Femi­nis­mos. Mater­ni­dad for­za­da en Chi­le y este­ri­li­za­cio­nes masi­vas en Perú: las para­do­jas per­ma­nen­tes en Amé­ri­ca Lati­na que aten­tan con­tra dere­chos de las mujeres

Por Ceci­lia Gon­zá­lez, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 25 de mayo de 2021.

A unas, las obli­gan a ser madres. A otras, a no ser­lo. El común deno­mi­na­dor es que son muje­res a las que el Esta­do les impi­de deci­dir sobre sus pro­pios cuerpos.

Así lo demues­tran dos cau­sas judi­cia­les de tre­men­da actua­li­dad por­que evi­den­cian la per­ma­nen­te y vio­len­ta para­do­ja que vivi­mos en la región en mate­ria de dere­chos sexua­les y reproductivos.

Uno de esos casos se diri­me en Chi­le, en don­de cada año miles de muje­res, prin­ci­pal­men­te las que se encuen­tran en situa­cio­nes eco­nó­mi­cas más vul­ne­ra­bles, se aco­gen al Pro­gra­ma de Pla­ni­fi­ca­ción Fami­liar y Pater­ni­dad Res­pon­sa­ble que per­mi­te que el Esta­do les entre­gue píl­do­ras anticonceptivas.

El año pasa­do, el Ins­ti­tu­to de Salud Públi­ca advir­tió que varios lotes de pas­ti­llas esta­ban defec­tuo­sas. No ser­vían, por lo que tuvie­ron que reti­rar­las. Pero el daño ya esta­ba hecho.

De acuer­do con datos de Cor­po­ra­ción Miles, una orga­ni­za­ción que rea­li­za una impor­tan­te labor en pro de los dere­chos sexua­les y repro­duc­ti­vos de todas las per­so­nas en este país, más de 100 muje­res que­da­ron emba­ra­za­das sin que­rer­lo, cre­yen­do que se esta­ban cui­dan­do y siguien­do las indi­ca­cio­nes de pro­gra­mas públi­cos que fallaron.

Las falen­cias e irres­pon­sa­bi­li­dad del Esta­do no ter­mi­na­ron ahí. Resul­ta que estas muje­res no se les per­mi­te abor­tar, un dere­cho que las chi­le­nas con­quis­ta­ron a medias y recién en 2017, el año en el que, des­pués de déca­das de lucha, logra­ron que se des­pe­na­li­za­ra el abor­to por tres cau­sa­les: si el emba­ra­zo es pro­duc­to de una vio­la­ción, si la vida de la mujer está en peli­gro o si hay invia­bi­li­dad fetal.

Hoy haría fal­ta una cuar­ta cau­sal: que el emba­ra­zo sea pro­duc­to del uso de anti­con­cep­ti­vos inser­vi­bles pro­vis­tos por el Esta­do. Pero no exis­te, no está en la Ley y, por lo tan­to, las muje­res han teni­do que seguir ade­lan­te con una ges­ta­ción inde­sea­da, con el daño que ello con­lle­va a sus pro­yec­tos de vida y la sen­sa­ción de impo­ten­cia e injusticia.

La lucha sigue

Este caso demues­tra la urgen­cia de que Chi­le des­pe­na­li­ce el abor­to sin cau­sa­les, es decir, que bas­te la mera volun­tad de la mujer para inte­rrum­pir emba­ra­zos, ini­cia­ti­va que este año comen­zó a deba­tir la Comi­sión de Muje­res y Equi­dad de Géne­ro en la Cáma­ra de Diputados.

El dic­ta­men, que en prin­ci­pio se pen­sa­ba tener en abril para some­ter­lo a vota­ción ante el pleno, se ha pos­ter­ga­do una u otra vez des­pués de una serie de audien­cias vir­tua­les en las que los repre­sen­tan­tes de los sec­to­res más con­ser­va­do­res de Chi­le han rati­fi­ca­do su resis­ten­cia con un fal­so argu­men­to: argu­yen que las femi­nis­tas quie­ren «abor­to libre» o lega­li­za­ción, como la que se apro­bó en diciem­bre en Argen­ti­na, pero la ini­cia­ti­va solo plan­tea la des­pe­na­li­za­ción has­ta la sema­na 14 de ges­ta­ción, o sea, que nin­gu­na chi­le­na más sea cri­mi­na­li­za­da por inte­rrum­pir su embarazo.

La últi­ma audien­cia de la Comi­sión se reali­zó el 14 de abril, pero el pro­yec­to sigue estan­ca­do. Sin embar­go, las pers­pec­ti­vas son opti­mis­tas gra­cias al abru­ma­dor triun­fo que las y los can­di­da­tos inde­pen­dien­tes y/​o pro­gre­sis­tas tuvie­ron en las elec­cio­nes del 15 y 16 de mayo, en las que fue­ron vota­dos las y los 155 Con­ven­cio­na­les que escri­bi­rán una nue­va Constitución.

La his­tó­ri­ca pari­dad de géne­ro y la alta pre­sen­cia de lucha­do­ras femi­nis­tas que habrá en este nue­vo órgano abre una puer­ta de espe­ran­za a que, por fin, los dere­chos de las chi­le­nas que­den plas­ma­das en la Car­ta Mag­na y, sobre todo, sean respetados.

Con­tras­te

Pero si en Chi­le a un cen­te­nar de muje­res las obli­ga­ron a ser madres, a pesar de que habían con­fia­do en pro­gra­mas esta­ta­les de con­trol natal, en Perú esos mis­mos pro­gra­mas las for­za­ron a no ser madres, aun­que lo quisieran.

El sinies­tro moti­vo para que el Gobierno del expre­si­den­te Alber­to Fuji­mo­ri pusie­ra en mar­cha pro­gra­mas de este­ri­li­za­ción masi­va y no con­sen­ti­da por las pacien­tes, fue que no per­pe­tua­ran la mise­ria. Sí, por­que ellas per­te­ne­cían a los sec­to­res socia­les más bajos. Y, según sus cri­te­rios euge­né­si­cos, solo así Perú redu­ci­ría sus nive­les de pobre­za. Su eco­no­mía cre­ce­ría. Sería un país pujante.

Las este­ri­li­za­cio­nes ocu­rrie­ron en la déca­da del 90, pero el jui­cio comen­zó recién en mar­zo pasa­do. Es el pro­ce­so más recien­te al que está some­ti­do un líder polí­ti­co que ya está con­de­na­do en otras cau­sas por corrup­ción y vio­la­cio­nes a los dere­chos humanos.

El fis­cal Pablo Espi­no­za fue tajan­te en su acu­sa­ción: «Fuji­mo­ri tenía la inten­ción de redu­cir la tasa de nata­li­dad y así dis­mi­nuir los nive­les de pobre­za (…) la imple­men­ta­ción y apli­ca­ción se tor­nó polí­ti­ca de Esta­do, la inten­ción era este­ri­li­zar a todos los pobres por­que no hay agra­via­das de otros sec­to­res sociales».

Muchas de las víc­ti­mas eran indí­ge­nas y ni siquie­ra habla­ban espa­ñol. Jamás se les infor­mó que esta­ban sien­do some­ti­das a inter­ven­cio­nes qui­rúr­gi­cas que les impe­di­rían ser madres.

En el jui­cio se están inves­ti­gan­do 1.300 este­ri­li­za­cio­nes no con­sen­ti­das, pero la Defen­so­ría del Pue­blo cal­cu­la que, en reali­dad, entre 1995 y 2000 hubo más de 270.000 ope­ra­cio­nes de liga­du­ra de trom­pas y más de 22.000 vasec­to­mías, sin que se ten­ga pre­ci­sión cuán­tas de todas estas ope­ra­cio­nes fue­ron obligadas.

Has­ta aho­ra, alre­de­dor de 8.000 per­so­nas se han ins­cri­to en el Regis­tro de Víc­ti­mas de Este­ri­li­za­cio­nes For­za­das (Revies­fo) que el Minis­te­rio de Jus­ti­cia y Dere­chos Huma­nos abrió des­de el año 2016. Y, por fin, y por lo menos, reci­bi­rán una indemnización.

Sin jus­ti­cia

Más allá de que el jui­cio está en mar­cha, la impu­ni­dad tam­bién está al ace­cho. Kei­ko Fuji­mo­ri, la hija del dic­ta­dor y can­di­da­ta que se enfren­ta­rá al izquier­dis­ta Pedro Cas­ti­llo en la segun­da vuel­ta de las pre­si­den­cia­les de Perú, pre­vis­ta para el 6 de junio, ha anti­ci­pa­do una y otra vez que, si gana, una de sus pri­me­ras medi­das de Gobierno será indul­tar a su padre. El pue­blo peruano está avisado.

La sema­na pasa­da, por enési­ma vez, la can­di­da­ta se sumió en una con­tro­ver­sia. Aho­ra por el pro­ce­so más recien­te y toda­vía incon­clu­so con­tra su padre. 

«En el caso mal lla­ma­do ‘este­ri­li­za­cio­nes for­za­das’, ese fue un plan de pla­ni­fi­ca­ción fami­liar. Son inves­ti­ga­cio­nes que se vie­nen lle­van­do a cabo des­de hace 20 años y se han archi­va­do en cua­tro opor­tu­ni­da­des, pero por supues­to que somos res­pe­tuo­sos de las deci­sio­nes que autó­no­ma­men­te tome el sis­te­ma de jus­ti­cia, ya sea el Minis­te­rio Públi­co o el Poder Judi­cial», dijo Fuji­mo­ri, en su afán de mini­mi­zar uno más de los tan­tos crí­me­nes del expresidente.

Pero ahí están los tes­ti­mo­nios de las víc­ti­mas, las acu­sa­cio­nes que han repe­ti­do una y otra vez duran­te tan­tos años sin que has­ta aho­ra hayan logra­do atis­bo de una jus­ti­cia por haber­les muti­la­do sus cuer­pos para que no pudie­ran deci­dir cuán­do gestar.

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