Uru­guay. Hacia el 8 de mar­zo: otras alertas

Por Nohe­lia Millán Gar­cía, Resu­men Lati­no­ame­ri­cano, 5 de mar­zo de 2021. 

La pan­de­mia de coro­na­vi­rus y la ausen­cia de polí­ti­cas esta­les serias gene­ra­ron el cre­ci­mien­to de la des­ocu­pa­ción y la explo­ta­ción de las muje­res uruguayas.

A comien­zos de este mes, la Comi­sión Eco­nó­mi­ca para Amé­ri­ca Lati­na y el Cari­be (Cepal) pre­sen­tó el infor­me La auto­no­mía eco­nó­mi­ca de las muje­res en la recu­pe­ra­ción sos­te­ni­ble y con igual­dad. Allí se des­cri­be con cla­ri­dad los efec­tos en la vida de las muje­res que está dejan­do la situa­ción glo­bal de pan­de­mia. Quie­nes tra­ba­ja­mos des­de hace muchos años en el cam­po de la igual­dad de géne­ro, no nos encon­tra­mos ante fenó­me­nos nue­vos; los pro­ble­mas son los mis­mos, pero se han pro­fun­di­za­do, lo que nos habla de un enor­me retro­ce­so para los peque­ños avan­ces que se habían logra­do en las últi­mas décadas.

El pri­mer pun­to lo cons­ti­tu­yen la des­igual­dad socio­eco­nó­mi­ca y la pobre­za. El acce­so limi­ta­do a las nece­si­da­des bási­cas, vivien­da, salud, edu­ca­ción, trans­por­te, ingre­sos pro­pios, fue el lugar de par­ti­da en mar­zo de 2020 y la epi­de­mia sólo dejó a las muje­res pobres más pobres. Las muje­res son más en los hoga­res con más caren­cias y son ellas las que tie­nen per­so­nas a car­go, sobre todo, per­so­nas meno­res de edad. En estos hoga­res, los ingre­sos de esas muje­res no son ingre­sos que posi­bi­li­ten el desa­rro­llo, son ingre­sos para sobre­vi­vir. Muchas veces están solas o con com­pa­ñe­ros que no son padres de los niños a car­go, por lo que la res­pon­sa­bi­li­dad del cui­da­do y el sos­tén recae sobre sus hom­bros. La posi­bi­li­dad de empleo se con­cen­tra en el ámbi­to infor­mal, por lo que el acce­so al cré­di­to o al finan­cia­mien­to de pro­yec­tos pro­pios es casi impo­si­ble. No está de más sub­ra­yar que, en situa­ción de pan­de­mia, los tra­ba­jos infor­ma­les de los que vivían muchos hoga­res pobres se han redu­ci­do o han des­apa­re­ci­do; ejem­plo de esto son las tareas de cui­da­dos y las de tra­ba­jo domés­ti­co remu­ne­ra­do, dos tipos de empleo mayo­ri­ta­ria­men­te rea­li­za­dos por mujeres.

El aumen­to del des­em­pleo en el perío­do mar­zo-diciem­bre de 2020 en Uru­guay fue un pun­to por­cen­tual más para las muje­res que para los hom­bres. En mar­zo, las cifras de des­em­pleo eran de 9,80 por cien­to para los varo­nes y de 10,50 por cien­to para las muje­res; en diciem­bre, el des­em­pleo era de 8,70 por cien­to para los varo­nes mien­tras que en las muje­res la cifra era de 12,60 por cien­to. En diciem­bre, pudi­mos ver el resul­ta­do de una reac­ti­va­ción eco­nó­mi­ca des­pués del pri­mer con­fi­na­mien­to y hubo una recu­pe­ra­ción por­cen­tual en el empleo para los varo­nes; sin embar­go, lejos de recu­pe­rar­se el empleo de las muje­res, aumen­tó la bre­cha entre ambos. Esto nos pue­de estar hablan­do de que muchas muje­res no regre­sa­ron a su lugar de tra­ba­jo, no man­tu­vie­ron su empleo y muchas más lo perdieron.

Uruguay Dia Internacional de la Mujeres la-tinta

Otro pun­to que rele­va el infor­me, cuan­do habla de la des­igual­dad socio­eco­nó­mi­ca y la pobre­za, refie­re a la bre­cha digi­tal. Hace muchos años que habla­mos de la nece­si­dad del acce­so digi­tal como acción deter­mi­nan­te en el camino hacia la jus­ti­cia social. El Plan Cei­bal fue una pro­pues­ta que se com­por­tó como agen­te cata­li­za­dor de un cam­bio estruc­tu­ral en el acce­so y en la alfa­be­ti­za­ción digi­tal uni­ver­sal en nues­tro país. Pero, ¿qué es lo que pasa con las muje­res adul­tas pobres? El tra­ba­jo en con­fi­na­mien­to nos colo­có de cara a una reali­dad que no había­mos per­ci­bi­do en su dimen­sión. Si bien pode­mos pre­su­mir de que muchas de las muje­res acce­den a telé­fo­nos u otros dis­po­si­ti­vos inte­li­gen­tes, la conec­ti­vi­dad es cara (hoy, 10 por cien­to más cara que al comien­zo de la pan­de­mia) y las posi­bi­li­da­des que da el dis­po­si­ti­vo son subuti­li­za­das. El acce­so a algu­nas redes sin capa­ci­dad de crí­ti­ca trae peli­gros que van des­de la des­in­for­ma­ción acti­va y estre­san­te has­ta el ries­go de aco­so y otras for­mas de vio­len­cia basa­da en género.


Pero este no es el úni­co pro­ble­ma ni el más gran­de. Cuan­do empe­za­ron a apa­re­cer en ple­na emer­gen­cia los for­mu­la­rios para acce­der a las canas­tas del Minis­te­rio de Desa­rro­llo Social (Mides), o se agu­di­zó la nece­si­dad de hacer trá­mi­tes coti­dia­nos en línea (algu­nos sólo se podían rea­li­zar por esa vía), se mate­ria­li­zó más que nun­ca la bre­cha digi­tal. Muchas muje­res bus­ca­ban apo­yo para com­ple­tar los for­mu­la­rios, las letras eran peque­ñas en los celu­la­res, las pre­gun­tas no siem­pre eran cla­ras o no se adap­ta­ban a lo que ellas podían o sabían res­pon­der. Y con los capt­cha muchas veces se bus­ca­ban con­fir­ma­cio­nes en fotos que en un telé­fono se ven muy chi­cas y nece­si­tan des­tre­za para mar­car lo correc­to. En fin, una vez más, el país inclu­si­vo e inte­gra­do se nos esca­pó por la ventana.


En la edu­ca­ción, la bre­cha digi­tal se vivió, sobre todo, en el acce­so a dis­po­si­ti­vos y a conec­ti­vi­dad: los niños, niñas y ado­les­cen­tes no siem­pre tenían dis­po­si­ti­vos con la memo­ria RAM sufi­cien­te para sos­te­ner horas de cla­se en Zoom y el gas­to de datos es enor­me. Muchas veces, el acce­so a cla­se depen­día de la pre­sen­cia de per­so­nas adul­tas con conec­ti­vi­dad. De esta expe­rien­cia, creo que el cuer­po docen­te tie­ne mucho y mejor para decir.

Otro eje de des­igual­dad de géne­ro capi­tal es la divi­sión sexual del tra­ba­jo (no voy a diag­nos­ti­car sobre lo que las femi­nis­tas, des­de dife­ren­tes dis­ci­pli­nas, hemos habla­do y escri­to has­ta el can­san­cio). Sólo sub­ra­ya­ré lo que dice el infor­me de la CEPAL al res­pec­to: las muje­res somos las que hemos esta­do en la pri­me­ra línea de enfren­ta­mien­to a la pan­de­mia. En el con­fi­na­mien­to, se mul­ti­pli­ca­ron las horas de tra­ba­jo no remu­ne­ra­do, el sis­te­ma de salud y el edu­ca­ti­vo se apo­ya­ron en la espal­da y en las opor­tu­ni­da­des de las muje­res. Tam­bién, como decía al comien­zo, las muje­res se encon­tra­ban emplea­das en las ocu­pa­cio­nes que se retra­je­ron pri­me­ro, sec­to­res aso­cia­dos a los ser­vi­cios o al cui­da­do. Sec­to­res que no era posi­ble sos­te­ner con el tra­ba­jo a dis­tan­cia. Al mis­mo tiem­po, eran las que daban las bata­llas más com­ple­jas, por ser la salud y la edu­ca­ción sec­to­res suma­men­te feminizados.

Tam­bién en con­fi­na­mien­to se pro­du­ce un aumen­to del ries­go en la con­vi­ven­cia con varo­nes agre­so­res; las muje­res tie­nen una menor capa­ci­dad de gene­rar redes de apo­yo, de comu­ni­ca­ción para bus­car ayu­da en las situa­cio­nes de vio­len­cia domés­ti­ca, lo que las ha deja­do más vul­ne­ra­bles. En noviem­bre de 2020, el Ins­ti­tu­to Nacio­nal de las Muje­res anun­cia­ba que las con­sul­tas al 0800 – 4141 habían aumen­ta­do 25 por cien­to en el perío­do enero-setiem­bre com­pa­ra­do con el mis­mo perío­do de 2019.

Y para ter­mi­nar el pano­ra­ma, las muje­res son pocas en los ámbi­tos de toma de deci­sio­nes. Al día de hoy, según un infor­me de la Ofi­ci­na Nacio­nal de Ser­vi­cio Civil (ONSC), casi 80 por cien­to de los car­gos polí­ti­cos y de con­fian­za de los orga­nis­mos esta­ta­les están ocu­pa­dos por varo­nes. La rela­ción es la de siem­pre, la cono­ci­da: a mayor res­pon­sa­bi­li­dad y sala­rio, menos muje­res. Si bien en el Par­la­men­to los datos no son más alen­ta­do­res (en la Cáma­ra de Repre­sen­tan­tes no lle­gan a 30 por cien­to y en el Sena­do no lle­gan a 20 por cien­to), lo que reve­lan los datos de la ONSC es que los ele­men­tos eva­lua­to­rios para selec­cio­nar can­di­da­tos y/​o can­di­da­tas a deter­mi­na­dos car­gos siguen estan­do car­ga­dos de patro­nes sexistas.

Con este pano­ra­ma, ¿cuál será el camino a seguir por Uru­guay para amor­ti­guar el enor­me impac­to que esta cri­sis glo­bal ten­drá sobre las vidas y las opor­tu­ni­da­des de desa­rro­llo de las muje­res? La CEPAL hace pro­pues­tas concretas.

Uruguay 8M 2019 la-tinta

—Orien­tar los recur­sos de inver­sión que poten­cien el empleo de cali­dad de las muje­res. Aquí me voy a dete­ner un minu­to en poder pen­sar la cate­go­ría empleo. Muchas muje­res, sobre todo quie­nes tie­nen hijos e hijas a car­go, bus­can empleos depen­dien­tes. No hay que olvi­dar que, para acce­der a las pres­ta­cio­nes (sobre todo al Fon­do Nacio­nal de Salud) del sis­te­ma de pro­tec­ción social de nues­tro país, lo más segu­ro es un empleo depen­dien­te y regularizado.

—Las polí­ti­cas de reac­ti­va­ción eco­nó­mi­ca debe­rían incluir una pers­pec­ti­va de géne­ro en la iden­ti­fi­ca­ción de sec­to­res a poten­ciar y en las polí­ti­cas fis­ca­les de estímulos.

—Nece­si­ta­mos polí­ti­cas fis­ca­les que con­tem­plen den­tro de sus obje­ti­vos el cie­rre de bre­chas de géne­ro. Para esto, sería intere­san­te esti­mu­lar con deci­sio­nes fis­ca­les las expe­rien­cias de ges­tión con enfo­que de géne­ro, como lo es el Mode­lo de Cali­dad con Equi­dad de Géne­ro que Inmu­je­res imple­men­ta des­de 2008.

—Pre­ci­sa­mos sis­te­mas inte­gra­les de cui­da­dos que inclu­yan a todas las pobla­cio­nes que hay que prio­ri­zar en el dere­cho al cui­da­do, bus­can­do dar res­pues­tas no sólo des­de el sis­te­ma públi­co, gene­ran­do siner­gias en la red de pro­tec­ción social, el sis­te­ma de salud y el de edu­ca­ción, entre otros; tam­bién des­de la corres­pon­sa­bi­li­dad social y de géne­ro en el sec­tor pri­va­do. El Sis­te­ma de Cui­da­dos en Uru­guay ha sido una expe­rien­cia imper­fec­ta, pero que ha lide­ra­do el pro­ce­so de reco­no­ci­mien­to, redis­tri­bu­ción y reduc­ción de la car­ga de tra­ba­jo de cui­da­dos que recae sobre las muje­res, una de las prác­ti­cas ins­pi­ra­do­ras para otros paí­ses de la región.

En fin, este 8 de mar­zo, las muje­res tene­mos moti­vos para estar preo­cu­pa­das: segui­mos tenien­do el mun­do en los hom­bros y este pesa mucho más.

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