Pen­sa­mien­to crí­ti­co. El lími­te de la democracia

Por Cami­lo Kata­ri, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 5 de mayo de 2021.

El uso de la fuer­za públi­ca del Esta­do para ase­si­nar al pue­blo, es el lími­te de la demo­cra­cia. El prin­ci­pio del “uso legí­ti­mo de la fuer­za” que se atri­bu­ye el Esta­do, en reali­dad es la libre dis­po­ni­bi­li­dad, para repri­mir y masa­crar al pue­blo, a quién debe­rían pro­te­ger.
Estas masa­cres ampa­ra­das en la ley, son una cos­tum­bre “demo­crá­ti­ca” en Amé­ri­ca Lati­na, gobier­nos de turno que impo­nen polí­ti­cas empo­bre­ce­do­ras para unos y de gran­des for­tu­nas para otros.
Colom­bia está sufrien­do, el uso “demo­crá­ti­co” de la vio­len­cia, un país don­de las Gue­rri­llas de las FARC toma­ron el difí­cil camino de la paz, y cuyo resul­ta­do ha sido la pér­di­da de sus diri­gen­tes, en suce­si­vas muer­tes selec­ti­vas, a la par diri­gen­tes socia­les, defen­so­res del medio ambien­te, muje­res diri­gen­tes, han caí­do en esta gue­rra no decla­ra­da que se vive en Colom­bia.
El sis­te­ma “demo­crá­ti­co” en Colom­bia ha per­mi­ti­do que una cas­ta se apro­pie del poder polí­ti­co, y some­ta al pue­blo a sus intere­ses de cla­se. Es la trá­gi­ca his­to­ria de la gran mayo­ría de los pue­blos del Abya Yala.
En Amé­ri­ca Lati­na, se ha tra­ta­do de impo­ner dis­cur­sos que miren a Cuba, Vene­zue­la y Nica­ra­gua, como los “malos” ejem­plos, en todos los paí­ses la dere­cha polí­ti­ca y los pode­res eco­nó­mi­cos repi­ten el mis­mo eslo­gan “No que­re­mos ser como Vene­zue­la, como Cuba” ¿y que es aho­ra Colom­bia? Un lugar de muer­te.
Para hablar de la vio­len­cia en Colom­bia, es pru­den­te recor­dar a las Venas Abier­tas de Galeano: “…duran­te diez años, entre 1948 y 1957, la gue­rra cam­pe­si­na abar­có los mini­fun­dios y los lati­fun­dios, los desier­tos y los sem­bra­díos, los valles y las sel­vas y los pára­mos andi­nos, empu­jó al éxo­do a comu­ni­da­des ente­ras, gene­ro gue­rri­llas revo­lu­cio­na­rias y ban­das de cri­mi­na­les y con­vir­tió al país ente­ro en un cemen­te­rio..” una de las gue­rri­llas optó por la paz, por la demo­cra­cia, pero las ban­das cri­mi­na­les siguen con su secue­la de muer­te.
Cono­ce­mos la vio­len­cia, cono­ce­mos de muer­tes y deten­cio­nes, pero tam­bién cono­ce­mos de vic­to­rias popu­la­res y del cora­je de los pue­blos, por eso tene­mos la fe pues­ta en esos miles de jóve­nes, en la min­ga cam­pe­si­na, en las muje­res que ven caer a sus hijos, tene­mos fe que final­men­te lle­ga­rá la vic­to­ria popu­lar. No que­re­mos la paz de los cemen­te­rios que nos die­ron las dic­ta­du­ras mili­ta­res, tam­po­co que­re­mos una paz “demo­crá­ti­ca” cuan­do se encu­bren ase­si­na­tos con el eufe­mis­mo de “fal­sos posi­ti­vos”.
Los dis­cur­sos y pro­me­sas no podrán borrar la san­gre de las calles de Cali, Siloé, y las otras tan­tas ciu­da­des que no pue­den mos­trar sus muer­tos, la com­pli­ci­dad de los medios de comu­ni­ca­ción es tan evi­den­te, como lo es en Boli­via, que sólo que­dan las redes socia­les para dimen­sio­nar las masa­cres en Colom­bia.
Final­men­te, pese a los pesa­res los pue­blos defi­nen su des­tino, y espe­ra­mos que ese día esté más cer­ca que lejos en una Colom­bia don­de la “san­gre del pue­blo hay..se derrama”.

Itu­rria /​Fuen­te

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