Afga­nis­tán. Habla el Tali­bán: «Hemos gana­do la gue­rra, EE.UU. ha perdido»

Resu­men de Medio Orien­te, 20 de abril de 2021.

Perio­dis­tas de una cade­na ingle­sa via­ja­ron a Afga­nis­tán y pudie­ron pene­trar en terri­to­rio Tali­bán. Esta es una sín­te­sis de lo que vie­ron, cla­ro que con ojos par­cia­les occi­den­ta­les, aun­que de todas mane­ras sir­ve para mos­trar que todo el poder béli­co des­ple­ga­do por EE.UU fue derro­ta­do por los mili­cia­nos afganos.

No cues­ta mucho lle­gar al terri­to­rio con­tro­la­do por el Tali­bán en Afganistán.

Tras par­tir de la ciu­dad nor­te­ña de Mazar-e-Sha­rif y con­du­cir unos 30 minu­tos por una carre­te­ra lle­na de crá­te­res deja­dos por bom­bas, nos encon­tra­mos con nues­tro anfi­trión: Haji Hek­mat, el alcal­de del Tali­bán (un car­go para­le­lo al ofi­cial) en el dis­tri­to Balkh.

Este hom­bre bien per­fu­ma­do, con un tur­ban­te negro que le ador­na la cabe­za, es un vete­rano. Se incor­po­ró a los mili­tan­tes en la déca­da de 1990, cuan­do estos con­tro­la­ban la mayo­ría de Afganistán.

La mis­ma sema­na en que la admi­nis­tra­ción Biden anun­ció que com­ple­ta­rá la reti­ra­da de las tro­pas esta­dou­ni­den­ses que que­dan des­ple­ga­das en el país el 11 de sep­tiem­bre —retra­san­do así la fecha lími­te acor­da­da por su pre­de­ce­sor Donald Trump con el Tali­bán, el 1 de mayo— los tali­ba­nes han orga­ni­za­do para noso­tros una demos­tra­ción de pode­río.

Flan­quean la calle varios hom­bres fuer­te­men­te arma­dos, uno de ellos con un lan­za­gra­na­das, otro con un rifle de asal­to M4 que per­te­ne­ció a un sol­da­do estadounidense.

Balkh, el que fue­ra uno de los dis­tri­tos más esta­bles del país,es aho­ra uno de los más vio­len­tos.

Bar­ya­lai, un coman­dan­te local , seña­la hacia el otro lado de la carre­te­ra: «Las fuer­zas del gobierno están ahí nomás, cer­ca del mer­ca­do cen­tral, pero no pue­den salir de sus bases. Este terri­to­rio per­te­ne­ce a los muyahidines».

El pano­ra­ma es simi­lar en gran par­te de Afga­nis­tán: el gobierno con­tro­la las ciu­da­des y los pue­blos prin­ci­pa­les, pero el Tali­bán los rodea, con una amplia pre­sen­cia en el campo.

El gru­po mili­ciano afir­ma su auto­ri­dad con rete­nes espo­rá­di­cos a lo lar­go de carre­te­ras cla­ve. A medi­da que los tali­ba­nes detie­nen e inte­rro­gan los auto­mo­vi­lis­tas, Aamir Sahib Ajmal, el líder local del ser­vi­cio de inte­li­gen­cia Tali­bán, nos cuen­ta que están bus­can­do a per­so­nas vin­cu­la­das con el gobierno.

Mapa de Afganistán

«Los arres­ta­mos y los toma­mos pri­sio­ne­ros», dice. «Lue­go los deja­mos en manos de nues­tros tri­bu­na­les y ellos deci­den que suce­de después».

Sen­ta­do con una taza de té ver­de, Haji Hek­mat pro­cla­ma: «Hemos gana­do la gue­rra y Esta­dos Uni­dos ha per­di­do».

La deci­sión del pre­si­den­te Biden de retra­sar la reti­ra­da de sus fuer­zas a sep­tiem­bre, que sig­ni­fi­ca su per­ma­nen­cia en el país más allá del pla­zo acor­da­do el año pasa­do, ha pro­vo­ca­do una fuer­te reac­ción de par­te del lide­raz­go polí­ti­co del Talibán.

No obs­tan­te, la situa­ción pare­ce estar del lado de los milicianos.

«Esta­mos lis­tos para cual­quier cosa», ase­gu­ra Haji Hek­mat. «Esta­mos total­men­te pre­pa­ra­dos para la paz y esta­mos total­men­te pre­pa­ra­dos para la yihad».

Sen­ta­do a su lado, un coman­dan­te mili­tar aña­de: «La yihad es un acto de ado­ra­ción. La ado­ra­ción es algo que, por mucho que la hagas, no te cansas».

Haji Hekmat con un turbante negro
Pie de foto,Haji Hek­mat, el alcal­de en la som­bra del Tali­bán en el dis­tri­to Balkh, se unió al gru­po en los años 1990.

Duran­te el últi­mo año, ha habi­do una apa­ren­te con­tra­dic­ción en la «yihad» del Talibán.

Fre­na­ron los ata­ques con­tra las fuer­zas inter­na­cio­na­les tras fir­mar un acuer­do con EE.UU., pero con­ti­nua­ron com­ba­tien­do con­tra el gobierno afgano.

Sin embar­go, Haji Hek­mat, insis­te en que no hay con­tra­dic­ción: «Que­re­mos un gobierno islá­mi­co cen­tra­do en la ley sharia. Con­ti­nua­re­mos con nues­tra yihad has­ta que acep­ten nues­tras demandas».

Sobre si el Tali­bán esta­ría dis­pues­to a com­par­tir el poder con otras fac­cio­nes polí­ti­cas afga­nas, Haji Hek­mat difie­re de la posi­ción del lide­raz­go polí­ti­co del gru­po en Qatar. «Lo que ellos deci­dan, lo acep­ta­re­mos», dice repetidamente.

Los par­ti­da­rios del Tali­bán no se ven a sí mis­mo como un sim­ple gru­po rebel­de, sino como el futu­ro gobierno.

Los mili­tan­tes se refie­ren a sí mis­mos como el «Emi­ra­to Islá­mi­co de Afga­nis­tán», el nom­bre que uti­li­za­ron cuan­do estu­vie­ron en el poder des­de 1996 has­ta que fue­ron depues­tos tras los ata­ques del 11 de sep­tiem­bre de 2001.

Aho­ra, tie­nen una sofis­ti­ca­da estruc­tu­ra «en la som­bra», para­le­la a la ofi­cial, con fun­cio­na­rios a car­go de super­vi­sar los ser­vi­cios coti­dia­nos en las regio­nes que con­tro­lan. Haji Hek­mat, el alcal­de tali­bán, nos lle­va en una gira.

Nos mues­tran una escue­la pri­ma­ria, con niños y niñas escri­bien­do en tex­tos dona­dos por al ONU. 

Varios infor­mes de ONGs pro esta­dou­ni­den­ses seña­lan que en cier­tas zonas a las niñas mayo­res no se les per­mi­te asis­tir a cla­ses. Pero por lo menos aquí, el Tali­bán ase­gu­ra que lo fomen­tan activamente.

«Siem­pre y cuan­do vis­tan el hiyab, es impor­tan­te que estu­dien», dice Maw­la­wi Salahud­din, encar­ga­do de la comi­sión local de edu­ca­ción del Talibán.

En las escue­las secun­da­rias, indi­ca, sólo se per­mi­ten muje­res maes­tras y el velo es obli­ga­to­rio. «Si siguen la ley sharia, no hay problema».

Niñas en una clase en una región controlada por el Talibán
Escue­las con pre­sen­cia de niñas de todas las edades.

Fuen­tes loca­les nos infor­ma­ron que el Tali­bán can­ce­ló las cla­ses de arte y civis­mo, reem­pla­zán­do­las con mate­rias islá­mi­cas, pero por lo demás siguen el pro­gra­ma edu­ca­ti­vo nacional.

Enton­ces ¿envían los tali­ba­nes a sus pro­pias hijas a la escuela?

«Mi hija es muy joven, pero cuan­do crez­ca, la man­da­ré al cole­gio y a la madra­sa —cen­tro musul­mán de estu­dios supe­rio­res — , siem­pre y cuan­do se imple­men­te el hiyab y la ley sharia«, seña­la Salahuddin.

El gobierno paga los sala­rios del per­so­nal, pero el Tali­bán está a car­go. Es un sis­te­ma híbri­do que se apli­ca por todo el país.

En un cen­tro de salud ale­da­ño, admi­nis­tra­do por una orga­ni­za­ción huma­ni­ta­ria, la his­to­ria es parecida.

El Tali­bán per­mi­te el tra­ba­jo del per­so­nal femenino.

Los anti­con­cep­ti­vos y la infor­ma­ción sobre pla­ni­fi­ca­ción fami­liar están disponibles.

Cuan­do pasa­mos en auto cer­ca de unas esco­la­res que van camino a casa, Haji Hek­mat empie­za a ges­ti­cu­lar ani­ma­da­men­te, orgu­llo­so de haber con­tra­di­cho nues­tros prejuicios.

Pacientes en una clínica en una zona controlada por el Talibán
A las muje­res se les per­mi­te tra­ba­jar en un cen­tro de salud local

Al pasar por las aldeas del dis­tri­to Balkh, nos cru­za­mos con varias muje­res y no todas vis­ten burka.

Pero en el mer­ca­do local no hay ni una sola. Haji Hek­mat insis­te en que no tie­nen el acce­so veta­do, pero expli­ca que, en una socie­dad con­ser­va­do­ra, es nor­mal que no acudan.

Los mili­tan­tes nos acom­pa­ñan todo el rato y los pocos resi­den­tes loca­les con quie­nes habla­mos decla­ran su apo­yo al gru­po y se mues­tran agra­de­ci­dos por la mejo­ra de la segu­ri­dad y la reduc­ción del crimen.

«Cuan­do el gobierno tenía el con­trol, solían encar­ce­lar a nues­tra gen­te y exi­gir sobor­nos para libe­rar­los», cuen­ta un anciano. «Nues­tra gen­te sufrió mucho. Aho­ra esta­mos con­ten­tos con la situación».

Un combatiente talibán con un arma antiaérea

Haji Hek­mat fue par­te del Tali­bán en los 1990.

Mien­tras que los com­ba­tien­tes más jóve­nes que nos rodean están con­ten­tos de tomar­se fotos y sel­fies, él tien­de a cubrir­se el ros­tro con su tur­ban­te cuan­do ve nues­tra cámara.

«Vie­jas cos­tum­bres», dice con una son­ri­sa, antes de per­mi­tir que fil­me­mos su cara. Bajo el anti­guo régi­men Tali­bán, la foto­gra­fía esta­ba prohibida.

Le pre­gun­to si come­tie­ron erro­res cuan­do esta­ban en el poder. ¿Se com­por­ta­rían de la mis­ma mane­ra otra vez?

«El Tali­bán de antes y el Tali­bán de aho­ra son lo mis­mo. Así que com­pa­rar esa épo­ca y la de aho­ra… nada ha cam­bia­do», expli­ca Haji Hekmat.

«Aun­que natu­ral­men­te hay cam­bios de per­so­nal», aña­de. «Algu­nas per­so­nas son más rígi­das y otras más cal­ma­das. Eso es normal».

Combatientes del Talibán durante oraciones

Duran­te un almuer­zo de pollo y arroz, escu­cha­mos los estruen­dos de por lo menos cua­tro ata­ques aéreos a la distancia.

Haji Hek­mat se man­tie­ne imper­té­rri­to. «Es muy lejos, no se preo­cu­pen», dice.

La fuer­za aérea, par­ti­cu­lar­men­te la apor­ta­da por los esta­dou­ni­den­ses, ha sido cru­cial a lo lar­go de los años para dete­ner el avan­ce del Talibán.

EE.UU. ya ha recor­ta­do drás­ti­ca­men­te sus ope­ra­ti­vos mili­ta­res des­de que el año pasa­do fir­mó el acuer­do con el grupo.

muchos temen que para cuan­do las tro­pas esta­dou­ni­den­ses se reti­ren del todo, el Tali­bán esta­rá ya posi­cio­na­do para una toma mili­tar del país.

Haji Hek­mat se bur­la del gobierno afgano o «admi­nis­tra­ción de Kabul», como el Tali­bán se refie­re a este, til­dán­do­lo de corrup­to y no islámico.

«Esta es la yihad», afir­ma. «Es ado­ra­ción. No lo hace­mos por el poder sino por Ala y es su ley. (Para) Traer la ley sha­ría a este país. Lucha­re­mos con­tra quien se oponga».

Itu­rria /​Fuen­te

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