Inter­na­cio­nal. Espa­ña se va de Afga­nis­tán con más pre­gun­tas que respuestas

Por Dani­lo Albin. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 15 de mayo de 2021.

Este jue­ves regre­san los últi­mos mili­ta­res pre­sen­tes en el país asiá­ti­co. El pri­mer con­tin­gen­te lle­gó a Kabul en enero de 2002, al calor de la «gue­rra glo­bal con­tra el terro­ris­mo» que había anun­cia­do Bush tras los aten­ta­dos con­tra las Torres Geme­las. Según datos ofi­cia­les, 102 efec­ti­vos espa­ño­les murie­ron en el mar­co de esa misión.

El adiós ya está escri­to. La bien­ve­ni­da, tam­bién. Este jue­ves, los últi­mos mili­ta­res espa­ño­les pre­sen­tes en Afga­nis­tán aban­do­na­rán defi­ni­ti­va­men­te ese país y regre­sa­rán a Madrid, don­de les reci­bi­rán en un acto ofi­cial pre­si­di­do por el rey Feli­pe VI. Ter­mi­nan así casi 20 años de par­ti­ci­pa­ción en una gue­rra abier­ta por el Gobierno de Geor­ge Bush tras los aten­ta­dos con­tra las Torres Geme­las y que se enmar­có bajo el gené­ri­co con­cep­to de «gue­rra glo­bal con­tra el terro­ris­mo». Espa­ña for­mó par­te de ella, lo que dejó un sal­do de 102 mili­ta­res muer­tos y 3.500 millo­nes de euros en recur­sos des­ti­na­dos a tal misión.

A las puer­tas de ese regre­so, resul­ta difí­cil encon­trar voces de sol­da­dos dis­pues­tas a hablar sobre lo ocu­rri­do duran­te estos años. «Las órde­nes que se dan para evi­tar que se de infor­ma­ción fue­ra de los cau­ces del con­duc­to regla­men­ta­rio han sido con­ti­nuas y ame­na­zan­tes», expli­ca Jor­ge Bra­vo, por­ta­voz de la Aso­cia­ción Uni­fi­ca­da de Mili­ta­res Espa­ño­les (AUME)». En tal sen­ti­do, indi­ca que «rele­vo tras rele­vo los com­po­nen­tes de cada uno de estos tie­nen las órde­nes cla­ras y asu­mi­das de no dar infor­ma­ción». El silen­cio es total.

El pri­mer con­tin­gen­te espa­ñol lle­gó a Afga­nis­tán en enero de 2002, cua­tro meses des­pués de los aten­ta­dos de las Torres de Geme­las y de la con­si­guien­te decla­ra­ción de gue­rra por par­te de Geor­ge Bush con­tra el «terro­ris­mo glo­bal». En un apar­ta­do de su pági­na web dedi­ca­do a la misión en ese país, el minis­te­rio que aho­ra diri­ge Mar­ga­ri­ta Robles seña­la que «des­de el pri­mer momen­to, Espa­ña se invo­lu­cró jun­to a sus alia­dos en la paci­fi­ca­ción y recons­truc­ción de Afga­nis­tán». «Una ope­ra­ción en la que nues­tras Fuer­zas Arma­das han rea­li­za­do 28.000 patru­llas, reco­rri­do tres millo­nes de kiló­me­tros y efec­tua­do más de 1.400 misio­nes de des­ac­ti­va­ción de explo­si­vos», sostiene.

El minis­te­rio expli­ca que la misión espa­ño­la «ha ido adap­tán­do­se a lo lar­go de los años». En sus ini­cios vela­ban por la segu­ri­dad de la capi­tal, Kabul, y pos­te­rior­men­te, exten­die­ron su pre­sen­cia por todo el terri­to­rio para aca­bar con la insur­gen­cia, for­mar a las Fuer­zas de Segu­ri­dad Afga­nas y apo­yar a la recons­truc­ción de las infra­es­truc­tu­ras pro­vin­cia­les», señala.

Des­de 2014, las tro­pas espa­ño­las des­ple­ga­das allí for­man par­te de la misión «Reso­lu­te Sup­port» (Apo­yo Deci­di­do), cuyo obje­ti­vo sería «asis­tir, entre­nar y ase­so­rar a las ins­ti­tu­cio­nes afga­nas», una tarea en la que se impli­ca­ron «alre­de­dor de 13.000 mili­ta­res de 42 paí­ses». Espa­ña apor­tó en ese momen­to 420 efec­ti­vos; aho­ra que­dan 42, que serán los que regre­sa­rán este jue­ves a Madrid. En total, la misión espa­ño­la en terri­to­rio afgano movi­li­zó duran­te estas dos déca­das a 27.000 mili­ta­res. En tér­mi­nos eco­nó­mi­cos, el Ejér­ci­to esti­mó en 2015 que «el cos­te mate­rial para Espa­ña de su par­ti­ci­pa­ción en esta gue­rra ha sido de más de 3.500 millo­nes de euros».

«Espa­ña asu­mió un menor ries­go que otros paí­ses de la OTAN, al recu­rrir a las limi­ta­cio­nes auto­im­pues­tas que per­mi­te la Alian­za, y acor­dó el des­plie­gue en un lugar con­cre­to de menor peli­gro que otras pro­vin­cias y la no invo­lu­cra­ción en ope­ra­cio­nes de com­ba­te. Eso no sig­ni­fi­ca que no se hayan asu­mi­do ries­gos impor­tan­tes, que los des­plie­gues no hayan sido sig­ni­fi­ca­ti­vos o que no haya habi­do enfren­ta­mien­tos arma­dos y muer­tes, tan­to entre los sol­da­dos espa­ño­les como entre la pobla­ción afga­na», expli­ca Ale­jan­dro Pozo, inves­ti­ga­dor del Cen­tro Delàs de Estu­dios por la Paz y autor de dis­tin­tos infor­mes sobre la evo­lu­ción de la misión espa­ño­la en Afganistán.

Hace unas sema­nas, el Gobierno de Joe Biden anun­ció que las tro­pas de EEUU que aún que­dan en ese país darán el adiós defi­ni­ti­vo el pró­xi­mo 11 de sep­tiem­bre, coin­ci­dien­do con el ani­ver­sa­rio de los aten­ta­dos de las Torres Geme­las. EEUU tie­ne des­ple­ga­dos a día de hoy a más de 3.000 efectivos.

En vís­pe­ras del regre­so defi­ni­ti­vo de las tro­pas a Espa­ña, Pozo sos­tie­ne que !el obje­ti­vo que expli­ca la par­ti­ci­pa­ción de la misión se ha cum­pli­do: echar un cable a EEUU. Aun­que no fue el úni­co, ese fue el obje­ti­vo más impor­tan­te de Espa­ña –tam­bién de otros paí­ses– y hay algo que lo prue­ba: el mis­mo día en el que EEUU anun­ció que se reti­ra­ba, otros paí­ses tam­bién lo hicie­ron».
Del dolor al silencio

Al exsol­da­do Rober­to –se tra­ta de un nom­bre fic­ti­cio, ya que pre­fie­re guar­dar su iden­ti­dad pre­ci­sa­men­te por temor a una caza de bru­jas en el Ejér­ci­to– se le acu­mu­lan hoy los recuer­dos. Por su cabe­za no pasan pre­ci­sa­men­te imá­ge­nes heroi­cas, sino el ros­tro de un ami­go de la niñez. Se lla­ma­ba José Ber­nar­dino, era sar­gen­to del Ejér­ci­to y for­mó par­te de uno de los con­tin­gen­tes envia­dos por Espa­ña a Afga­nis­tán. Ber­nar­dino murió en el acci­den­te del heli­cóp­te­ro Cougar regis­tra­do el 16 de agos­to de 2005 cer­ca de la loca­li­dad de Herat, don­de se encon­tra­ba la base espa­ño­la. Tenía una hija de sie­te años.La ver­sión ofi­cial indi­có que el heli­cóp­te­ro se des­plo­mó por un «gol­pe de aire», algo que nun­ca aca­bó de con­ven­cer a fami­lia­res y com­pa­ñe­ros de las víc­ti­mas. «¿Un gol­pe de aire en un vue­lo tác­ti­co? Detrás venía otro heli­cóp­te­ro nues­tro, y des­de allí vie­ron que les lan­za­ban un misil«, afir­ma Rober­to. «Es ver­gon­zo­so que des­pués de 15 años –sub­ra­ya – , las fami­lias no sepan lo que pasó allí».

Afga­nis­tán tam­bién es sinó­ni­mo de Yak-42, el avión que se estre­lló en mayo de de 2003 sobre sue­lo tur­co con 75 per­so­nas a bor­do. Murie­ron 62 mili­ta­res espa­ño­les jun­to a 12 tri­pu­lan­tes ucra­nia­nos y un ciu­da­dano bie­lo­rru­so, lo que le con­vir­tió en el mayor acci­den­te aéreo en la his­to­ria de las Fuer­zas Arma­das espa­ño­las. La inves­ti­ga­ción pos­te­rior estu­vo pla­ga­da de irre­gu­la­ri­da­des, secre­tos y has­ta fal­si­fi­ca­cio­nes. De hecho, hubo dos coman­dan­tes sani­ta­rios con­de­na­dos a penas de pri­sión por fal­sear las iden­ti­da­des de los falle­ci­dos, pero todo aca­bó con un indul­to decre­ta­do por el Gobierno de Mariano Rajoy en 2012.

En mayo de 2017, 14 años des­pués de aque­lla tra­ge­dia, el minis­te­rio de Defen­sa que enton­ces diri­gía María Dolo­res de Cos­pe­dal reco­no­ció la res­pon­sa­bi­li­dad del Esta­do por per­mi­tir que se emplea­ra ese avión: «Han podi­do cons­ta­tar­se hechos ante­rio­res a la fecha del sinies­tro que habrían per­mi­ti­do a la Admi­nis­tra­ción pon­de­rar el espe­cial ries­go con­cu­rren­te en el trans­por­te de tro­pas en que se pro­du­jo el acci­den­te», admi­tió la ministra.

Con esos datos en la memo­ria, el por­ta­voz de AUME sub­ra­ya que «el des­gra­cia­do y evi­ta­ble acci­den­te del YAK- 42 mos­tró muchas cosas a la socie­dad por par­te de unos man­dos de las Fuer­zas Arma­das y de una par­te de la cla­se polí­ti­ca que care­cían del más míni­mo sen­ti­do de la res­pon­sa­bi­li­dad, del res­pe­to y de la huma­ni­dad».
«Sin res­pon­sa­bi­li­dad»

En ese con­tex­to, AUME tam­bién exi­gió que hubie­se jus­ti­cia tan­to en este caso como en el acci­den­te del Cougar, que aca­bó archi­va­do por un tri­bu­nal mili­tar «sin res­pon­sa­bi­li­dad penal algu­na». En 2017 se cono­ció que el minis­tro socia­lis­ta de Defen­sa, José Bono, había ocul­ta­do a los fami­lia­res de las víc­ti­mas del heli­cóp­te­ro una par­te sus­tan­cial del infor­me ela­bo­ra­do por la Comi­sión para la Inves­ti­ga­ción Téc­ni­ca de Acci­den­tes de Aero­na­ves Mili­ta­res (CITAAM), según publi­có en febre­ro de ese año el dia­rio ABC.

El secre­tis­mo tam­bién afec­tó a los sol­da­dos que esta­ban en aquel país cuan­do se pro­du­jo la caí­da del Cougar. «Lo pri­me­ro que hizo la cade­na de man­do fue rom­per las comu­ni­ca­cio­nes con Espa­ña: no podía­mos con­tar nada», afir­ma el exsol­da­do Rober­to. «Nos decían que ya se ponían ellos en con­tac­to con las fami­lias para decir­les cómo está­ba­mos –con­ti­núa – . Pero ya no solo con el acci­den­te del Cougar, sino tam­bién en otros casos que me tocó vivir: has­ta que no tie­nen todo ata­do, no dicen nada».

Foto: Óscar del Pozo (Euro­pa Press)

Fuen­te: Público

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