Méxi­co. La rece­ta de AMLO para la inte­gra­ción sin injerencias

Por Alber­to López Girondo,Resumen Lati­no­ame­ri­cano, 1 de agos­to de 2021.

Foto: Andrés Manuel López Obra­dor (Xinhuá)

En un nue­vo con­tex­to regio­nal y cuan­do la decre­pi­tud de la OEA es cada día más evi­den­te, el man­da­ta­rio mexi­cano salió a la pales­tra con una pro­pues­ta que ya se venía ges­tan­do en esta par­te del mun­do pero que fue­ra sus­pen­di­da por los gobier­nos conservadores.

No sería extra­ño que algún día se le agra­dez­ca al uru­gua­yo Luis Alma­gro su paso por la Orga­ni­za­ción de Esta­dos Ame­ri­ca­nos. Bási­ca­men­te por­que con sus poses anti­po­pu­la­res extre­mas demos­tró por el absur­do la nece­si­dad peren­to­ria de ter­mi­nar con ese cor­set que inten­ta doble­gar a los lati­no­ame­ri­ca­nos des­de Washing­ton. Sus impos­tu­ras lle­ga­ron a tan­to que plan­teó ‑sin éxi­to por cier­to- una sesión extra­or­di­na­ria para tra­tar la situa­ción de Cuba… cuan­do ese país fue expul­sa­do en enero de 1962 en Pun­ta del Este en el mar­co de la Gue­rra Fría y por pre­sio­nes esta­dou­ni­den­ses. La rece­ta regio­nal para dejar atrás ese orga­nis­mo, a esta altu­ra anó­ma­lo, podría estar en el esbo­zo de plan que por estos días pro­pu­so el pre­si­den­te mexi­cano Andrés Manuel López Obra­dor, quien habló de sus­ti­tuir a la OEA por un “orga­nis­mo que no sea laca­yo de nadie”.

Pero los inten­tos de inte­gra­ción sin inje­ren­cias se vie­nen ges­tan­do des­de bas­tan­te antes. Una que cal­za como ani­llo al dedo nació en febre­ro de 2010, la Comu­ni­dad de Esta­dos Lati­no­ame­ri­ca­nos y Cari­be­ños (Celac), que inte­gran 33 paí­ses y que exclu­ye deli­be­ra­da­men­te a Esta­dos Uni­dos y Canadá.

La OEA fue crea­da en 1948 para “for­ta­le­cer la paz, la segu­ri­dad y con­so­li­dar la demo­cra­cia, pro­mo­ver los dere­chos huma­nos, apo­yar el desa­rro­llo social y eco­nó­mi­co favo­re­cien­do el cre­ci­mien­to” de la Amé­ri­ca y el Cari­be. Pero en con­cre­to bus­có arriar a los paí­ses de la región detrás de los intere­ses esta­dou­ni­den­ses. La retahí­la de gol­pes a cual más vio­len­to entre el que derro­có a Jaco­bo Arbenz y el regis­tra­do en Boli­via en 2019 nun­ca con­mo­vió la sen­si­bi­li­dad demo­crá­ti­ca, ni el fer­vor por los dere­chos huma­nos de la OEA. Lue­go de la revo­lu­ción cuba­na, los otros gobier­nos en la mira fue­ron siem­pre aque­llos que inten­ta­ron un camino que no fue­ra el de lacayo.

No es casua­li­dad que con la apa­ri­ción de pro­ce­sos vir­tuo­sos como el que enca­be­zó Hugo Chá­vez en 1999 y des­de 2003 Nés­tor Kirch­ner y Lula da Sil­va coin­ci­die­ran volun­ta­des de inten­tar otra for­ma de inte­gra­ción. En el caso del sur del con­ti­nen­te, la Una­sur era una coor­di­na­ción entre paí­ses más allá del color polí­ti­co de cada gobierno. Solo así pudie­ron sen­tar­se a una mis­ma mesa Chá­vez y Sebas­tián Piñe­ra o Rafael Correa y Álva­ro Uri­be, más allá de cier­tos chisporroteos.

La Celac, en cam­bio, le debe mucho de su ori­gen al gobierno cubano y a Evo Mora­les. Y no está de más recor­dar que adhi­rie­ron des­de el mexi­cano Feli­pe Cal­de­rón al para­gua­yo Fer­nan­do Lugo. Y que el pri­mer pre­si­den­te pro tém­po­re fue el chi­leno Piñe­ra, al que suce­dió Raúl Cas­tro. A lo lar­go de estos años y des­de el triun­fo de Mau­ri­cio Macri, la dere­cha regio­nal fue inten­tan­do vaciar de con­te­ni­do a los pro­ce­sos de inte­gra­ción. El caso más vio­len­to es el de Una­sur, que había impe­di­do en 2010 un cona­to de gue­rra que pre­ten­día des­atar Uri­be con­tra Chávez.

Una­sur impi­dió tam­bién un inten­to de gol­pe con­tra Evo en 2009 y abor­tó un levan­ta­mien­to poli­cial con­tra Correa un año más tar­de. Tenia una cláu­su­la demo­crá­ti­ca por la cual no fue reco­no­ci­do el gobierno sur­gi­do del gol­pe ins­ti­tu­cio­nal con­tra Fer­nan­do Lugo en 2012. Al regre­so de la dere­cha más acé­rri­ma al esce­na­rio regio­nal pron­to se creó el Gru­po de Lima, con el pro­pó­si­to de des­ti­tuir a Nico­lás Madu­ro en Vene­zue­la. Al que defi­nie­ron como un club “demo­crá­ti­co” y ale­ja­do de “ideo­lo­gis­mos” pero al que no ingre­sa­ban los que no acep­ta­ban sus reglas de juego.

Aho­ra Lima tie­ne otro color tras la lle­ga­da de Pedro Cas­ti­llo al gobierno. Pero el gru­po anti­cha­vis­ta vege­ta­ba des­de bas­tan­te antes. Hay nue­vas car­tas sobre la mesa y es natu­ral inclu­so que AMLO plan­tee la sus­ti­tu­ción de la OEA, un orga­nis­mo en tera­pia inten­si­va que con Alma­gro alcan­zó cum­bres jamas vis­tas en su historia.

“La pro­pues­ta-abun­dó el man­da­ta­rio mexi­cano- es ni más ni menos que cons­truir algo seme­jan­te a la Unión Euro­pea, pero ape­ga­do a nues­tra his­to­ria, a nues­tra reali­dad y a nues­tras iden­ti­da­des”. O sea, una Celac con los toques que Lula y Kirch­ner bus­ca­ron dar­le al Mer­ca­do Común del Sur. Con una piz­ca de Una­sur, como cuan­do AMLO agre­gó: “Diga­mos adiós a las impo­si­cio­nes, las inje­ren­cias, las san­cio­nes, las exclu­sio­nes y los blo­queos; apli­que­mos, en cam­bio, lo prin­ci­pios de no inter­ven­ción, auto­de­ter­mi­na­ción de los pue­blos y solu­ción pací­fi­ca de las controversias”.

Alber­to F. y la OEA

El Gru­po de Pue­bla es un foro inte­gra­do por líde­res pro­gre­sis­tas a títu­lo per­so­nal. Alber­to Fer­nán­dez for­ma par­te del gru­po fun­da­dor, jun­to con AMLO, el colom­biano Ernes­to Sam­per, el expre­si­den­te del gobierno de Espa­ña, José Luis Rodrí­guez Zapa­te­ro, y el chi­leno Mar­co Anto­nio Enrí­quez Omi­na­mi, entre otros. Al cele­brar el segun­do ani­ver­sa­rio, Fer­nán­dez se sumó en un encuen­tro vir­tual al recla­mo de AMLO y pidió refor­mu­lar a la OEA, a la que til­dó de “una suer­te de escua­drón de gen­dar­me­ría” sobre los gobier­nos populares.

Tras recla­mar una inves­ti­ga­ción sobre el rol de la OEA en Boli­via, pidió un mea cul­pa del secre­ta­rio gene­ral “por las cosas que ha hecho y tam­bién a la ins­ti­tu­cio­na­li­dad de Esta­dos Uni­dos por haber sos­te­ni­do a un hom­bre como (Luis) Almagro”.

“(Donald) Trump impo­nía su polí­ti­ca sobre Amé­ri­ca Lati­na y eso expli­ca muchas cosas que pasa­ron; eso expli­ca la OEA que tene­mos, expli­ca el BID que tene­mos, la divi­sión que tene­mos, el naci­mien­to del Gru­po de Lima, del Foro Pro­sur; todos meca­nis­mos que ser­vían a la polí­ti­ca de Trump y no a la uni­dad de Amé­ri­ca lati­na ni al desa­rro­llo ni al pro­gre­so de los lati­no­ame­ri­ca­nos”, agregó.

Fer­nán­dez con­vo­có a ins­ti­tu­cio­na­li­zar la uni­dad regio­nal median­te orga­nis­mos como la Celac, y plan­teó que Amé­ri­ca Lati­na tie­ne la “obli­ga­ción moral” y el “deber éti­co” de alzar­se fren­te a los blo­queos eco­nó­mi­cos a Cuba y Vene­zue­la en tiem­pos de pan­de­mia y sos­tu­vo que los Esta­dos, por una cues­tión “huma­ni­ta­ria”, no pue­den “que­dar­se calla­dos” en estas circunstancias.

fuen­te: Tiem­po Argentino

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