Bra­sil. Bol­so­na­ro incen­ti­va la ten­sión inter­na en el ejército

Por Eric Nepo­mu­ceno. Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 30 de mayo de 2021.

Des­de la reto­ma­da de la demo­cra­cia en Bra­sil, en 1985 y lue­go de 21 años de dic­ta­du­ra mili­tar, el Ejér­ci­to no vivía perío­dos de ten­sión inter­na como los que enfren­ta bajo la pre­si­den­cia del ultra­de­re­chis­ta Jair Bolsonaro.

En las elec­cio­nes pre­si­den­cia­les de 2018, los mili­ta­res se posi­cio­na­ron cla­ra­men­te al lado del ultra­de­re­chis­ta. Hubo inclu­si­ve una inter­ven­ción indi­rec­ta, pero cla­rí­si­ma, cuan­do el enton­ces coman­dan­te del Ejér­ci­to pre­sio­nó a los inte­gran­tes del Supre­mo Tri­bu­nal Fede­ral en vís­pe­ras de que se ana­li­za­se un pedi­do de habeas cor­pus pre­sen­ta­do por el ex pre­si­den­te Lula da Sil­va, fran­co favo­ri­to, para evi­tar ser preso.

Los inte­gran­tes de la cor­te supre­ma de Jus­ti­cia en Bra­sil se some­tie­ron a la pre­sión, y el res­to es historia.

Hay al menos seis mil uni­for­ma­dos, entre refor­ma­dos y acti­vos, espar­ci­dos por el gobierno. Con eso, agre­gan a sus suel­dos los bene­fi­cios de pagos suple­men­ta­res, y todos feli­ces. De los actua­les 22 minis­tros, nue­ve son mili­ta­res reti­ra­dos. Des­de la dic­ta­du­ra nun­ca hubo tal pro­por­ción. En una incon­gruen­cia olím­pi­ca, has­ta la jefa­tu­ra de la Casa Civil, que coor­di­na el gobierno, tie­ne a la cabe­za un gene­ral retirado.

Pese a toda esa gene­ro­si­dad con los uni­for­ma­dos, el ultra­de­re­chis­ta no logró lo que más aspi­ra: una alian­za con los altos man­dos del Ejér­ci­to. Todos sus esfuer­zos para poli­ti­zar a los coman­dan­tes no tuvie­ron éxi­to. Peor: haber man­te­ni­do a un gene­ral acti­vo, Eduar­do Pazue­llo, al fren­te del minis­te­rio de Salud, en una ges­tión tene­bro­sa, pro­vo­có inmen­so males­tar en el Ejér­ci­to, por el ries­go de ver­se con­fun­di­do con la polí­ti­ca que pro­vo­có el geno­ci­dio vivi­do por Brasil.

En mar­zo, irri­ta­do por acti­tu­des de gene­ra­les acti­vos con pues­tos de man­do que se rehu­sa­ron a salir en públi­co a defen­der la polí­ti­ca que impu­so duran­te la pan­de­mia, Bol­so­na­ro ale­jó abrup­ta­men­te a su enton­ces minis­tro de Defen­sa, gene­ral reti­ra­do Fer­nan­do Aze­ve­do e Sil­va, quien se negó a pre­sio­nar a los coman­dan­tes acti­vos para que defen­die­sen su polí­ti­ca de salud. Los tres coman­dan­tes renun­cia­ron de inme­dia­to, pero el pre­si­den­te orde­nó al nue­vo minis­tro de Defen­sa, un gene­ral reti­ra­do abso­lu­ta­men­te ali­nea­do, que los echa­ra, una medi­da de humi­lla­ción pública.

Nada, sin embar­go, lle­gó al nivel de ten­sión expe­ri­men­ta­do des­de el pasa­do lunes, con una vez más el mis­mo Pazue­llo en el cen­tro del huracán.

Por nor­mas y regla­men­tos inter­nos, es abso­lu­ta­men­te veda­do a mili­ta­res acti­vos par­ti­ci­par en even­tos de carác­ter polí­ti­co. Y el sába­do ante­rior fue pre­ci­sa­men­te lo que hizo Pazue­llo: se unióó a un des­fi­le de motos enca­be­za­do por Bol­so­na­ro, y al cie­rre del even­to subió a la tari­ma para, al lado del pre­si­den­te, diri­gir­se al público.

Al día siguien­te, el coman­dan­te en jefe del Ejér­ci­to, gene­ral Pau­lo Ser­gio Noguei­ra, anun­ció – como deter­mi­na el regla­men­to del arma – la aper­tu­ra de una inves­ti­ga­ción. La puni­ción pre­vis­ta va de adver­ten­cia a 30 días de prisión.

Empe­zó enton­ces un esti­rón de cuer­das entre el ultra­de­re­chis­ta y el alto man­do del Ejér­ci­to. Si el coman­dan­te Noguei­ra no avan­za con lo que deter­mi­na expre­sa­men­te el regla­men­to, pier­de auto­ri­dad. Si avan­za, el enfren­ta­mien­to con Bol­so­na­ro podrá lle­gar a con­se­cuen­cias tremendas.

La con­clu­sión será cono­ci­da en los pró­xi­mos días. La ten­den­cia de Bol­so­na­ro es seguir esti­ran­do la soga. La de los coman­dan­tes del Ejér­ci­to, encon­trar un tér­mino medio: una puni­ción cla­ra pero no extre­ma, bajo el com­pro­mi­so de Pazue­llo de final­men­te pasar a retiro.

La ten­sión, en todo caso, segui­rá cre­cien­do. Bol­so­na­ro insis­te en lla­mar a las tro­pas de “mi Ejér­ci­to» cuan­do ame­na­za movi­li­zar fuer­zas para impe­dir que gober­na­do­res y alcal­des impon­gan medi­das de ais­la­mien­to y res­tric­ción de trán­si­to mien­tras la pan­de­mia se man­ten­ga en su nivel más ele­va­do. Es pal­pa­ble el males­tar que la expre­sión pro­vo­ca en los cuarteles.

Entre ingre­sar en la aca­de­mia mili­tar y salir expe­li­do lue­go de una secuen­cia for­mi­da­ble de actos de indis­ci­pli­na, que le valie­ron inclu­si­ve pri­sio­nes, Bol­so­na­ro pasó en el Ejér­ci­to casi 15 años.

Entre su elec­ción como con­ce­jal y lue­go sus cua­tro man­da­tos como dipu­tado nacio­nal, más los dos años y medio como pre­si­den­te, como polí­ti­co pro­fe­sio­nal tie­ne más que el doble de tiem­po que tuvo como militar.

Sin embar­go, insis­te en recor­dar su con­di­ción de uni­for­ma­do. Y sobran indi­cios de que es pre­ci­sa­men­te ese el pun­to que más moles­ta a los actua­les altos man­dos del Ejér­ci­to: ser iden­ti­fi­ca­dos con el peor y más absur­do gobierno de la his­to­ria bra­si­le­ña en todos los tiempos.

Fuen­te: Pági­na 12

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