Cuba. Israel Rojas: Mi cora­zón para los que cons­tru­yen la paz y el entendimiento.

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 20 de julio de 2021

Des­pués de varios días fue­ra de Face­book, ya entien­do por qué tan­tos bue­nos ami­gos des­de fue­ra de Cuba o con VPN, me aler­ta­ban: «No entres, no te hará bien».

Ya me di mi buen baño de odios aje­nos. Odios indu­ci­dos o rena­ci­dos. Impos­ta­dos, mimé­ti­cos o genui­nos. Pero odios, al fin y al cabo.

Debe­ría estar acos­tum­bra­do, pero siem­pre me entris­te­cen los insul­tos y las rabias de los demás. Y no tan­to por mí, se los juro, sino por­que qui­sie­ra, de todo cora­zón, poder curar y hacer sen­tir ale­gría, amor, algo de paz. ¿Paz? No, la paz que se que­ría era la de los «corre­do­res huma­ni­ta­rios», que es la ante­sa­la de la paz de los sepul­cros y las fosas comunes.

Las mani­fes­ta­cio­nes de des­acuer­do y des­con­ten­to (a las cua­les debe tener dere­cho cual­quier ciu­da­dano) eran con­vo­ca­das en medio del pico pan­dé­mi­co. Lo cual me pere­ció insen­sa­to enton­ces y me pare­ce­rá terri­ble mañana.

Cuál es mi pecado:

Decir lo que pien­so hones­ta­men­te, como siem­pre. Enten­der que al pue­blo lo sal­va el pue­blo. Y que, a la angus­tia pan­dé­mi­ca, no se le debe impo­ner la angus­tia de la inse­gu­ri­dad social. Creer que el blo­queo no impo­ne un daño cola­te­ral, sino esen­cial (y en era de pan­de­mia, geno­ci­da) a mis hermanos.

¿Otros artis­tas tie­nen otro pun­to de vis­ta? Es su dere­cho. Lógi­co que pue­do estar equi­vo­ca­do en mis pareceres.

Acep­ta­ré el vere­dic­to de la his­to­ria. Los demás corren el mis­mo ries­go. No impor­ta­rá ni la elo­cuen­cia de los solis­tas ni la estri­den­cia del coro.

A Gior­dano Bruno por pre­di­car que el uni­ver­so era infi­ni­to, que no tenía un úni­co cen­tro y esta­ba lleno de mun­dos como el nues­tro le que­ma­ron ante cien­tos de per­so­nas, con tri­bu­nal y juicio.

Si estoy equi­vo­ca­do, no soy nada más que un sim­ple can­tau­tor. Al menos salí a la calle a vivir lo que suce­die­ra. No a pul­sa­cio­nes vir­tua­les des­de el teléfono.

No quie­ro el hala­go fácil de nadie. Pre­fie­ro que maña­na haya menos con­ta­gia­dos. No me impor­ta si maña­na están lle­nos los conciertos.

Pre­fie­ro que vuel­van a estar lle­nas las escue­las. No me impor­tan miles de likes o dis­li­ke robó­ti­cos u orgá­ni­cos. Pre­fie­ro que un niño o una sola niña entien­da Pata­kí de Liber­tad como un can­to con­tra el racis­mo o Dijo el Dia­blo, como una metá­fo­ra de res­pe­to al que pien­sa, sien­te o actúa diferente.

Gra­cias a los que se suman a ayu­dar en estos días con­tra la pandemia.

Mi cora­zón para los que cons­tru­yen la paz y el enten­di­mien­to entre los cuba­nos y los huma­nos todos.

Toma­do de Granma

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