Chi­le. En la víspera

Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 13 de mayo de 2021. 

Por úni­ca úni­ca vez en Chi­le, se ele­gi­rán a 155 con­ven­cio­na­les cons­ti­tu­yen­tes que esta­rán encar­ga­dos de ela­bo­rar una nue­va Cons­ti­tu­ción. El mane­jo mis­mo de la cri­sis sani­ta­ria con un ses­go cla­sis­ta, pone en evi­den­cia y pro­fun­di­za el pro­ce­so de pre­ca­ri­za­ción de la vida de las per­so­nas y la fal­ta de ingre­so de muchas familias.

La vís­pe­ra, una vez más Chi­le con­cen­tra toda la aten­ción. Unos 22.000 can­di­da­tos riva­li­zan por 2.768 car­gos públi­cos, como ante­sa­la del fin del Gobierno actual, pero no del modelo.

Los días 15 y 16 de mayo se vota para reno­var a alcal­des y con­ce­ja­les, pro­ce­so que tie­ne lugar cada cua­tro años. Para ele­gir a los gober­na­do­res regio­na­les y por úni­ca vez, a favor de 155 con­ven­cio­na­les cons­ti­tu­yen­tes, encar­ga­dos de ela­bo­rar una nue­va Constitución. 

Serán 17 asien­tos de esos 155 cons­ti­tu­yen­tes chi­le­nos, los repre­sen­tan­tes de los pue­blos indí­ge­nas, un 12,8 por cien­to del total de la pobla­ción, según reco­no­ce el Gobierno. Pre­sen­tes, la etnia mapu­che – la más numerosa‑, que­chua, ata­ca­me­ño, aima­ra, rapa nui, dia­gui­ta, colla, yagán, káwesq y chango.

Suce­de por man­da­to de cer­ca del 80 por cien­to de los chi­le­nos, quie­nes vota­ron el año pasa­do por ente­rrar la Car­ta Mag­na redac­ta­da duran­te la dic­ta­du­ra de Augus­to Pino­chet. Con ello se des­car­ta que cual­quie­ra de los actua­les legis­la­do­res pudie­ra for­mar par­te de la Asam­blea Constituyente.

El 21 de noviem­bre del 2021, ter­mi­na el man­da­to del mag­na­te Sebas­tián Piñe­ra, cuya popu­la­ri­dad pre­si­den­cial sigue en pica­da, como el mode­lo que repre­sen­ta. Sin embar­go, a sim­ple vis­ta la ultra­de­re­cha chi­le­na apun­ta­la el pódium que ha lle­va­do el inge­nie­ro y doc­tor en eco­no­mía gra­dua­do en la Uni­ver­si­dad de Harvard. 

En el 2010, cuan­do ini­ció su man­da­to en la Repú­bli­ca de Chi­le, tenía una for­tu­na valo­ra­da en cer­ca de 1.200 millo­nes de dóla­res y ya era pro­pie­ta­rio de varios nego­cios en su país. La aero­lí­nea LAN ‑LATAM Air­li­nes- figu­ra­ba como su prin­ci­pal inver­sión, con accio­nes equi­va­len­tes a unos 700 millo­nes de dóla­res, con­si­de­ra­da de las más impor­tan­tes de Amé­ri­ca Latina. 

Estu­vo en la Pre­si­den­cia de la nación de 2010 al 2014 y fue por más, en el 2018 has­ta el cam­bio en 2022, de la cual se va ‑al menos- con la tris­te ima­gen de con­du­cir al país con más muer­tos en Lati­noa­mé­ri­ca ‑des­pués de Bra­sil- duran­te la pan­de­mia, el récord míni­mo de popu­la­ri­dad y de ser acu­sa­do ante la Cor­te Penal Inter­na­cio­nal por crí­me­nes de lesa humanidad.

Casi­tas de barrio

La éli­te que gobier­na no pade­ce. Mien­tras el tiem­po pasa, la cas­ta se intere­sa en el botín mayor que siem­pre se han repar­ti­do, más que en dar­le solu­ción a la cri­sis chi­le­na, con­si­de­ra­da por el 70 por cien­to de la ciu­da­da­nía, como la peor des­de “el retorno a la democracia”. 

Repor­tes catas­tró­fi­cos mues­tran el fra­ca­so duran­te esta pan­de­mia, por la actua­ción errá­ti­ca y con­tra­dic­to­ria del Gobierno. A pesar del ace­le­ra­do pro­ce­so actual de vacu­na­ción, la tasa de mor­ta­li­dad en Chi­le se dis­pa­ró en el 2021 y alcan­zó la peor cifra en 45 años.

El mane­jo mis­mo de la cri­sis sani­ta­ria con un ses­go cla­sis­ta, pone en evi­den­cia y pro­fun­di­za el pro­ce­so de pre­ca­ri­za­ción de la vida de las per­so­nas y la fal­ta de ingre­so de muchas fami­lias. Aun cuan­do en el 2021, hubo un aumen­to del sala­rio míni­mo, tam­bién subió el valor de la canas­ta bási­ca alimentaria. 

San­tia­go, la ciu­dad capi­tal, ha cre­ci­do acor­de con su mode­lo neo­li­be­ral, con gran­des áreas segre­ga­das de pobla­ción pobre y enor­mes dife­ren­cias de ingre­so con las cla­ses altas. Bajos están­da­res de urba­ni­za­ción, edu­ca­ción, salud sec­ta­ria y de baja cali­dad. Los muni­ci­pios viven con un défi­cit financiero.

Foto: Cor­te­sía

Hace medio siglo, La Loma de la Flo­ri­da en área pró­xi­ma a la zona Metro­po­li­ta­na, comen­zó a ser más pobla­da. Un estu­dio del pro­fe­sor Javier Ruiz-Tagle, de la Uni­ver­si­dad de Chi­le, que inves­ti­ga la per­sis­ten­cia de la segre­ga­ción y la des­igual­dad en barrios social­men­te diver­sos, sir­ve de refe­ren­cia a la diná­mi­ca nacio­nal cita­di­na. Aquí se mues­tran la exclu­sión, la fal­ta de acce­so a opor­tu­ni­da­des y las rela­cio­nes entre gru­pos y cons­truc­cio­nes “sim­bó­li­cas” de la comunidad. 

En asen­ta­mien­tos semi­rru­ra­les, los tra­ba­ja­do­res agrí­co­las se asen­ta­ron en el terreno de La Loma, entre los años 1940 y 1970, que has­ta el momen­to per­ma­ne­cía des­ocu­pa­do. La comu­na de la Flo­ri­da, fue depo­si­ta­ria del úni­co plan de vivien­das socia­les de Chi­le, en el Gobierno de Sal­va­dor Allen­de, quien se encon­tró con un défi­cit habi­ta­cio­nal nacio­nal, de apro­xi­ma­da­men­te un millón de fami­lias sin casas y pre­ten­día eje­cu­tar unas 80.000 anualmente.

En la déca­da de 1990 logra­ron urba­ni­zar, al con­ver­tir­se en la comu­na más pobla­da de Chi­le. Con­vi­ven fami­lias en vivien­das socia­les, villas de cla­se media y media-baja. Ya en el 2000, cons­tru­yen con­do­mi­nios cerra­dos y barrios com­ple­ta­men­te nue­vos, para fami­lias de la cla­se media-alta. Hoy tie­nen una pobla­ción diver­sa, de unas 370.000 per­so­nas en La Flo­ri­da, la quin­ta comu­na de más habi­tan­tes de todo Chi­le. En La Loma, son unas 10.000 per­so­nas, de las cua­les un 33 por cien­to corres­pon­de al decil más rico de Chi­le, y un 18 por cien­to a los cua­tro deci­les más pobres.

El soció­lo­go de la Uni­ver­si­dad Cen­tral, Car­los Liva­sic, comen­ta que, Chi­le en su inter­na, man­tie­ne prác­ti­cas «pro­pias de los perío­dos de escla­vi­tud, don­de se pro­mue­ven los ciu­da­da­nos de pri­me­ra y segun­da categoría».

El alar­man­te nivel de des­igual­dad y pre­ca­rie­dad en Chi­le es fácil­men­te per­ci­bi­do. Obli­ga a tra­ba­jar a un 30 por cien­to de adul­tos mayo­res, cuen­tan unos 11.5 millo­nes de endeu­da­dos, más de 5 millo­nes de moro­sos (estu­dian­tes, deu­do­res habi­ta­cio­na­les, fami­lias que nece­si­tan ali­men­tos, etc.) y 850.000 per­so­nas subempleadas. 

«La dis­cri­mi­na­ción des­gra­cia­da­men­te no ha sali­do toda­vía de Chi­le y eso es fru­to de un cla­sis­mo social que es trans­ver­sal a la socie­dad». La fuer­te seg­men­ta­ción edu­ca­cio­nal y la segre­ga­ción resi­den­cial, hacen que este pro­ble­ma se man­ten­ga a lo lar­go de los años. Para com­ba­tir­lo, se plan­tea que el Esta­do debe mejo­rar la cali­dad de la ense­ñan­za e impul­sar una polí­ti­ca habi­ta­cio­nal, que no siga crean­do ghet­tos (gue­to) para los más pobres. Refi­rió Beni­to Baran­da, direc­tor de la fun­da­ción Amé­ri­ca Soli­da­ria, cuan­do ‑ape­nas una déca­da atrás- se emi­tió una medi­da que prohi­bía a «nanas» y tra­ba­ja­do­res, cami­nar en un exclu­si­vo con­do­mi­nio, lo que des­ató un gran deba­te res­pec­to de cuán inclu­si­vo es el país.

Foto: Cor­te­sía

En La Loma, los que entien­den de soli­da­ri­dad han ter­mi­na­do jun­tán­do­se duran­te la pan­de­mia, para ali­men­tar a las per­so­nas con ham­bre. Así se anun­cian en inter­net, con las “Ollas para Chi­le”: “Somos un gru­po de veci­nos que esta­mos com­pro­me­ti­dos en ayu­dar a los que más están sien­do afec­ta­dos por la pan­de­mia actual. Entre­gan­do un pla­to de comi­da a quien necesite”.

El siú­ti­co, los de arri­ba y los de abajo

En Chi­le se uti­li­za des­de los años 1980, una con­ven­ción inter­na­cio­nal que divi­de a las cla­ses socia­les en: ABC1 (cús­pi­de del sis­te­ma), C2 y C3 (cla­ses medias), D (pobre­za) y E (extre­ma pobre­za). Las cifras ofi­cia­les dicen que en 2011, los ingre­sos del 10 por cien­to más rico, eran 35,6 veces supe­rio­res a los del 10 por cien­to más pobre. Chi­le es, de hecho, uno de los paí­ses con mayor des­igual­dad del mundo.

En la Loma, los habi­tan­tes de bajos ingre­sos que tie­nen empleo, se ocu­pan del ser­vi­cio domés­ti­co, comer­cio de baja esca­la o emer­gen­te, ofi­cios para el inter­cam­bio y empleos de baja cali­fi­ca­ción, tan­to den­tro como fue­ra del barrio. La cla­se media, lla­ma­dos «siú­ti­cos» por la éli­te, usan la explo­ta­ción como un sím­bo­lo de estatus.

“Es una villa-dor­mi­to­rio ‑dice un resi­den­te- por­que salen todos a las 7 de la maña­na y lle­gan todos a las 8 de la noche. Y los que tie­nen niños, par­ten con los críos chi­cos, se los llevan”.

Por ejem­plo, en la calle Jar­dín Alto, hay cin­co loca­les comer­cia­les en vivien­das que cali­fi­can para el 10 por cien­to más rico de la pobla­ción. En otras pala­bras, el comer­cio de peque­ña esca­la, no es patri­mo­nio de la cla­se baja. Muchos habi­tan­tes de cla­se media, pre­fie­ren no entrar a los espa­cios de cla­se baja. 

La nue­va pobre­za se encuen­tra en los pro­ce­sos de pau­pe­ri­za­ción de la ciu­dad y la exclu­sión de vas­tos sec­to­res de la pobla­ción, en cuan­to al acce­so a bie­nes, ser­vi­cios y opor­tu­ni­da­des de dis­tin­to tipo, situa­ción que dete­rio­ra el teji­do social al inte­rior de las comu­ni­da­des afectadas.

Res­pec­to a las opor­tu­ni­da­des de edu­ca­ción, están limi­ta­das por la impla­ca­ble segre­ga­ción social y esco­lar. El Sis­te­ma de Medi­ción de la Cali­dad de la Edu­ca­ción, con­fir­ma mayor pun­ta­je en los cole­gios privados. 

La mayo­ría de los habi­tan­tes de La Loma tie­nen a sus hijos en 12 esta­ble­ci­mien­tos. Se tra­ta de cua­tro escue­las muni­ci­pa­les gra­tui­tas, cin­co cole­gios par­ti­cu­la­res sub­ven­cio­na­dos (que cobran des­de 25.000 a 100.000 pesos men­sua­les) y tres cole­gios par­ti­cu­la­res paga­dos (los que cobran más de 100.000 pesos men­sua­les, unos 142 dóla­res al cam­bio actual). 

“Ellos creen que son exclu­si­vos, que son pro­fe­sio­na­les. Por ser due­ños de autos, due­ños de esto… enton­ces mucha cosa nega­ti­va de par­te de ellos hacia noso­tros (…) o sea, ellos se expre­san los delin­cuen­tes de La Loma». dice Agus­ti­na, habi­tan­te de La Loma.

Algu­nos ele­men­tos exter­nos al barrio, han aumen­ta­do la des­con­fian­za de la cla­se media en un con­tex­to de baja socia­li­za­ción. Los escán­da­los de abu­so sexual y de vio­len­cia intra­fa­mi­liar y la explo­ta­ción mediá­ti­ca de la delin­cuen­cia. «Hay tan­ta cosa que anda pasan­do allá afue­ra», dicen muchos.

Fran­cis­ca, habi­tan­te de cla­se media-alta, es resi­den­te en Jar­di­nes de la Viña. Ella y su espo­so son pro­fe­sio­na­les y viven con dos hijos que van a la universidad. 

“La gen­te de Jar­di­nes de la Viña es tan siú­ti­ca”, díce­se de quien pre­ten­de ser fino y dis­tin­gui­do pero resul­ta ridícu­lo o pre­ten­cio­so. “El per­fil de esta gen­te de al lado es… el pro­fe­sio­nal joven que nor­mal­men­te vie­ne igual de esta­tus bas­tan­te medio-bajo, pero que ha podi­do sur­gir y se com­pra inme­dia­ta­men­te el tre­men­do coche”. Isi­do­ra, vive en Lo Cañas y tra­ba­ja en la Red de Defen­sa de la Pre­cor­di­lle­ra. Mues­tra des­pre­cio a la cla­se media, que la éli­te con­si­de­ra «arri­bis­ta», como una implí­ci­ta des­crip­ción de cómo se rela­cio­na la cla­se media, con la cla­se baja. 

«Noso­tros no que­re­mos que esta ‘chus­ma’ [habi­tan­tes de cla­se baja] ven­ga a vivir al lado de noso­tros. ¡Nues­tros hijos no van a poder ir a la calle! ¡Vamos a andar con mie­do de que nues­tros hijos vayan a ser vio­la­dos en la mis­ma calle! ¡Y aho­ra está lleno de borra­chos y dro­ga­dic­tos!». ¡Delan­te de esta gen­te! ¡Yo me moría de vergüenza!”

La sepa­ra­ción entre cla­se media y cla­se baja tie­ne sus raí­ces en la injus­ti­cia y el cla­sis­mo que gene­ra. “¡La loma es pura gen­te cho­ra!”, dice Patri­cio. El cho­ro, sue­le usar­se para men­cio­nar al de estra­to social y eco­nó­mi­co bajo, liga­do a la delin­cuen­cia y a la agresividad.

El cla­sis­mo en Chi­le ha sido poco estu­dia­do, pese a que se habla abier­ta­men­te, fuer­za divi­so­ria de la socie­dad. El ape­lli­do, el barrio y el cole­gio, son ele­men­tos sufi­cien­tes en Chi­le para cla­si­fi­car una estratificación.

Cuan­do una mujer

La femi­ni­za­ción de la pobre­za en Chi­le mues­tra una cifra alar­man­te. Son “ellas”, las muje­res, el 54, 3 por cien­to de los más vulnerables. 

Cuan­do hay una mujer que enfren­ta sola el desa­fío de man­te­ner a su fami­lia, no sólo afron­ta la fal­ta de ingre­so eco­nó­mi­co o de opor­tu­ni­da­des de tra­ba­jo, sino tam­bién las dis­cri­mi­na­cio­nes de géne­ro. Esta­dís­ti­cas de una déca­da atrás, no actua­li­za­das, seña­la­ban a casi el 40 por cien­to de muje­res pobres, sin tra­ba­jo. Aho­ra ubi­quen esa mise­ria en la pan­de­mia, con los hijos y toda una fami­lia en un peque­ño espa­cio, la Covid-19 en esca­la­da y la capa­ci­dad hos­pi­ta­la­ria al bor­de del colap­so. En las zonas más humil­des de la capi­tal, la gen­te tie­ne enfren­te la difí­cil elec­ción de arries­gar­se a morir de coro­na­vi­rus o de hambre.

Foto: Cor­te­sía

“La pan­de­mia ha evi­den­cia­do el ver­da­de­ro ros­tro del neo­li­be­ra­lis­mo, don­de el sis­te­ma públi­co no es capaz de res­pon­der”, expo­ne en exclu­si­va Simón Timi­che­lle Gon­zá­lez Monar­de, his­to­ria­dor y miem­bro de la Red de Abas­te­ci­mien­to Terri­to­rial, La Pincoya. 

“Por otro lado, tam­bién mues­tra la peor cara de la “muni­ci­pa­li­za­ción” de los ser­vi­cios de salud, es decir, que estos no están cen­tra­li­za­dos por el Minis­te­rio de Salud, sino que son admi­nis­tra­dos por la Muni­ci­pa­li­dad, y en el caso del segui­mien­to de los casos de Covid-19, no reci­ben ni un peso para finan­ciar estas actividades”.

“Sí, el Piñe­ra­vi­rus es más mor­tal que el coro­na­vi­rus. Pero más que Piñe­ra, es res­pon­sa­ble una éli­te polí­ti­ca en Chi­le, que lle­va por lo menos 30 años admi­nis­tran­do la ins­ti­tu­cio­na­li­dad de Pino­chet”, expone.

Foto: Xinhua

“Por eso, cuan­do Miche­lle Bache­let apa­re­ce cri­ti­can­do la res­pues­ta sani­ta­ria de Sebas­tián Piñe­ra, el actual man­da­ta­rio, bus­ca des­en­ten­der­se de una reali­dad, que ella, tan­to como minis­tra de Salud ‑de Ricar­do Lagos- y pre­si­den­ta de Chi­le en dos oca­sio­nes, ayu­dó a repro­du­cir. Por eso la fal­ta de hones­ti­dad, la hipo­cre­sía y el opor­tu­nis­mo de la éli­te polí­ti­ca en su con­jun­to, es brutal”.

“Las medi­das del Gobierno de Piñe­ra, van diri­gi­das a pro­fun­di­zar el mode­lo neo­li­be­ral. Limi­ta a las per­so­nas el cam­bio de un fon­do de pen­sión, moder­ni­za el sis­te­ma de inte­li­gen­cia y repre­sión poli­cial-mili­tar con, por ejem­plo, la lle­ga­da de fun­cio­na­rios de la Mari­na (con el mejor sis­te­ma de inte­li­gen­cia) a la Agen­cia Nacio­nal de Inte­li­gen­cia ‑ANI- y tam­bién con pro­yec­tos de ley orien­ta­dos a entre­gar más facul­ta­des al pre­si­den­te de la Repú­bli­ca, los encar­ga­dos de Cara­bi­ne­ros y FFAA de inte­li­gen­cia regio­na­les y pro­vin­cia­les”, comen­ta para tele­SUR el historiador.

“Es evi­den­te que hacen diag­nós­ti­cos de cómo ope­ran las orga­ni­za­cio­nes socia­les, con la idea de des­ar­ti­cu­lar­las o dis­mi­nuir su influen­cia. Asi­mis­mo, se ase­gu­ra la impu­ni­dad judi­cial de los res­pon­sa­bles (polí­ti­cos y de los gru­pos poli­cia­les, mili­ta­res y civi­les) de la repre­sión o ase­si­na­tos de líde­res socia­les o indí­ge­nas, lo que se ha vis­to pro­fun­di­za­do con el Esta­do de Emergencia”. 

“Des­de el 2020, se reac­ti­vó la pro­tes­ta social con una mani­fes­ta­ción por ham­bre, en la Comu­na de El Bos­que (zona sur de San­tia­go), como suce­dió en varios luga­res de Chi­le. A su vez, el Esta­do ‑des­de ese momen­to- reavi­vó los des­alo­jos de tomas de terreno, por par­te de pobla­do­res sin casa y las recu­pe­ra­cio­nes de terreno Mapu­che, dejan­do a cien­tos de per­so­nas en la calle”.

“Con la idea de hacer pro­se­li­tis­mo polí­ti­co con dine­ros fis­ca­les, el Gobierno, en su inten­to deses­pe­ra­do por subir en las encues­tas, deci­dió entre­gar “canas­tas fami­lia­res” o cajas de ali­men­tos a la pobla­ción más vul­ne­ra­ble. Esto tam­bién pro­du­jo que muchos ali­men­tos, como las legum­bres (en su mayo­ría impor­ta­das), subie­ron un ter­cio de su valor. Por ejem­plo ‑con­ti­núa el pro­fe­sor de USCH- los poro­tos burro de 2.000 a 2.800 pesos, y las len­te­jas de 1.200 a 2.000 pesos (los pre­cios varían según el lugar)», detalla.

Ade­más, aña­de que «así, el cos­to de la vida y de la ali­men­ta­ción, que ya ocu­pa par­te impor­tan­te de los gas­tos del sala­rio de las fami­lias, aumen­ta, obli­gan­do a las fami­lias a tener que ali­men­tar­se con comi­da de peor cali­dad o sim­ple­men­te dejar de con­su­mir ali­men­tos sanos y que ayu­den a for­ta­le­cer su sis­te­ma inmu­ne en esta pandemia”. 

“Mien­tras el con­ta­gio sigue des­con­tro­la­do, las gran­des empre­sas pre­sen­tan decre­tos a tra­vés de leyes exis­ten­tes o pro­yec­tos de ley, orien­ta­das a reac­ti­var la eco­no­mía de las Cons­truc­to­ras, Inmo­bi­lia­rias, Mine­ras, Pes­que­ras, Fores­ta­les, Agro­in­dus­tria, entre otras, con sub­si­dios, prés­ta­mos, y endeu­da­mien­to del país con el Fon­do Mone­ta­rio Internacional”. 

“Son varios los sec­to­res más vul­ne­ra­bles”, rese­ña el pro­fe­sor Timi­che­lle. “Según estu­dios de la Fun­da­ción Sol, el 38.9 por cien­to de la fuer­za de tra­ba­jo ocu­pa­da (3.6 millo­nes) no tie­nen con­tra­to de tra­ba­jo, la mayo­ría no tie­ne esco­la­ri­za­ción y rea­li­zan tra­ba­jos infor­ma­les. Del 61.1 por cien­to tie­ne con­tra­to en ocu­pa­cio­nes de pre­ca­ria remu­ne­ra­ción, un 50 por cien­to sólo gana menos de 400.000 dóla­res”, equi­va­len­te a unos 500 dóla­res americanos.

“Muchas fami­lias son enca­be­za­das por muje­res. Ese es uno de los gru­pos más vul­ne­ra­bles, por­que gene­ral­men­te tie­nen empleos pre­ca­rios en las colas de las ferias, comer­cio ambu­lan­te, o tra­ba­jos con con­tra­tos hacien­do aseo, como nanas u otros tra­ba­jos. Ade­más, muchas de ellas viven de alle­ga­das o arrien­dan peque­ñas casas o habitaciones”.

“Duran­te la cri­sis eco­nó­mi­ca pro­vo­ca­da por la pan­de­mia, el Gobierno ha ase­gu­ra­do a las empre­sas que no les toquen su bol­si­llo, mien­tras ha deja­do a miles de per­so­nas chi­le­nas y migran­tes en la calle. Aun­que los datos no están actua­li­za­dos, ya había entre 500.000 y 700. fami­lias sin casa”.

“La epi­de­mia ha pues­to las cosas dra­má­ti­ca­men­te cla­ras en Chi­le. Aho­ra, tal como ini­cia­ron los ciclos de pro­tes­ta en 1983, 2001, 2006, 2011, 2019, 2020, revien­ta el mode­lo chi­leno con pro­tes­tas que con­tie­nen un gri­to: ¡Tene­mos hambre!”

La ten­sión pro­vo­ca­da por las gran­des movi­li­za­cio­nes gene­ró la reac­ción de las éli­tes polí­ti­cas que enmas­ca­ran todas las cri­sis ‑en los últi­mos 40 años- y tam­bién la sanitaria.

Rec­ta final

Chi­le ha ino­cu­la­do a casi el 30 por cien­to de su pobla­ción con una dosis y un 15 por cien­to con las dos vacu­nas. Pero la pan­de­mia como la jus­ti­cia, es un asun­to social. 

El país sur­ame­ri­cano tie­ne más de 1.500 muer­tos por millón de habi­tan­tes, con 1.256.546 con­ta­gios des­de mar­zo de 2020, has­ta el 11 de mayo del 2021, según repor­te del Min­sal. Sólo dis­po­nen de 313 camas “crí­ti­cas”, por­que hay 3.102 per­so­nas en UCI, y 2.568 de ellas están uti­li­zan­do res­pi­ra­dor mecá­ni­co. El per­so­nal de salud está al límite.

En este esce­na­rio, quién augu­ra un cam­bio en Chi­le. La maqui­na­ria no ha falla­do para los par­ti­dos tra­di­cio­na­les en el poder, aque­llos que oxi­ge­na­ron la fór­mu­la del capi­ta­lis­mo neo­li­be­ral. Defi­ni­ti­va­men­te, defen­dien­do muy bien sus ganan­cias en el “mila­gro chileno”.

La dic­ta­du­ra del capi­tal. Como si fue­ra poco el lega­do que les dejó Pino­chet, por­que toda­vía se escu­chan sus pala­bras: «En este país no se mue­ve una hoja sin que yo lo sepa».

Por eso no es sufi­cien­te con la indig­na­ción de la izquier­da, con visio­nes con­tra­dic­to­rias y des­en­con­tra­das. Tal cual, no se unie­ron para estas elec­cio­nes. Como lo hicie­ra el ofi­cia­lis­mo, pac­tan­do con la dere­cha. “Chi­le Vamos”, es una coa­li­ción polí­ti­ca que agru­pa a cua­tro par­ti­dos de cen­tro­de­re­cha y dere­cha. Va y apa­re­ce en casi todas las pape­le­tas, en la pri­me­ra o segun­da línea de opcio­nes, como suce­de en la Florida.

Habrá buen cli­ma para los pró­xi­mos días. No se vis­lum­bran cam­bios de tem­pe­ra­tu­ra y menos para la jus­ti­cia. Aun así, varios jóve­nes mani­fes­tan­tes levan­ta­ron un car­tel que decía: “Allen­de, ten­go fe en Chi­le y su destino”.

Fuen­te: TeleSUR

Itu­rria /​Fuen­te

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