Afga­nis­tán. El fan­tas­ma de Sai­gón reco­rre Kabul

Por Rubén Darío Guz­zet­ti, Resu­men de Medio Orien­te, 14 de agos­to de 2021.

Esta­mos en pre­sen­cia de otra derro­ta polí­ti­ca y mili­tar de EE UU y la Otan en Afga­nis­tán, segui­da de una bochor­no­sa reti­ra­da. Últi­mo acto de una sal­va­je inva­sión que ha deja­do como sal­do cien­tos de miles de muer­tos y varios millo­nes de desplazados.

Fun­cio­na­rios de la emba­ja­da de EE UU en Kabul temen un final simi­lar al de Sai­gón en 1975, cuan­do a las 3 de la madru­ga­da del 30 de abril el emba­ja­dor Graham Mar­tin esca­pó en heli­cóp­te­ro para sal­var su vida.

Pero más allá de la his­to­ria pre­via de Afga­nis­tán, nos intere­sa dete­ner­nos en los moti­vos de la lle­ga­da de EE UU y el sal­do geo­po­lí­ti­co des­pués de 20 años de inter­ven­ción unilateral.

Fina­li­za­da la gue­rra fría, EE UU que­dó due­ño del mun­do. En sus pla­nes esta­ba des­em­bar­car en Asia cen­tral, por su impor­tan­cia geo­po­lí­ti­ca, y encon­tró en el terro­ris­mo la excu­sa per­fec­ta. Terro­ris­mo que EE UU siem­pre esti­mu­ló y asis­tió para recu­rrir a sus ser­vi­cios en dis­tin­tos paí­ses. Así, el supues­to com­ba­te lo auto­ri­za a inter­ve­nir en cual­quier terri­to­rio, como en Medio Orien­te y nor­te de Áfri­ca con la cola­bo­ra­ción del finan­cia­mien­to de las monar­quías petroleras.

¿Qué bus­ca­ba EE UU en la región?

1) Apli­car la teo­ría de la gue­rra sin fin o caos per­ma­nen­te de Donald Rums­feld, exse­cre­ta­rio de Esta­do, y el almi­ran­te Arthur Cebrows­ki, que con­lle­va­ba la des­truc­ción y ato­mi­za­ción de los Esta­dos nacio­na­les. Lo con­si­guie­ron, sobre todo, en Afga­nis­tán, Irak y Libia.

2) Ele­var la pro­duc­ción de opio y heroí­na; con­tro­lar su flu­jo a EE UU, Euro­pa y Rusia; mul­ti­pli­car la ganan­cia de los ban­cos lava­do­res de dine­ro del nar­co­trá­fi­co ins­ta­la­dos en Wall Street y Lon­dres; finan­ciar movi­mien­tos terro­ris­tas como lo habían hecho con los con­tras nica­ra­güen­ses entre 197989. 3) Entre los gana­do­res no podían fal­tar las gran­des empre­sas pro­vee­do­ras de armas Lockheed Mar­tin, Boeing y Raython, entre otras.

4) Bene­fi­ciar a las empre­sas esta­dou­ni­den­ses vin­cu­la­das al gas y el petró­leo que explo­tan esos com­bus­ti­bles del Mar Cas­pio y lo tras­la­dan a Euro­pa por el corre­dor afgano.

5) Ame­na­zar a una Rusia poco con­fia­ble, que a par­tir del nue­vo siglo se con­vir­tió nue­va­men­te en enemigo.

6) Des­de esa posi­ción, con­tro­lar a Irán, pre­sio­nar a las exre­pú­bli­cas sovié­ti­cas y entre­nar terro­ris­tas para intro­du­cir­los en la pro­vin­cia Chi­na de Xin­jiang, don­de cuen­ta con pobla­ción musul­ma­na de la etnia uigur.

7) Difi­cul­tar todas las ini­cia­ti­vas de desa­rro­llo e inte­gra­ción de Chi­na como la Nue­va Ruta de la seda.

Esa con­duc­ta pre­po­ten­te duró poco. En 2015 el pue­blo sirio, su gobierno y la fuer­za aérea rusa le pusie­ron una bisa­gra a la his­to­ria. Las fuer­zas regu­la­res y mer­ce­na­rias de la Otan y EE UU se empan­ta­na­ron en la región. Los tali­ba­nes, a los que nun­ca pudie­ron con­tro­lar del todo, comen­za­ron a cobrar más fuer­za y a tomar el con­trol de ciu­da­des lue­go de que Biden anun­cia­ra la reti­ra­da en abril de este año.

En los últi­mos días y como fuer­te sín­to­ma del cam­bio de épo­ca, una dele­ga­ción tali­bán fue reci­bi­da en Chi­na por el can­ci­ller Wang Yi. Tras­cen­dió cier­to acuer­do en base al com­pro­mi­so tali­bán de evi­tar pro­vo­ca­cio­nes en la fron­te­ra con Chi­na y el gigan­te asiá­ti­co a su vez par­ti­ci­pa­ría en los pla­nes de recons­truc­ción y en el reem­pla­zo de pro­duc­ción de opio por ali­men­tos. La reu­nión se desa­rro­lló en el mis­mo salón en el que dos días antes el can­ci­ller había reci­bi­do a la segun­da del Depar­ta­men­to de Esta­do Wendy Sherman.

Chi­na se con­vier­te en el media­dor en la situa­ción y es pro­ba­ble que le evi­te otro Sai­gón (actual Ho Chi Minh) a EE UU. Pero ten­drá algún precio.

La reali­dad sugie­re que las aven­tu­ras mili­ta­res del “deep sta­te” o Esta­do pro­fun­do van lle­gan­do a su fin y que casi sin dar­nos cuen­ta comen­za­mos a tran­si­tar una nue­va era, la de un mun­do mul­ti­po­lar y multilateral.

fuen­te: Tiem­po Argentino

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