Femi­nis­mos. La resis­ten­cia de las jóve­nes afri­ca­nas más allá de las fronteras

Por Rose­bell Kagu­mi­re*, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 16 de agos­to de 2021.

Una nue­va gene­ra­ción de muje­res uti­li­za Inter­net para movi­li­zar­se, orga­ni­zar­se y unir­se en sus luchas para enfren­tar una opre­sión pro­fun­da­men­te arrai­ga­da por el poder patriarcal. 


A prin­ci­pios de 2020, jus­to antes de que la pan­de­mia se con­vir­tie­ra en la pala­bra y la vida, las jóve­nes ugan­de­sas acu­die­ron a Twit­ter para denun­ciar a los hom­bres que supues­ta­men­te las habían aco­sa­do y, en algu­nos casos, agre­di­do sexual­men­te. Estos hilos en Twit­ter cau­sa­ron un gran impac­to más allá del mun­do onli­ne y rom­pie­ron el silen­cio nacio­nal sobre los abu­sos sexua­les gene­ra­li­za­dos en el país.

Por pri­me­ra vez, las jóve­nes habla­ban al uní­sono, aun­que en algu­nos casos solo momen­tá­nea­men­te. Com­par­tie­ron sus expe­rien­cias vivi­das como super­vi­vien­tes de la vio­len­cia sexual y no hubo duda de que muchos de los que denun­cia­ron como vio­la­do­res habían ata­ca­do a varias jóve­nes. Este fue el momen­to #MeToo de Ugan­da, aun­que el impul­so para la ren­di­ción de cuen­tas ha sido una lucha lar­ga y difí­cil. Estas jóve­nes se apo­ya­ron en la valen­tía de las muje­res que habían con­ta­do sus his­to­rias ante­rior­men­te a pesar de la ira públi­ca a la que se enfrentaron.

La joven acti­vis­ta Shee­na Bagei­ne asu­mió la res­pon­sa­bi­li­dad por aque­llas que aún no podían hablar públi­ca­men­te de su expe­rien­cia. Reci­bió sus his­to­rias y las publi­có anó­ni­ma­men­te. Shee­na fue dete­ni­da, pasó una noche en un cala­bo­zo de la poli­cía, y pos­te­rior­men­te fue acu­sa­da de comu­ni­ca­ción ofen­si­va y ciber­aco­so. Así es como ope­ra el poder patriar­cal, des­de el silen­cia­mien­to en la red has­ta sis­te­mas esta­ta­les dis­pues­tos a «dar una lec­ción» a las muje­res que se nie­gan a callar.

Las jóve­nes ugan­de­sas res­pon­die­ron, des­de abo­ga­das has­ta espe­cia­lis­tas en salud men­tal y gue­rre­ras de las redes socia­les, y el hash­tag #FreeShee­na alcan­zó una gran popu­la­ri­dad. En pocas horas, se había con­ver­ti­do en un pro­ble­ma para la poli­cía impli­ca­da, que la dejó en liber­tad bajo fian­za. El caso de Shee­na sigue abier­to. Pero las accio­nes de sus com­pa­ñe­ras y la soli­da­ri­dad que sus­ci­tó demues­tran la agi­li­dad de la movi­li­za­ción de las muje­res jóve­nes en la era digi­tal, a pesar de las arrai­ga­das hege­mo­nías que aún pre­va­le­cen en la vida cotidiana.

Esta valen­tía se ha ins­pi­ra­do en la auda­cia de una lar­ga lis­ta de muje­res orga­ni­za­do­ras y resis­ten­tes. En los últi­mos años, la Dra. Ste­lla Nyan­zi, poe­ta y aca­dé­mi­ca, ha mar­ca­do la pau­ta de lo radi­ca­les que pue­den ser las muje­res jóve­nes si así lo desean. Ha reto­ma­do vie­jas for­mas de negar­se a la civi­li­dad cuan­do se tra­ta de quie­nes abu­san del poder. En un poe­ma en Face­book, des­cri­bió desa­fian­te­men­te al pre­si­den­te de Ugan­da cali­fi­cán­do­lo como un par de nal­gas por no pro­por­cio­nar toa­llas sani­ta­rias a las ado­les­cen­tes que habían aban­do­na­do la escue­la. Fue dete­ni­da, juz­ga­da y encar­ce­la­da duran­te más de un año.

Millo­nes de muje­res jóve­nes de todo el con­ti­nen­te afri­cano han encon­tra­do una voz común para la crea­ción de comu­ni­da­des, la orga­ni­za­ción y la movi­li­za­ción, apro­ve­chan­do el aumen­to cons­tan­te de la difu­sión de Inter­net y la pro­li­fe­ra­ción de telé­fo­nos inte­li­gen­tes más baratos.

A pesar de ser menos nume­ro­sas que sus homó­lo­gos mas­cu­li­nos en Inter­net, no se pue­de pasar por alto la indig­na­ción y orga­ni­za­ción auda­ces de las jóve­nes afri­ca­nas. El acce­so a la infor­ma­ción siem­pre ha sido cla­ve para el des­per­tar de cual­quier con­cien­cia. Para esta gene­ra­ción, a pesar de las dis­pa­ri­da­des eco­nó­mi­cas y digi­ta­les que aún per­sis­ten, el acce­so a la infor­ma­ción es mucho más rápi­do que para sus pro­pixs progenitorxs.

Al ver que otras jóve­nes se atre­ven a cru­zar las líneas que defi­nen el com­por­ta­mien­to cívi­co que se espe­ra de las muje­res, ellas tam­bién encuen­tran cora­je para unir­se a peque­ñas pero cre­cien­tes comu­ni­da­des. Los espa­cios onli­ne han per­mi­ti­do la orga­ni­za­ción pan­afri­ca­na. Una pro­tes­ta en Nami­bia o Sudán pue­de cono­cer­se rápi­da­men­te en otros paí­ses en cues­tión de horas o días, don­de otrxs pue­den encon­trar for­mas de mos­trar su solidaridad.

Según un infor­me del Afro­ba­ró­me­tro de 2019, la pro­por­ción de muje­res que uti­li­zan regu­lar­men­te Inter­net se ha dupli­ca­do con cre­ces en los últi­mos cin­co años en 34 paí­ses afri­ca­nos, pasan­do del 11 al 26 por cien­to. Pero el infor­me tam­bién mos­tró una bre­cha de géne­ro con­ti­nua del 8 al 11 por cien­to. Las muje­res tie­nen menos pro­ba­bi­li­da­des que los hom­bres de «poseer un telé­fono móvil, uti­li­zar­lo a dia­rio, tener un telé­fono móvil con acce­so a Inter­net, poseer un orde­na­dor, acce­der a Inter­net con regu­la­ri­dad y obte­ner sus noti­cias de Inter­net o de los medios sociales».

Las muje­res que par­ti­ci­pan en estas pla­ta­for­mas se enfren­tan a enor­mes desa­fíos. A menu­do no son con­si­de­ra­das como fuen­tes exper­tas, ni siquie­ra por sus cole­gas den­tro de cam­pa­ñas de movi­mien­tos pro­gre­sis­tas e inclu­so cuan­do los temas tra­tan sobre expe­rien­cias vivi­das por las muje­res. Otras veces, las voces de las muje­res jóve­nes son enca­si­lla­das y solo se les per­mi­te ser escu­cha­das en «temas de muje­res». La mar­gi­na­ción den­tro del dis­cur­so públi­co se extien­de al mun­do onli­ne, don­de las jerar­quías de quién es escu­chadx se recrean y se extien­den des­de el mun­do offli­ne. Muchas se reti­ran de las pla­ta­for­mas públi­cas y se refu­gian en gru­pos más peque­ños de amigxs de con­fian­za. Esto les nie­ga una voz públi­ca. Al igual que los hom­bres, tam­bién deben sor­tear la cre­cien­te ten­den­cia al cie­rre de Inter­net y a la vigi­lan­cia por par­te de los gobier­nos.

A pesar de estos obs­tácu­los, las voces femi­nis­tas afri­ca­nas están tenien­do un impac­to tan­to den­tro como fue­ra de Inter­net. Al igual que en el caso de los hom­bres, las per­so­nas con mayor acce­so a Inter­net son mayo­ri­ta­ria­men­te per­so­nas con un buen nivel edu­ca­ti­vo y lo sufi­cien­te­men­te adi­ne­ra­das como para pagar los cos­tos de acce­so a Inter­net. Pero el cre­cien­te núme­ro de colec­ti­vos femi­nis­tas, com­pro­me­ti­dos con la cola­bo­ra­ción y la inclu­sión, es un tes­ti­mo­nio del poten­cial de la polí­ti­ca inclusiva.

En algu­nos casos, cues­tio­nes que his­tó­ri­ca­men­te han sido tra­ta­das sim­ple­men­te como «cues­tio­nes de muje­res» están lle­gan­do len­ta­men­te al cen­tro de la dis­cu­sión polí­ti­ca. Lxs más jóve­nes del con­ti­nen­te están pre­sio­nan­do para que se pro­duz­can cam­bios que ni siquie­ra sus mayo­res, incluidxs quie­nes recha­zan el sta­tu quo, están faci­li­tan­do. Las voces femi­nis­tas están ganan­do pro­ta­go­nis­mo como par­te cru­cial de esta resistencia.

Por ejem­plo, la Coa­li­ción Femi­nis­ta en Nige­ria se movi­li­zó para res­pon­der a las nece­si­da­des de lxs mani­fes­tan­tes en las pro­tes­tas #End­SARS que sacu­die­ron Nige­ria en res­pues­ta a la bru­ta­li­dad poli­cial en octu­bre de 2020. Alre­de­dor de la mis­ma épo­ca, en Nami­bia, las mani­fes­tan­tes de #Shu­ti­tAll­Down, lide­ra­das por jóve­nes, exi­gie­ron accio­nes para abor­dar el femi­ni­ci­dio, la vio­la­ción y el abu­so sexual.

For­ma­da en 2019 duran­te el levan­ta­mien­to popu­lar con­tra el régi­men de Omar al Bashir, la ini­cia­ti­va #Sudan­Wo­men­Pro­test reu­nió a miles de muje­res para pro­tes­tar con­tra «la mili­ta­ri­za­ción, la injus­ti­cia gene­ra­li­za­da con­tra muje­res y niñas, los ase­si­na­tos por razo­nes de géne­ro y la nor­ma­li­za­ción de la vio­len­cia sexual como resul­ta­do de las seve­ras leyes dis­cri­mi­na­to­rias que siguen vigen­tes en Sudán». Las muje­res suda­ne­sas lle­va­ban déca­das resis­tien­do, pero su visi­bi­li­dad en la revo­lu­ción de 2019 que derro­có a Bashir pro­du­jo una «con­mo­ción» en el mun­do, ya que se hizo viral un vídeo de una mujer enci­ma de un coche diri­gien­do cán­ti­cos de pro­tes­ta. En mar­zo de 2021, la ini­cia­ti­va man­tu­vo la pre­sión sobre el gobierno de tran­si­ción de Sudán para que eli­mi­na­ra toda polí­ti­ca sexis­ta y discriminatoria.

Cono­ce­do­ras a la per­fec­ción de las cam­pa­ñas mun­dia­les de Inter­net como #Blac­kLi­ves­Mat­ter, #SayHer­Na­me y #IBe­lie­veHer, las jóve­nes de todo el con­ti­nen­te han toma­do sus pro­pias ini­cia­ti­vas. Al igual que sus homó­lo­gas de otros luga­res, han intro­du­ci­do pers­pec­ti­vas femi­nis­tas inter­sec­cio­na­les en su orga­ni­za­ción. En Sudá­fri­ca han for­ma­do movi­mien­tos por la jus­ti­cia de géne­ro, como las pro­tes­tas #AmI­Next en res­pues­ta a la vio­la­ción y el ase­si­na­to de la estu­dian­te uni­ver­si­ta­ria Uyi­ne­ne Mrwet­ya­na en 2019. Pero las jóve­nes tam­bién han sido líde­res cla­ve en los movi­mien­tos #Rho­des­Must­Fall y #Fees­Must­Fall.

Sin embar­go, fue­ra de inter­net los movi­mien­tos y colec­ti­vos de jóve­nes femi­nis­tas siguen mar­gi­na­dos inclu­so en los movi­mien­tos de jóve­nes que impul­san cam­bios polí­ti­cos. Lxs jóve­nes de Áfri­ca se orga­ni­zan cada vez más en bus­ca de un cam­bio radi­cal en la for­ma de gober­nar las nacio­nes afri­ca­nas, para con­se­guir dig­ni­dad y res­pe­to por las opi­nio­nes de la ciu­da­da­nía. Sin embar­go, sin la par­ti­ci­pa­ción igua­li­ta­ria y el lide­raz­go de las jóve­nes femi­nis­tas, esa trans­for­ma­ción social segui­rá sien­do difí­cil de alcanzar.

Las jóve­nes afri­ca­nas están apren­dien­do y ense­ñan­do que las luchas deben estar vin­cu­la­das y no plan­tear alter­na­ti­vas mutua­men­te exclu­yen­tes. En Nige­ria, por ejem­plo, las jóve­nes acti­vis­tas en medio de la cam­pa­ña #End­Sars con­tra la bru­ta­li­dad poli­cial tam­bién insis­ten en que #Nige­rian­Queer­Li­ves­Mat­ter (las vidas queer nige­ria­nas importan).

Pedir a las muje­res jóve­nes y a lxs afri­canxs queer que dejen de lado sus pro­pias luchas, con el argu­men­to de que la libe­ra­ción «nacio­nal» debe ser lo prio­ri­ta­rio, como hicie­ron nues­tras ante­ce­so­ras una y otra vez, no es aceptable.

Las muje­res fue­ron fun­da­men­ta­les en los movi­mien­tos por la inde­pen­den­cia y la resis­ten­cia coti­dia­na al domi­nio colo­nial. Pero a menu­do los pro­pios movi­mien­tos se trans­for­ma­ron en hege­mo­nías de la cla­se polí­ti­ca domi­nan­te. Aun­que hemos aumen­ta­do el núme­ro de muje­res en los par­la­men­tos de Áfri­ca has­ta igua­lar la media mun­dial del 25 por cien­to, el poder real tan­to en el gobierno como en la socie­dad está muy por deba­jo inclu­so de ese logro. La ver­da­de­ra libe­ra­ción de las muje­res y las mino­rías de las ata­du­ras intro­du­ci­das por la sub­ver­sión colo­nial en mate­ria de géne­ro, sigue sien­do elu­si­va. Des­de los hoga­res has­ta los bares, pasan­do por las calles y los luga­res de tra­ba­jo, a pesar de todos los avan­ces logra­dos en el «empo­de­ra­mien­to de las muje­res», toda­vía no hemos vis­to la ver­da­de­ra libe­ra­ción de las mis­mas, en el sen­ti­do de que pue­dan cami­nar por este mun­do libres en su pro­pia piel y sus pro­pios cuer­pos, libres de violencia.

Con fre­cuen­cia se espe­ra que las per­so­nas opri­mi­das, en este caso, las jóve­nes afri­ca­nas y las per­so­nas de géne­ro diver­so, sean edu­ca­das al exi­gir que se les reco­noz­ca su ple­na huma­ni­dad, con fra­ses con­des­cen­dien­tes como «estás pidien­do demasiado».

Pero, ¿quién defi­ne lo que es dema­sia­do para la liber­tad y la exis­ten­cia de cual­quier per­so­na? Para Shee­na Bagei­ne y Ste­lla Nyan­zi aquí en Ugan­da, y para las muje­res jóve­nes y lxs afri­canxs queer que se resis­ten a la des­hu­ma­ni­za­ción en todo el con­ti­nen­te, la res­pues­ta es ser «dema­sia­do». Solo sien­do «dema­sia­do» pue­den sur­gir nue­vas grie­tas en el muro de las dic­ta­du­ras patriarcales.


Rose­bell Kagu­mi­re es escri­to­ra, blo­gue­ra pre­mia­da, acti­vis­ta femi­nis­ta pan­afri­ca­na y estra­te­ga de comu­ni­ca­ción. Es la actual coor­di­na­do­ra y edi­to­ra de Afri​can​Fe​mi​nism​.com. Tam­bién es coedi­to­ra del libro recien­te El papel del patriar­ca­do en el retro­ce­so de la demo­cra­cia, dedi­ca­do a los paí­ses de Áfri­ca Orien­tal y el Cuerno de Áfri­ca (dis­po­ni­ble para su des­car­ga gra­tui­ta). Para más infor­ma­ción sobre su tra­yec­to­ria, pue­de con­sul­tar­se esta entre­vis­ta de mar­zo de 2021.

Fuen­te: ANRed

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