Cuba. Artis­tas con­te­po­rá­neas: Mar­ta María Pérez Bra­vo y su mues­tra Firmeza

Por Israel Gon­zá­lez Limia, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 6 de abril de 2021

foto: Serie Para con­ce­bir. 1985 – 1986. Pla­ta sobre gela­ti­na. 40 x50 cm.

Fir­me­za, mues­tra anto­ló­gi­ca de exce­len­cia, con esplen­dor den­tro de las cura­du­rías y las museo­gra­fías del arte con­tem­po­rá­neo cubano del Museo Nacio­nal de Bellas Artes. Su cura­do­ra la joven talen­to­sa Lau­ra Ara­ñó Aren­ci­bia, orga­ni­zó la mues­tra de una mane­ra impe­ca­ble, crean­do un “ambien­te” de locuaz comu­ni­ca­ción. Mues­tra a una artis­ta Mar­ta María Pérez Bra­vo, la cual usa la foto­gra­fía como tes­ti­mo­nio docu­men­tal de sus actos e ideas.

Pri­me­ra­men­te su accio­nar se diri­gió a la natu­ra­le­za, rela­cio­nan­do su obra al land art y al arte pove­ra. Pos­te­rior­men­te pro­yec­tó su inte­rés sobre el cuer­po y sus direc­tri­ces se enfa­ti­za­ron sobre el hap­pe­ning, el per­for­man­ce y el movi­mien­to Flu­xus, sin par­ti­ci­par de la acti­vi­dad de los mismos.

Influen­cia­da de los tra­ba­jos de Ana Men­die­ta y del gru­po Hexá­gono, de las bús­que­das antro­po­ló­gi­cas de Juan Fran­cis­co Elso, José Bedia y Ricar­do Rodrí­guez Brey, quie­nes por esos años inda­ga­ban en pro­pues­tas que mar­ca­rían pau­ta. Debi­do a esto toda su obra son actos no exhi­bi­dos, solo regis­tra­dos por el len­te fotográfico.

Su atre­vi­da mane­ra de dia­lo­gar con el cuer­po, nos remi­te a cier­tas aris­tas de carác­ter sado­ma­so­quis­tas, aun­que su prin­ci­pal obje­ti­vo esta dis­tan­te del sexo. La tor­tu­ra es, en su obra, un puen­te a la refle­xión basa­do en las creen­cias mís­ti­co reli­gio­sas, como prac­ti­can­te de cier­to exor­cis­mo per­so­nal a tra­vés de un mono­lo­go de lo sim­bó­li­co. Segui­do­ra tal vez del Mar­qués de Sade y del cine surrea­lis­ta de Luis Buñuel, refle­xio­na sobre el ins­tin­to bási­co del mun­do feme­nino. Hechi­ce­ra de la idea y el dolor psi­co­ló­gi­co, que con frial­dad cal­cu­la la ima­gen y sus con­se­cuen­cias. Habría que inda­gar des­de el psi­co­aná­li­sis freu­diano el alcan­ce de cada una de sus fotos y videos, para dilu­ci­dar has­ta qué pun­to dia­lo­go-eros –géne­ro y sado­ma­so­quis­mo se inter­co­nec­tan en su obra como ritua­li­dad y su rela­ción con la etno­gra­fía des­de el postmodernismo.

Obser­ven las series “Para con­ce­bir” (1985−86) y “Recuer­dos de nues­tro bebé” (1987−88). La artis­ta cons­cien­te del fuer­te impac­to visual que con­te­nían sus actos, ideó un meca­nis­mo, para amor­ti­guar la rup­tu­ra con las cos­tum­bres esta­ble­ci­das del con­su­mo de la ima­gen de una mujer como obra de arte. Uti­li­zó el retra­to como escu­do pero, no fue con­ven­cio­nal en la recrea­ción de la ima­gen de su ros­tro. Inclu­ye su cuer­po en seg­men­tos como herra­mien­ta de iden­ti­dad auto­bio­grá­fi­ca, apo­yán­do­se en lo psi­co­ló­gi­co y lo conceptual.

Serie Recuer­dos de nues­tro bebe. 1987 – 1988. Pla­ta sobre gela­ti­na. 40 x50 cm.

La des­nu­dez del cuer­po es en Occi­den­te un signo de sen­sua­li­dad, de degra­da­ción mate­ria­lis­ta, ello no es un pun­to de vis­ta uni­ver­sal­men­te com­par­ti­do. Por otra par­te, esta con­cep­ción es con­se­cuen­cia del peca­do ori­gi­nal, de la caí­da de Adán y Eva. Es una caí­da de nivel: del prin­ci­pio, a la mani­fes­ta­ción; el sim­bo­lis­mo de lo des­nu­do va en dos direc­cio­nes: la pure­za físi­ca, moral, inte­lec­tual y espi­ri­tual, y la de la vani­dad las­ci­va, pro­vo­can­te, que des­ar­ma al espí­ri­tu en bene­fi­cio de la mate­ria y de los sentidos.

En la ópti­ca tra­di­cio­nal, la des­nu­dez del cuer­po es un retorno al esta­do pri­mor­dial, a la pers­pec­ti­va cen­tral. La artis­ta (como sacer­do­ti­sa) que puri­fi­ca su cuer­po des­nu­do al aire puro; (asce­ta) que pene­tra des­nu­da para sig­ni­fi­car su des­po­jo ante la pro­xi­mi­dad de los mis­te­rios divi­nos; es la abo­li­ción de la sepa­ra­ción entre el hom­bre y el mun­do que lo rodea, en fun­ción del cual las ener­gías natu­ra­les pasan de uno a otro sin pan­ta­llas: de ahí la des­nu­dez ritual y por últi­mo, la pro­pia des­nu­dez de cier­tas brujos(as),

El des­ve­lo del cuer­po es el de la ver­dad, que en Euro­pa se dice des­nu­da, hablan­do del cono­ci­mien­to puro. Da una sig­ni­fi­ca­ción aná­lo­ga a la des­nu­dez de Cris­to en la Cruz: reve­la­ción del eso­te­ris­mo. La des­nu­dez, es poten­cia del tiem­po, des­po­ja­da del uni­ver­so des­pués de la diso­lu­ción de éste; es repre­sen­ta­ción del hecho de que ella está más allá, la des­nu­dez ritual de la prac­ti­can­te es el sím­bo­lo de la subs­tan­cia cós­mi­ca, fren­te a la cual el espí­ri­tu (la esen­cia) per­ma­ne­ce inmó­vil y sereno. Es posi­ble que de ella se tra­te en el epi­so­dio rela­ta­do en el segun­do libro de Samuel: David, dan­za des­nu­do ante el arca. Mikal, su mujer, lo sien­te como una humi­lla­ción, pero el rey res­pon­de que el pudor no es nada fren­te a las obli­ga­cio­nes reli­gio­sas que tie­ne para con su Dios.

Serie Recuer­dos de nues­tro bebe. 1987 – 1988. Pla­ta sobre gela­ti­na. 40 x50 cm.

En la tra­di­ción bíbli­ca la des­nu­dez es sím­bo­lo de un esta­do mani­fes­ta­do y no vela­do: Adán y Eva en el jar­dín del Edén. Se adver­ti­rá que la pri­me­ra pare­ja no recu­rre a la ves­ti­men­ta sino des­pués de la caí­da, lo cual pone de mani­fies­to, entre otras cosas, que las rela­cio­nes del hom­bre con Dios y con sus seme­jan­tes han per­di­do la sim­pli­ci­dad y cla­ri­dad pri­me­ras. La des­nu­dez desig­na tam­bién la pobre­za y la debi­li­dad espi­ri­tual y moral. La del hom­bre que com­pa­re­ce delan­te de Dios juez. Eze­quiel cuen­ta la his­to­ria de Israel que com­pa­ra a una mucha­cha des­nu­da, has­ta el momen­to en que Dios la eli­ge y la vis­te. El sim­bo­lis­mo a veces neta­men­te peyo­ra­ti­vo: la des­nu­dez, es la ver­güen­za. Así el pro­fe­ta Nahúm ame­na­za a Israel: Dios lo des­cu­bri­rá y mos­tra­rá su des­nu­dez a las nacio­nes, reve­lan­do públi­ca­men­te la ver­güen­za del pue­blo ele­gi­do, pero idólatra.

Hay una dis­tan­cia que sepa­ra esta apre­cia­ción del jui­cio favo­ra­ble que mere­ce la des­nu­dez para el hele­nis­mo, cuyo ideal depor­ti­vo y artís­ti­co impli­ca el des­cu­bri­mien­to del cuer­po. Los gnós­ti­cos se sepa­ran de los escri­to­res bíbli­cos, y ven la des­nu­dez como un sím­bo­lo del ideal a alcan­zar. Es el caso de una des­nu­dez del alma que recha­za el cuer­po, su ves­ti­du­ra y su pri­sión, para hallar de nue­vo su esta­do pri­mi­ti­vo y ascen­der a sus orí­ge­nes divinos.

Serie Para con­ce­bir. 1985 – 1986. Pla­ta sobre gela­ti­na. 40 x50 cm.

La con­cep­tua­li­za­ción de la ima­gen, su sín­te­sis de las ideas, el uso del blan­co y negro, la mane­ra de com­po­ner la ima­gen y de sim­bo­li­zar los con­te­ni­dos que le intere­sa abor­dar, abren un camino de estra­te­gia que sen­tó las bases para gene­ra­cio­nes pos­te­rio­res. A par­tir de aquí, estas tuvie­ron un espa­cio don­de poder dis­cur­sar den­tro de las ins­ti­tu­cio­nes, con temá­ti­cas de fuer­te con­te­ni­do res­pec­to al géne­ro, raza, esta­tus e ideo­lo­gía. Sien­do el caso de artis­tas como Cire­nai­ca Morei­ra, René Peña, Eduar­do Her­nán­dez San­tos, Yuri Obre­gón, por citar algu­nos. Hoy son muchos los crea­do­res que gra­cias a ella, a lo lar­go de todo el país y des­de los 90, pue­den de una mane­ra más tole­ra­da mos­trar sus obras.

Los videos que expo­ne dan fe de la nece­si­dad de expre­sar su arte e ideas en movi­mien­to. Los regis­tros foto­grá­fi­cos de sus obras han teni­do gran acep­ta­ción y una amplia divul­ga­ción nacio­nal e inter­na­cio­nal. Ya es una figu­ra con­sa­gra­da para los ojos de muchos y sus admi­ra­do­res la ven hoy, des­de el Museo Nacio­nal de Bellas Artes de la Habana.

*Artis­ta Mul­ti­dis­ci­pli­na­rio, Cura­dor y Crí­ti­co de Arte. Por 

Itu­rria /​Fuen­te

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