Nues­tra­mé­ri­ca. Chi­le: Del paro a la cons­ti­tu­yen­te… y Colombia?

Por Pie­dad Cór­do­ba Ruíz, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 22 de mayo de 2021.

La pan­de­mia y las argu­cias del gobierno de dere­cha de Sebas­tián Piñe­ra apla­za­ron un inexo­ra­ble triun­fo de la pri­ma­ve­ra chi­le­na ini­cia­da en 2019. A 47 años del gol­pe mili­tar y tras más de 30 años de soso gato­par­dis­mo, pode­mos decir que Chi­le ha ini­cia­do su retorno a la demo­cra­cia, y que el auto­ri­ta­ris­mo neo­li­be­ral ha que­da­do en ban­ca­rro­ta abso­lu­ta en el que fue­ra su expe­ri­men­to piloto.

Des­de los años seten­tas del siglo pasa­do has­ta hace poco menos de un lus­tro se nos qui­so ven­der a Chi­le como el país mode­lo para toda Amé­ri­ca Lati­na. Pro­pa­gan­dis­tas habla­ban del “mila­gro eco­nó­mi­co chi­leno” y lue­go de la tibia tran­si­ción pac­ta­da con el pino­che­tis­mo para aho­gar una insu­rrec­ción en cier­nes a fina­les de los años ochen­ta, se mos­tra­ba a Chi­le como país demo­crá­ti­co que había supe­ra­do ple­na­men­te tan­to la dic­ta­du­ra, como la con­flic­ti­vi­dad social y sobre todo el peli­gro de un gobierno de izquier­da. Nada más ale­ja­do de la reali­dad, y nada más reba­ti­do en el momen­to actual.

Lue­go de que los tec­nó­cra­tas colom­bia­nos copia­ran el “paque­te chi­leno” neo­li­be­ral con el sis­te­ma pen­sio­nal pri­va­ti­za­do y la des­re­gu­la­ción labo­ral en los años noven­ta, hoy el esta­ble­ci­mien­to de nues­tro país mira con temor a Chi­le y se esfuer­za por tra­zar dife­ren­cias impos­ta­das para que la actual cri­sis nacio­nal no tome el rum­bo de la nación aus­tral. En resu­men, duran­te casi medio siglo, Chi­le fue un “buen ejem­plo” para cal­car su neo­li­be­ra­lis­mo y auto­ri­ta­ris­mo, pero hoy no deben tener­se en cuen­ta la lucha del pue­blo chi­leno que está cons­tru­yen­do una sali­da a la cri­sis que engen­dra­ron los mis­mos mode­los eco­nó­mi­cos e ideas polí­ti­cas que impor­ta­ron las éli­tes colom­bia­nas de este país.

Des­de la Misión Chi­le­na que tra­jo el gobierno con­ser­va­dor de Rafael Reyes a que se le impu­sie­ra al ejér­ci­to colom­biano el mode­lo pru­siano, has­ta la imi­ta­ción del expe­ri­men­to eco­nó­mi­co que los lla­ma­dos “Chica­go Boys” ‑con Fried­man a la cabe­za- imple­men­ta­ron a san­gre y fue­go en la dic­ta­du­ra de Pino­chet, las éli­tes chi­le­nas fue­ron ins­pi­ra­ción para el man­te­ni­mien­to del sta­tu quo en Colom­bia. Hoy, cuan­do pese a las obvias dis­tan­cias y par­ti­cu­la­ri­da­des el esta­lli­do social de los dos paí­ses obe­de­ce a gran­des cau­sa­li­da­des muy simi­la­res en lo eco­nó­mi­co y lo polí­ti­co, es inevi­ta­ble leer las ense­ñan­zas del pue­blo chi­leno y de otros pue­blos de Nues­tra Amé­ri­ca para cons­truir una sali­da común a esta gra­ve cri­sis que tras más de 3 sema­nas de paro, se tor­na insos­te­ni­ble pero no se atis­ba su reso­lu­ción por un gobierno medio­cre e ile­gí­ti­mo como el de Duque.

El 18 de octu­bre de 2019 una juven­tud rebel­de naci­da en el neo­li­be­ra­lis­mo y cria­da en los gobier­nos de la “Con­cer­ta­ción”, ante un aumen­to de la tari­fa del bole­to sal­tó los tor­ni­que­tes del metro de San­tia­go gri­tan­do al mun­do: “No son 30 pesos, son 30 años” deno­tan­do que su indig­na­ción e incon­for­mis­mo no se aco­ta­ba a una medi­da pun­tual, ni a un plie­go rei­vin­di­ca­ti­vo, sino a un sis­te­ma cuya cri­sis hacia metás­ta­sis. La res­pues­ta del gobierno dere­chis­ta de Piñe­ra fue la más bru­tal repre­sión poli­cial que cer­ce­nó los ojos de cien­tos de mani­fes­tan­tes y ase­si­nó 34 per­so­nas, duran­te meses de movilización.

Cual­quier pare­ci­do con los paros de 2019 y 2021 en Colom­bia no es pura coin­ci­den­cia, es un mode­lo, aun­que hay que reco­no­cer que la mag­ni­tud de la leta­li­dad de la fuer­za públi­ca al ser­vi­cio de Duque no tie­ne pro­por­ción posi­ble en este con­ti­nen­te, como pue­de apre­ciar quien cote­je las cifras de víc­ti­mas en ambos países.

El esta­lli­do social chi­leno impli­ca un acu­mu­la­do de luchas socia­les de más de una déca­da que se ini­cia con la lla­ma­da “Rebe­lión de los Pin­güi­nos” en 2006, la gran movi­li­za­ción uni­ver­si­ta­ria de 2011, así como la sos­te­ni­da resis­ten­cia del pue­blo mapu­che, las cen­tra­les obre­ras e his­tó­ri­cos par­ti­dos de izquier­da que man­tu­vie­ron su vigen­cia tras la dic­ta­du­ra y los embe­le­cos de la con­cer­ta­ción. La chis­pa del esta­lli­do fue el des­gas­te del neo­li­be­ra­lis­mo en cri­sis mun­dial des­de 2008, suma­do a la inep­ta ges­tión de un Piñe­ra repi­ten­te ante una dere­cha sin recam­bio. La ruta de la sali­da chi­le­na al neo­li­be­ra­lis­mo tie­ne como mayor méri­to el par­tir de iden­ti­fi­car a la Cons­ti­tu­ción pino­che­tis­ta de 1978 con sus can­da­dos anti­de­mo­crá­ti­cos y neo­li­be­ra­les como cor­ta­pi­sas que debía remo­ver­se para poder satis­fa­cer las exi­gen­cias de las protestas.

La con­sig­na “Nue­va Cons­ti­tu­ción” se con­vir­tió en el hori­zon­te estra­té­gi­co de la rebe­lión chi­le­na, sin que no se lle­ga­sen a avan­zar en otras rei­vin­di­ca­cio­nes espe­cí­fi­cas como abrir el deba­te para refor­mar a los cara­bi­ne­ros o sin tener impor­tan­tes avan­ces elec­to­ra­les para la izquier­da. Esta sin duda es la mayor vir­tud del pue­blo de Chi­le. Como en Vene­zue­la, Ecua­dor, o Boli­via, las y los chi­le­nos enten­die­ron que no se podían resol­ver sus rei­vin­di­ca­cio­nes en el orden cons­ti­tu­cio­nal exis­ten­te, here­dad de la dic­ta­du­ra y el neo­li­be­ra­lis­mo. Chi­le com­pren­dió que la vie­ja cons­ti­tu­ción era par­te del pro­ble­ma y no de la solu­ción, entre otras por­que los meca­nis­mos anti­de­mo­crá­ti­cos y el mode­lo neo­li­be­ral esta­ban constitucionalizados.

En Colom­bia se sigue sacra­li­zan­do la Cons­ti­tu­yen­te de 1991, que no solo hoy no está vigen­te, sino que tras estos 30 años se nos ha deve­la­do como un pac­to exclu­yen­te en lo eco­nó­mi­co y en lo polí­ti­co, que en la prác­ti­ca cons­ti­tu­cio­na­li­zó la con­ti­nui­dad de la gue­rra. Yo mis­ma entré al Con­gre­so de la Repú­bli­ca en 1991 espe­ran­za­da por la aper­tu­ra demo­crá­ti­ca que impli­ca­ba dejar atrás la vetus­ta y con­ser­va­do­ra Cons­ti­tu­ción de 1886. Pero aun­que se tuvie­ron avan­ces impor­tan­tes en los pri­me­ros años, ‑como la Ley 70- rápi­da­men­te las expec­ta­ti­vas de demo­cra­ti­za­ción fue­ron sien­do supe­ra­das por la esen­cia neo­li­be­ral de la cons­ti­tu­ción y por la pro­fun­di­za­ción del auto­ri­ta­ris­mo del régi­men polí­ti­co que impli­có el ascen­so de un pro­yec­to fas­cis­toi­de des­de 2002. Hoy las calles de Colom­bia gri­tan con­tra pila­res de la Cons­ti­tu­ción vigen­te: con­tra la regla fis­cal, con­tra el des­co­no­ci­mien­to de los dere­chos socia­les como la salud o la edu­ca­ción y su nece­sa­ria gra­tui­dad, y con­tra la omni­po­ten­te vio­len­cia que ejer­ce una fuer­za públi­ca adies­tra­da en la con­tra­in­sur­gen­cia y que tra­ta a los civi­les como obje­ti­vos de gue­rra. Tam­bién se cla­ma por las pro­me­sas incum­pli­das de hace 30 años: des­cen­tra­li­za­ción, reco­no­ci­mien­to a los pue­blos étni­cos, demo­cra­cia real­men­te par­ti­ci­pa­ti­va, entre otras. La reso­lu­ción estruc­tu­ral de lo que pide la juven­tud que ha para­li­za­do el país, impli­ca inevi­ta­ble­men­te trans­for­mar un mar­co cons­ti­tu­cio­nal pen­sa­do hace tres déca­das con otros fines.
No pre­ten­do que se impor­ten mode­los, ‑como sí lo hicie­ron los neo­li­be­ra­les con el chileno‑, pero sí espe­ro que no se obje­te lo evi­den­te. Ante el temor insu­fla­do que la ultra­de­re­cha apro­ve­che un pro­ce­so cons­ti­tu­yen­te para impo­ner un esta­do de opi­nión, ‑sin negar los obvios ries­gos que tie­ne cual­quier esce­na­rio polí­ti­co- habría que decir que es un mie­do pue­ril creer que el peli­gro de una vic­to­ria uri­bis­ta se cier­ne sola­men­te sobre una Asam­blea Cons­ti­tu­yen­te y no tam­bién sobre las elec­cio­nes ordi­na­rias en este ama­ña­do poder cons­ti­tui­do. Una vez más emer­ge el ejem­plo chi­leno. Lue­go de una con­tun­den­te vic­to­ria de la dere­cha en 2017 que aún hoy se man­tie­ne en la pre­si­den­cia, el esta­lli­do de 2019 y la acti­tud no con­tem­po­ri­za­do­ra de vie­jas y nue­vas izquier­das ha logra­do que el anti­guo orden empie­ce a ser sepul­ta­do elec­to­ral­men­te. Se ganó el Sí a la Con­ven­ción Cons­ti­tu­cio­nal, se ganó que no fue­se un apén­di­ce del Con­gre­so, se logró su pari­dad, y este domin­go el voto popu­lar le negó el dere­cho a veto a los par­ti­dos de dere­cha. La his­tó­ri­ca Demo­cra­cia Cris­tia­na, pie­dra angu­lar del régi­men de la con­cer­ta­ción, ape­nas logró 3 cons­ti­tu­yen­tes, mien­tras la izquier­da con el Par­ti­do Comu­nis­ta y el Fren­te Amplio, jun­to a emer­gen­tes gru­pos inde­pen­dien­tes tie­nen amplias mayorías.

Como lo sen­ten­cia­ra con dig­ni­dad en su mar­ti­rio el pre­si­den­te Sal­va­dor Allen­de, se han abier­to de nue­vo las gran­des ala­me­das, por don­de pasa el pue­blo chi­leno libre para cons­truir una socie­dad mejor.

En Colom­bia, cuán­do lo logra­re­mos? El pri­mer paso es enten­der que el pro­ce­so cons­ti­tu­yen­te debe ser nues­tra ruta.

Itu­rria /​Fuen­te

Artikulua gustoko al duzu? / ¿Te ha gustado este artículo?

Twitter
Facebook
Telegram

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *