de los des­mon­tes. Y empe­zar a hacer lo que se nos ocu­rra por­que nadie tie­ne una rece­ta para solu­cio­nar esto. Aho­ra, si una empre­sa quie­re venir a des­mon­tar y hacer un nego­cio, con tan­tos ojos enci­ma, qui­zá se vaya hacia otro lado. Esto tie­ne que ser una cons­truc­ción colec­ti­va. Lo que sí no pode­mos hacer es sen­tar­nos a espe­rar que nos maten, no es justo”.

“El gobierno del Cha­co está abso­lu­ta­men­te des­en­ten­di­do del tema del des­mon­te. Capi­ta­nich no nos ha reci­bi­do. Le lle­va­mos más de 10 mil fir­mas sobre este tema y no le impor­tó. Hemos soli­ci­ta­do pedi­dos de infor­mes sobre dife­ren­tes temas ambien­ta­les y nun­ca los ha faci­li­ta­do. El Cha­co es una pro­vin­cia en la que no se sabe cuán­tas fami­lias cam­pe­si­nos, crio­llas, ori­gi­na­rias exis­ten y viven en el mon­te. No sabe­mos cuán­tos son. No sabe­mos dón­de están. No tie­nen segu­ri­dad de la tenen­cia de su tie­rra. Debe­rían tener­la, por­que se encuen­tran allí des­de siem­pre. Sin embar­go hay espa­cio para las fábri­cas chi­nas de cer­dos. Ellos sí tie­nen su espa­cio. Iban a con­ta­mi­nar el agua, que esca­sea a rabiar en la pro­vin­cia. Y en el país tam­bién. En el Cha­co la gen­te saca agua con bal­des para dar­le de beber a sus ani­ma­les en las gran­jas. Y esta prác­ti­ca se extien­de duran­te todo el día por­que no hay agua. Pero espa­cio para fábri­cas chi­nas de cer­dos va a haber. Sin­ce­ra­men­te, es un chis­te maca­bro. Es decir que la poca agua que tene­mos la van a con­ta­mi­nar con estas fábri­cas, agua que ya está con­ta­mi­na­da por los pes­ti­ci­das y agro­tó­xi­cos de los mono­cul­ti­vos que vie­nen detrás de los des­mon­tes. Pen­sar en todo lo que hay que des­mon­tar para ali­men­tar a esos chan­chos es una locu­ra, con lo cual es inen­ten­di­ble qué es lo que le pasa por la cabe­za a estas per­so­nas“, seña­la Mica.

chaco-desmonte-bosque-8
(Ima­gen: GreenPeace)

Dar­do agre­ga en este sen­ti­do que “las fábri­cas por­ci­nas de Chi­na son un mode­lo que ya exis­te, con­ta­mi­na, y es una indus­tria que Chi­na se quie­re sacar de enci­ma en su pro­pio terri­to­rio. Chi­na tuvo una pes­te por­ci­na, lo cual devas­tó la pro­duc­ción de cer­dos en ese país. Lo que están tra­tan­do es de exter­na­li­zar los ries­gos y por eso es que la quie­ren traer a la Argen­ti­na. La alter­na­ti­va a todo esto es la pro­duc­ción fami­liar, el peque­ño y mediano pro­duc­tor. Y esto es lo que Argen­ti­na debe­ría apo­yar des­de el Esta­do, y tra­tar de hacer cre­cer, y no una mega indus­tria que vie­ne des­de el exte­rior con pro­me­sa de inver­sio­nes que no exis­te, y que sola­men­te va a redi­tuar ganan­cias para Chi­na, en este caso. Se debe enton­ces cons­truir des­de aba­jo un teji­do social de pro­duc­to­res loca­les, y cla­ra­men­te esto es algo que lle­va tiem­po y nadie quie­re solu­cio­nes lentas. 

Mica asien­te y rati­fi­ca: “A la vez, a nadie le con­vie­ne des­con­cen­trar el poder. Así es el caso de la soja, son pocas empre­sas y nada más, hacen todo ellas, tie­nen el pool de siem­bra, se que­dan con los cam­pos, des­pués hacen el acei­te, lue­go lo expor­tan, y son siem­pre los mis­mos. El poder está abso­lu­ta­men­te con­cen­tra­do. Y no lo digo yo, lean los infor­mes ofi­cia­les. Lo mis­mo ocu­rri­rá con las indus­trias por­ci­nas. En el Cha­co, el teji­do social de pro­duc­to­res loca­les ya exis­te, lo que ocu­rre es que no hay deci­sión polí­ti­ca de apo­yar a estos sectores”.

Como ciu­da­da­nos y ciu­da­da­nas noso­tros tene­mos dere­cho a la infor­ma­ción. Es decir que si noso­tros que­re­mos saber cómo es el acuer­do por­cino, tene­mos dere­cho a saber­lo. Al igual que sobre la mega­mi­ne­ría o cual­quier otro tipo de explo­ta­ción del medio ambien­te. Y ese pedi­do de infor­ma­ción debe ser entre­ga­do a todas las ofi­ci­nas del Esta­do en que vos crees que pue­dan lle­gar a tener algo de infor­ma­ción sobre el tema que vos estás nece­si­tan­do, por­que la ver­dad es que no sabe­mos a quién hay que pedir­le cier­tas infor­ma­cio­nes. Por lo tan­to lo mejor es pedír­se­lo a todas las áreas. Cada sec­tor tie­ne un cier­to tiem­po para res­pon­der esta soli­ci­tud de infor­ma­ción. Y tie­nen la obli­ga­ción de res­pon­der. En caso con­tra­rio esa soli­ci­tud de pedi­do, sella­da por el Esta­do, te que­da como un docu­men­to, un ante­ce­den­te legal de que no te res­pon­die­ron en tiem­po y for­ma, y que el Esta­do falló e incum­plió. En la expe­rien­cia que yo ten­go en Somos Mon­te, pue­do decir que yo creía que vivía­mos en una demo­cra­cia, con defec­tos y vir­tu­des, pero en una demo­cra­cia al fin. Sin embar­go me di cuen­ta que no es así. Vivi­mos en cual­quier cosa. Una pide infor­ma­ción y no se la dan. Una va a una audien­cia judi­cial y la gen­te de la ofi­ci­na de bos­ques entra y sale de las ofi­ci­nas de los jue­ces. Esto no qui­ta que una debe ejer­cer sus dere­chos como ciu­da­da­na. Pero es una situa­ción abso­lu­ta­men­te des­mo­ra­li­zan­te. El Esta­do no fun­cio­na para nada. Por eso es que tene­mos que ser un mon­tón y que tene­mos que salir a la calle, a defen­der nues­tros bos­ques. Son muchos los fren­tes. Es estar, salir a la calle, infor­mar, infor­mar­se, y están los tres pode­res del Esta­do con los cua­les se pue­de inter­ac­tuar. Noso­tros somos de la idea de que debe­mos jun­tar­nos entre muchas per­so­nas. Tene­mos que encon­trar cómo ser feli­ces en la diver­si­dad. Y cómo inter­ac­tuar para cons­truir des­de aba­jo hacia arri­ba. Por­que a la inver­sa, des­de arri­ba hacia aba­jo, lo úni­co que van a que­rer es pisarnos”.

chaco-desmonte-bosque-7
(Ima­gen: GreenPeace)

Entre 2016 y 2018 la tasa de defo­res­ta­ción vol­vió a aumen­tar. El 87% de la pér­di­da de dichos bos­ques corres­pon­de a la región del par­que cha­que­ño, prin­ci­pal­men­te San­tia­go del Este­ro (28%), Sal­ta (21%), Cha­co (14 %) y For­mo­sa (13%). Entre 2008 y 2018, el 47,2% de la defo­res­ta­ción ‑unas 845.832 hectáreas‑, corres­pon­dió a des­mon­tes auto­ri­za­dos den­tro de la cate­go­ría ver­de. El 52,8 % ‑unas 946.769 hec­tá­reas- se pro­du­jo en las cate­go­rías rojo y ama­ri­llo, es decir, en áreas que la ley prohí­be. Ade­más, se per­die­ron unas 983.467 hec­tá­reas en bos­ques no incor­po­ra­dos en los orde­na­mien­tos pro­vin­cia­les. Las cau­sas de la defo­res­ta­ción ‑prin­ci­pal­men­te- son la expan­sión y la diver­si­fi­ca­ción agro­pe­cua­ria, en espe­cial la agri­cul­tu­ra y la gana­de­ría intensivas.

Los bos­ques son fun­da­men­ta­les para la regu­la­ción hídri­ca; la con­ser­va­ción de la bio­di­ver­si­dad, del sue­lo y de la cali­dad del agua; la fija­ción de car­bono; la diver­si­fi­ca­ción y belle­za del pai­sa­je, ade­más de la defen­sa de la iden­ti­dad cul­tu­ral. La defo­res­ta­ción oca­sio­na la pér­di­da de bio­di­ver­si­dad, la reduc­ción en la capa­ci­dad de miti­gar el cam­bio cli­má­ti­co, gene­ra cam­bios hidro­ló­gi­cos con mer­mas en la capa­ci­dad pro­duc­ti­va de los sue­los y aumen­to del ries­go de inundaciones.

Ade­más, dis­mi­nu­ye la pro­vi­sión de ser­vi­cios eco­sis­té­mi­cos a la socie­dad, entre ellos: la poli­ni­za­ción de cul­ti­vos y flo­ra nati­va, la dis­per­sión de fru­tos y semi­llas, la rege­ne­ra­ción natu­ral de bos­que, inclu­yen­do los árbo­les leño­sos de inte­rés fores­tal, el con­trol bio­ló­gi­co de pla­gas de cul­ti­vos, la resi­lien­cia hidro­ló­gi­ca de los eco­sis­te­mas natu­ra­les y cul­ti­va­dos y la diver­si­dad gené­ti­ca de las espe­cies nati­vas de plan­tas y animales.

Tam­bién afec­ta la for­ma­ción, fer­ti­li­dad y dis­po­ni­bi­li­dad de sue­los, el valor esté­ti­co de los bos­ques, la pro­vi­sión de leña, made­ra, recur­sos ali­men­ti­cios y otros bie­nes de con­su­mo esen­cia­les para las comu­ni­da­des locales.

El infor­me, deno­mi­na­do “Cau­sas e impac­tos de la defo­res­ta­ción de los bos­ques nati­vos de Argen­ti­na y pro­pues­tas de desa­rro­llo alter­na­ti­vas”, fue rea­li­za­do por la Secre­ta­ría de Polí­ti­ca Ambien­tal en Recur­sos Natu­ra­les, a tra­vés de la Direc­ción Nacio­nal de Bos­ques y téc­ni­cos del Ins­ti­tu­to Nacio­nal de Tec­no­lo­gía Agro­pe­cua­ria (INTA) y la Aso­cia­ción Inge­nie­ros Fores­ta­les de Chu­but (Link al Sis­te­ma Nacio­nal de Moni­to­reo de Bos­ques de la Repú­bli­ca Argen­ti­na).

El mis­mo indi­ca que en los bos­ques nati­vos viven 5.064.918 habi­tan­tes (13% del total país). Hay unos 7.278 para­jes (69,8% de los para­jes del país) den­tro del Orde­na­mien­to Terri­to­ria­les de Bos­que Nati­vo (OTBN) y se cal­cu­la que del 13% de la pobla­ción del país que cum­ple con al menos un indi­ca­dor del índi­ce de Nece­si­da­des Bási­cas Insa­tis­fe­chas (NBI) el 8% vive en los depar­ta­men­tos con Bos­ques Nativos.

En tan­to, del Mapa de Pue­blos Ori­gi­na­rios, se deter­mi­nó que el 65,6% de las comu­ni­da­des indí­ge­nas regis­tra­das en el país están den­tro del OTBN. El mode­lo pro­duc­ti­vo que reem­pla­za al bos­que por pas­tu­ras o cul­ti­vos anua­les está vin­cu­la­do con la pér­di­da de empleo rural, la con­cen­tra­ción de la tie­rra y la migra­ción de la pobla­ción rural hacia los cen­tros urbanos.

No hay con­vi­ven­cia posi­ble. O son las topa­do­ras o es el bos­que. O son los nego­cia­dos entre pri­va­dos y el Esta­do, o es la vida del pue­blo. O es la vida, o es la muer­te. La lucha está servida.

Fuen­te: La tinta

Itu­rria /​Fuen­te

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *